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La UE compra hoy un 33% más de gas ruso que en la semana previa a la invasión de Ucrania
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MIEDO A QUE PUTIN CIERRE EL GRIFO

La UE compra hoy un 33% más de gas ruso que en la semana previa a la invasión de Ucrania

Durante las tres primeras semanas del conflicto han entrado 7.500 millones de metros cúbicos procedentes del este, los mismos que podría transportar el Midcat a lo largo de un año

Foto: Gasoducto Nord Stream 1. (Reuters/Hannibal Hanschke)
Gasoducto Nord Stream 1. (Reuters/Hannibal Hanschke)
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Mientras las bombas rusas caen a 25 kilómetros de sus fronteras, la Unión Europea sigue importando gas al régimen de Vladímir Putin. Más que antes de la guerra en Ucrania y, después de unos meses inusualmente discretos, casi la misma cantidad que hace un año. De hecho, las entradas a través de Ucrania se han triplicado y llegan a superar por momentos las registradas en 2021. El plan de la Comisión Europea pretende reducir en dos tercios las compras antes de que acabe 2022, pero por ahora se impone la 'realpolitik': durante las tres primeras semanas del conflicto han entrado en Europa 7.500 millones de metros cúbicos procedentes del este, los mismos que podría transportar el nonato Midcat a lo largo de todo un año.

Bruselas ha disparado sus importaciones de gas en pleno conflicto armado y ya compra un 32,7% más que en la semana previa a la guerra. Son datos recogidos por Bruegel —el 'think tank' de referencia en la capital comunitaria, que demostró que es posible vivir sin el gas ruso si se hacen algunos sacrificios— a partir de los aportados por la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transmisión de Gas (Entsog, por sus siglas en inglés). El aprovisionamiento aumenta ante el temor de que Putin acabe cerrando el grifo en represalia por las durísimas sanciones impuestas por el bloque comunitario, que, de momento, no incluyen las exportaciones energéticas.

La línea ascendente resulta nítida, aunque se ha matizado durante los últimos días. El punto de partida se encuentra en la séptima semana del año —de acuerdo con la metodología del estudio—, cuando las compras ascendieron a 1.935 millones de metros cúbicos, algo más de la mitad de las registradas en el mismo periodo de 2021. En ese momento (14-20 de febrero), 100.000 soldados del Kremlin se apostaban frente a la frontera ucraniana, pero nadie esperaba una invasión. La guerra llegó la semana siguiente (21-28 de febrero), y lo hizo con un incremento de las importaciones del 18%, hasta los 2.284 millones. En la primera semana de marzo, el flujo volvió a aumentar, hasta los 2.650 millones, e igualó al registrado el año anterior. Durante la semana pasada se dobló la curva, pero los 2.568 millones siguen muy por encima de los niveles prebélicos, mientras se suceden las señales que anticipan nuevos incrementos en el corto plazo.

La Unión Europea está recibiendo la mayor cantidad de gas ruso desde el inicio del conflicto

La Unión Europea recibió durante el pasado fin de semana la mayor cantidad de gas ruso desde el inicio del conflicto. Según recogió el periodista especializado Javier Blas en su cuenta de Twitter, el punto de medición de Mallnow, en la frontera entre Polonia y Alemania, encadenó hasta el lunes tres días de suministro ininterrumpido, un hecho inverosímil antes de la guerra, cuando el gasoducto Yamal-Europa registró durante varios meses un irracional flujo hacia el este. Bruselas llegó a acusar entonces a la paraestatal Gazprom de incumplir la mitad de sus obligaciones de abastecimiento, algo que esta siempre ha negado. El conflicto ha permitido recuperar el sentido lógico hacia Europa durante gran parte del tiempo, aunque este martes se volvió a revertir, según el operador alemán Gascade.

Otro de los puntos que están registrando una gran actividad es el de Velke, en la frontera entre Ucrania y Eslovaquia. Pese a todas las dificultades, el compromiso adoptado por el operador del Sistema de Transmisión de Gas de Ucrania nada más estallar la guerra sigue en pie: "Cumpliremos con los pedidos de tránsito de gas a los países de la UE". El suministro no se interrumpió en ningún momento, aunque en la televisión de Bloomberg no diesen crédito, como contó El Confidencial en esta crónica: "Está llegando más gas a Europa a través de Ucrania. ¡Es increíble! ¡Es increíble! ¿Cómo demonios puede estar pasando?". Han transcurrido casi tres semanas y la tendencia no solo continúa, sino que se ha ido agudizando.

Las llegadas de gas del país invasor a través del país invadido superaron durante la primera semana de marzo las registradas en el mismo periodo del año anterior, tras aumentar un 250% desde el inicio de la guerra. Aunque esta vía también sufrió un descenso la semana pasada, hasta situarse por debajo de los mínimos del periodo 2015-2020, las bombas no han conseguido detener la segunda ruta de entrada más relevante, solo por detrás del Nord Stream 1 y muy por encima del Yamal-Europa y del Turkstream. La importancia de Ucrania en el abastecimiento de Europa sigue siendo crucial para los Veintisiete. Un dato: los 655 millones de metros cúbicos que llegaron en solo siete días equivalen al 77% del gas argelino que entró a España durante todo el mes de febrero —según el cálculo de este diario a partir del último informe de Enagás— y representan una cuarta parte de las importaciones comunitarias de gas ruso.

