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Una película sobre pedófilos se ha convertido en un taquillazo aupada por la ultraderecha
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Una película sobre pedófilos se ha convertido en un taquillazo aupada por la ultraderecha

Desde que se estrenó hace dos semanas en Estados Unidos, 'Sound of Freedom' ('Sonido de libertad') es ya un fenómeno con mucha polémica

Foto: Jim Caviezel, a la derecha, protagoniza este éxito inesperado.
Jim Caviezel, a la derecha, protagoniza este éxito inesperado.

Cuando se estrenó hace dos semanas en Estados Unidos, Sound of Freedom (Sonido de libertad) era una película más o menos desconocida, más o menos pequeña y más o menos predestinada a pasar sin pena ni gloria por las carteleras. Un presupuesto de apenas 14 millones de dólares (13 millones de euros) para rodar un thriller basado en hechos reales: el del agente del Departamento de Seguridad de Estados Unidos Tim Ballard, que deja su trabajo para entregarse al rescate de niños de una red de pedófilos en Colombia. Hasta aquí, todo normal.

Una película que se mueve entre la intriga política y policial y el drama social, destinada a recalar inadvertidamente en cualquier plataforma, abajo, en el mogollón, con un director mexicano aparentemente insulso, Alejandro Monteverde; una estrella de Hollywood en horas bajas, Jim Caviezel (protagonista de La pasión de Cristo, de Mel Gibson), ferviente cristiano, que en los últimos años ha puesto voz a un documental español sobre el Santo Grial, entre otras producciones católicas, y una distribuidora independiente, Angel Studios —que ni siquiera tiene sede en Los Ángeles, sino en Provo, una ciudad de apenas 112.000 habitantes, y que está fundada por dos hermanos mormones que pertenecen a la Iglesia de Jesucristo de los Santos Últimos Días—, que ya se había hecho un nombre gracias a la serie The Chosen (Los elegidos), sobre la vida de Jesucristo y sus apóstoles.

Pero Sonido de libertad no es una película normal, porque se ha convertido en el taquillazo inesperado del verano, solo por detrás —de momento— de superproducciones como Insidious: la puerta roja e Indiana Jones y el dial del destino. En dos semanas, ha recaudado 85 millones de dólares (75 millones de euros), es decir, casi seis veces su presupuesto. Y la tendencia parece que sigue. Porque aunque, de momento, solo se ha estrenado en cines de Estados Unidos —eso sí, en más de 2.800 salas—, se está convirtiendo en un fenómeno global; en la red —Twitter, Telegram, foros de descargas— se están moviendo archivos más o menos potables de la película que todo el mundo está buscando. De momento, en España no tiene fecha de estreno.

Porque este éxito de, como mínimo, marketing indirecto viene envuelto en la polémica que relaciona su éxito con el apoyo de asociaciones ultracatólicasdenuncian que algunas de las salas en las que se proyecta estaban vacías porque alguien había comprado todas las entradas para inflar las cifras— y por dar pábulo a las teorías conspiranoicas de grupos ultraderechistas como QAnon. QAnon es el nombre de la teoría conspirativa que promulga que Donald Trump está luchando contra una red de tráfico de menores cuyos vínculos llegan hasta el Partido Demócrata, que está lleno de pedófilos adoradores de Satán y que incluyen a gente como Biden, Obama y Hillary Clinton, además de famosos como Bill Gates, Oprah Winfrey y Tom Hanks. También el papa Francisco. Además de que, según su teoría, para alargar sus vidas, estos pedófilos se comerían a sus víctimas para alimentarse de adenocromo, un compuesto químico natural.

placeholder Otro momento de Jim Caviezel en 'Sonido de libertad'. (Angel Studios)
Otro momento de Jim Caviezel en 'Sonido de libertad'. (Angel Studios)

La película terminó de rodarse en 2018 en Cartagena e Isla Barú (Colombia) y California. Desde entonces, y debido a su temática, al covid y a la vinculación de Caviezel con teorías conspiranoicas difundidas por QAnon, ha tenido que esperar cinco años para estrenarse. Hasta que los hermanos Neal y Jeffrey Harmon hicieron un crowdfunding para reunir todo el dinero para que se estrenase en cines. El protagonista, Caviezel, que es director de Vocaciones de la Congregación de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción, es una figura atípica dentro de Hollywood y su fe y sus ideas han dificultado que el actor haya conseguido más papeles a la altura de su talento. Sin embargo, las últimas entrevistas que ha concedido, como la del pasado 11 de julio en The Charlie Kirk Show, solo han añadido más leña al fuego.

