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"No me gusta celebrar el Día de la Madre ni tampoco la Nochevieja, me parece forzado"
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DARCY LOCKMAN, PSICÓLOGA

"No me gusta celebrar el Día de la Madre ni tampoco la Nochevieja, me parece forzado"

La escritora estadounidense sacudió las conciencias masculinas con su libro 'Toda la rabia', donde pone de vuelta y media a ese hombre moderno que se cree un auténtico padrazo

Foto: Darcy Lockman, en una fotografía reciente (Cedida)
Darcy Lockman, en una fotografía reciente (Cedida)

La mayor parte de los padres primerizos hacen todo lo posible por mantener vivas a sus crías y, si es posible, no arruinar su matrimonio. Más aún durante esos primeros e intensos años. Por ello, la lectura de Toda la rabia: Madres, padres y el mito de la crianza paritaria (Capitán Swing, 2024) resulta especialmente dolorosa para nosotros. Su autora, la psicóloga clínica estadounidense Darcy Lockman, tiene dos hijas. Su familia era la típica familia progre de Nueva York. Todas sus amigas votaban demócrata y estaban casadas con maridos como el suyo, modernos e implicados en la crianza.

Sin embargo, un Día de la Madre de 2016, Lockman le pidió a su marido que se llevara a sus dos niñas a visitar a su abuela a la cercana Pensilvania. En aquel momento tuvo la revelación que la llevó a escribir el libro: en los seis años y medio desde que eran padres, el atento George nunca había hecho la maleta para sus hijas. Cuando se puso a investigar, descubrió que no era un asunto exclusivamente estadounidense. En todas partes, incluso en Suecia, paradigma de la igualdad, las madres acababan haciendo un 50% más de ese trabajo invisible que sus maridos.

Todos los estudios consultados y las entrevistas realizadas para armar este ensayo apuntaban en el mismo sentido. En las últimas décadas, la mujer ha dejado el ámbito doméstico para incorporarse al mundo laboral con cada vez más fuerza. Nació una nueva categoría: las supermujeres. Sin embargo, los maridos nunca completaron del todo el proceso en sentido contrario, del trabajo a casa. Más bien, emplearon a otras mujeres —abuelas o criadas— para que rellenaran ese hueco doméstico.

Lockman explicaba que, tras la publicación de su libro en Estados Unidos, muchos hombres se sintieron ofendidos y le enviaron correos expresando su indignación.¿Pero cuál fue la opinión de los demás hombres que no se enfadaron? "¿Qué pensaban estos otros maridos inteligentes y articulados, ha hablado con ellos?", le pregunté por videoconferencia.

En los seis años y medio desde que eran padres, el atento George nunca había hecho la maleta para sus hijas

"Bueno, ¿qué piensa usted del libro?", responde Lockman.

Maldición, por un momento había olvidado que es psicoterapeuta de profesión. Tendré que andarme con más cuidado durante el resto de la entrevista.

placeholder Portada de 'Toda la rabia', el libro de Lockman (Capitán Swing)
Portada de 'Toda la rabia', el libro de Lockman (Capitán Swing)

PREGUNTA. ¿Qué opinión tiene del Día de la Madre, es una forma de celebrar públicamente su rol en la sociedad o simple propaganda comercial que contribuye a perpetuar un estereotipo?

RESPUESTA. Es interesante porque el Día de la Madre se originó precisamente en Estados Unidos. Creo que en los libros aparece como un día festivo, una oportunidad para que las mujeres de alguna manera aporten a la comunidad y se unan en el poder político, en lugar de simplemente una fecha sobre nuestras madres. Y luego evolucionó hacia algo más. Pero puedo apreciar que es un poco barato y superficial tener una jornada en la que mamá, que cuida de todo el mundo 364 días al año, tenga el día libre.

Supongo que, como cualquier cosa, el Día de la Madre es algo neutral, solo depende de lo que hagamos con él. Personalmente, no me gusta celebrar el Día de la Madre de la misma manera que no me gusta celebrar la Nochevieja, ma parece un poco forzado.

"En cierto modo, criamos a los niños para que sean asertivos y a las niñas para que sean comunitarias"

P. Hay un concepto que se extiende a lo largo del libro: la carga mental. Esto es algo que uno generalmente descubre después de la paternidad. Sin embargo, empiezo a verlo cada vez más a mi alrededor, incluso en parejas que no tienen hijos y en otro tipo de situaciones, como la amistad. ¿Cree que es algo intrínseco en las relaciones que se agrava cuando llegan los hijos? ¿Que esa carga mental recaiga en alguien es inevitable?

