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'Q, en el ojo del huracán': todo lo que usted debe saber sobre el auge de la conspiranoia en EEUU
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SERIE DOCUMENTAL DE 2021

'Q, en el ojo del huracán': todo lo que usted debe saber sobre el auge de la conspiranoia en EEUU

Adam McKay ('No mires arriba', 2021) produce esta serie documental de seis capítulos disponible en HBO sobre QAnon y la 'alt right' en Estados Unidos

Foto: Una imagen de los seguidores de QAnon. (HBO)
Una imagen de los seguidores de QAnon. (HBO)

deLa primera vez que oí hablar de QAnon ya era demasiado tarde. El 6 de enero de 2021, una turbamulta enfurecida asaltó el Capitolio de Estados Unidos, en Washington. Murieron cinco personas. Era el día en el que el Congreso debía certificar la victoria de Biden en las Elecciones Presidenciales. Seguidores de Trump y antisistemas se reunieron alrededor del edificio emblemático alentados por la arenga del expresidente, que puso en entredicho la limpieza de los comicios y de la democracia estadounidense en sí. Era la culminación de una campaña de años de desinformación, tono belicoso y teorías demenciales sobre la podredumbre de las élites demócratas. Entre los asaltantes, alguno vestido con un gorro de trampero con cuernos y la cara pintada con las barras y las estrellas, carteles con una palabra en común: QAnon. "QAnon me ha enviado". Pero ¿qué o quién o quiénes es QAnon?

Apenas dos meses después del asalto al Capitolio, uno de los episodios más traumáticos de la historia reciente de Estados Unidos, HBO estrenó la serie documental Q: en el ojo del huracán (2021), dirigida por el documentalista y columnista Cullen Hoback y con Adam McKay (No mires arriba, El vicio del poder) entre los productores ejecutivos. La culminación a una investigación de más de tres años sobre uno de los fenómenos más delirantes que ha unido Internet y la política a través de una teoría que plantea que el Gobierno de Estados Unidos encubre una red de pedófilos adoradores de Satán que matan a niños para succionarles el adenocromo, un compuesto natural derivado de la adrenalina que evita el envejecimiento molecular, o algo así. Según esta teoría, la mayor parte de esta hipotética red está compuesta por élites del Partido Demócrata y activistas woke, entre ellos Hillary Clinton, Bill Gates y Tom Hanks. Además, esta teoría apunta a Donald Trump como el héroe que lucha en secreto —como Batman— para desarticular el entramado.

¿Cómo se sabe supuestamente todo esto? Porque en foros como 4chan y 8chan —en que los usuarios debaten sin cortapisas sobre cualquier tema y que son muy populares entre los supremacistas blancos— apareció a mediados de la década pasada un usuario anónimo que respondía al nombre de Q, que aseguraba ser un alto funcionario estadounidense con acceso a secretos de Estado y que iba dejando mensajes crípticos —gotas— para que el resto los fuese descodificando. Mensajes al estilo Nostradamus que fueron captando acólitos que a su vez atrajeron a más seguidores en un esfuerzo colectivo para interpretar las informaciones. "La verdad ha estado frente a vosotros todo el tiempo" o "Sed fuertes en el Señor y en su gran poder, poneos la armadura completa de Dios para que podáis tomar vuestras posiciones contra los planes del diablo" son algunas de las 5.000 gotas que ha ido dejando el misterioso Q.

placeholder Fredrick Brennan, creador de 8chan, el foro que alojó a QAnon en su momento álgido. (HBO)
Fredrick Brennan, creador de 8chan, el foro que alojó a QAnon en su momento álgido. (HBO)

El documental de Hoback es un viaje a las profundidades de la madriguera de la psique colectiva estadounidense en la era posinternet. Es un diagnóstico de la enfermedad de un Primer Mundo que todavía gatea en la entrada a un mundo digital, del que piensa que no puede interferir en el plano real, aunque real ya no sea la palabra exacta para definirlo. Es la decadencia de una sociedad abandonada a su suerte que ha pasado de la desconfianza a la conspiranoia; ciudadanos que han perdido sus trabajos en la defensa de unos niños supuestamente encerrados en el sótano de una pizzería —esta es la ideación sobre la que se basa el Pizzagate— de los que abusan y a los que asesinan las élites demócratas. Existen las redes de explotación sexual infantil, existen las acusaciones por delitos fiscales contra, por ejemplo, el hijo de Joe Biden, de quien se han filtrado imágenes de carácter sexual en la red, pero en la amalgama porverdadera estos hechos probados acaban leyéndose como confirmaciones de las teorías QAnon.

