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"El papel que España tenga en el mundo pasa por dotarse de una defensa a la altura"
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ENTREVISTA CON JOSÉ MANUEL ALBARES

"El papel que España tenga en el mundo pasa por dotarse de una defensa a la altura"

El ministro de Exteriores conversa con El Confidencial sobre las perspectivas de la invasión rusa de Ucrania y el papel que están jugando España y la Unión Europea

Foto: El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, posa para El Confidencial durante la entrevista. (Patricia J. Garcinuño)
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, posa para El Confidencial durante la entrevista. (Patricia J. Garcinuño)
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Los últimos ocho meses de José Manuel Albares (Madrid, 1972) no han sido fáciles. Desde que asumió las riendas en julio del año pasado, este diplomático de carrera ha tenido que lidiar con dos crisis geopolíticas de proporciones históricas —primero, la atropellada salida occidental de Afganistán en agosto, y ahora, la invasión rusa a Ucrania—. Sin olvidar que heredó una crisis con Marruecos, que ya dura más de un año.

El ministro nos atiende en una sala multifuncional del Palacio de Viana, adonde llega directo del aeropuerto tras un viaje de dos días por Moldavia y Polonia para conocer de primera mano la situación de los refugiados en las fronteras. “Es una situación verdaderamente dramática”, cuenta el ministro, traje azul oscuro y corbata verde musgo. Atiende una llamada de Pedro Sánchez antes de empezar la entrevista y, al acabar, recibe a cenar al ministro de Exteriores de Mauritania.

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PREGUNTA. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, está pidiendo a los aliados occidentales un esfuerzo adicional. ¿Cuál es el grado de compromiso de España con el Gobierno de Ucrania? ¿Cree que España y la Unión Europea podrían hacer algo más de lo que están haciendo?

RESPUESTA. España y su Gobierno apoyan totalmente la soberanía, la integridad territorial y la libertad de Ucrania. Lo estamos demostrando. Yo viajé a Kiev y me entrevisté con el presidente Zelenski, con su primer ministro, con mi colega [ministro de Exteriores, Dmytro] Kuleba. Hemos estado entre los Estados que han liderado el apoyo político y las sanciones económicas. Fuimos de los primeros en apoyar la exclusión de los bancos rusos del Swift. Hemos llevado medidas como el bloqueo de los puertos a barcos rusos. Hemos tomado decisiones que son históricas.

Ahora he viajado a los países limítrofes para ayudar a Ucrania de otra manera. Con un paquete humanitario para refugiados sin precedentes en la historia de la cooperación española: 31 millones de euros, 23 directamente para Ucrania y ocho para los países limítrofes. Esto es un primer paquete que irá a más. También con la acogida de refugiados. Hay 20.000 plazas ya previstas y una primera operación que he acordado con el Gobierno de Moldavia para otros 1.000 refugiados.

Sobre si podría hacer más la Unión Europea, yo creo que estamos haciendo todo aquello que está en nuestra mano. Putin plantea una guerra clásica del siglo XX, una guerra donde lo único que importa es la fuerza militar, la fuerza bruta. Y la Unión Europea responde con instrumentos del siglo XXI, con un apoyo político definido, con un cerco económico que busca el colapso económico. No para dañar al pueblo ruso, sino para que no pueda financiar su esfuerzo de guerra. Finalmente, el apoyo a la investigación de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional para que se investiguen los crímenes de guerra que se están cometiendo. Que sus responsables, sean quienes sean, terminen ante el Tribunal Penal Internacional.

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P. Hay medidas que no se han tomado y están beneficiando a Rusia. Europa sigue comprando gas ruso y es mucho más caro por las tensiones. Estamos mandando más dinero a Rusia para financiar la guerra. ¿Cree que la UE podría llegar a tomar esa decisión de prohibir o limitar las compras de hidrocarburos rusos?

R. El gas es una parte muy importante de las decisiones que tenemos que tomar. Es evidente que estamos entrando en una nueva era. Ocurra lo que ocurra, aunque consiguiéramos en muy corto plazo la paz en Ucrania, se han roto tantas cosas por parte de Rusia que la relación no puede continuar como antes. España puede ser parte de la solución energética porque nuestra estructura no tiene prácticamente dependencia del gas ruso.

