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Día de furia en Kabul: la 'blitzkrieg' de los talibanes humilla a la diplomacia occidental
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más de 20 españoles esperan repatriación

Día de furia en Kabul: la 'blitzkrieg' de los talibanes humilla a la diplomacia occidental

La 'guerra relámpago' talibán deja fuera de juego a EEUU y Europa, que protagonizan una caótica salida del país después de que los militantes islamistas tomaran la capital el domingo

Foto: Vista aérea del aeropuerto de Kabul. (EFE)
Vista aérea del aeropuerto de Kabul. (EFE)

El mes pasado, el expresidente afgano Hamid Karzai hacía un lúgubre diagnóstico de la situación de su país durante una cena con diplomáticos occidentales y representantes de organismos internacionales. Con el Gobierno permeado por la corrupción, los militares desmoralizados y los ciudadanos hartos, era cuestión de días que los talibanes tomaran Kabul y recuperaran el poder, les advirtió el exmandatario (2001-2014). Muchos de los presentes en el evento, relató una fuente, creyeron que el dramatismo de Karzai era parte de una maniobra política contra el Ejecutivo de Ashraf Ghani, del que es férreo opositor. Otros pensaban que, tras dos décadas de ocupación estadounidense, una caída inminente era poco probable.

Por esas mismas fechas, Joe Biden daba una rueda de prensa en la que aseguraba con vehemencia que una victoria talibán no era inevitable. "Confío en la capacidad de las tropas afganas, que están mejor entrenadas, mejor equipadas y son más competentes para llevar adelante una guerra", declaró el presidente estadounidense el pasado 8 de julio, recalcando que el ejército afgano contaba con 300.000 efectivos contra apenas 75.000 combatientes islamistas. "Los talibanes no son el ejército norvietnamita. No hay ningún escenario en el que vayáis a ver gente saliendo en helicóptero del tejado de la Embajada de Estados Unidos en Afganistán", agregó Biden, refiriéndose a la dramática salida norteamericana de Saigón en 1975.

El domingo, helicópteros estadounidenses sobrevolaban el tejado de la Embajada norteamericana para evacuar al personal diplomático y ayudaban en el transporte de las legaciones de varios aliados europeos, incluyendo la española, hasta al aeropuerto. La llegada efectiva de los talibanes a la capital hacía demasiado arriesgadas las rutas terrestres contempladas en los planes de contingencia de las embajadas, mostrando cómo la 'blitzkrieg' (guerra relámpago) de los muyahidines -que recuperaron en seis semanas lo que perdieron en 20 años- dejó completamente fuera de juego a una confiada diplomacia occidental.

"Todos, y yo también tengo que asumir responsabilidad en esto, hemos valorado mal la situación", dijo la canciller Angela Merkel en una rueda de prensa el lunes. "El ejército afgano no ha ofrecido poca o ninguna resistencia, por los motivos que sean. No solo es una mala lectura alemana, ha sido generalizada", aseguró en un inesperado 'mea culpa'.

Un día de furia

El lunes se vieron los catastróficos efectos de este error de cálculo. Miles de afganos, desesperados por escapar del talibán, tomaron el aeropuerto de Kabul e invadieron las pistas, cancelando temporalmente los vuelos comerciales e interrumpiendo el proceso de evacuación internacional. La multitud iba de un lado a otro tratando de frenar los despegues con sus propios cuerpos, corriendo a la par de los gigantescos aviones. Irrumpieron en las terminales, se colgaron de las escaleras de embarque y se empujaban unos a otros dejando un reguero de escenas de pánico y ansiedad que dejaron al menos siete muertos, según la agencia AP. Para la posteridad, las terribles imágenes de varios afganos aferrados al tren de aterrizaje de una aeronave militar estadounidense para caer, poco después, al vacío.

"La verdad es que [el colapso del Gobierno afgano] sucedió más rápido de lo que anticipamos", se limitó a reconocer Biden en un mensaje desde la Casa Blanca el lunes en la noche, en el que aseguró que "se mantiene firme" en su plan de evitar que la guerra más larga que ha librado EEUU entrara en su tercera década. "¿Qué pasó? Que los líderes afganos se rindieron y huyeron del país, las tropas afganas colapsaron sin luchar. Esto refuerza mi sensación de que esta fue una buena decisión. Estados Unidos no puede y no debe luchar y morir en una guerra que los afganos no están dispuestos a librar ellos mismos", aseguró el mandatario. "No me arrepiento de mi decisión", insistió.

Biden confirmó que toda la legación diplomática norteamericana está ahora concentrada en el aeropuerto y que esperan completar el proceso de evacuación total de los cientos de estadounidenses que quedan en el país "en los próximos días". Actualmente, Washington ha autorizado el despliegue de 7.000 efectivos militares en el terreno para proteger las operaciones de repatriación, mientras el Departamento de Estado ha mantenido contacto con los insurgentes para que no interfieran en las maniobras de salida. "Hemos dejado claro a los talibanes que si atacan a nuestro personal o interrumpen nuestra operación [de evacuación] la respuesta estadounidense será rápida y brutal. Defenderemos a nuestra gente con fuerza devastadora si es necesario", advirtió.

