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Cuando el parto no es como lo habías soñado
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Cuando el parto no es como lo habías soñado

El nacimiento de un bebé suele ser una de las cosas que más trascendencia puede tener en nuestras vidas. Por ello, alrededor del nacimiento hay puestas

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Cuando el parto no es como lo habías soñado

El nacimiento de un bebé suele ser una de las cosas que más trascendencia puede tener en nuestras vidas. Por ello, alrededor del nacimiento hay puestas tantas ilusiones, expectativas, deseos… El momento del primer encuentro fuera del útero madre-bebé o padres-bebé suele ser único e irrepetible. Además, el cerebro de la madre está preparado para acoger a su bebé con todos los sentidos acrecentados.

Las expectativas sobre el nacimiento tienen una gran carga cultural, por un lado se idealiza el amor a primera vista, por otro la idea del dolor del parto como uno de los más horribles nos acompaña desde que tenemos uso de razón y hay una excesiva parte de responsabilidad que recae o hacemos recaer en los profesionales. Por último, las imágenes de parto de películas y anuncios están estereotipadas y no describen la fisiología normal del nacimiento.

Pero a veces… el parto no es precisamente como lo habíamos soñado. Cuando una realidad no se corresponde con las expectativas que teníamos depositadas, es una pérdida y, como tal, le seguirá un proceso de duelo: negación, tristeza, rabia, desesperanza, transformación. Como cualquier doliente, el apoyo familiar, social… es imprescindible. Pero, ¿qué apoyo recibe una mujer cuándo se le niegan sus emociones?: “no estés triste, ¡tienes un bebé precioso!”.

Pero no sólo puede ser una pérdida de un ideal. Muchas veces, el parto puede ser traumático. Como dice Peter Levine, experto en trauma, “un trauma es trauma, independientemente de la causa”. Según Judith Herman, también experta en la materia, podríamos definir trauma como “sentimiento de intenso miedo, de indefensión, de pérdida de control y de amenaza de aniquilación”. Muchas mujeres temen por sus vidas o las de sus bebés, aunque ese miedo no se corresponda con la realidad (otras veces sí). Pensar en que puedes morir, a nivel cerebral tiene el mismo efecto que si realmente se estuviera en peligro de muerte. Se ponen en marcha toda una serie de mecanismos biológicos, fisiológicos y conductuales para preparar a la persona para actuar: activación neuroendocrina (catecolaminas, cortisol), activación inmunitaria (disminución de células inmunitarias a medio, largo plazo), y activación conductual (en muchos casos, inhibición).

Pero, ¿qué causa o qué está relacionado con un parto traumático? Según la literatura y asociaciones como Birth Trauma en UK, algunas de las causas son: un parto largo, o muy corto y doloroso, una inducción, un parto instrumental (fórceps, ventosa), una cesárea de urgencia, alivio insuficiente del dolor, trato impersonal o problemas con la actitud de los profesionales: no ser escuchada, sentimientos de pérdida de control, falta de información o explicación, falta de intimidad o de dignidad, el bebé en la UCI neonatal, muerte del crío, cuidados postnatales pobres o no satisfactorios (entre ellos, falta de apoyo a la lactancia), depresión durante el embarazo, o traumas previos (otro parto, violencia familiar, en la pareja, abuso sexual en la infancia).

Durante el parto pueden haber signos de trauma, como son síntomas disociativos que, según algunos estudios, se dan en entre un 11 y un 19% de partos como, por ejemplo, la alteración de la percepción del tiempo, despersonalización (sentirse separada del cuerpo, vivir como en un sueño), desrealización (lo que hay alrededor no parece real), amnesia, estar “en trance”, o comportarse como otra persona con expresiones emocionales que no se corresponden con lo que dice.

Algunos acontecimientos durante el parto pueden despertar otras experiencias traumáticas en la vida y provocar que el parto se detenga, por ejemplo. Así ocurre con las mujeres víctimas de violencia sexual, en la infancia, adolescencia o la vida adulta. Las órdenes “abre las piernas”, “tranquila”, tactos sin permiso, la postura de litotomía (estirada) o la falta de control pueden ser muy similares a las vividas. Según datos que expone la Fundación Vicky Bernadet, el 23% de las mujeres en España habrían sufrido algún tipo de abuso sexual durante su infancia.Eso no quiere decir que todas las mujeres abusadas vayan a tener problemas en el parto, por suerte un buen número de ellas ha sobrevivido desarrollando potentes estrategias y muchas consiguen tener experiencias de parto satisfactorias.