La propuesta española tiene que ser una de las propuestas que estén encima de la mesa. Tanto separar el precio del gas del precio de la electricidad como conseguir una autonomía estratégica por parte de la Unión Europa. Entendemos que hay Estados para los cuales tomar una decisión drástica respecto a su uso o es muy difícil o es prácticamente imposible. Pero lo que no podemos hacer es volvernos a encontrar esta situación otra vez.

P. En el pasado, el veto de Francia ha hecho que no podamos conectar nuestro gas con Europa. ¿Cree que en las circunstancias actuales podríamos lograr esa interconexión?

R. Esto es una reivindicación histórica española, que se ha puesto encima de la mesa muchas veces. La diferencia ahora es que ha dejado de ser un tema bilateral hispano-francés para convertirse en algo de tamaño europeo y, por tanto, esa puede ser la solución: la construcción de esos poquísimos kilómetros que quedan con fondos europeos para dar solución, tal vez no a toda, pero sí a buena parte de esa dependencia energética que en estos momentos es insostenible.

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P. Esta semana, los negociadores de Rusia y Ucrania han dado algunas señales para el optimismo. Sin embargo, la OTAN lo observa con desconfianza. Muchos creen que Putin podría estar utilizando las conversaciones para ganar tiempo y reorganizarse. ¿Usted ve un alto el fuego en el horizonte?

R. Cuando ya estamos sumidos en una guerra, las palabras están bien y nosotros siempre apoyaremos el diálogo. Lo que no puede ser es que alguien quiera hacernos creer que dialoga de buena fe cuando está bombardeando a civiles indefensos u objetivos civiles. Tanto por decencia personal como porque la guerra también tiene unas leyes codificadas en el derecho internacional. Lo mínimo es que se produzca un alto el fuego durante las horas en que se está produciendo el diálogo entre esas partes. Si no se produce eso, sinceramente, yo no le doy credibilidad.

P. Si las conversaciones avanzaran hacia un proceso confiable, ¿cuáles considera que serían las condiciones para un alto el fuego aceptables para la UE? ¿Cuál es la posición de España?

R. Yo no quiero hablar en nombre del pueblo ucraniano. Hay que recordar que el presidente Zelenski es el presidente de un Gobierno democrático y legítimamente elegido por el voto popular, con un porcentaje abrumador de votos. La posición de España desde el inicio ha sido apoyar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. Más allá de lo que está ocurriendo en Ucrania, que ya de por sí es gravísimo, están en juego dos modelos. Hay un modelo autoritario, nacionalista, que nos retrotrae a épocas muy oscuras de la historia de Europa, de muros, alambradas y soberanías limitadas... Y luego está el modelo que representa la Unión Europea, de respeto a la integridad territorial, de igualdad soberana, de abolición de la guerra como forma de resolver diferencias y de que la paz sea la base de nuestra prosperidad. De hecho, lo que Vladímir Putin probablemente no perdona a Ucrania es que entre esos dos modelos escogiera mirar al nuestro. Por lo tanto, no quiero hablar en nombre del presidente Zelenski, pero lo que nosotros apoyamos es una Ucrania soberana y libre.

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P. ¿Esto incluye también Crimea, que fue anexionada en 2014?

R. Nuestra posición ha sido esa. Entendemos la muy difícil situación en que se encuentra Zelenski. Desde luego, no seré yo quien le dé lecciones sobre lo que tiene que hacer con su pueblo. Pero el apoyo político de España y de la Unión Europea es muy claro, con integridad territorial incluida.

P. Más allá de las negociaciones entre Rusia y Ucrania, la guerra también ha afectado la relación de la UE con Rusia de modo irreversible. ¿Podría la UE dejar algunas de las sanciones vigentes, ciertos cortafuegos, aunque se detenga la ofensiva en Ucrania?

