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"Luis, vete al casino": así destruye la prensa a un seleccionador de fútbol en España
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"Luis, vete al casino": así destruye la prensa a un seleccionador de fútbol en España

La salvaje guerra de los periodistas contra los entrenadores de España: del fiasco del 82 a Clemente y el choque de bloques mediáticos; del linchamiento a Aragonés a los cuchillos afilados contra Luis Enrique

Foto: Luis Enrique, en el Mundial 1994, tras el codazo de Tasotti. (EFE/Archivo/Kote Rodrigo)
Luis Enrique, en el Mundial 1994, tras el codazo de Tasotti. (EFE/Archivo/Kote Rodrigo)
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Dicen que a Luis Enrique no le gusta la prensa. Que no le gustaba cuando era jugador y que le gusta aún menos ahora. Quizá por eso se ha hecho streamer. Si dirigir el cártel de Medellín no parece el mejor empleo para alguien al que no le guste la cocaína, entrenar a la Selección española no parece la mejor ocupación para alguien a quien no le guste la prensa.

La historia nos dice que la relación entre periodistas y seleccionador es más inestable que la nitroglicerina; en una gran competición, las posibilidades de guerra nuclear a la mínima que España empate un partido son muy altas.

Foto: Hay muy buen ambiente en la Selección española. (EFE/Pablo García)

Como queremos que a Luis Enrique le vaya bien en el Mundial de Qatar, he aquí una breve historia de los psicodramas entre seleccionadores y periodistas. Vale, su lectura no evitará nuevos dramas, pero servirá para coger distancia: no importa lo chungas que se pongan las cosas en Qatar, que siempre habrá ocurrido algo peor antes.

Todos contra Santamaría

José Emilio Santamaría (Montevideo, 1929) es el prototipo de seleccionador achicharrado por la prensa. El uruguayo, que había sido central titular en el Real Madrid durante los años de gloria europeos, se hizo cargo de la Selección en 1980. Sucedió a Kubala después del desastre de la Eurocopa de Italia, donde España solo consiguió un empate y quedó última de su grupo (y penúltima del torneo, solo por delante de Grecia).

Eran tiempos extraños: los periódicos hablaban de ruido de sables en los cuarteles y de un misterioso síndrome tóxico que nadie sabía cómo atajar, pero la prensa deportiva ya estaba afilando cuchillos por la proximidad del primer Mundial que iba a organizar España. Había ganas de hacerlo bien y era menester, por supuesto, apretarle las tuercas al seleccionador. "Yo trabajaba ya en la Federación y no quería que se fuese Kubala, porque lo había hecho muy bien. Pero Kubala quería irse, así que me tuve que hacer cargo", dice Santamaría a este periódico.

placeholder José Emilio Santamaría, en una rueda de prensa reciente. (EFE)
José Emilio Santamaría, en una rueda de prensa reciente. (EFE)

Las críticas aterrizaron en masa en noviembre de 1980, tras perder un amistoso contra Polonia en Sarrià. "La Selección lleva 10 partidos consecutivos sin ganar", tituló al día siguiente El País, adjudicándole al uruguayo los siete últimos fracasos de la era Kubala. De poco sirvió el triunfo, dos meses después, contra Francia en el Vicente Calderón: los plumillas le habían mordido la pernera a Santamaría y no iban a soltar hasta que ganase el torneo.

En marzo de 1981, España viajó a Londres para enfrentarse a Inglaterra, una selección a la que nunca había vencido en suelo británico. Después de comer, el presidente Pablo Porta (Pablo, Pablito, Pablete) le pidió a Santamaría que, en aras de enfriar el conflicto con los informadores, se reuniese con ellos y les contase cómo iba a jugar en Wembley. "Me reuní con los 34 periodistas españoles que habían viajado con el equipo. No tenía la menor intención de contarles nada, pero me tragué el orgullo y se lo expliqué todo: cómo íbamos a jugar, cuáles eran nuestras virtudes, las del rival, cómo explotar los defectos de los ingleses...", explica Santamaría, haciendo gala de una espléndida memoria a sus 93 años. "¿Y sabes lo que pasó? Que la mayoría me miró con una sonrisilla en la cara, como diciendo 'todo esto no te lo crees ni tú".