La OTAN se reunirá mañana para valorar la situación en Afganistán; mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció que ha iniciado conversaciones en el seno de la Unión Europea para diseñar una estrategia conjunta ante la previsible avalancha de migrantes afganos con destino a Europa. "Debemos anticiparnos y protegernos contra el significativo aumento de los flujos migratorios irregulares que pondrán en peligro a los migrantes y alentarán a todo tipo de traficantes", dijo el mandatario galo en un discurso televisado.

Españoles en el aeropuerto de Kabul

Sin embargo, los propios militares estadounidenses creían pocos días antes de la toma de Kabul que la capital podría resistir durante meses y dar tiempo al Gobierno de Ghani a reorganizarse para plantar cara a los islamistas. Biden reconoció haberse dejado convencer por sus socios afganos -hoy fuera del país- de evitar una repatriación precipitada para evitar desatar el pánico. Esta falsa sensación de confianza en Washington se contagió entre sus aliados, incluida España, que no pusieron en marcha sus planes de evacuación hasta que ya fue demasiado tarde. El lunes, todos los vuelos fueron temporalmente suspendidos hasta que se despeje el aeropuerto de civiles, informó un portavoz del Pentágono.

El grueso de la colonia española había ido abandonando el país en las últimas semanas ante rápido el deterioro de la situación. Actualmente, en el aeródromo afgano están resguardados el embajador español y su segunda al mando, junto con 17 agentes de la Policía Nacional -en su mayoría de los GEO- y otros cinco españoles que trabajan en organizaciones civiles y empresas que no habían podido salir todavía del país, informaron fuentes policiales y de Exteriores a El Confidencial. Su evacuación está pendiente de cómo evolucione la situación en el aeropuerto capitalino, que tiene dos pistas operativas: una que utiliza Estados Unidos para sus necesidades logísticas y militares, y otra que comparten el resto de países y las aerolíneas comerciales.

Foto: Talibanes en Kandahar (Afganistán). (EFE)

"Dos aviones del Ministerio de Defensa están listos para la repatriación del personal de la embajada en Afganistán, colaboradores y españoles que quedan en el país. La comunidad internacional debemos garantizar la seguridad y dignidad del pueblo afgano, especialmente de los más vulnerables", dijo el presidente Pedro Sánchez en el solitario tuit con el que reaccionó a una crisis que podría tener consecuencias geopolíticas imprevisibles.

Una de las aeronaves A400M salió el lunes en la noche desde la Base Aérea de Zaragoza con destino a Dubai y la segunda estaba previsto hacerlo a las 09:00 del martes "para cubrir la primera fase de repatriación del personal de la embajada, de los españoles que quedan en ese país, así como de todos aquellos afganos y sus familias que durante años han colaborado con nuestro país", según un comunicado conjunto de los ministerios de Defensa y Exteriores.

"Estamos en contacto con nuestros aliados y la Unión Europea para coordinar una asistencia mutua", dijeron fuentes de Exteriores, que declinaron dar más detalles sobre los planes de evacuación por "seguridad". Por los mismos motivos tampoco abundaron sobre cómo se gestionará la salida del personal local que apoyó a la misión española sobre el terreno, que podrían llegar hasta 88 peticiones, según cálculos preliminares. “Eso forma parte del operativo, es uno de los puntos esenciales: identificarlos, estar en contacto con ellos y ver en qué circunstancias se encuentran", explicaron las fuentes, reafirmando el compromiso del ministro José Manuel Albares, quien prometía el viernes que España "no va a dejar a nadie atrás".

Otros países europeos como Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y República Checa -con una presencia en el país más nutrida que la española- ya iniciaron sus operaciones de repatriación, que también se han visto afectadas por la llegada talibán a Kabul y el caos aeroportuario. Haremos "todo lo que esté en nuestro poder" para ayudar a los ciudadanos alemanes y exempleados afganos de apoyo a salir del país en los próximos días, aseguró el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, el domingo. "Sin embargo" -agregó- "las condiciones en las que esto sucederá son difíciles de predecir en este momento".

El mes pasado, el expresidente afgano Hamid Karzai hacía un lúgubre diagnóstico de la situación de su país durante una cena con diplomáticos occidentales y representantes de organismos internacionales. Con el Gobierno permeado por la corrupción, los militares desmoralizados y los ciudadanos hartos, era cuestión de días que los talibanes tomaran Kabul y recuperaran el poder, les advirtió el exmandatario (2001-2014). Muchos de los presentes en el evento, relató una fuente, creyeron que el dramatismo de Karzai era parte de una maniobra política contra el Ejecutivo de Ashraf Ghani, del que es férreo opositor. Otros pensaban que, tras dos décadas de ocupación estadounidense, una caída inminente era poco probable.

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