Las posibles causas

Pero el fenómeno es mucho más amplio. Mientras las importaciones a través de los gasoductos noruegos y argelinos no presentan grandes variaciones desde el inicio del conflicto, las de gas natural licuado (GNL), que arriba a los puertos en estado líquido y se inyecta en el sistema tras un proceso de regasificación, se han disparado un 25% y ya alcanzan los 3.466 millones de metros cúbicos semanales, su máximo histórico. El total de las compras aún está lejos de batir los máximos del periodo de referencia (2015-actualidad), pero se sitúa muy por encima de los niveles del año pasado, al subir otro 25%. No es solo el ruso: la UE no ha parado de adquirir más y más gas desde que empezó la guerra.

Foto: Instalación de gas natural. (Reuters)

Resulta muy tentador pensar que la nueva política europea para independizarse de Putin ya está surtiendo efecto, pero dos fuentes distintas del sector consultadas por El Confidencial descartan esta posibilidad. "De momento, lo de la Comisión es solo una propuesta, y ahora mismo las empresas pierden mucho dinero si compran gas en mercado 'spot' para almacenarlo", asegura una de ellas. Todavía es muy pronto: el aprovisionamiento defensivo promovido por Bruselas, que debería culminar con unas reservas al 90% antes del próximo invierno, no empezará, al menos, hasta que acabe este; es decir, a partir de abril. De hecho, los depósitos siguen en torno al 30% de su capacidad, sin grandes oscilaciones desde la conflagración. El clima tampoco constituye una variable explicativa, ya que no se ha producido una ola de frío generalizada que pudiese haber disparado el consumo. La demanda industrial tampoco, con numerosas factorías paradas debido a los elevados precios.

No hay manera de corroborarlo con datos fehacientes, pero la principal hipótesis que baraja el sector es el miedo. La posibilidad de que Putin decida cortar el suministro en respuesta a las durísimas sanciones impuestas por la Unión Europea estaría espoleando a las empresas a aprovisionarse lo antes posible. Nunca se sabe cuándo puede ser la última vez, aunque si depende de Bruselas, el flujo cesará definitivamente en 2030. "Es razonable que se estén incrementando volúmenes ante la previsión de que se pueda cerrar el grifo", apunta una fuente, para la que las comercializadoras estarían explotando al máximo la posibilidad de decidir las cantidades, como recogen las cláusulas de algunos contratos. Bloomberg apunta otro temor: el daño a las infraestructuras de transporte en Ucrania. Hasta ahora se han salvado, pero si los bombardeos prosiguen, más vale prevenir ahora.

El oro negro sigue llegando a la UE a través de un oleoducto soviético de 1964 que se llama 'Amistad'

El incremento de las compras también podría explicarse, en parte, por una cuestión procedimental. Giovanni Sgaravatti, investigador de Bruegel, recuerda que la inmensa mayoría del suministro de Gazprom a los Veintisiete viene dado por contratos a largo plazo. Tras el descenso de los flujos que tuvo lugar durante el otoño y a principios del invierno, la compañía estaría bombeando más durante las últimas semanas para cumplir sus compromisos. Este mecanismo de compensación tiene un funcionamiento flexible, y si se está aplicando ahora es por el interés económico de los socios europeos, que han aprovechado los récords del gas durante las últimas semanas para aumentar las peticiones y pagarlo a los precios de hace unos meses. "Gazprom tiene que ponerse al día con todo el gas que no se entregó antes", resume Sgaravatti. Según las cifras, lo está haciendo con creces.

El ariete energético del Kremlin sigue llenando sus arcas gracias a la dependencia europea, que hasta ahora superaba el 40%. Durante la primera quincena de marzo, la compañía vendió una media de más de 500 millones de metros cúbicos diarios a los países que no pertenecen al antiguo bloque soviético, según los cálculos de Bloomberg a partir de los datos ofrecidos por el gigante ruso. Se trata de un 19% más que la media diaria de febrero, aunque sigue un 15% por debajo de la de marzo del año pasado. Si se excluye a Turquía, el aumento de las exportaciones rondaría el 17%, una cifra aproximada de lo que podría estar comprando la UE.

Foto: Cartel del gasoducto Nord Stream 2. (EFE/Clemens Bilan)

Con el petróleo, ocurre lo mismo. El oro negro sigue llegando a las refinerías de Polonia, Alemania, Eslovaquia, República Checa y Hungría a través de un oleoducto soviético de 1964 que transporta en torno a un millón de barriles al día, según el diario londinense 'Financial Times'. Su nombre: Druzhba, que en ruso significa 'amistad'. Es la última paradoja entre dos adversarios que permanecen atados por la necesidad mientras la artillería masacra los vecindarios de Kiev. 'Business as usual', en sentido literal. Sobre todo para el Kremlin, que sigue financiando la guerra con los euros que calientan los apartamentos de Berlín.

Mientras las bombas rusas caen a 25 kilómetros de sus fronteras, la Unión Europea sigue importando gas al régimen de Vladímir Putin. Más que antes de la guerra en Ucrania y, después de unos meses inusualmente discretos, casi la misma cantidad que hace un año. De hecho, las entradas a través de Ucrania se han triplicado y llegan a superar por momentos las registradas en 2021. El plan de la Comisión Europea pretende reducir en dos tercios las compras antes de que acabe 2022, pero por ahora se impone la 'realpolitik': durante las tres primeras semanas del conflicto han entrado en Europa 7.500 millones de metros cúbicos procedentes del este, los mismos que podría transportar el nonato Midcat a lo largo de todo un año.

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