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R. Lo que hagamos con las sanciones lo tenemos que decidir los Veintisiete. Pero quiero recordar que las sanciones no fueron preventivas. Avisamos al Gobierno ruso de que, de producirse una agresión, pondríamos un paquete masivo de sanciones, como hemos hecho. El objetivo de esas sanciones no es otro que evitar la guerra. Y en estos momentos se trata de pararla: que vuelva la paz a Ucrania, que los soldados rusos vuelvan dentro de las fronteras de la Federación Rusa, de donde nunca debieron salir. Nadie quiere dañar al pueblo ruso. Nadie quiere dañar innecesariamente la economía rusa. Pero lo que no podemos permitir es que el Gobierno ruso financie su guerra con exportaciones o en nuestros bancos, o que su banco central se financie con nuestros bancos. Por lo tanto, el objetivo sigue siendo el mismo que con el que diseñamos las sanciones: parar esta guerra.

P. La guerra ya ha generado más de tres millones de refugiados ucranianos y las estimaciones dicen que podrían salir millones más. El resultado es que España podría verse en situación de tener que acoger a varios cientos de miles de ucranianos si se reparten proporcionalmente. ¿Cree que podría darse este escenario o cree que la mayoría de refugiados acabarán en países limítrofes, como Polonia, o más cercanos, como República Checa o Alemania?

R. Los movimientos de refugiados tienden a tener una presencia muy importante en los países limítrofes. Todo refugiado lo que espera es que su salida sea limitada en el tiempo y, por lo tanto, se queda cerca. Además, en esos países limítrofes se hablan lenguas similares y muchos conservan como lengua común el ruso de la época soviética. Desde luego que España va a estar ahí para expresar su solidaridad. Eso es una decisión que hemos tomado a nivel de la Unión Europea. Evidentemente, todo apunta a que este conflicto va a ser largo. No se les puede acoger pensando en que va a ser solo por corto tiempo. Hay niños que hay que escolarizar.

"La percepción que yo estoy recibiendo de mis colegas europeos es que se aprecia el alto perfil que está tomando España"

P. La decisión de enviar armas a Ucrania ha generado bastante tensión en la coalición de gobierno. ¿Preocupa en Europa o la OTAN que haya una coalición con dos partidos con posiciones tan diferentes?

R. Es normal que en todos los gobiernos haya matices entre ministros. Muchos países han tomado decisiones impensables hace tres semanas. Alemania, por ejemplo, con el envío de material militar y el incremento del gasto de defensa. Dos países neutrales, no miembros de la OTAN, con una enorme tradición de pacifismo militante, como Finlandia y Suecia, que deciden enviar armamento letal porque entienden que aquí de lo que se trata es de defender a civiles indefensos, de dar la oportunidad al Gobierno y al Ejército legítimos de Ucrania de defender su integridad territorial y su soberanía. Leo muy a menudo que se hace la diferencia entre material defensivo y ofensivo. Y yo quisiera trasladar un mensaje muy claro a los españoles: todo el material militar que tiene el Ejército ruso es ofensivo y todo el material militar que se pone en manos del Ejército de Ucrania para defender a civiles indefensos es defensivo.

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La percepción que yo estoy recibiendo de mis colegas europeos es que se aprecia el alto perfil que está tomando España. Ha sorprendido, en el mejor sentido de la palabra, que un país que está más alejado de esa zona de conflicto comprenda lo que está en juego. Estoy recibiendo la felicitación de lo que está haciendo el Gobierno español, que es trasladar la posición de los ciudadanos españoles. Lo veo en las encuestas y es abrumador. Es raro ver un momento de tanto apoyo. Lo que percibo es un apoyo de todas las fuerzas políticas y de la sociedad española en torno a todas las medidas. Y hay una cohesión grande dentro del Gobierno sobre el objetivo. Todos estamos de acuerdo en que todas las medidas que se están tomando tienen un único objetivo: que la paz vuelva lo antes posible.

P. El 30 de junio se celebra en Madrid una cumbre clave de la OTAN. Un mes antes de que comenzara la invasión, usted concedió una entrevista al 'Financial Times' donde expresaba su deseo de que la OTAN mirara más al flanco sur, África y el Sahel. ¿Cree que la guerra ha trastocado este objetivo estratégico de España? ¿Qué papel puede jugar España como anfitriona a la hora de plasmar esas preocupaciones?