Todo salió bien en Wembley. La Selección contuvo a los ingleses y, liderada por la medular de la Real Sociedad campeona de liga, se impuso 1-2 al final del partido. La prensa inglesa no dudó en señalar la Selección como una de las favoritas para el Mundial, pero la española... prefirió abrir con la rueda de prensa que había ofrecido Quini después de su secuestro. "Al terminar el partido, cuando llegamos al hotel, esperaba que estuviera allí toda la prensa esperándome [compartían hotel], pero allí no había nadie más que Porta y Joao Havelange [presidente de la FIFA] hablando de otros asuntos. ¡Yo esperaba que al menos me reconociesen que estuvimos bien! Al día siguiente, en el avión de vuelta, lo mismo: ni una palabra", recuerda Santamaría.

"Ahí me di cuenta de que no tenía apoyos, que nadie iba a defenderme. Faltaba menos de un año para el Mundial de España y la prensa estaba toda en contra de su seleccionador... Quise dimitir, pero no me dejaron. Tenía que haber insistido, porque no tenía posibilidades de salir airoso", dice el exseleccionador. En efecto, no las tenía: España era un equipo del montón que no llegaba en su mejor momento. Estaban todos los ingredientes de una gran decepción, y sin duda Santamaría iba a ser la diana.

Porta convenció a Santamaría de seguir hasta el final del Mundial, pese a que la prensa no dejó de atacarle personalmente. Le llamaban quejica, tosco e incapaz. Algunos incluso dudaban de que fuese a existir una era Santamaría en previsión de lo poco que iba a aguantar en el cargo. El más ácido fue Alfonso Azuara, por entonces en TVE, que no perdió una ocasión para cargar contra el seleccionador. Tenía razón, en parte, ya que la Selección llegó con poco rodaje a una cita tan importante y se notó, tanto a nivel físico como táctico. "No tuvimos tiempo para prepararnos bien. Jugamos varios partidos, pero pocos contra equipos importantes, de peso, porque tenían el calendario lleno. Llegamos mal preparados y pasó lo que pasó", dice Santamaría.

placeholder Camacho, en un lance del Mundial 82. (EFE)
Camacho, en un lance del Mundial 82. (EFE)

El Mundial fue un desastre: España solo pudo ganar a Yugoslavia con un penalti injusto que López Ufarte mandó a la publicidad y el árbitro hizo repetir hasta que Juanito lo marcó. Esa única victoria abrió la caja de los truenos de la prensa, que acusó a los jugadores de vagos y a su técnico de "botarate". La plantilla, sin llegar a explicitarlo, también culpaba al entrenador, en especial a la fase de preparación física, que les pareció excesiva. Tras la derrota contra la RFA, Azuara sentó en un sofá a Alexanko y Arconada, los capitanes, junto a Santamaría, para pedirles explicaciones, en uno de los fragmentos televisivos más incómodos de la Transición española.

"La prensa hizo su trabajo y yo hice el mío. No quiero ponerles calificativos ni quejarme de nada", dice Santamaría. "Después del Mundial renuncié y no volví a pisar la Federación nunca más. No quería ver a nadie por haber fallado a todo el país, que estaba pendiente del Mundial". La decepción fue tal que Santamaría, que solo tenía 53 años entonces, se retiró para siempre del mundo del fútbol.

Clemente y la guerra de bloques

Doce años después, nos encontramos ante un Javier Clemente (Barakaldo, 1950) malencarado y odiador de periodistas... pero de látex. Los Guiñoles de Canal Plus hicieron tanto ruido en los noventa que ABC publicó en portada: "Dirigentes del PP consideran necesario poner en marcha un 'contraguiñol"; el Gobierno Aznar veía los Guiñoles como un ariete satírico socialista. Además de los guiñoles de Aznar y Anguita, también estaba el del seleccionador español, Clemente, que amagó con demandar al programa en 1997: su parodia le parecía nociva.

Casi todos los medios que se burlaron de Clemente esos años tenían algo en común: eran de Prisa.

En efecto, en los noventa, cualquier comentario sobre los seleccionadores españoles podía tener subtexto mediático. Cuando uno hablaba sobre Javier Clemente se posicionaba, voluntaria o involuntariamente, en la lucha entre bloques mediáticos antagónicos (felipistas o aznaristas) que atravesó la década salpicando a diversos estamentos sociales.

Cuando uno decía que a Javier Clemente le gustaba jugar al patadón, quizá lo que estaba diciendo es que José María García no era de fiar. Y si decía que Clemente era un superdotado, quizá quería decir que Prisa era el imperio del monopolio.

