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¿Misión imposible? Cómo la UE intentará sustituir el 65% del gas ruso en 2022
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¿Misión imposible? Cómo la UE intentará sustituir el 65% del gas ruso en 2022

La Comisión Europea ha presentado un plan con el que quiere reducir en dos tercios la dependencia del gas ruso antes de final de año. Una misión muy complicada, pero no imposible, señalan en Bruselas

Foto: Foto: Reuters/Maxim Shemetov.
Foto: Reuters/Maxim Shemetov.
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“Es jodidamente difícil, pero posible”. Las palabras de Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea que supervisa las cuestiones de transición energética, no parecen la descripción de una misión sencilla. Pero es que en la Comisión Europea tienen claro que lo que han propuesto este martes en Estrasburgo (Francia) es un cambio radical del tablero geoestratégico en cuestión de unos pocos meses y que va a ser una operación muy compleja: reducir en dos tercios la dependencia europea del gas ruso antes de que finalice el año.

La Unión Europea no está preparada para ir tan lejos como Estados Unidos, que este martes ha anunciado que prohíbe las importaciones de gas y petróleo ruso, que son el pilar de la economía de Moscú. Los Veintisiete siguen necesitando la energía rusa, como señalaba este lunes Olaf Scholz, canciller alemán. Pero lo que ha propuesto este martes la Comisión Europea es lo más cercano a una prohibición de las importaciones: consiste prácticamente en una desconexión del suministro ruso.

El objetivo para 2030 es, directamente, lograr la independencia total. “La UE debe estar preparada para cualquier escenario. Puede alcanzar la independencia del gas ruso mucho antes del final de la década. Cuanto antes y con mayor decisión diversifiquemos nuestro suministro, aceleremos el despliegue de tecnologías de energía verde y reduzcamos nuestra demanda de energía, antes podremos sustituir el gas ruso”, señala el documento.

Foto: Foto: Reuters/Maxim Shemetov.

La Unión sabe que Rusia mantiene la amenaza continua de cortar el suministro. Y estos planes tienen un componente defensivo. Pero son sobre todo planes ofensivos. Se trata de un ataque directo al pilar principal de la economía rusa y también a la maquinaria de guerra de Moscú. Porque, como critica Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia, uno de los auténticos 'halcones' contra el Kremlin, cada día que la UE compra gas a Rusia, está financiando la guerra contra Ucrania. Y cada día esa compra es más cara. Según los cálculos del 'think tank' económico Bruegel, el pasado 1 de enero la Unión Europea pagaba 190 millones de euros a Rusia por su gas. El pasado 3 de marzo, bien entrados ya en la invasión rusa de Ucrania, la Unión pagó en un solo día 660 millones de euros.

Foto: Josep Borrell. (EFE/EPA/Julien Warnand)

Un 65% en 2022

¿Cómo se pretende lograr esa desconexión? En el corto plazo, la Comisión Europea ha hecho un trabajo intenso de contacto con otros grandes productores mundiales con el objetivo de suplir una parte importante del gas que obtiene de Moscú, que no es poco: el 40% del gas importado consumido en la Unión proviene de Rusia. Cortar de raíz el suministro dejaría un agujero imposible de cubrir. La clave para poder reducir en dos tercios la dependencia del gas ruso es aumentar de manera muy significativa la importación de gas natural licuado (GNL), para lo que Bruselas ha mantenido contacto con grandes productores, como Qatar. En esta línea, el Ejecutivo comunitario ha exigido a las capitales que para octubre tengan las reservas de gas en un 90% de su capacidad.

El Ejecutivo comunitario también apuesta una parte importante de la reducción a la 'eficiencia energética' y tanto Timmermans como la comisaria del ramo, Kadri Simson, han explicado que los ciudadanos europeos pueden cooperar a reducir la dependencia de Moscú reduciendo ligeramente su consumo habitual. Otra pieza clave en la reducción será el aumento de la energía eólica y solar.

Foto: Von der Leyen. (Reuters)

Pero ¿cómo se traduce eso en cifras? En 2021, la Unión Europea importó 155.000 millones de metros cúbicos de gas. La idea es que en 2022 los Veintisiete obtengan 100.000 millones por otras vías, aunque desde el Ejecutivo comunitario explican que las cifras son orientativas. 50.000 millones de metros cúbicos esperan poder sustituirlos por el ya mencionado GNL, y 10.000 millones de metros cúbicos llegarían a Europa por otros gasoductos que no vengan de Rusia. Los técnicos comunitarios esperan que otros 20.000 millones sean sustituidos por energía solar y eólica y que el ahorro energético equivalga a unos 14.000 millones de metros cúbicos.

A largo plazo

El plan a largo plazo, hasta finales de la década, es invertir de manera masiva en la transición ecológica, aunque en la Comisión se admite que la independencia energética respecto a Rusia también requerirá de tener más cintura con aquellos países que, por ejemplo, decidan seguir utilizando el carbón durante más tiempo para no tener que transitar hacia el gas, una fuente que les permitiría cumplir con sus objetivos climáticos, pero para lo que necesitan a Moscú. Aunque no se menciona en el documento publicado este martes, algunos expertos señalan que se podría ir incluso más allá en el recorte de las importaciones de energía rusa si algunos países europeos cambian el gas por el carbón, lo que permitiría sustituir hasta el 80% del gas ruso en este mismo año.

En el largo plazo, la Comisión espera que la energía solar y la eólica jueguen un papel clave a la hora de lograr desconectarse de Rusia, mucho más importante por ejemplo que el rol que jugará el gas natural licuado en los próximos meses. También se apostará por otras fuentes, como la biomasa, que el Ejecutivo comunitario espera que ascienda a los 35.000 millones de metros cúbicos a finales de la década. El hidrógeno también jugará un papel importante, porque la Comisión pretende redoblar su apuesta por él y lograr que en 2030 pueda sustituir ya entre 25.000 y 50.000 millones de metros cúbicos de gas ruso.

“Es jodidamente difícil, pero posible”. Las palabras de Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea que supervisa las cuestiones de transición energética, no parecen la descripción de una misión sencilla. Pero es que en la Comisión Europea tienen claro que lo que han propuesto este martes en Estrasburgo (Francia) es un cambio radical del tablero geoestratégico en cuestión de unos pocos meses y que va a ser una operación muy compleja: reducir en dos tercios la dependencia europea del gas ruso antes de que finalice el año.

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