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"Prohibir los biolaboratorios en Ucrania": el gran éxito de infiltración rusa en el Congreso de EEUU
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"Enviada Especial de Vladímir Putin"

"Prohibir los biolaboratorios en Ucrania": el gran éxito de infiltración rusa en el Congreso de EEUU

En el debate del hemiciclo, la representante Marjorie Taylor Greene, conocida por sus posiciones generalmente extremistas, difundió mensajes de la propaganda rusa

Foto: Cámara de Representantes de Estados Unidos. (EFE/Archivo/Shawn Thew)
Cámara de Representantes de Estados Unidos. (EFE/Archivo/Shawn Thew)
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La aprobación del nuevo paquete de asistencia militar a Ucrania en la Cámara de Representantes de Estados Unidos vino acompañada de una serie de extrañas enmiendas. Ante la incapacidad de frenar esta ley, la representante Marjorie Taylor Greene, conocida por sus posiciones generalmente extremistas, pidió que los congresistas que aprobasen esta ayuda tuvieran que ser reclutados, como condición, por las Fuerzas Armadas de Ucrania. Además, EEUU tendría que cerrar los "biolaboratorios" que tiene en Ucrania y, como guinda, abandonar la OTAN.

Las propuestas de Greene fueron parodiadas por algunos de sus colegas, hasta el punto de que uno de ellos, el demócrata Jared Moskowitz, añadió su propia enmienda: que Marjorie Taylor Greene fuera oficialmente nombrada "Enviada Especial de Vladímir Putin al Congreso de Estados Unidos". Otra enmienda propuesta por Moskowitz exigía que la oficina de Greene fuera bautizada como la "Habitación Neville Chamberlain", en referencia al primer ministro británico que trató de apaciguar a Adolf Hitler en 1939 con catastróficos resultados.

Más allá de las bromas, las propuestas de Greene son un reflejo de la actitud que parte de las filas republicanas han adoptado hacia la causa de Ucrania. Una actitud que no es simplemente escéptica, lo cual es legítimo disguste a quien disguste, sino que está jalonada de bulos fabricados y diseminados desde la propaganda rusa, que se ha hecho un hueco, por tanto, en las deliberaciones del Congreso de EEUU.

La referencia de Greene a los "biolaboratorios" está relacionada con uno de los bulos más pegajosos de los últimos dos años: la idea de que Estados Unidos supuestamente desarrollaba armas biológicas en Ucrania, donde financia algunos biolaboratorios. Esta sería la razón por la que Moscú habría invadido al país vecino, para neutralizar estos laboratorios supuestamente creados para atacar a Rusia.

Según la televisión pública canadiense CBC News, la teoría conspirativa se originó en una cuenta anónima de Twitter el mismo 24 de febrero de 2022. El perfil, llamado @WarClandestine y manejado por un tal Jacob Creech, publicó un hilo en "exclusiva" argumentando que Estados Unidos era responsable de haber desatado la pandemia de covid y que continuaba cocinando "los patógenos más letales del mundo en la frontera de Rusia", razón por la cual los rusos se habrían lanzado ese mismo 24 de febrero a destruir los laboratorios americanos en suelo ucraniano.

Como todas las teorías conspirativas eficaces, la de los biolaboratorios tenía una parte de verdad. Es cierto que EEUU financia biolaboratorios en Ucrania. Igual que los financia en otros 20 países, de manera abierta y muchas veces en colaboración con Canadá, la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud.

El origen de la colaboración con los laboratorios de Ucrania data de 1991, cuando la caída de la Unión Soviética generó nerviosismo sobre qué pasaría con el arsenal nuclear y biológico de la superpotencia desaparecida. Ese fue el principio de la cooperación científica entre Ucrania, EEUU y otros países e instituciones, para dar a estos laboratorios una finalidad útil y pacífica. Si quisieran desarrollar armas biológicas, la inversión y el músculo de los laboratorios tendría que ser mucho mayor.

Sin embargo, la teoría formulada en el hilo, que acumula más de 13.000 retuits, demostró ser exitosa y fue enarbolada por los rusos tres días después. El 27 de febrero, la embajada rusa de Sarajevo publicó en Facebook que EEUU estaba "llenando Ucrania de biolaboratorios" destinados, "muy posiblemente", a "destruir al pueblo ruso a un nivel genético". @WarClandestine reaccionó: "¡Mi hipótesis es correcta!".

Foto: El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. (Getty/John Moore)

Este fue el principio de la fiebre de los biolaboratorios, que empezó a propagarse por toda la red de medios propagandísticos rusos, canales de Telegram y cuentas afines. A principios de marzo, los altos dignatarios rusos, como el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional, Dmitry Medvédev, se hacían eco del bulo con sentidas palabras de preocupación.

El asunto de los biolaboratorios refleja la forma en que opera la maquinaria de fango rusa. Cuando aparece un contenido pegadizo y eficaz, este se potencia, se retoca y se viraliza por la inmensa red de influencia de los rusos: desde pequeñas cuentas de Telegram hasta los discursos oficiales de los altos representantes del Estado, lo cual le puede dar una pátina de legitimidad ante las audiencias más incautas.

