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'Elemental': ¿por qué es malo ser 'woke'?
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'Elemental': ¿por qué es malo ser 'woke'?

Peter Sohn, director de 'El viaje de Arlo' y vicepresidente creativo de Pixar, vuelca las experiencias de su infancia en esta animación sobre la inmigración y la tolerancia

Foto: 'Elemental'. (Disney)
'Elemental'. (Disney)

Cuando se estrenó en Estados Unidos el pasado mes de junio, Elemental se convirtió en el segundo peor estreno en los casi 30 años desde que Pixar estrenó Toy Story (1995), su primer largometraje. Las voces más críticas buscaron el culpable en la cultura woke, en el buenismo que supuestamente traslucía una película cuyo tema central radica en el amor a la diferencia (al menos la empatía) y que habla de inmigración e integración, siempre de una manera optimista y familiar. Sin embargo, Elemental ha remontado en las últimas semanas y se ha colocado como el mejor estreno de animación de Disney desde la pandemia, por encima incluso de Encanto (2021). Pixar siempre ha sido un estudio que ha destacado por una animación disfrutable tanto para adultos como para niños, a ratos drama y a ratos comedia y siempre con una moraleja que incide en la reconciliación y los buenos sentimientos. Por eso extraña el sambenito woke con el que tiene que cargar en los últimos tiempos el estudio que ha transformado el arte y la industria de la animación desde los años ochenta.

Critican algunos la diversidad metida con calzador, pero ¿qué calzador es ese si Elemental parte de la historia personal de su vicepresidente creativo, Peter Sohn, director de la película e hijo de inmigrantes surcoreanos que llegaron al Nueva York de los años setenta sin hablar dos palabras de inglés? A partir de esas vivencias, Sohn y sus guionistas —John Hoberg, Kat Likkel y Brend Hsueh— proponen una experiencia inmersiva en la otredad, en la conformación de las identidades, el peso de la herencia cultural, los roces inevitables de la convivencia con la diferencia y demás. Elemental es un canto a la comprensión y la empatía, pero también se asoma a conflictos más ambiguos e incómodos respecto a la migración, como es la inestabilidad sobre la que se mueve alguien que pertenece a dos lugares a la vez, al de su familia y al suyo propio.

placeholder En 'Elemental' conviven cuatro etnias animadas: el fuego, el agua, la tierra y el aire. (Disney)
En 'Elemental' conviven cuatro etnias animadas: el fuego, el agua, la tierra y el aire. (Disney)

En Elemental, Pixar nos lleva hasta Ciudad Elemento, una megalópolis moderna reflejo del Nueva York más idealizado, en la que conviven diversas comunidades agrupadas por las cualidades que las relacionan con los elementos de la naturaleza clásica (agua, aire, tierra) salvo uno: el fuego. El fuego, con su capacidad pirolítica connatural, vive apartado en un gueto, ajeno al resto. Las características con las que Sohn define a esta comunidad la emparentan con Oriente Medio: la estética de sus ropas y sus casas, el sonido de su lengua... Ember, la protagonista, pertenece a la comunidad del fuego: su familia llegó al barrio sin dinero y sin hablar el idioma de Ciudad Elemento. Su padre levantó un negocio de alimentación del que desea que su hija se quede al frente, continuando con la tradición. Por eso Ember practica a la salida de clase con la clientela, casi exclusivamente perteneciente a su misma etnia. Todo sigue su curso normal —dentro de lo normal que puede ser comer albóndigas incandescentes— hasta que fortuitamente se cruza en su vida Wade, un inspector —de esos que ponen multas por todo— que pertenece a la comunidad agua y con el que emprende una carrera contra la Administración que acaba en la posible destrucción de su propio barrio.