El enfrentamiento radiofónico entre José María García y José Ramón de la Morena —lucha salvaje por la audiencia e inquina personal, pero también coroneles de una guerra empresarial entre bloques mediáticos— tuvo en la Selección española uno de sus grandes campos de batalla. Durante el Mundial Italia 90, cuando los rifirrafes entre García y De la Morena eran todavía esporádicos, pasó algo que profundizó la brecha: el seleccionador de España, Luis Suárez, fichó por la SER para comentar en exclusiva la competición... y García montó en cólera (el locutor aún no estaba en COPE, sino en Antena 3, engullida luego por la SER en, según García, aviesa maniobra de la Prisa felipista).

García desveló que Suárez cobraría cuatro millones de la SER, y acusó al entrenador de "vender al equipo nacional por un plato de lentejas”. Ante el cabreo de García, la Federación obligó al seleccionador a romper el acuerdo con la SER. El indignado ahora era De la Morena, que cargó con todo contra García… y acabó suspendido de empleo y sueldo un año (el joven De la Morena aún no se había asentado como estrella en la SER y tenía algunos enemigos internos).

Foto: Montaje EC. (Raquel Cano)

Tras la defenestración de De la Morena, Javier Clemente, que aún no era el seleccionador nacional, espetó en la SER: "A ver... ¿Dónde está el De la Morena? ¿Ya le han largado? A todo cerdo le llega su San Martín". Cuando De la Morena volvió a El Larguero, entrevistó a Clemente, que siguió en modo atizador: le dijo que su programa no lo escuchaba nadie comparado con el de García. De la Morena le cortó el micrófono.

De la Morena y Clemente, bien, lo que se dice bien, nunca se llevaron, pero esto era solo el entremés de la carnicería que vino después.

Purgados Luis Suárez y Vicente Miera, tras no clasificarse España para la Eurocopa 92, Clemente se convirtió en el nuevo seleccionador; dividiéndose el país entre clementistas y anticlementistas al ritmo que marcaban Garçía y De la Morena desde los micrófonos.

En 1994, año del Mundial de EEUU, uno tenía dos opciones si quería escuchar a Javier Clemente en la radio: podía oírle en Supergarcía o podía escucharle tocando el saxofón en El Larguero... Quizá no lo crean los niños, pero el programa de De la Morena tenía una sección fija de chuflas y críticas al seleccionador, presentada con una musiquilla particular: una grabación de Clemente aprendiendo a tocar el saxo.

placeholder El exseleccionador Javier Clemente, en una imagen de 2020. (EFE)
El exseleccionador Javier Clemente, en una imagen de 2020. (EFE)

En medio de la batalla, también estaba el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, al que los medios de Prisa acusaron durante años de corrupción.

Alfredo Relaño, que ocupó diversos puestos de responsabilidad en la SER, Canal Plus y As, recuerda los años salvajes del clementismo.

PREGUNTA. Parte de la guerra con Clemente te pilló dirigiendo As, ¿no?

RESPUESTA. Sí, pero la principal bronca de Clemente fue con la SER. Lo que pasa es que Clemente iba contra Prisa.

P. ¿Por qué iba contra Prisa?

R. ¿Porque Prisa tenía una visión del mundo más civilizada que la suya? Clemente empezó siendo amigo de todos nosotros. Era un tipo bruto; aunque, de primeras, caía bien.

Lo que pasó fue que Clemente se protegió bajo el ala de Butanito, José María García, el hombre fuerte en aquel momento, al que Clemente daba todas las exclusivas: eso no gustaba en la SER, donde estaban José Ramón de la Morena y Alfonso Azuara, que eran muy bravos. El problema de la radio es que o vas a una o vas a otra. Ahí se desencadenó todo, aunque la cosa venía de antes, de cuando Clemente era entrenador del Atlético.

En los principios de Canal Plus, hacia el año 90, Clemente ya se negó a hablar con nosotros porque decía que éramos de pago. Yo creo que hacía esas cosas instigado por García.

En 1996, Prisa compró As y yo me convertí en el director. Bastó eso para que Clemente empezara a filtrarle las alineaciones de España al Marca. Funcionaba así.

P. Vamos, que había política de bloques y Clemente optó por el bloque García.

"El que tenía fobia verdadera a Prisa era García. Decía que éramos el imperio del monopolio"

R. En realidad, el que tenía fobia verdadera a Prisa era García. Prisa era el imperio del monopolio, según él, y Clemente se alineó ahí. García quiso crear un bloque mediático alternativo a Prisa y Clemente fue uno de sus insurrectos, y uno importante: ser seleccionador español no era cualquier cosa.