R. Cuando pensamos en la comunicación implícita que reciben los niños mientras crecen, lo que nos muestran las ciencias sociales es que los niños son elogiados por ser asertivos, pensar en sus propias prioridades y satisfacer sus necesidades. Y nosotros, en cierto modo, criamos a los niños para que sean asertivos y a las niñas para que sean comunitarias. Piensa en cómo se siente tu amigo, piensa en compartir... quiero decir, animamos a todos los niños a compartir, pero hay una comunicación diferente sobre lo que significa ser un niño y lo que significa ser una niña. Eso está en el aire, incluso en familias progresistas. Todos fuimos criados de esta manera, los maestros de preescolar, los padres, los abuelos, todos elogian a los niños por salir a por todas y a las niñas por ser amables y pensar en los demás.

Cuando mujeres y hombres se asocian, ambos entablamos relaciones con estas actitudes sobre cómo se supone que debemos vivir la vida. Y cuando hay cosas que cuidar, incluso antes de que haya niños en el hogar, es como si las mujeres pensaran reflexivamente en lo que todo el mundo necesita. No es porque los hombres sean malos y las mujeres buenas. Es solo algo que está en el aire que respiramos, y actuamos en consecuencia. Nos ajustamos a las normas de nuestro grupo social, siendo en este caso el género.

P. Está en aire, pero hasta que no llegan los hijos pasa desapercibida.

R. Cuando me mudé con mi marido, que es una persona muy generosa, amable, inteligente... la forma en que lo vi comportarse me sorprendió de la misma manera que si me hubiera mudado a otra cultura. Por ejemplo, si no había nada cocinado, volvía a casa del trabajo con comida para llevar. Pero no se le ocurría preguntarme si yo quería cenar también. Y eso tenía tan poco sentido para mí porque me habían aculturado para pensar en las necesidades de todos. Entonces sucedieron cosas así, y fue como mi primera visión de cómo se criaban de diferentes los niños y las niñas. No quiero decir que todos los hombres hagan esto todo el tiempo, pero pensar en otras personas es muy intrínseco a las niñas y luego a las mujeres debido a la forma en que nos educan.

Entonces, cuando hay que pensar, "oh, ¿necesitamos papel higiénico?" o "¿quién va a pasear al perro?", como todas estas cosas hay que resolverlas, las mujeres simplemente están un poco más dispuestas a hacerlo. Entonces, aunque vislumbré un poco esto antes de que tuviéramos hijos, es cierto que sin ellos, cosas como las de la cena se resuelven muy fácilmente. La carga mental puede ser muy invisible antes de que haya mucho trabajo, y un niño conlleva mucho trabajo. Entonces, las tendencias que existían antes de los niños siguen ahí después, solo que hay mucho más que hacer

P. Los hombres funcionamos bien con una lista de tareas fijas por completar. Dar el desayuno, llevar al colegio, comprar detergente... pero nos cuesta mucho completar tareas y, al mismo tiempo, mirar hacia el futuro "este pantalón le va a quedar pequeño pronto" o "debería apuntar al ñiño a natación para cuando vayamos a la playa dentro de cinco meses".

R. Correcto. Porque las mujeres son educadas para pensar siempre en los demás. Eso es lo que te aporta valor, o así lo aprendes. Y repito, nadie hace esto a propósito. Es sólo como funciona la cultura. Ella es la que piensa en lo que todos vamos a necesitar. Y luego llegas a existir en un mundo donde no tienes esa responsabilidad sobre ti porque le toca a ella. Sólo necesitamos a una persona para que piense así y luego todo depende de ella.

Creo que donde los hombres se confunden es cuando dicen, ya sabes, "yo hago lo que ella me pida, ningún problema", en lugar de actuar por sí mismos, y luego "no entiendo por qué está tan enfadada". Es fácil no pensar en por qué una sola persona es responsable de pedir que se hagan cosas.

placeholder Lockman y su marido. Sí, han sobrevivido a los niños (Cedida)
Lockman y su marido. Sí, han sobrevivido a los niños (Cedida)

P. El error es pensar en ello como algo inmutable, como si estuviéramos biológicamente determinados para actuar así. Es cierto que a los padres les lleva más tiempo darse cuenta de varias cosas y adaptarse. Pero no significa que no se pueda.

R. Mire, Dios no permita que una madre muera en el parto. Dios no lo quiera. Pero si eso pasa, estoy segura de que el padre se habría adaptado igual de rápido que una mujer. Será tan capaz como ella de satisfacer todas las necesidades de su hija. Sin duda. Pero si alguien lo hace y la otra persona tiene un poco más de espacio... estoy de acuerdo con usted, no es biología. Se trata más de expectativas culturales.

Los seres humanos somos muy visuales. Vemos cómo cambia el cuerpo de una mujer durante el embarazo, pero no reparamos en que los hombres también están pasando por cambios hormonales, aunque no sean visibles. No los vemos. Entonces pensamos que es ella la que se está convirtiendo en madre. Antes de comenzar a investigar para este libro no conocía todo esto sobre biología, no tenía ni idea de que las hormonas masculinas cambiaban tanto durante el embarazo de su pareja. Es muy interesante. Los seres humanos han evolucionado para ser co-padres, pero simplemente por la estructura de la sociedad, no pensamos en ello de esa manera.

