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El fuego acecha las ruinas antiguas: "La ubicación de los templos es una amenaza continua"
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El fuego acecha las ruinas antiguas: "La ubicación de los templos es una amenaza continua"

Los incendios avanzan en Grecia, Italia y Argelia, lugares con un gran patrimonio histórico de las antiguas civilizaciones y edificado en zonas que hoy, por su monte y situación, corren más peligro

Foto: Templo antiguo de Segesta (Sicilia) amenazado por los fuertes incendios en el Mediterráneo. (Reuters/Antonio Cascio)
Templo antiguo de Segesta (Sicilia) amenazado por los fuertes incendios en el Mediterráneo. (Reuters/Antonio Cascio)

Las urbes de las civilizaciones antiguas solían estar en lugares en alto, escarpados. Los templos, santuarios, edificios públicos y viviendas, además, estaban rodeados de vergel, mayoritariamente olivo y laurel. Tenía su razón de ser: así conseguían visibilidad, estaban mejor protegidos del enemigo —como los piratas y cualquier otro tipo de amenaza— y también había cuestiones sagradas y divinas. Sin embargo, hoy, más de 20 siglos después, esta ubicación en estos montes se les ha vuelto en contra ante el desafío climático envuelto en llamas. “Les gustaba colocar los yacimientos en lugares que hoy son mucho menos inaccesibles y que, además, son potencialmente peligrosos. Con esta ubicación, la amenaza [para estos templos y patrimonio] va a estar siempre presente”, advierte a El Confidencial Jorge Cano, profesor de Filosofía en la Universidad Complutense y miembro del Instituto de Estudios Clásicos Lucio Anneo Séneca, en la Universidad Carlos III.

Cano se encuentra casualmente estos días en Grecia, país que sufre una grave ola de calor e incendios, al igual que otras partes de la cuenca mediterránea como Italia y Argelia. Estos tres países tienen un importante patrimonio histórico de la época griega y romana (y medieval) que, en algunos casos, se está viendo poderosamente amenazado. “Sobre todo porque están rodeados de bosque, de matas de olivos, laureles —eso, en la zona mediterránea española, excepto en Baleares y norte de Cataluña, lo hemos perdido—, por lo que en cuanto metas una llama, te lo cargas”, insiste el profesor.

placeholder Pueblo de Asklipieio, situado en la isla griega de Rodas, donde las llamas han arrasado parte del entorno de la isla. (Reuters/Nicolas Economou)
Pueblo de Asklipieio, situado en la isla griega de Rodas, donde las llamas han arrasado parte del entorno de la isla. (Reuters/Nicolas Economou)

En Grecia, el fuego se descontrola y acorrala tres grandes focos, que son principalmente las islas de Corfú, Eubea y, sobre todo, Rodas, donde se ha superado el número de 19.000 evacuados. Allí, el fuego ha prendido entre Kiotari y Lardos, donde también se encuentran las ruinas del castillo de Lardos, del siglo XII, en lo alto de una colina. Son islas que tienen un importante patrimonio helenístico, es decir, de la época de después de Alejandro Magno, y de la época romana. Corfú, por su parte, aloja también yacimientos de época pregriega, y Eubea, antes de separarse del continente por la subida de las aguas del mar, era una de las ciudades más importantes, justo enfrente de Atenas. Por otro lado, el gran destino turístico de Rodas, de los muchos que tiene, es el casco antiguo de la ciudad. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1988, recorre una urbe de arquitectura medieval, siendo uno de los últimos bastiones de la cristiandad de la región durante la Edad Media.

Las llamas también atentan contra Atenas. Una vez más, el peligro viene de un bosque virgen a 50 kilómetros de la ciudad que preocupa especialmente a las autoridades. Por supuesto, no hay que olvidar que, con la Acrópolis, es una de las ciudades más ricas en patrimonio cultural.

En Italia, el sur es el gran perjudicado (y se han contabilizado cinco fallecidos al cierre de este texto). Los incendios están arrasando las zonas de Palermo y Trapani, en Sicilia. En esta isla, el fuego llegó a cercar el yacimiento de Segesta, cuyo templo dórico del 400 a.C. fue rodeado por las llamas y, si bien acabó salvándose, todo a su alrededor quedó devastado. Sí se vio afectado un teatro griego con capacidad para 3.000 personas que había sido recientemente restaurado. En Palermo, hay miedo y tensión entre los habitantes, ya que el incendio ha llegado a las puertas de la ciudad y ya ha calcinado edificios como el convento de Santa María di Gesu, donde se guardan las reliquias de San Benedetto il Moro. En la ciudad, aguarda la catedral, una construcción de gran tamaño llamativa por sus formas geométricas de estilo árabe-normando del siglo XII. También peligra el Palazzo dei Normanni —o Palacio de los Normandos—, la residencia real más antigua de Europa, construido en 1487 y considerado el mejor ejemplo del estilo árabe-normando-bizantino.