P. Cuando De la Morena empezó a recortarle audiencia a García, las broncas, con Clemente por medio, fueron terribles, ¿no?

R. Llegó a ser violentísimo. Hasta tal punto que, durante la Eurocopa Inglaterra 96, cuando yo estaba aún en Canal Plus, Augusto Delkáder, responsable de la SER, me pidió que viajara a Inglaterra a intentar pacificar el conflicto…

P. ¿Delkáder te mandó a mediar?

R. Sí, bueno, más que a mediar, a intentar sosegar a los nuestros. Pero era imposible…

P. Jajaja...

R. Me mandaron a mí porque yo había sido el jefe de todos ellos en la SER, pero estuve un día y medio y lo di por imposible. Estaban todos excitadísimos: Paquito, Lama, De la Morena, Azuara, Gallego…

[...]

Hablando de Jesús Gallego: tenemos que hablar del día que llegó a la manos con Clemente…

La Eurocopa Inglaterra 96 llegó en máximos de tensión entre Clemente y la SER. Tras dos empates iniciales, España logró la clasificación para cuartos in extremis tras ganar a Rumanía 2-1. Al final de ese dramático partido, Clemente colisionó con Gallego. El País narró así el incidente:

“Al término del partido, el seleccionador español, Javier Clemente, tuvo un altercado con el periodista de la cadena SER Jesús Gallego… Cuando Clemente se dirigía al vestuario vio al periodista entrevistando a Guillermo Amor. Clemente, sin previa provocación, como él mismo reconoció posteriormente, se dirigió al locutor y le insultó gravemente. Golpeó el micrófono y recriminó al jugador que hablara para ese medio de comunicación. A partir de ese instante, se produjo un altercado entre ambos. El técnico tuvo que ser sujetado por el personal de seguridad de la zona de vestuarios del estadio Ellan Road".

"Más tarde, ya en el hotel de concentración de la Selección española, Clemente reconoció ante un grupo de periodistas haber "perdido los nervios" y haber "cometido un grave error". Luego agregó: "Lo siento, lo siento de verdad. Nadie me ha provocado, pero estaba muy nervioso por el partido y porque llevo cinco años aguantando. He explotado. Pido disculpas, pero me gustaría que también a mí, alguna vez, me las pidieran cuando me insultan", zanjó El País.

Así analizó De la Morena el incidente ese noche en El Larguero:

Javier Clemente ha perdido los nervios y la ha pagado con quien no podía defenderse… Ha atacado en el peor momento para un periodista, cuando está en pleno trabajo. Clemente intenta echarnos encima a los jugadores de la Selección porque dice que les insultamos. Es la trampa que él quiere montar implicando a los futbolistas en esta batalla. ¿Qué no ha dicho este personaje de Valdano, de Cappa y de tantos otros? Hoy, a Cruyff le ha llamado cenizo y tocahuevos… Clemente tenía mucho miedo ayer y al final ha explotado como los cobardes, agrediendo… Clemente, con este altercado, ha protagonizado la página más negra de la historia del fútbol español”.

Así analizó José María García el incidente esa noche en Supergarcía:

Javier Clemente se ha equivocado gravemente, pero es una reacción a todo lo que se viene gestando en esta Eurocopa. Se han venido sucediendo una serie de descalificaciones e insultos, tanto al juego de la Selección como a los propios jugadores. Este grupo de periodistas va únicamente a desestabilizar… Es indignante. Algún día alguien tendrá que acabar con el imperio del monopolio del Grupo Prisa. Llevan seis años intentando desestabilizar al fútbol español con el único pretexto de derribar a García”.

Preguntamos al periodista Jesús Gallego, que trabaja en la SER y en Movistar Plus, qué recuerda del incidente.

PREGUNTA. ¿Qué pasó entre usted y Clemente en la Eurocopa del 96?

RESPUESTA. Estaba entrevistando en la zona mixta a Guillermo Amor, que había marcado el gol que daba la clasificación a España, cuando se acercó Clemente, pegó un golpe al micrófono de la SER y le dijo a Amor: “¡No hables con estos hijos de puta!”. Y claro, con la tensión del directo, me tiré a por Clemente al grito de: "¡Hijo de puta tú!". Nos tuvieron que separar entre varios empleados de la UEFA. Fue una cosa desagradable y lamentable.

Fue una vergüenza, pero los medios de comunicación mamadores de Clemente siguieron defendiéndole.

