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Por fin sabemos cómo acabaría la guerra en Ucrania si gana Trump
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En plan basado en dos puntos

Por fin sabemos cómo acabaría la guerra en Ucrania si gana Trump

El 'Washington Post' ha filtrado el "plan de paz" que tiene Trump para Ucrania. Analizamos los puntos y viabilidad, en un contexto en el que Rusia tampoco está puesta en la negociación

Foto: El candidato presidencial republicano y expresidente de Estados Unidos Donald Trump gesticula durante un acto de campaña en Green Bay, Wisconsin. (Reuters/Brian Snyder)
El candidato presidencial republicano y expresidente de Estados Unidos Donald Trump gesticula durante un acto de campaña en Green Bay, Wisconsin. (Reuters/Brian Snyder)
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Si Donald Trump vuelve a ganar las elecciones presidenciales, su plan de paz para Ucrania, que según ha dicho se zanjaría "en 24 horas", se basaría en dos puntos fundamentales: presionar a Kiev para que entregue a Rusia las regiones de Crimea y el Donbás, y comprometerse a que Ucrania jamás será miembro de la OTAN. Una manera de frenar la guerra y de reparar las relaciones con Moscú lo suficiente como para que esta se aparte de China: la verdadera prioridad estadounidense. Así lo han explicado fuentes anónimas cercanas a Trump consultadas por The Washington Post.

El candidato republicano habría dicho, en conversaciones privadas, que tanto Rusia como Ucrania quieren "guardar las apariencias, encontrar una vía de salida". Según esta visión, la responsabilidad de Estados Unidos consistiría en ofrecer a ambas partes esa vía de salida: en detener el derramamiento de sangre con un acuerdo transaccional, feo, pero práctico y con visos de ser sostenible.

Las aparentes revelaciones del Post, que han sido negadas oficialmente por la campaña de Trump, no son, en realidad, revelaciones, sino una confirmación de lo que todos sospechaban. La fórmula de "paz por territorios" lleva tiempo circulando por el espectro nacional-populista de EEUU, del que el magnate es el mayor representante. Una fórmula sugerida por Elon Musk y defendida por el excandidato republicano Vivek Ramaswamy, cuya agenda era casi idéntica a la de Trump.

"Putin tiene que abandonar la alianza militar con Xi Jinping", dijo Ramaswamy durante una entrevista con el presentador británico Piers Morgan. "A cambio, ofrecemos un compromiso firme de que la OTAN no admitirá a Ucrania (…) y, después, congelaremos las actuales líneas de control", añadió, en referencia al equilibrio territorial de Ucrania, donde Rusia controla el 18% de la superficie.

Foto: El ex primer ministro británico Boris Johnson en Kiev en agosto de 2022. (Getty/Alexey Furman)

El plan de Ramaswamy venía acompañado de una serie de suposiciones incorrectas. Lo cierto es que no hay ninguna alianza militar entre China y Rusia, sino un apoyo de Beijing relativamente cauto que se refleja, sobre todo, en el comercio energético. En Ucrania, además, hablar ruso no significa sentirse ruso y querer que Rusia se anexione las provincias del este, como alegó Ramaswamy. Y Ucrania es, pese a todo, una democracia que ha tenido seis presidentes desde 1991, multitud de partidos políticos y numerosos medios de comunicación libres y peleones.

El supuesto plan de paz de Trump se basaría también en suposiciones, si no incorrectas, por lo menos difíciles de confirmar. ¿Quiere Rusia encontrar una vía de salida? Seguramente, pero a lo mejor esta vía de salida incluye la capitulación de Kiev y la conquista de más territorio ucraniano, quizás de la ciudad de Járkov; quizás incluso de Járkov y Odesa, o de Járkov, Odesa y Kiev. Así lo barajan varios análisis recientes y así se refleja en la creciente preocupación de los gobiernos europeos.

Foto: Donald Trump durante un mitin republicano en Iowa. (Reuters/Scott Morgan)

Las palabras y las acciones de Rusia no parecen sugerir que esta desee un final rápido del conflicto. El país ha adoptado una economía de guerra mediante el reflote de viejas industrias armamentísticas, incentivos de contratación y una inversión en defensa que, según estimaciones, ronda el 7% del PIB ruso. La movilización continúa, se están abriendo más campos de entrenamiento y el número de soldados invasores en Ucrania ha alcanzado máximos de 470.000 efectivos. Los mensajes del Kremlin no dan señales de que se busque "guardar las apariencias" con una "vía de salida".