R. No, no lo ha trastocado, pero evidentemente la dimensión de la crisis que tenemos planteada en estos momentos en nuestra frontera este es de un tamaño difícil de percibir todavía en estos momentos. Pero insisto, incluso en Polonia, que mira a la amenaza rusa muy frente a frente, lo tienen claro. Hay amenazas en el sur que también amenazan a los países del este y nórdicos. Y, desde luego, la voz de España va a indicarlo claramente.

"Incluso en Polonia lo tienen claro. Hay amenazas en el sur que también amenazan a los países del este y nórdicos"

P. Supongo que allí se discutirán cosas concretas, y una de ellas podría ser la inclusión de Ceuta y Melilla bajo el paraguas de la OTAN. El PSOE ha votado alguna vez en contra de pedir un cambio al respecto. ¿Cuál es la posición del Gobierno ahora? ¿Se podría hacer teniendo en cuenta que las cosas han cambiado tanto?

R. Hay una cosa que hay que dejar muy clara: todo el territorio español está perfectamente protegido. La solidaridad entre los socios europeos y los socios de la OTAN está fuera de toda duda para todo el territorio español.

La seguridad en el flanco este [de la OTAN] está especialmente amenazada en estos momentos y España está participando claramente de ese esfuerzo. Se nos reconoce, se aprecia y se nos felicita. Pero hoy lo hablaba con mi homólogo polaco [Zbigniew Rau] y lo tenía muy claro: las amenazas también están en el flanco sur. Hay una región mediterránea y más allá, con el Sahel, donde se produce todo tipo de tráficos ilícitos, con una presencia rusa que empieza a ser importante, donde el yihadismo no ha desaparecido. Todo el mundo tiene eso muy claro y yo estoy convencido de que el concepto estratégico que va a salir de esa cumbre de Madrid, aunque evidentemente va a estar dominada por la crisis con Rusia, va a recoger esas amenazas, y la respuesta de la OTAN a esas amenazas.

Foto: Pedro Sánchez. (EFE/EPA MONCLOA)

P. Han aparecido estos días encuestas sorprendentes. España es el país de la OTAN más dispuesto a entrar en una contienda para defender a nuestros vecinos, solo por detrás de Polonia. Y somos uno de los países más dispuestos a crear un ejército europeo. A esto se suma el compromiso del presidente del Gobierno de aumentar el gasto militar hasta el 2%. Son cosas impensables hace apenas unos años. ¿Qué ha sucedido? ¿Cree que la sociedad española está cambiando?

R. Cuando voy por la calle, se me acercan españoles y hay dos cosas que me trasladan, comentarios que se repiten. Una, que la gente comprende que lo que nos estamos jugando es grave y que nos atañe directamente. Y la segunda es que estamos donde los españoles quieren que España esté. Con nuestros socios europeos, con nuestros aliados trasatlánticos, tomando decisiones. Se entiende que parte del papel que España tenga en Europa y en el mundo pasa también por dotarse de una defensa a la altura del resto de nuestros aliados. Porque, al final, no hay diplomacia creíble sin fuerza militar creíble.

Los europeos llevamos tiempo convencidos de que algo fallaba en Europa. No era posible que el peso económico europeo, que se traducía en una voz política, no pudiera luego aplicar lo que quería. Esa voz política y esa pata que falta es, precisamente, el ejército europeo. Que tal vez esto no tenga que ser necesariamente como un ejército clásico, puede ser una fuerza de intervención rápida. Pero estoy convencido de que esta crisis de Rusia, como tantas cosas, va a acelerar procesos en los que todos estábamos convencidos. Pero nos faltaba la prueba, por decirlo de alguna forma, para decir "este es el momento de tomar la decisión que hace ya años sabíamos que teníamos que tomar".

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P. Hablando del ángulo diplomático, ¿siguen operando los diplomáticos rusos en España? ¿Tenemos nosotros abierto algún canal de comunicación?