"Con la tensión del directo, me tiré a por Clemente al grito de: '¡Hijo de puta tú!"

P. ¿Cómo se llegó a esa situación?

R. En aquella concentración hubo mucha tensión. Azuara daba caña al seleccionador cada noche en la radio, pero lo que Clemente no soportaba fue algo que hice yo…

P. Siga.

R. Clemente preparaba los entrenamientos previos a los partidos a puerta cerrada. Después había rueda de prensa en el hotel, donde yo le pregunté un día: “¿Por qué va a jugar mañana con Rafa Alkorta [defensa] en el centro del campo y Juanma López de lateral izquierdo?”. Clemente se puso de los nervios porque no entendía cómo sabía eso; creía que le había reventado la táctica del partido. Cuando acabó la rueda, Clemente juntó a todo el equipo y preguntó: “¿Quién cojones se lo ha dicho?”.

P. ¿Era usted adivino o tenía un topo?

R. Había conseguido ver los entrenamientos gracias a un contacto británico que me dejaba entrar al estadio por una puerta que no estaba cerrada. Clemente entrenaba un sistema en secreto, y una hora después, yo decía en la rueda cómo era el sistema. Hubo una tensión tremenda en el equipo. ¿Quién era el chivato que hablaba conmigo?

Rafa Alkorta, que era amigo, me decía discretamente: como pillen al topo le echan de la concentración. Jugadores y prensa aún compartíamos hotel en los campeonatos. Cuando me cruzaba con los jugadores por los pasillos, cambiaban de lado para que no les acusaran de topos. Estaban cagados.

P. El enfrentamiento con Clemente venía de lejos, ¿no?

R. Mira, yo empecé a cubrir la Selección en el 93, tenía unos 25 años, pero pronto me di cuenta de que era todo lamentable.

P. ¿Por?

R. Porque Clemente decía en las ruedas de prensa que no podía decir quién iba a jugar el partido, que al día siguiente lo veríamos, pero esa noche, García adelantaba la alineación.

placeholder El periodista Jesús Gallego. (Movistar)
El periodista Jesús Gallego. (Movistar)

P. ¿Se la filtraba Clemente?

R. No es que se la filtrara, es que Clemente en persona se la decía en antena.

P. Ya…

R. Si los periodistas iban a admitir que les mearan encima, allá ellos, pero yo no lo iba a permitir, yo iba a informar a degüello, de ahí lo de colarme luego en los entrenamientos a puerta cerrada. Bastante humillación era que Clemente nos dijera a los periodistas en los corrillos: “A mí con García y el Marca me vale, los demás me la traéis floja”. Ese era el régimen Clemente/García. Contra eso había dos opciones: agachar la cabeza y reírles las gracias, o tratar de sacar información de cualquier lado. Nos acusaban de perjudicar a la Selección por publicar estas cosas. Mira, ¡no me toquéis los cojones!

[...]

Javier Clemente no ha querido hablar para este reportaje. O sí quería, pero le hemos pillado ocupado varios días. En una entrevista en Marca, habló sobre sus relaciones con la prensa cuando era seleccionador: 1) "A nivel popular, yo no me he llevado bien con la prensa. A nivel particular, muy bien. Lo que pasa es que ha habido siempre con alguno que me he llevado horrible... Por insultos e improperios. No es por una crítica deportiva, que siempre he aceptado, aunque entraba en el cara a cara. Si usted dice que somos muy malos, pues explíqueme por qué". 2) "Mi gran guerra mediática... fue que yo era muy buen amigo de José María García y de ahí surgió un gran enemigo, que era De la Morena, pero eso no lo entendí nunca. El hecho de que me lleve bien contigo no significa que no me voy a llevar bien con aquel. Pero para De la Morena, eso no era así. Eso fue más complicado. García tenía mucho poderío en la prensa y el otro se convirtió en enemigo. Con el resto yo tenía una relación normal".

La Selección de Clemente no logró pasar de cuartos de final en ninguna de las grandes competiciones en las que participó.

En 1998, España perdió contra Chipre en un partido clasificatorio para la Eurocopa. El bloque clementista se rompió. Clemente se quedó solo. Dejó de ser el seleccionador.