Pero, ¿cómo empiezan estas teorías? ¿Quién está detrás de ellas? ¿Cómo pueden llegar a influir en las elecciones? ¿Qué papel real tiene Donald Trump en todo esto? Estas son las preguntas que arrancan la investigación del documental Q: en el ojo del huracán, seis capítulos disponibles en HBO que abarcan desde en nacimiento de QAnon como un fenómeno marginal de las redes en 2015 hasta su materialización violenta en el asalto al Capitolio de 2021. En ella, el documentalista entrevista a lo largo de varios años a algunos de los personajes centrales en el encumbramiento de Q. Frente a la cámara de Hoback pasan Fredrick Brennan, un chaval con huesos de cristal, programador de la página 8chan, Jim Watkins, un exsargento reconvertido en empresario de webs —y dominios porno— radicado en Filipinas, dueño de 8chan, y su hijo Ron, un programador asentado en Japón. En un juego del gato y el ratón, el director intenta dilucidar qué papel tiene cada uno de ellos en una estructura que une desde ciudadanos de a pie que se dedicaban a moderar los hilos de los foros hasta el presidente de Estados Unidos.

placeholder Jim Watkins, en un momento de 'Q: en el ojo del huracán'. (HBO)
Jim Watkins, en un momento de 'Q: en el ojo del huracán'. (HBO)

Quizá Q: en el ojo del huracán peque de demasiado elíptico y reiterativo, de algunos tiempos muertos y desviaciones de la trama de investigación central, pero los personajes que retrata son tan fascinantes y la radiografía social tan absolutamente delirante, que es imposible despegar los ojos de la pantalla. Pocos de quienes han alentado QAnon han ganado mucho dinero y notoriedad. Los más han visto avivado su desencanto y desconfianza con las instituciones y han recibido a cambio algo en lo que creer, de lo que participar, un líder al que escuchar, la importancia de haber sido elegidos para escuchar la revelación, algo con lo que identificarse y a su vez diferenciarse: una nueva religión. Una religión nacida en internet próxima a la extrema derecha política que se ha visto envuelta en sucesos tan "reales" como el tiroteo en la mezquita de Christchurch, en Nueva Zelanda, donde murieron 50 personas, cuyos asesinatos se retransmitieron en directo en 8chan. El cenit: los miles de personas arramblando los despachos de los congresistas estadounidenses en las televisiones del mundo entero. Y como cualquier religión que se precie, también anuncia el Apocalipsis tras las revelaciones que acabarán con los gobiernos corruptos del planeta. Bienvenidos al fin del mundo.

La serie documental descubre lo de siempre: que bajo los aparentes motivos altruistas de los líderes de muchos de estos movimientos solo hay avaricia, psicopatía y megalomanía. Las peleas por el poder resultan pueriles y vergonzantes y las estrategias utilitaristas —de personajes tan siniestros como Steve Bannon, que no podía faltar a la fiesta— sonrojantes, si no fuese por las consecuencias que ha provocado QAnon en la política y la sociedad, ya no estadounidense, sino occidental. Lo más triste es que el maestro de ceremonias, que mientras mantenga el misterio —la teoría de The Young Pope— conservará el halo de grandeza mesiánica, casi siempre suele acabar siendo un triste bufón con complejo de inferioridad. Y aquí no iba a ser diferente. Porque ¿quién es Q? La respuesta, en el ojo del huracán.

deLa primera vez que oí hablar de QAnon ya era demasiado tarde. El 6 de enero de 2021, una turbamulta enfurecida asaltó el Capitolio de Estados Unidos, en Washington. Murieron cinco personas. Era el día en el que el Congreso debía certificar la victoria de Biden en las Elecciones Presidenciales. Seguidores de Trump y antisistemas se reunieron alrededor del edificio emblemático alentados por la arenga del expresidente, que puso en entredicho la limpieza de los comicios y de la democracia estadounidense en sí. Era la culminación de una campaña de años de desinformación, tono belicoso y teorías demenciales sobre la podredumbre de las élites demócratas. Entre los asaltantes, alguno vestido con un gorro de trampero con cuernos y la cara pintada con las barras y las estrellas, carteles con una palabra en común: QAnon. "QAnon me ha enviado". Pero ¿qué o quién o quiénes es QAnon?

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