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Emirato Islámico, día uno: "Si nuestras mujeres siguen viviendo bajo la Sharía serán felices"
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entre el absurdo y lo distópico

Emirato Islámico, día uno: "Si nuestras mujeres siguen viviendo bajo la Sharía serán felices"

Cuando Kabul se preparaba para lo peor, los talibanes han sorprendido al mundo con un tono conciliador que no esconde su carácter ultraconservador y visión radical del islam

Foto: Puesto de control en Kandahar, cuna de los talibanes. (EFE)
Puesto de control en Kandahar, cuna de los talibanes. (EFE)

El primer día de Afganistán rumbo hacia el Emirato Islámico ha sido una sucesión de imágenes absurdas y señales distópicas que avizoran un triste futuro para el país. Los insólitos videos de unos talibanes haciendo pesas en el gimnasio del palacio presidencial, jugando en los coches de choque o saltando en las camas elásticas se han entremezclado con las denuncias de otros talibanes haciendo registros domiciliarios, interrogando civiles y examinando los móviles de los transeúntes en 'checkpoints' improvisados por toda la capital. "Están cantando muerte a América y al mismo tiempo parecen amistosos" —resumió la reportera Clarissa Ward tras entrevistar en CNN a algunos militantes apostados fuera de la Embajada estadounidense en Kabul—, "esto es muy extraño".

Tras una veloz reconquista del país que culminó el domingo con la toma de la capital, los talibanes se están instalando rápidamente en el poder. Se los puede ver por toda la capital ataviados con sus amplios ropajes y la cabeza cubierta con el tradicional pañuelo 'shemagh' pese a las altas temperaturas. Han tomado los edificios oficiales y ahora patrullan armados por la ciudad en vehículos incautados a los militares. Pese a que no ha habido reportes de arrestos masivos o ejecuciones, hay testimonios de exfuncionarios del recién caído gobierno siendo acosados, denuncias de saqueos y otras tropelías.

“No queremos ver caos en Kabul”, aseguró el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, en su primera conferencia de prensa tras retomar el poder. “Os aseguramos que nadie va a ir de puerta en puerta preguntando por qué ayudaron [al Gobierno]. No buscamos venganza", declaró, pese a los casos que se han denunciado en el interior del país y, ahora, en la capital.

El tono de los talibanes ha cambiado. Han pasado veinte años desde que Estados Unidos —al frente de una coalición internacional— los sacara del poder con el apoyo de la opinión pública occidental, a la que prometieron acabar con los abusos de estos barbudos. En su primer mensaje al mundo los talibanes han demostrado haber aprendido al menos la lección diplomática y no se han dedicado a amenazar a los infieles o traidores, sino a declarar una "amnistía general" en todo el país. Mujahid no ha desperdiciado la oportunidad de mostrar la nueva cara de sus compañeros: "Hemos perdonado a todos por el beneficio y la estabilidad en Afganistán", ha dicho en una intervención en la que, a diferencia de la del presidente estadounidense Joe Biden el martes, sí ha aceptado responder a preguntas de algunos periodistas.

Felices, pero islámicas

¿Y las mujeres? La primera pregunta de la rueda de prensa ha sido formulada por Charlotte Bellis, reportera neozelandesa del canal Al Jazeera en inglés. Bellis ha preguntado por los derechos de las mujeres en el nuevo Emirato Islámico. "Vamos a permitir que las mujeres trabajen y estudien (...) las mujeres van a ser una parte muy activa en la sociedad, pero en el marco del islam", ha sido la respuesta de Mujahid. La emisión del canal de televisión más importante de Afganistán, Tolo News, ha amanecido de nuevo con una mujer al frente y periodistas en la calle, después de que las mujeres desaparecieran de las pantallas por miedo a las represalias. La presentadora Beheshta Arghand ha entrevistado en directo a otro portavoz talibán, Mawlawi Abdulhaq Hemad, algo impensable durante el anterior régimen talibán, entre 1996 y 2001.

Mientras tanto, la CNN mostraba en antena el 'boom' de las ventas en burkas en los mercados callejeros capitalinos y relataba el miedo que las afganas siguen y seguirán teniendo: "No pueden confiar en las garantías ofrecidas por los talibanes, la historia demuestra lo contrario", aseguraba la reportera. Los cinco años de dominio talibán que terminaron en 2001 recluyeron a las mujeres al interior de los hogares y a la subordinación total. El número de las que se atreven a salir a la calle desde que Kabul cayera el domingo se ha visto reducido hasta el punto de que es noticia ver a una mujer, y con casi total seguridad llevará el pelo y parte de su cuerpo tapados. Unas pocas han sido grabadas protestando en la capital, cubiertas y alzando carteles ante la mirada y las armas de sus nuevos gobernantes.