Tenemos que hablar de Luis

A Luis Aragonés (Madrid, 1936-2014) todo le empezó a ir mal el día que España ganó 4-0 a Ucrania en el Mundial de 2006. Que el mejor debut mundialista de España en su historia quemara al seleccionador era extraño, pero tenía una explicación y un nombre: Raúl González Blanco. En efecto, la suplencia de Raúl ese día lo enturbió todo. Icono de la Selección y del madridismo, Raúl no estaba en su mejor momento, pero su sombra era tan alargada (el mito del Raulito que siempre tiraba del carro) que ocultaba un tabú: su presencia empezaba a ser tóxica para el grupo.

Luis había sido nombrado seleccionador por aclamación popular, incluso la prensa deportiva había exigido su nombramiento, pero tras el partido de Ucrania, el amor se rompió.

Foto: Raúl a Luis Aragonés: "¡Que le vaya bien míster, que tenga mucha suerte!"

De nada sirvió que España ganara los tres primeros partidos de ese Mundial: la suplencia de Raúl enrareció el ambiente. Tampoco ayudó la actitud del jugador, que se pasó la competición en modo o juego o no respiro. En el tercer partido, ante Túnez, Raúl tuvo un arrebato de divismo: celebró su gol con el equipo, y luego se fue hacia el banquillo, pero no para abrazarse con todo el mundo, sino con Michel Salgado y Santiago Cañizares. O el veterano poder fáctico del vestuario escenificando su distancia con el seleccionador. Diario Sur tituló: "El abrazo partido".

Llegado el momento de la verdad en la competición, hubo enésimo chasco mundialista: España perdió 1-3 contra Francia en octavos de final. Pero la bronca no había hecho más que empezar… A la vuelta de las vacaciones, España perdió ante la débil Irlanda del Norte en la clasificación de la Eurocopa. Ahí se desencadenó la ruptura total entre Luis, Raúl y la prensa deportiva madrileña. ¿Qué pasó antes del partido? Que Raúl, junto a jugadores afines, lanzó una serie de exigencias (sobre la organización interna y sobre el sistema de juego) que el seleccionador interpretó como una rebelión interna.

Entonces nadie lo podía imaginar, pero el de Irlanda del Norte fue el último partido de Raúl con la Roja.

placeholder Raúl, tirando del carro.
Raúl, tirando del carro.

Luis soltó la bomba en la convocatoria del siguiente partido, contra Suecia: Raúl se quedaba fuera. La prensa se volvió loca. Marca tituló en portada: “A Raúl no le llamó… ni por teléfono”. Grave ofensa al nacionalmadridismo, penada con mil portadas insidiosas.

Prohombres del fútbol español se pronunciaron sobre la ausencia en Marca: “Raúl es un grande gane o no, lo que no tolero es que esté en boca de todos por cada cosa” (Cañizares). “Respeto mucho a Luis Aragonés y sus decisiones, pero a mí Raúl me encanta y lo seguirá haciendo” (Clemente). Pero la defensa más frontal de Raúl la hizo un compañero del Real Madrid, Guti: “Considero una injusticia que no vaya la bandera de España”. En efecto, Raúl ya no era un simple jugador, Raúl era LA BANDERA DE ESPAÑA, y Luis Aragonés, con perdón, se estaba meando en la rojigualda.

El día del partido contra Suecia, Marca tituló en portada: “Como pierda, dimitimos todos”.

Con Raúl purgado, España volvió a perder (2-0) y la clasificación para la Eurocopa se puso cruda. Marca tiró de máximo sarcasmo contra Luis en su titular de portada: “No se disguste con la derrota de la Selección. Si usted está enfadado… Luis está animadísimo”. Por dentro había más titulares incendiarios: “Esto no hay quien lo aguante”. El resto de periódicos deportivos se sumó al fusilamiento, también los catalanes: “¡Fuera!” (El Mundo Deportivo), “¡Luis, vete ya!” (Sport), "Quiebra técnica" (As).

placeholder Torres y Aragonés, durante la Eurocopa de 2008. (EFE)
Torres y Aragonés, durante la Eurocopa de 2008. (EFE)

Dos días después de la derrota, Marca publicó una doble página titulada: “Diez razones por las que la Selección es un despelote”.

Otra titular de portada de Marca esos días: “Luis se pone gallito”. Ese día, en un faldón de portada, había una encuesta digital del periódico: "Los aficionados piden la dimisión de Luis en masa". España quería sangre y en la primera fila de la turbamulta con antorchas, iba la prensa deportiva.

Si recuerda que la obsesión de los medios con Raúl fue breve, recuerda mal. Un año después, el 21 de septiembre de 2007, Marca publicó una entrevista a Maradona. La portada era una foto del Pelusa con la camiseta de España de Raúl bajo el titular: “Hasta Maradona pide a Raúl”.

placeholder El Pelusa, en 'Marca'.
El Pelusa, en 'Marca'.

