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Tras un arranque caótico, España se acaba marcando un éxito diplomático en Afganistán
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Tras un arranque caótico, España se acaba marcando un éxito diplomático en Afganistán

Pedro Sánchez acabó la semana recibiendo a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la base militar de Torrejón de Ardoz el sábado y al teléfono con Joe Biden el domingo

Foto: El primer avión para evacuar españoles y afganos despega de Kabul. (Ministerio de Defensa)
El primer avión para evacuar españoles y afganos despega de Kabul. (Ministerio de Defensa)

Dos filas de ciudadanos españoles y afganos esperan para abordar un A400M de la Fuerza Aérea española en el aeropuerto internacional de Kabul. En la foto, firmada por el Ministerio de Defensa, varios efectivos custodian la cola y ayudan a mujeres y niños a entrar en el avión cargados de maletas y con mascarilla. La instantánea es icónica por el momento y la composición. Tomada desde el interior de la aeronave, muestra esa delgada línea que los separa del caos y la incertidumbre que acompaña a la reconquista de los talibanes. También simboliza la esperanza de decenas de miles de afganos de que Occidente no los abandone a su suerte después de que se jugaran la vida por ellos.

El diario 'The Washington Post' eligió la imagen para ilustrar su portada del jueves 19 de agosto. Al día siguiente, la cadena estadounidense 'ABC' difundía una pieza en la que se ve a militares y policías españoles acompañando a los menores de la mano, cargando equipajes y dirigiendo la operación de forma eficaz pero amable. “Es agradable ver cómo esta gente trata de forma dulce y gentil a estas personas”, comentaba un usuario. “Se ve que todo está calmado y bien organizado ahí”, apuntaba otro sobre el vídeo, que ya acumula más de 300.000 visualizaciones.

Apenas habían pasado 72 horas desde que la ‘blitzkrieg’ de los talibanes dejara en fuera de juego a la diplomacia occidental. Su asalto relámpago a la capital hizo saltar por los aires los planes de evacuación de las embajadas occidentales que, encabezadas por Estados Unidos, habían sobreestimado la capacidad de resistencia del Gobierno afgano. España no fue la excepción. Mientras países como Reino Unido, Alemania o República Checa ya fletaban el lunes sus primeros vuelos de evacuación, desde Madrid todavía se ultimaban los preparativos para el primero. Las críticas ya empezaban a aflorar en la oposición y la opinión pública. Parecía que nuestro país iba a asumir un discreto segundo plano mientras la polarización amenazaba con canibalizar, una vez más, nuestra acción exterior.

En las recientes crisis internacionales, España ha jugado un papel menor, muchas veces superada por los acontecimientos. Tan solo este año, la diplomacia española se vio achicando agua durante la crisis bilateral con Marruecos -que acabó en última instancia con el sacrificio de la entonces ministra Arancha González Laya- y, lenta en reaccionar ante la insólita manifestación en Cuba, que pilló a Exteriores en plena transición. Esta vez no fue así. El servicio exterior, en permanente coordinación con Defensa, Interior y Migraciones, logró reaccionar para diseñar y ejecutar una operación de evacuación y acogida de refugiados que ha puesto a España en la mesa de decisiones y a la vanguardia de la respuesta humanitaria a una crisis que salpica a medio mundo.

Foto: Vista aérea del aeropuerto de Kabul. (EFE)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acabó la semana recibiendo a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la base militar de Torrejón de Ardoz el sábado y al teléfono con el estadounidense Joe Biden el domingo. El Confidencial ha recopilado los testimonios de varias fuentes que conocen los detalles de la operación española, así como la opinión de fuentes europeas y diplomáticos extranjeros que siguieron el desarrollo de los acontecimientos, para reconstruir una semana agónica, lleno de tensión y caos, pocas horas de sueño y algún episodio emocionante, con final feliz. Así se vivió desde dentro.

Domingo, 15 de agosto: la inesperada caída de Kabul

A primera hora del domingo, Gabriel Ferrán, embajador español en Kabul, comienza a hacer una serie de llamadas urgentes a los altos mandos de Exteriores. Los talibanes estaban entrando en la capital y era cuestión de horas para que se hicieran con el control de la ciudad. El mensaje en esas llamadas es claro y apremiante: hay que evacuar.