¿Qué consecuencias tiene un parto traumático?

En la mujer, desde desarrollar un Trastorno de Estrés Postraumático (según los estudios, su prevalencia está entre un 2 y un 6%; en España no conocemos datos), depresión, dificultades en la vinculación con el bebé (el niño es un recordatorio las 24 horas del día del parto), consecuencias a nivel físico como el dolor, que pueden alterar el estado de ánimo, sentimientos de culpabilidad y de inutilidad.

Los profesionales sanitarios también sufren trauma

Pero no sólo en la mujer, las consecuencias también pueden ser para el bebé. Ellos también sufren trauma. La separación de la madre, las consecuencias físicas del parto (sufrimiento por el uso de fórceps) o problemas en el establecimiento de la lactancia (según como haya ido el parto). Puede haber dificultades para crear un apego seguro, pueden ser bebés más irritables, más difíciles de calmar, o bien, con comportamientos de auto-calma, pasividad, con mirada ausente o perdida.

También hay consecuencias para la pareja: puede haber traumatización secundaria si han sido testigos del trauma. Posteriormente, la pareja puede no entender lo que pasa, no saber qué hacer, pueden haber conflictos, las relaciones sexuales se ven afectadas también (especialmente si ha habido una intervención o daños en el suelo pélvico, pueden ser molestas incluso meses después del parto).

Y los profesionales sanitarios también lo sufren. Los estudios alertan sobre la traumatización secundaria sobretodo en comadronas. Puede haber síndrome de Burn-out.

Todo ello conlleva problemas a la sociedad: más bajas médicas de mujeres y profesionales sanitarios, más gasto, consecuencias en la salud mental de niños y niñas (por apegos inseguros o desorganizados, por ejemplo).

Para una mujer un parto traumático puede incidir en embarazos y partos futuros. O bien porque los retrasan (también puede haber el efecto contrario, que es querer otro parto rápidamente), o bien porque se viven con más inquietud y miedo. Aunque puede haber partos “curativos”. Algunas mujeres se informan y buscan otro parto diferente. Según Cheryl Tatano-Beck, en el Congreso de la Societé Marcé en Pittsburg (2010), explicó que en el 23% de los partos en casa había antecedentes de parto traumático.

Según Judith Herman, “compartir la experiencia traumática con otros es condición indispensable para restituir la existencia de un mundo con sentido. Para curar el trauma es necesario reconocimiento y restitución por parte de la comunidad. La falta de apoyo social puede multiplicar el daño y agravar el síndrome traumático.

Es importante que la mujer se sienta segura y confiada

Algunas mujeres, a pesar del trauma, han experimentado un crecimiento personal: han aprendido, han conocido otras personas, han valorado otros aspectos de su vida, se sienten mejores personas. Es lo que en psicología se llama crecimiento postraumático.

¿Cómo podemos prevenir el trauma del parto y sus consecuencias? De muchas maneras. Primero de todo, mejorar las condiciones de atención al parto. Para ello, en nuestro país llevan años trabajando en la creación de una estrategia de atención al parto normal desde el Ministerio de Salud.

Una buena preparación a la maternidad y paternidad sería otro pilar. En Cataluña, por ejemplo, han desarrollado un programa que se impartirá en los programas de atención a la salud sexual y reproductiva de la mujer donde se tienen en cuenta los aspectos tratados en la estrategia y que ha sido elaborada por las diferentes sociedades científicas relacionadas con el nacimiento.

Desde el punto de vista psicológico, es importante que la mujer se sienta segura, confiada, que sus emociones se vean acompañadas y atendidas, que pueda tener elementos de control durante el proceso, que sienta apoyo y comprensión, que pueda tomar decisiones y ser parte activa.  Las mujeres que han podido vivir el nacimiento de sus bebés de forma activa, consciente, se siente empoderadas, fuertes, y capaces de hacer frente a los retos que la maternidad les brinda. Es una buena manera de empezar la maternidad y la paternidad.

El nacimiento de un bebé suele ser una de las cosas que más trascendencia puede tener en nuestras vidas. Por ello, alrededor del nacimiento hay puestas tantas ilusiones, expectativas, deseos… El momento del primer encuentro fuera del útero madre-bebé o padres-bebé suele ser único e irrepetible. Además, el cerebro de la madre está preparado para acoger a su bebé con todos los sentidos acrecentados.