En efecto, parece un poco raro titular así una entrevista con el mejor jugador de la historia (o el segundo, depende de quién pregunte), pero Marca conocía bien la mandanga que gustaba a sus lectores. Si el ardor merengue de Marca jugó un papel relevante en la cobertura contra Luis, en la de As, además del madridismo (el periódico publicó esos meses una portada al grito de "Raúl selección"), hubo otros matices.

Al igual que otros medios del Grupo Prisa, As mantenía (desde la década anterior) un duro enfrentamiento con el presidente de la Federación de Fútbol, Ángel María Villar, lo que aumentó el vitriolo contra Aragonés. En el contexto de la guerra contra Villar, José Ramón de la Morena rajó sin freno contra Luis en El Larguero: "Vive en una farsa". "Miente". "Ya no es entrenador". "Se está comiendo la sopa boba del asilo". "Es un despojo". "Va cotorreando por los pasillos porque está gagá". "Se mea en los pantalones". Hasta Jordi Évole, cuando aún se dedicaba todavía a la guasa y no a la política, hizo befa de Aragonés. "Yo no leo los diarios porque las hostias que me dan no vean como son", dijo Luis a sus jugadores en un entrenamiento.

Pero el pueblo sí leía los diarios deportivos

Durante uno de los viajes de la Selección, a Luis le recibió en la estación de tren de Málaga una multitud gritando: "¡RAÚL! ¡RAÚL!".

Luis se encaró también con jóvenes aficionados que le reprochaban la ausencia del 7: "¿Sabes en cuántos Mundiales y Eurocopas ha estado Raúl? En cinco. ¿Dime cuántas ha ganado?", espetó el castizo entrenador, que no se amilanaba fácilmente.

Las refriegas entre Luis y los periodistas fueron constantes esos meses, al no rehuir el entrenador el cuerpo a cuerpo. Manu Carreño le faltó al respeto en Cuatro (insinuó que a Luis no se le podían hacer dos preguntas seguidas porque no las entendería) y Alfonso Azuara le llamó “cobarde” en la radio en sus narices. Luis les respondió con ironías, gritos e improperios. El entrenador entró siempre al trapo.

Con Aragonés recibiendo un terrible abuso por parte de la prensa, España logró clasificarse para la Eurocopa de 2008. La hostilidad mediática era tan grande que, antes del torneo, seleccionador y Federación pactaron separar sus caminos tras la competición. Casi nadie pensaba entonces que España ganaría el torneo con una apoteósica exhibición de tiki taka, pero ni eso frenaría el fin del luisismo. Durante la conquista del torneo, Luis dudó si rectificar y seguir en la Selección, pero no había vuelta atrás: se fue a entrenar a Turquía.

Convertido en héroe del pueblo, Aragonés empezó a hablar (aún) más claro: dijo que sacó a Raúl de la Selección "por el bien del fútbol español". Y, frótense los ojos: la prensa deportiva madrileña comenzó a criticar la actitud de Raúl sus últimos días con España.

"El problema no es que Luis no quisiera a Raúl en el campo; es que no le quería en el vestuario, en el hotel, en el autobús del equipo. Es mucho más difícil recuperar la confianza personal en alguien que la confianza deportiva. Ni Luis quería a Raúl ni Raúl a Luis. Y el pulso lo ganó Luis, y de largo. Campeón de Europa con el mejor fútbol y el mejor ambiente que se recuerda. Se la jugó y le salió bien", escribió el periodista Juanma Castaño, en septiembre de 2010; pero, para entonces, el daño ya estaba hecho. La prensa deportiva —que se lo jugó todo a cargarse a Aragonés y perdió— celebraba ahora los triunfos de la Selección de Luis con la furia del converso.

Xavi Hernández, viga maestra del nuevo estilo impuesto por Luis en la Selección, habló —en el documental Luis Aragonés: la huella de un sabio— sobre la campaña de prensa contra el seleccionador: "Luis preguntó al grupo quée debía hacer. Que si el problema era él, no tenía problema en irse”.

“Luis me dijo que no solo sufría él, también sus hijos, a los que paraban por la calle para increparles… Le vi muy jodido. El linchamiento mediático fue insoportable. Luego vino la guerra con Raúl. Lo que soportó ese hombre fue espectacular. Allá donde íbamos era: '¡Luis vete ya! ¡Estás viejo! ¡Vete al casino!'. Una falta de respeto constante".