R. Las embajadas rusas en España y en Europa siguen abiertas. La embajada de España en Moscú también. El motivo de que sigan abiertas es que el mensaje que estamos lanzando todos los europeos es claro: las vías diplomáticas, por nuestra parte, siguen abiertas. Es lo que queremos. Que termine la guerra, que volvamos a la mesa diplomática y al diálogo. Ni ninguno de los Estados miembros de la Unión Europea, ni la OTAN ni ninguno de sus miembros tenemos agendas ocultas, ni intereses espurios. Podríamos dialogar sobre cualquier cosa. Es evidente que esta guerra la ha querido una sola persona y que el hecho de que al otro lado de la mesa no haya nadie para el diálogo diplomático es también la decisión de una sola persona.

P. China es el otro gran actor en esta crisis. Si uno escucha a los diplomáticos chinos, da la sensación de que modulan su discurso según el auditorio al que se dirijan. Cuando hablan con España, y recientemente hablaron con usted, ¿qué mensaje mandan?

R. Hicieron un ruido importante esta semana [EEUU aseguró que Rusia había pedido ayuda militar a China] y yo tuve dos conversaciones importantes ese día. Una con mi homólogo chino [Wáng Yí] y otra con el secretario general de Naciones Unidas. El objetivo de esa conversación fue aunar esfuerzos, sumar a China directamente a la paz como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como gran potencia que es y que puede y debe jugar ese papel. La integridad territorial es un concepto respetado y querido por China, exactamente igual que por España. La conversación se produjo en un buen tono. Y yo espero que China juegue ese papel que todos esperamos.

P. La reacción de la mayoría de los países está siendo bastante desfavorable a Putin, pero Rusia sigue teniendo aliados, socios y amigos en todo el mundo. Algunos de ellos son importantes para España, como Argelia, que compra armas a Rusia y que las necesita por los problemas que tiene con sus vecinos. ¿Puede esta guerra meternos en problemas con socios tan estratégicos como Argelia, del que depende nuestra seguridad energética?

R. No veo ninguna relación entre la guerra y nuestra relación con Argelia. Argelia es un Estado soberano y tiene todo el derecho del mundo a tener las relaciones que considere con el resto de los países. Yo no puedo más que agradecer a Argelia todas las garantías que nos ofrecieron, y que se están cumpliendo, con respecto al suministro de gas argelino.

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz. (EFE/Geert Vanden)
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P. Varios países europeos han anunciado presupuestos extraordinarios en materia de defensa. Más allá de lo comprometido y vinculado a futuros presupuestos, ¿tiene España idea de algún plan de refuerzo inmediato para la situación?

R. Sobre esta materia, es mejor que sea la ministra de Defensa quien le informe. Como ministro de Asuntos Exteriores, le puedo decir que, para que España pueda jugar el peso geopolítico que esperan los españoles y que esperan nuestros socios europeos y nuestros aliados trasatlánticos, es muy importante que todos los esfuerzos diplomáticos vayan acompañados de un nivel de defensa equiparable con el resto de los países de Europa. Mucho más en este contexto, que nos abre a una era completamente nueva que solo ahora empezamos a vislumbrar.

P. Aunque la actualidad está monopolizada por Ucrania, quería aprovechar para preguntarle por la crisis bilateral con Marruecos, que nos sigue afectando de manera directa. En los dos primeros meses del año, la inmigración irregular a Canarias aumentó un 135% y va camino de batir récords. Sin embargo, la repatriación sigue bloqueada. ¿Hay algún avance para solventar esta situación? ¿Cuál es el estado de las relaciones?

R. Mantengo una relación fluida con mi homólogo [marroquí] y estamos intentando construir una relación del siglo XXI, donde la posibilidad de crisis quede atrás. Y dentro de esa relación del siglo XXI, evidentemente, la cogestión de los flujos migratorios irregulares va a jugar un papel muy importante.

P. Sin embargo, la relación todavía sigue en crisis, ¿cree que veremos a la embajadora de Marruecos pronto de vuelta en Madrid?

R. Es una decisión que depende exclusivamente de Marruecos.

Los últimos ocho meses de José Manuel Albares (Madrid, 1972) no han sido fáciles. Desde que asumió las riendas en julio del año pasado, este diplomático de carrera ha tenido que lidiar con dos crisis geopolíticas de proporciones históricas —primero, la atropellada salida occidental de Afganistán en agosto, y ahora, la invasión rusa a Ucrania—. Sin olvidar que heredó una crisis con Marruecos, que ya dura más de un año.

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