“Desde principios de agosto veíamos que los talibanes avanzaban hacia Kabul y pusimos en marcha los mecanismos interministeriales para sacar a nuestro personal y a los colaboradores locales de Defensa y del servicio exterior. Llevábamos semanas trabajando en el plan de evacuación de la embajada. De los 11 contratados locales, dos ya estaban en España. Cuatro habían pedido venir y lo estábamos tramitando. Los otros todavía no se habían decidido. Pero los hechos se precipitaron”, asegura una fuente que estuvo involucrada directamente en las operaciones a El Confidencial.

Todo parecía bajo control. Excepto los tiempos. El propio Biden reconocería al día siguiente en una intervención desde la Casa Blanca que la implosión del Gobierno afgano les pilló por sorpresa. Confiaban en que sus aliados podrían aguantar el embate talibán durante meses. El presidente Ashraf Ghani les había solicitado una salida escalonada y ordenada para evitar el pánico rumbo al 31 de agosto, fecha límite pactada con los talibanes para la salida de las tropas extranjeras. La atropellada entrada de los islamistas hacía inviables las rutas terrestres hacia el aeropuerto que contemplaban esos planes de emergencia. Ahí entraron los estadounidenses con sus helicópteros.

“En ese momento, ni los americanos ni los aliados esperaban tan poca oposición del Ejército afgano ni una caída tan rápida de Kabul. Cuando el presidente Ghani huyó, ya no se podía garantizar la seguridad en la ciudad. Pedimos a los americanos que nos ayudaran a sacar al embajador, la cónsul, una familia y los policías hasta el área militarizada del aeropuerto. Allí sabíamos que estarían seguros”, agrega la fuente. Eran momentos de angustia, con aeronaves estadounidenses recogiendo a legaciones de varios países aliados para concentrarlas en el aeropuerto.

Foto: Puesto de control en Kandahar, cuna de los talibanes. (EFE)

Con el primer núcleo de españoles a resguardo en el aeródromo y el embajador en contacto permanente con Madrid, se activa el dispositivo de evacuación original. Las primeras llamadas del día ya habían surtido su efecto. Se interrumpieron vacaciones, se organizaron los gabinetes de crisis y se movilizaron funcionarios clave en varios ministerios. El primer paso del plan era mandar dos aviones A400M para sacar al modesto contingente español, que ya se había ido reduciendo en las semanas previas a la reconquista talibana, y a los trabajadores y colaboradores locales de Exteriores y Defensa. Pero otro imprevisto iba a hacer descarrilar los planes de evacuación.

Lunes, 16 de agosto: pandemonio en el aeropuerto

En la mañana del lunes, el aeropuerto internacional de Kabul amaneció sitiado por miles de afganos que buscaban huir del país por la única vía que todavía no estaba bajo control talibán. La masa aterrorizada invadió las pistas, corriendo de un lado para otro tratando de subir desesperadamente en los aviones o, al menos, evitar que despegaran. El tráfico aéreo se interrumpió. Las dramáticas escenas de varios afganos cayendo al vacío tras tratar de escapar encaramados al fuselaje de un avión estadounidense simbolizaban el caos de la salida occidental.

En el perímetro de la instalación, entre un marasmo de gente, cuatro trabajadores afganos de la Embajada española con sus familias trataban de llegar al punto de encuentro que les habían dado. Era casi imposible acercarse. Durante más de 15 horas, forcejean en medio del pandemonio que se desató en el aeródromo y sus alrededores. Cuando lograron llegaron a los accesos, no pudieron entrar. Algunos miembros del servicio diplomático se quejaron informalmente de la improvisación.

“A lo largo del día se les pide [a los trabajadores afganos] moverse a distintos puntos del perímetro, con el mismo resultado. En ese tiempo reciben golpes de los milicianos talibanes, sufren caídas en las avalanchas y tres de ellos son golpeados por los talibanes en su intento de acceder al aeropuerto en presencia de sus familias, niños menores incluidos”, se lamentó una fuente del servicio exterior, que recogió la versión de los trabajadores en una queja informal a la que tuvo acceso El Confidencial. “Nuestros compañeros están agotados y, sobre todo, muy muy asustados. Uno de ellos está herido a consecuencia de las agresiones. Los niños están aterrorizados. Necesitan toda nuestra ayuda para llegar a ese avión, como sea”, pedía en el texto.