El portavoz de los talibanes ha asegurado que permitirán a las mujeres trabajar y educarse, aunque bajo los preceptos islámicos, y ha conminado a todos los funcionarios a volver a sus puestos. "Si nuestras mujeres siguen viviendo bajo la Sharía serán felices", ha rematado. Además, se ha comprometido a garantizar una “salida segura” para los civiles que quieran abandonar el país y ha asegurado que "el territorio afgano no se usará para causar daño a nadie". Sin embargo, la comunidad internacional ha recibido con desconfianza los compromisos de los islamistas. "Estas promesas necesitan cumplirse. Por ahora, y dada la historia reciente, estas declaraciones han sido acogidas, comprensiblemente, con cierto escepticismo", aseguraba un portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Los gestos de buena voluntad de los ‘nuevos talibanes’ han incluido una visita a Dasht-e Barchi, el barrio de la capital donde reside la minoría chíita hazara que ha sufrido alguno de los ataques más importantes que se han producido en Afganistán en los últimos años. Una triple explosión en una escuela femenina en mayo dejó al menos 85 personas muertas, la mayoría niñas, y cientos de heridos. Ahora, después de hacerse con el control de Kabul, algunos talibanes (suníes) han permitido y acudido a la celebración de la Ashura, la fiesta más importante de la rama chíi del islam, donde recuerdan el asesinato de Ali, nieto de Mahoma al que consideran sucesor legítimo del profeta.

¿Hablar con los talibanes?

Todo a la espera de que los nuevos gobernantes de Afganistán den más señales de cómo van a organizarse. Las miradas están puestas ahora en el mulá Baradar Akhund, quien tras dos décadas de prisión y exilio, regresaba el martes a Afganistán donde parece destinado a ser el primer líder del nuevo Emirato Islámico. Su simbólico primer destino es Kandahar, cuna del movimiento talibán, y luego está previsto que se desplace a la capital para dar forma al nuevo gobierno.

Por el momento, algunos actores internacionales han dado indicios de que podrían estar abiertos a hablar con el nuevo régimen talibán. El propio alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell, ha asegurado que los insurgentes “han ganado la guerra” y que el bloque tendrá que conversar con ellos si quiere evitar “un desastre humanitario y migratorio”. Aunque el jefe de la diplomacia europea ha asegurado que estaría lejos de un reconocimiento político, muestra que la comunidad internacional está abierta a aceptar el retorno de los integristas.

Foto: El alto representante de la UE, Josep Borrell, en un encuentro de ministros europeos. (EFE)

En Estados Unidos, el Departamento de Estado aseguró que la diplomacia norteamericana podría continuar en Afganistán más allá del 31 de agosto si las condiciones son seguras, en otra muestra de que Washington podría estar dispuesto a conversar o incluso dar algún tipo de reconocimiento al nuevo 'status quo'. Además, EEUU ha dice tener garantías de que los talibanes permitirán el paso seguro al aeropuerto de Kabul de las personas que quieran salir del país. "Nuestra intención es asegurarnos de que cumplen ese compromiso", ha dicho en rueda de prensa Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

"La legitimidad de cualquier futuro Gobierno talibán estará sujeta a que ellos acaten los estándares internacionales acordados sobre derechos humanos e inclusividad", aseguró el primer ministro británico, Boris Johnson, en una conversación con el presidente de Pakistán, uno de los más cercanos aliados de los talibanes.

El primer día de Afganistán rumbo hacia el Emirato Islámico ha sido una sucesión de imágenes absurdas y señales distópicas que avizoran un triste futuro para el país. Los insólitos videos de unos talibanes haciendo pesas en el gimnasio del palacio presidencial, jugando en los coches de choque o saltando en las camas elásticas se han entremezclado con las denuncias de otros talibanes haciendo registros domiciliarios, interrogando civiles y examinando los móviles de los transeúntes en 'checkpoints' improvisados por toda la capital. "Están cantando muerte a América y al mismo tiempo parecen amistosos" —resumió la reportera Clarissa Ward tras entrevistar en CNN a algunos militantes apostados fuera de la Embajada estadounidense en Kabul—, "esto es muy extraño".

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