La derecha nacionalpopulista norteamericana, con su percepción de la sociedad globalizada actual como un cuerpo en descomposición, víctima del relativismo, la ideología woke y la blandenguería, tiende a ver en Rusia un país que se mantiene firme ante al acecho del cosmopolitismo. Un baluarte de la familia tradicional, la tradición cristiana y la vieja y sobria manera de hacer negocios, que es la imagen que precisamente quiere proyectar el régimen ruso, y que data de mucho antes de que Vladímir Putin viniese al mundo. Ya en la época de los primeros zares, la "Tercera Roma" se veía a sí misma como el reservorio de la civilización judeo-cristiana.

"Ha montado una campaña de desinformación diseñada para encubrir lo que está haciendo"

La ultraderecha americana es un buen invernadero para los bulos rusos, como demuestran las enmiendas de Marjorie Taylor Greene o las editoriales de Tucker Carlson, que, cuando era presentador de Fox News, no dudó en adoptar el tema de los biolaboratorios. "Es un caso claro en el que el Gobierno de EEUU ha estado mintiendo", dijo Carlson en marzo de 2022. "Ha montado una campaña de desinformación, si queréis, diseñada para encubrir lo que está haciendo".

Esta historia, enraizada en una de las paranoias más características de la Guerra Fría, la posibilidad de que alguno de los gobiernos en liza se atreviese a lanzar una guerra bacteriológica, se llegó a consolidar en el imaginario de esta rama política. Una encuesta de The Economist y YouGov recogía en marzo de 2022 que más de la cuarta parte de los norteamericanos pensaba que Estados Unidos "desarrollaba armas biológicas" en Ucrania. Las acciones de la congresista Greene esta semana pasada indican que la teoría no ha muerto, sino que circula hasta por Washington.

Hay muchas otras. Greene y Carlson adoptaron igualmente la idea de que Ucrania también es un régimen autoritario que persigue a los cristianos. Otros dos puntos habituales de la propaganda rusa basados en medias verdades, como el cierre de partidos prorrusos sospechosos de actuar como quinta columna en un país, Ucrania, penetrado desde hace décadas por los servicios de inteligencia del vecino. O el arresto domiciliario de un jerarca ortodoxo acusado de estar vinculado a la Iglesia Ortodoxa Rusa, cuyo líder fue agente del KGB y ha bendecido la invasión de Ucrania.

Foto: Protestas ante la propaganda rusa. (EFE/Sergey Dolzhenko)

La encuesta de 'The Economist' y YouGov, que también preguntó a los estadounidenses si el Gobierno ucraniano tenía altos cargos "neonazis" o fabricaba "vídeos falsos" de bombardeos para culpar a Rusia, demostraba que estos bulos se concentraban en la derecha conspirativa: entre aquellas personas que tenían "una visión favorable de QAnon", que creían que el mentiroso condenado Alex Jones "es de fiar" y que veían a menudo el canal de ultraderecha One America News.

Esta no es la única huella de la influencia rusa en Estados Unidos. Un reciente estudio de Microsoft dice que las cuentas rusas ya están tratando de desestabilizar la opinión pública estadounidense con vistas a sembrar el caos para las presidenciales. "Los mensajes referentes a Ucrania, en medios tradicionales y redes sociales, cogieron impulso en los últimos dos meses con una mezcla de campañas abiertas y encubiertas de al menos 70 grupos de cuentas afiliadas a Rusia", dijo Microsoft. Dichos contenidos engañosos eran luego promovidos en páginas web de apariencia legítima, como DC Weekly, Miami Chronical y The Intel Drop.

Según Reuters, muchas de estas desinformaciones se dan en distintos idiomas (la población latina, que apoya cada vez menos a los demócratas, parece ser un objetivo primordial estas elecciones) y adoptan el aspecto de un "ciudadano periodista" que tira de la manta, revelando algún escándalo relacionado con la ayuda a Ucrania.

Aunque, de momento, el nivel de actividad rusa en el paisaje informativo estadounidense es menor que en 2016 y en 2020, Microsoft afirma que puede aumentar en los próximos seis meses. Y volverse más sofisticada. Aunque puede que no lo necesiten. "Las manipulaciones más simples, no el empleo más complejo de la IA, seguramente serán las piezas de contenido que tendrán el mayor impacto".

La aprobación del nuevo paquete de asistencia militar a Ucrania en la Cámara de Representantes de Estados Unidos vino acompañada de una serie de extrañas enmiendas. Ante la incapacidad de frenar esta ley, la representante Marjorie Taylor Greene, conocida por sus posiciones generalmente extremistas, pidió que los congresistas que aprobasen esta ayuda tuvieran que ser reclutados, como condición, por las Fuerzas Armadas de Ucrania. Además, EEUU tendría que cerrar los "biolaboratorios" que tiene en Ucrania y, como guinda, abandonar la OTAN.

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