Los talibanes se habían hecho ya con el control efectivo de la ciudad y las instituciones. Daban por ganada la guerra y establecían puntos de control aleatorios en la capital, desde donde llegaban testimonios de una actitud desconcertante, arbitraria y peligrosa. Pese a las promesas de amnistía y respeto que los islamistas repetían a la comunidad internacional, algunos exfuncionarios del Gobierno comenzaban a denunciar intempestivas visitas de algunos talibanes.

En esas horas, fuentes militares y policiales describían a El Confidencial una sensación “de espera” y una enorme frustración por una situación que escapa por completo a su control. La oposición ya renegaba del silencio de Sánchez, quien hasta el momento se ha limitado a poner un tuit, frente a las comparecencias de presidentes y primeros ministros en Alemania, Francia o Reino Unido. De momento, la información fluía a cuentagotas “por motivos de seguridad”. No se convocaron ruedas de prensa para contestar preguntas de los periodistas ni se dieron declaraciones institucionales.

Pero los ministerios de Exteriores, Defensa e Interior ya habían establecido las bases de una interlocución permanente y coordinada que sería, según la mayoría de los testimonios recabados, la base del éxito de la operación. La consigna la había dado ya el viernes el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, prometiendo que nuestro país "no iba a dejar a nadie atrás". Ese lunes, muchos en el gabinete de crisis pasarían la primera de varias noches en vela para seguir la ruta del A400M, que partió desde la Base Aérea de Zaragoza con destino a Dubai al filo de la media noche. La reacción estaba en marcha.

Martes, 17 de agosto: España levanta la mano

El martes, Occidente despertó a la magnitud del fiasco histórico en Afganistán. El fin de la mascarada civilizatoria estadounidense hace temer por el futuro de mujeres, activistas y demócratas. Las potencias mueven sus piezas tratando de amoldarse al inestable escenario pospandémico, mientras las familias de los que dieron su vida por la misión se lamentan: no sirvió de nada. En la capital, la situación seguía siendo desesperada. Aunque habían logrado despejar las pistas, la multitud continuaba apiñada en las verjas tratando de acceder al recinto a toda costa. El cerco talibán complicaba la extracción de los trabajadores afganos, que debían usar sus propios medios para llegar hasta la zona. "Kabul está perdida y la carretera de cinco kilómetros que lleva al aeropuerto, también", aseguraba ya el lunes una fuente al tanto de las labores de evacuación.

A miles de kilómetros, la diplomacia española daba un paso adelante. Tras hablar con el presidente, el ministro Albares había trasmitido a sus homólogos europeos y al jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, que España estaba preparada para instalar un centro humanitario y logístico que permitiera la repatriación rápida y segura de los trabajadores afganos de la Unión Europea y otros refugiados. Por el momento, Madrid acogerá a todos los que colaboraron con las tropas y la Embajada, y al menos otro medio centenar de refugiados. Las cifras definitivas son “dinámicas”, explican desde Exteriores, que están revisando peticiones y casos especiales de deportistas, líderes de derechos humanos y otras personas que por su actividad o condición puedan estar en peligro.

Foto: Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. (EFE)

El martes, Borrell hacía oficial el plan agradeciendo a España su oferta de ser el punto de retorno para 400 miembros del personal local afgano de la UE y sus familias, desde el que serán repartidos a sus países finales de acogida. Fuentes de Exteriores precisan que los actuales vuelos de repatriación son un esfuerzo compartido con el servicio europeo de acción exterior, que está fletando aviones para traer a los afganos a Europa. "Se quedan entre dos y tres días, y las propias embajadas son las que se encargan de organizar el viaje hacia el país destino", agregan las fuentes.

Miércoles, 18 de agosto: una 'ciudad' de la nada

El miércoles, la Base Aérea de Torrejón de Ardoz amaneció en plena efervescencia. Operarios y militares levantaban en tiempo récord una macroestructura para albergar y asistir a 800 refugiados afganos en el aeródromo madrileño. Las instalaciones incluyen un comedor con capacidad para dos centenares de comensales, zonas de aseo y duchas y espacios de esparcimientos para menores y adultos. El protocolo contempla medidas anticovid, control migratorio y de seguridad, así como atención psicológica y orientación legal. El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha organizado el dispositivo de acogida en coordinación con Defensa, Interior, Sanidad y Exteriores.