Como es marca de la casa, Elemental pasa de la comedia a la emotividad y funciona en ambos casos. Hay aventura, hay romance y también moraleja final. A su manera, podría ser una especie de Mago de Oz posmoderno, en el que Ember se va cruzando con distintos personajes pertenecientes a distintas comunidades con las que tiene que salvar los prejuicios bidireccionales, desde una nube muy tormentosa hasta un funcionario arbóreo tan indolente como un trozo de madera romo. Pero ¿qué pasa cuando dos elementos que están condenados a destruirse están juntos? ¿Qué pasa al mezclar agua con fuego? Que o bien el agua apaga el fuego o bien el fuego evapora el agua. ¿Incluso las personas más incompatibles son capaces de superar sus diferencias? Pixar vuelve a apostar por una animación más compleja y existencial, que quizá sea menos disfrutable y más atragantable que algo más sencillo y visual, como las carreras de coches de Cars o las aventuras de los Monstruos SA.

placeholder Ember (chispa en español) y Wade (caminar por el agua) son los protagonistas de 'Elemental'. (Disney)
Ember (chispa en español) y Wade (caminar por el agua) son los protagonistas de 'Elemental'. (Disney)

El principal problema de la película es un diseño de personajes poco atractivo. No tiene que ver con el minimalismo que ya sorprendió en Al revés, en la que Pixar jugó con las emociones (alegría, tristeza, miedo, asco e ira), pero que contaba con protagonistas carismáticos y entrañables. Aquí Sohn se la juega con una propuesta algo deslavazada y con unos escenarios abigarrados, pero también con unos protagonistas complejos que no acaban de caer del todo bien. Demasiados rasgos de personalidad rugosos, como el carácter flamígero de ella y la masculinidad deconstruida y sensible de él (llora constantemente), que funciona como recurso cómico.

Por un lado, Elemental se centra en la relación de la protagonista con su propia identidad. El conflicto entre la deuda hacia los padres por haber sacrificado sus aspiraciones y sus comodidades con el objetivo único de que ella tenga un futuro mejor, la necesidad de honrar a sus antepasados y, por otro lado, cierta distancia para con sus raíces culturales, que no las considera propias, y el sentimiento de pertenencia al nuevo país y a las perspectivas de futuro que este ofrece. El sentido comunitario de la tradición frente al individualismo —no de manera peyorativa, sino la capacidad de crecer en libertad y sin responder ante nadie, salvo ante uno mismo— del nuevo mundo.

placeholder Otro momento de 'Elemental', de Peter Sohn. (Disney)
Otro momento de 'Elemental', de Peter Sohn. (Disney)

Elemental es una película entrañable, pero le falta esa chispa guiño, guiño para convertirse en un título inolvidable. Funciona mejor en su desarrollo emocional que en sus momentos cómicos y, a pesar de partir de un concepto claro y potente —los distintos elementos no se juntan—, a medida que la historia avanza, parece perderse en inconsistencias, sin contar con ese momento de corazón encogido que sí tienen otros títulos de Pixar. Elemental se queda entre dos tierras: ni el despropósito que pintan algunos ni la joyita a la que Pixar nos tiene tan malacostumbrados.

Cuando se estrenó en Estados Unidos el pasado mes de junio, Elemental se convirtió en el segundo peor estreno en los casi 30 años desde que Pixar estrenó Toy Story (1995), su primer largometraje. Las voces más críticas buscaron el culpable en la cultura woke, en el buenismo que supuestamente traslucía una película cuyo tema central radica en el amor a la diferencia (al menos la empatía) y que habla de inmigración e integración, siempre de una manera optimista y familiar. Sin embargo, Elemental ha remontado en las últimas semanas y se ha colocado como el mejor estreno de animación de Disney desde la pandemia, por encima incluso de Encanto (2021). Pixar siempre ha sido un estudio que ha destacado por una animación disfrutable tanto para adultos como para niños, a ratos drama y a ratos comedia y siempre con una moraleja que incide en la reconciliación y los buenos sentimientos. Por eso extraña el sambenito woke con el que tiene que cargar en los últimos tiempos el estudio que ha transformado el arte y la industria de la animación desde los años ochenta.

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