placeholder Interior de la iglesia de Santa Maria di Gesu, dañada por el paso de las llamas en Sicilia, Italia. (Reuters/Alberto Lo Bianco)
Interior de la iglesia de Santa Maria di Gesu, dañada por el paso de las llamas en Sicilia, Italia. (Reuters/Alberto Lo Bianco)

Las civilizaciones antiguas, como la cartaginesa, habitaron otras zonas del Mediterráneo como la actual Argelia, país en el que los incendios de estos días se han cobrado la vida de 34 personas (hasta la fecha). Los focos se encuentran en la zona costera, que son un puro jardín —nada que ver con un desierto, como podamos tener prejuiciosamente en la cabeza—, principalmente en Bugía, una zona rodeada del verdor del Parque Nacional de Gouraya, con una superficie que supera los 20 kilómetros cuadrados. Es una reserva reconocida por la Unesco y que tiene bajo protección al macaco de Berbería, que desgraciadamente se encuentra en peligro de extinción.

En Jijel, al este de Bugía, las llamas asolan sus paradisíacas y exóticas cuevas plagadas de estalactitas y que se abren en los acantilados de la cornisa. El fuego también se ha extendido hasta los bosques de Tipasa, en la región de Chenoua. Esta zona fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1982. Hasta el siglo III a.C., se trató de un centro comercial cartaginés que aloja un foro, la curia, el capitolio, dos templos, un anfiteatro, un ninfeo, un teatro y las termas.

El mal efecto de la mano humana

“Cuando construyeron estas urbes, ellos sabían por qué elegían esos lugares. Además, eran todavía más verdes que ahora. De hecho, Sicilia, Calabria o La Puglia, en Italia, lo siguen siendo”, relata Cano. Veinte siglos después, la mano humana se nota. Los templos se enfrentan a unos peligros climáticos que no tenían cuando se edificaron. Por eso, tras esquivar guerras y demás amenazas del ser humano, como los fundamentalismos religiosos, siguen ahí después de tanto tiempo. “Incluso que haya especies que no son autóctonas, como los bosques de eucalipto que hay ahora por el Peloponeso, acaba provocando cambios en el suelo y potencia los incendios. Ahora, los yacimientos corren mucho más riesgo”, insiste el profesor, que advierte de que, excepto Atenas, las ciudades antiguas, como Micenas o Epidauro (donde se encuentra el famoso teatro), por poner dos ejemplos, apenas se desarrollaron después de su época gloriosa. “Eso quiere decir que están mucho más expuestas”, apostilla.

Veinte siglos después, la mano humana se nota. Los templos se enfrentan a unos peligros climáticos que no tenían cuando se edificaron

No obstante, reconoce que hay una buena protección de todos estos lugares. “No te dejan entrar con ningún tipo de material susceptible de causar fuego, hay vigilancia continua y están limpios y cuidados”, relata. Pero también incide en lo nefasto de la huella del turismo —“Grecia es el lugar en el que más repunte ha habido tras la pandemia”—, en cómo el calor ha provocado incluso que los yacimientos se cierren antes de las cinco de la tarde y en cómo los riesgos van a ir a más.

Y no solo ocurre en el Mediterráneo. En la costa atlántica, Portugal también sufre estos días el zarpazo de un incendio centralizado en el Parque Natural de Sintra-Cascais, una reserva natural de 144,5 kilómetros cuadrados ubicada al oeste de Lisboa, a 30 minutos en coche. Aunque las autoridades confirman que no ha habido heridos considerables ni viviendas afectadas, toda la flora y la fauna que se encontraban resguardadas en el parque están en peligro. Se trata de una zona muy rica en cuanto a su diversidad, ya que abarca desde la sierra de Sintra hasta el litoral atlántico. Nombrada Patrimonio de la Humanidad desde 1995, está repleta de caminos sinuosos, cascadas, pasadizos, cuevas y rincones de exuberante vegetación, ahora al rojo vivo.

Las urbes de las civilizaciones antiguas solían estar en lugares en alto, escarpados. Los templos, santuarios, edificios públicos y viviendas, además, estaban rodeados de vergel, mayoritariamente olivo y laurel. Tenía su razón de ser: así conseguían visibilidad, estaban mejor protegidos del enemigo —como los piratas y cualquier otro tipo de amenaza— y también había cuestiones sagradas y divinas. Sin embargo, hoy, más de 20 siglos después, esta ubicación en estos montes se les ha vuelto en contra ante el desafío climático envuelto en llamas. “Les gustaba colocar los yacimientos en lugares que hoy son mucho menos inaccesibles y que, además, son potencialmente peligrosos. Con esta ubicación, la amenaza [para estos templos y patrimonio] va a estar siempre presente”, advierte a El Confidencial Jorge Cano, profesor de Filosofía en la Universidad Complutense y miembro del Instituto de Estudios Clásicos Lucio Anneo Séneca, en la Universidad Carlos III.

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