Mientras tanto, desde las inmediaciones del aeropuerto afgano seguían llegando imágenes escandalosas, con madres arrojando a sus hijos sobre la verja para que los soldados los rescaten, y reportes de disparos entre la multitud. La sociedad civil comienza a organizarse para colaborar con las evacuaciones. También empiezan a conocerse algunos episodios vergonzosos protagonizados por algunas legaciones europeas, como la sueca o la neerlandesa, que ni siquiera avisaron a sus trabajadores locales de los planes de evacuación.

“Aquí España supo leer la situación mejor que la mayoría”, comenta una fuente diplomática latinoamericana que ha participado en otros procesos de evacuación. El funcionario menciona varios ejemplos, como la primera reacción del francés Emmanuel Macron de alertar sobre posibles flujos migratorios, porque el año que viene tiene elecciones; o cómo Biden le echó la culpa a los propios afganos que entrenaron, mientras su administración pone trabas migratorias a los colaboradores. “Puede que España reaccionara tarde, pero lo hizo con el enfoque adecuado. En este momento, lo único importante es sacar a los afganos que están en peligro. El resto puede esperar”, agrega.

En Bruselas, el mensaje llegó alto y claro. La sensación es que España se ha anotado un tanto al plantear los objetivos correctos y ayudar a dibujar una respuesta comunitaria acertada: había que sacar a esa gente fuera de Kabul lo antes posible y buscar un sitio donde gestionarlos. “España ha mostrado una capacidad de organización francamente impactante”, dijeron fuentes comunitarias, recalcando cómo este tipo de operaciones dan “prestigio” al Estado miembro que las ejecuta.

Jueves, 19 de agosto: primer vuelo, primer éxito

Mientras en Torrejón daban martillazos; en Kabul, el embajador Ferrán, la cónsul y los 17 policías españoles -GEO y antidisturbios-, son el corazón de la operación sobre el terreno. Ya habían organizado a los españoles y primeros afganos a repatriar. En comunicación con Madrid, chequean antecedentes, revisan casos y confeccionan listados cuyos detalles el Ministerio guardan con celo. Este es otro momento de máxima tensión en la operación: hacer entrar a los afganos al aeropuerto todavía es difícil y no hay mucho tiempo disponible. Los agentes GEO deben recorrer varios kilómetros para llegar al punto de encuentro acordado con los afganos y escoltarlos desde allí hasta el avión. Sin embargo, los ‘checkpoints’ harán que muchos no logren llegar al primer vuelo.

"Ahora hemos establecido un mecanismo con ayuda de tropas británicas y turcas. Pero al principio fue enormemente complicado"

“La entrada al aeropuerto se hace en unos 'slots' o turnos que concede el mando de la base a determinadas horas. Hay que convocar al personal, conseguir que lleguen hasta la verja y que entren”, asegura una fuente con conocimiento del proceso. “Ahora hemos establecido un mecanismo con ayuda de tropas británicas y turcas para que nuestros colaboradores puedan ir de manera segura a los puntos de reunión. Pero al principio fue enormemente complicado”, explica, recordando la ansiedad de esos días mientras los policías trataban de localizar a los trabajadores.

En paralelo, Exteriores y Defensa gestionaban las autorizaciones para garantizar la entrada de los aviones, que se deben gestionar con al menos 48 horas de antelación, y los permisos de vuelo. La coordinación debía ser perfecta, ya que una vez aterrizado, el tiempo para organizar y embarcar a los pasajeros es de apenas dos horas. “El avión se va con los que tengas, sin esperar, porque va a llegar otro. Se han dado casos de países que han tenido que sacar aviones con media docena de personas. No porque no quisieran montar a más, sino porque no les dio tiempo a organizar a más”, relata una fuente de Exteriores.

A las cuatro y media de la madrugada del jueves, el primer vuelo con algo más de medio centenar de personas aterrizaba en España con los cinco españoles que quedaban en el país y el resto, colaboradores afganos del servicio exterior europeo acompañados de sus familias. "Concluimos la primera fase de la evacuación. No quedan ya españoles, salvo los necesarios para proseguir la evacuación. Acogemos a los primeros colaboradores afganos y sus familias. ¡Bienvenidos!", tuiteaba el ministro Albares.