Primero, y como recoge la revista Newsweek, Caviezel "comparó a las personas que creen en la teoría [QAnon] con los cristianos a los que persiguieron los fariseos". Además, "Caviezel afirmó correctamente que hay vínculos entre el Ku Klux Klan y algunos miembros del Congreso [de Estados Unidos], pero acusó erróneamente de que el Congreso no los ha perseguido, ni a ellos ni a los que tienen vínculos con grupos nazis, tan solo ha ido a por los de QAnon". En las propias palabras de Caviezel: "Ahora, hagamos una analogía: si yo fuese el apóstol san Pablo y fuese un fariseo, perseguiría a los cristianos y acabaría con ellos. Ahora quita a los cristianos y cámbialo por QAnon. Acabaría con ellos solo porque los romanos me han dicho que son malignos. Acabaría con ellos porque la propia gente de mi iglesia, mis compañeros fariseos, dirían que son malignos". Además, según Newsweek, Caviezel utilizó alguna jerga en clave habitual de los seguidores de QAnon. Rápidamente, Tim Ballard, el fundador de la asociación Operation Underground Railroad, que ha ayudado a detener a centenares de traficantes de menores, se ha distanciado de la posición de Caviezel y ha defendido que las teorías conspiranoicas "no tienen que ver con la historia real que cuenta la película".

Otro de los berenjenales que les ha regalado este éxito inesperado a los implicados en la película es la noticia de que uno de los productores ejecutivos, Andrew McCubbins, un emprendedor local de Utah, se vio envuelto en 2020 en una estafa a Medicare, la Sanidad pública estadounidense, por la que están encausadas 24 personas que defraudaron 89 millones de dólares.

placeholder Rocío, la niña a la que busca Timothy, el protagonista de 'The Sound of Freedom'. (Angel Studios)
Rocío, la niña a la que busca Timothy, el protagonista de 'The Sound of Freedom'. (Angel Studios)

Lo que sí es The Sound of Freedom es el perfecto cuadrilátero de boxeo para la guerra cultural entre la derecha más radical y los medios liberales. La revista Rolling Stone ha dicho de ella que es "el thriller con tintes de QAnon sobre el tráfico de niños está diseñado para apelar a la conciencia de un boomer conspiranoico". Sin embargo, vista la película, The Sound of Freedom no es la película demencial y conspiranoica que venden algunos medios. Es una película más propia de la sobremesa televisiva, con un planteamiento maniqueo, sin matices y absolutamente manipulador de las emociones. Y es una película en la que la palabra de Dios y la palabra Dios es omnipresente. "Los hijos de Dios no se venden", repite en varias ocasiones la película. Todo en ella está revestido de una fe y una piedad con un mensaje cuasi mesiánico. Porque Caviezel vuelve a interpretar a un Jesucristo, esta vez en la piel de un agente americano dispuesto a sacrificarse por los niños. "Este es el crimen internacional con más rápido crecimiento que el mundo haya visto; ya ha sobrepasado el tráfico ilegal de armas y pronto sobrepasará el tráfico ilegal de drogas", cuenta el protagonista.

Nadie puede no conmoverse con el gesto de un niño hondureño, Miguel, regalándole su colgante favorito a su salvador mientras suena una música lacrimógena. Es una película resolutiva, con personajes arquetípicos y extremos —los héroes son inmaculados, los villanos son paródicos, casi de cómic, pero se toman muy en serio— y la producción es algo torpe y de escasa factura para los 14 millones de dólares que ha costado. Es una película que busca emocionar y lo consigue, que busca concienciar y lo consigue. No hay sutilezas ni se buscan. A Mira Sorvino, que hace el papel de la mujer de Tim, el director le concede tan solo una frase y apenas un plano frontal. Por allí también pasa el español Javier Godino, que se merece papeles de más peso, y que sobresale en su papel de agente de la Policía colombiana.

Habrá que ver si The Sound of Freedom es un fenómeno replicable fuera de la idiosincrasia de Estados Unidos; lo que está claro es que es un fenómeno social más allá de la pantalla, un fenómeno instrumentalizado en una guerra cultural cada vez más cruenta.

Cuando se estrenó hace dos semanas en Estados Unidos, Sound of Freedom (Sonido de libertad) era una película más o menos desconocida, más o menos pequeña y más o menos predestinada a pasar sin pena ni gloria por las carteleras. Un presupuesto de apenas 14 millones de dólares (13 millones de euros) para rodar un thriller basado en hechos reales: el del agente del Departamento de Seguridad de Estados Unidos Tim Ballard, que deja su trabajo para entregarse al rescate de niños de una red de pedófilos en Colombia. Hasta aquí, todo normal.

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