P. Supongo que el aspecto más doloroso para un lector de Toda la rabia es pensar "está bien, mi pareja hace más cosas en casa que yo, ¡pero al menos yo hago más de las que hacían mis padres o abuelos!" Sin embargo, su investigación muestra que no es el caso, que probablemente no seamos tan distintos, ¿verdad?

R. En cierto sentido, ahora los padres realmente valoran tener relaciones con sus hijos, lo cual creo que es probablemente el mayor cambio en comparación con generaciones anteriores. Valoran la relación. Ese cambio es notable, pero no tanto el de la asociación entre el hombre y la mujer. Los padres ahora valoran estar íntimamente involucrados con sus hijos, lo cual está muy bien, pero lo que falta es que las madres no sigan haciendo la mayor parte del trabajo y llevándose la carga mental.

Foto: Fuente: iStock.

P. Entonces, hay un contraste muy marcado entre lo que tu esposa cree que estás haciendo y lo que la sociedad exterior piensa que estás haciendo. De hecho, basta con salir a empujar un rato el carro por la calle para que alguien diga "oh, qué padrazo".

R. Recibí un correo electrónico de un padre después de que saliera el libro en Estados Unidos, hace cinco años. Me dio las gracias por escribir el libro y dijo "la gente siempre me dice que soy un padre maravilloso, lo cual me ha hecho sentir un poco incómodo y nunca supe explicar por qué. Pero ahora lo sé. Es porque me doy cuenta de que mi esposa hace mucho más que yo, pero yo recibo todos estos elogios por no hacer casi nada". El libro le ayudó a articular por sí mismo esos sentimientos y, según dijo, iba a tratar de estar más disponible para el tipo de trabajo que se realiza en el hogar. Así que fue un gran correo electrónico.

P. Después de este libro, ¿ha continuado investigando sobre este tema?

R. Mi primera ocupación es pasar terapia como psicóloga. Dicho lo cual, hubo un artículo muy interesante que escribí durante el covid, sobre la forma en que se produce el cambio social. Pensamos que nuestros valores cambian y luego la sociedad cambia, pero en realidad no es así como funciona. Lo que parece suceder es que las circustancias cambian tras algún tipo de gran evento mundial impredecible, y por eso nuestros comportamientos cambian. El mejor ejemplo es la Segunda Guerra Mundial y las mujeres en el lugar de trabajo, ¿verdad? Las mujeres de clase media durante un período no trabajaban fuera del hogar, pero cuando todos los hombres se fueron a la guerra, alguien tuvo que ocupar esos trabajos.

De manera similar, durante la pandemia, sucedió que en los EE. UU. aproximadamente el 12% de las familias tenían a los padres de repente trabajando desde casa, y las esposas, que eran trabajadoras esenciales, no estaban en casa. Y por supuesto, se produjo un cambio notable en el reparto de las tareas. Esas son las únicas familias donde el cambio en el porcentaje de trabajo que cada persona hacía en el hogar se produjo, porque los padres estaban físicamente presentes y las madres no podían estar.

P. Hay muchos mitos en torno a esto. Ya sabe, que si el cazador-recolector, que si las mujeres han estado cuidando a los niños durante 500.000 años. Luego se da un divorcio o algo así, hay que adaptarse y todas esas ideas saltan por los aires.

R. Somos muy adaptables. Es por eso que la sociedad humana ha sido tan exitosa, porque podemos adaptarnos a las circunstancias cambiantes. Los animales que no tienen esa flexibilidad cognitiva tienen más problemas. Incluso en las sociedades de primates, los roles de machos y hembras cambian según las necesidades del clima o del entorno. Los hombres están más involucrados cuando viven en ciertos tipos de entornos. Solemos decir "oh, es solo una cuestión de género, son diferencias esenciales entre hombres y mujeres", pero eso no es del todo cierto. Se trata del ser humano, porque todos los seres humanos somos adaptables y flexibles. Todo depende de las necesidades de la comunidad y la sociedad.

La mayor parte de los padres primerizos hacen todo lo posible por mantener vivas a sus crías y, si es posible, no arruinar su matrimonio. Más aún durante esos primeros e intensos años. Por ello, la lectura de Toda la rabia: Madres, padres y el mito de la crianza paritaria (Capitán Swing, 2024) resulta especialmente dolorosa para nosotros. Su autora, la psicóloga clínica estadounidense Darcy Lockman, tiene dos hijas. Su familia era la típica familia progre de Nueva York. Todas sus amigas votaban demócrata y estaban casadas con maridos como el suyo, modernos e implicados en la crianza.

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