Viernes, 20 de agosto: reivindicados

El viernes llegó el segundo avión enviado por el Gobierno para evacuar a los colaboradores afganos. El transporte aterrizó en torno a las 20:30 horas con 110 evacuados, todos parte del contingente afgano que cooperó con la misión española. Aunque la situación ya se había estabilizado relativamente, las afueras del aeropuerto “siguen siendo la selva”, afirmaban a El Confidencial fuentes conocedoras de la situación. Estos días se sucedieron los momentos de máxima tensión, como cuando los policías españoles tuvieron que ayudar a ubicar a una niña que se había separado de su familia en la entrada al aeropuerto.

Pero también muy emocionantes, como el retorno en uno de los vuelos de cuatro de los contratados que vivieron una peligrosa odisea para llegar al aeropuerto. "Para el personal de la Embajada, verles ahí reunidos con sus familias fue un momento muy emotivo", relata una de las fuentes. "El resto [de trabajadores de la legación diplomática] ha podido entrar en el aeropuerto y volarán en los próximos días con sus familias", agregó.

Foto: El primer avión para evacuar españoles y afganos despega de Kabul. (EFE)

Las fuentes comentan que con cada vuelo que ha aterrizado en Kabul, se ha reforzado el operativo español. “Interior ha mandado tres GEO más, Defensa ha desplegado a cuatro decenas de efectivos de apoyo, incluyendo traductores y un negociador experto. Exteriores también ha reforzado el equipo con dos analistas. Además se ha enviado apoyo para telecomunicaciones, teléfonos satélite y otro material", explican desde el servicio diplomático.

Ese mismo día, los sindicatos como UGT, normalmente muy combativos con los altos cargos del Ministerio publicaban una nota de prensa reconociendo el esfuerzo del servicio exterior para lidiar con la crisis en Afganistán. Otros diplomáticos que suelen ser críticos con la gestión de Madrid mostraron su satisfacción con el desempeño. "Está todo el Ministerio movilizado. La coordinación es óptima y hay gente que sabe al frente. Por primera vez veo que no se escatima en gastos para cumplir un objetivo que compartimos todos: salvar vidas", dijo uno de ellos.

Epílogo: reconocimiento y prudencia

El reconocimiento internacional al esfuerzo y la iniciativa de España se materializó este fin de semana. El sábado, Sánchez recibía a Von der Leyen y al presidente Consejo, Charles Michel, en la base aérea de Torrejón. Una visita que ponía a España como puerta de entrada a Europa para cientos o miles de afganos que huyen del talibán. El domingo, el presidente del Gobierno acordaba con su homólogo de Estados Unidos un plan para utilizar las bases de Rota y Morón para acoger refugiados. “El presidente Biden aplaudió el liderazgo español en impulsar el apoyo internacional para apoyar a las mujeres y niñas afganas. También agradeció al presidente Sánchez para la asistencia en albergar temporalmente a afganos en riesgo con destino a EEUU en las bases militares de Rota y Morón”, dijo la Casa Blanca en un comunicado sobre la conversación, de unos 25 minutos.

Cuándo se pregunta cuántas personas sacarán de Afganistán, las fuentes son tajantes: "a todas las que podamos"

Hasta el momento, han llegado a la base madrileña un total de seis aviones con personas evacuadas de Afganistán, tres españoles y tres del Servicio Europeo de Acción Exterior. El último este sábado por la noche, con 110 afganos. Y hay más vuelos en camino. Sin embargo, en el gabinete de crisis no cunde el triunfalismo. Los implicados en la operación de repatriación siguen pidiendo cautela.

“Hasta ahora las cosas han funcionado muy bien, pero el sentimiento en es de prudencia. Cada vuelo son vidas en riesgo. La situación es muy inestable y en cualquier momento puede torcerse la cosa. Ni tranquilos, ni confiados hasta que eso no se acabe”, aseguran. Cuándo se pregunta cuántas personas sacarán de Afganistán, las fuentes son tajantes: "a todas las que podamos".

Dos filas de ciudadanos españoles y afganos esperan para abordar un A400M de la Fuerza Aérea española en el aeropuerto internacional de Kabul. En la foto, firmada por el Ministerio de Defensa, varios efectivos custodian la cola y ayudan a mujeres y niños a entrar en el avión cargados de maletas y con mascarilla. La instantánea es icónica por el momento y la composición. Tomada desde el interior de la aeronave, muestra esa delgada línea que los separa del caos y la incertidumbre que acompaña a la reconquista de los talibanes. También simboliza la esperanza de decenas de miles de afganos de que Occidente no los abandone a su suerte después de que se jugaran la vida por ellos.

Afganistán Ministerio de Asuntos Exteriores