Tampoco en el bando ucraniano hay indicadores de que la entrega de territorios a Rusia sea un precio aceptable. Los objetivos del Gobierno ucraniano siguen siendo maximalistas, incluyendo la restauración de las fronteras de 1991, y varias encuestas barruntan una opinión pública que tampoco está interesada en perder provincias.

Las intenciones de Trump para Ucrania estarían en línea con su oposición a que se aprueba más asistencia militar. Desde hace meses, Trump ha trabajado entre bastidores para que la Cámara de Representantes, dominada por una estrecha mayoría conservadora, no despache más dinero y armas a la defensa ucraniana.

Foto: Soldado letón con la bandera de la OTAN. (EFE/Toms Kalnins)
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Varios críticos de Trump, tanto en el ala tradicional y moderada de su partido como entre los demócratas, afirman que este aparente plan de paz premiaría la agresión de Vladímir Putin, embarcado en la mayor guerra europea desde 1945, e incentivaría nuevos ataques. De aplicarse estos planes, una de las mayores incógnitas sería con qué mecanismo o acuerdo se impediría que Rusia, en el futuro, volviera a abalanzarse contra el vecino. La hipótesis de que Rusia invadió Ucrania para evitar su entrada en la OTAN es eso: una hipótesis. Otros enfoques dicen que el historial de agresión rusa hacia Ucrania antecede en siglos a la creación de la OTAN, como sugiere, en los territorios ocupados, la política de eliminación de la cultura ucraniana.

Como trasfondo de estos supuestos planes, lo cierto es que la relación entre Trump y Ucrania siempre ha sido amarga. El primero de los dos procesos de impeachment al que fue sometido durante su presidencia giró, precisamente, en torno al Gobierno de Kiev. Trump fue juzgado en el Congreso estadounidense por utilizar la asistencia militar a Ucrania como método de chantaje contra Volodímir Zelenski, a quien los enviados de Trump habrían pedido información comprometida sobre Hunter Biden, el problemático hijo de Joe Biden que probablemente se valió del apellido familiar para entrar en el consejo de administración de Burisma, una gasista ucraniana.

Luego está la sintonía que los nacionalpopulistas de todo el mundo, desde el movimiento trumpista a los gobernantes de Hungría, sienten con Rusia: un país que se ha retratado a sí mismo como una especie de reservorio de la civilización cristiana, un bastión de la familia tradicional dirigido por un padre severo pero justo, Vladímir Putin, por el que Donald Trump ha expresado admiración en numerosas ocasiones.

Un acuerdo sencillo, una cumbre fastuosa y un ensalzamiento de esa autoimagen de negociador

Más allá de las presuntas simpatías y como apuntan otras fuentes citadas por el Post, la visión trumpista de alcanzar una paz rápida en Ucrania de manera transaccional es la marca de la casa del expresidente: un acuerdo sencillo, una cumbre fastuosa, y un ensalzamiento de esa autoimagen de gran negociador. El primer mandato de Trump estuvo jalonado de estas iniciativas, como las sendas cumbres bilaterales con Rusia y Corea del Norte, que saturaron las portadas y los informativos y dejaron momentos impactantes, pero no dejaron ningún fruto concreto.

Una de las personas que mejor conoce la política de Donald Trump hacia Rusia es Fiona Hill, que fue su directora de Seguridad Nacional para asuntos rusos. Hill ha dicho en distintas entrevistas que, parafraseando, no es que Trump sea pro-Putin o anti-Putin. Trump solo es pro-Trump. Y muchas de sus maniobras en política exterior están encaminadas, simplemente, a hacerle parecer un gran estadista. Esta motivación a veces deja resultados, como el endurecimiento de las relaciones con China, mantenido después por Joe Biden. Otras, se quedan en fuegos de artificio.

Si Donald Trump vuelve a ganar las elecciones presidenciales, su plan de paz para Ucrania, que según ha dicho se zanjaría "en 24 horas", se basaría en dos puntos fundamentales: presionar a Kiev para que entregue a Rusia las regiones de Crimea y el Donbás, y comprometerse a que Ucrania jamás será miembro de la OTAN. Una manera de frenar la guerra y de reparar las relaciones con Moscú lo suficiente como para que esta se aparte de China: la verdadera prioridad estadounidense. Así lo han explicado fuentes anónimas cercanas a Trump consultadas por The Washington Post.

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