"Nadie creía en nosotros, nadie creía en Luis, solo los jugadores", zanjó Xavi.

Fernando Torres habló en el mismo documental. "Fue una persecución absurda y terrible. Nunca he vivido algo así en mi carrera. Una cacería... No importaba la Selección. Importaba que se fuera un señor [Luis Aragonés] y su sustituto volviera a contar con los jugadores de antes", contó Torres, poniendo el dedo en la llaga de la salida de Raúl.

César Mendiondo, segundo entrenador de la Selección española en la era Luis Aragonés, cree que la clave retrospectiva del conflicto no fue tanto el abuso de la prensa como que el seleccionador aguantara el tirón.

Hablamos con Mendiondo: “Tras el Mundial 2006, Luis se planteó darle una vuelta a la Selección, una vuelta lógica: no estábamos consiguiendo resultados y la clasificación para la Eurocopa había empezado desastrosamente. Pensó que tenían que entrar unos jugadores y salir otros porque el equipo no lograba competir contra los grandes. Con Raúl no salió solo Raúl: salieron Albelda, Cañizares, Salgado, gente con galones, que Luis dio a Xavi, Iniesta, Silva, Villa, Torres. Fue un cambio radical, pero porque la clasificación iba muy mal”.

"Un entrenador sin el carácter de Luis habría sucumbido a la presión de los medios"

“Los medios empezaron a diario con el mantra de que el entrenador tenía que irse, pero Luis no nos transmitía ansiedad. Era un hombre, como le gustaba decir, con las espaldas muy anchas”.

Luis estaba curtido en mil batallas. Yo no le vi superado en ningún momento. Él tomó la decisión de sacar a Raúl y a otros jugadores, para jugar más rápido y con más posesión de balón. Fue una decisión honesta, futbolística y [como demostró el tiempo] acertada. Un entrenador sin el carácter de Luis habría sucumbido a la presión de los medios. Había que tener arrestos para sacar a todos esos jugadores de golpe y cambiar de rumbo, y Luis los tuvo”, zanja Mendiondo.

Tras la traumática derrota sueca en el primer partido sin Raúl, en octubre de 2006, el periodista José Félix Díaz disparó contra el seleccionador en una columna de Marca: "Luis tiene que irse ya... Raúl no es el culpable de nada… Un hombre de fútbol de su experiencia no debe prestarse a este linchamiento". Al margen de la pirueta retórica de echar la culpa a Luis de que la prensa le linchara, el artículo contenía una demostración interesante del poder de la Prensa (él lo puso en mayúsculas) para quitar y poner entrenadores: "La prensa… ya no veo otra solución que la del adiós del seleccionador nacional. Si Villar dice que la prensa fue la que en su día quiso a Luis, ahora también debe hacerla caso. La Selección necesita un cambio ya”.

placeholder Portada de 'Marca'.
Portada de 'Marca'.

Todos los medios hicieron el giro oportunista del odio al amor a Luis, pero lo de Marca tuvo especial mérito, pues algunos piensan que Luis llegó a la Selección gracias a ese periódico. El 22 de junio de 2004, tras quedar España eliminada de la Eurocopa, Marca tituló en portada: "España necesita un sabio", con foto de Luis Aragonés. "Aquella portada fue clave en la contratación de Luis… La Federación había decidido contratar a Benito Floro para sustituir a Iñaki Sáez. Pero Luis Aragonés era el técnico que concitaba el mayor consenso, mediático sobre todo… La unanimidad entre todos los medios provocó que Luis Aragonés fuera el elegido", escribió en su día Javier Gómez-Matallanas, exjefe de sección de Marca.

¿Qué pasa cuando la prensa tiene el poder para poner seleccionadores? Qué también tiene el poder para quitarlos (porque no ganan partidos, porque no llevan a jugadores del Real Madrid o porque la abuela fuma).

Hablamos con María José Aragonés, hija del exseleccionador nacional:

1) “Entre jugador y entrenador, mi padre estuvo muchos años en el fútbol, toda una vida. Nosotros estamos acostumbrados a las críticas de la prensa, incluso influyeron en nuestra personalidad: es positivo aceptar que no todos piensan como tú o que te puedes equivocar; pero cuando la crítica ya es personal, malintencionada... no lo llevé bien. Creo que mi padre, aún siendo como era, empezó a preocuparse por nosotros, por la familia, y, sobre todo, por sus nietos. Nos dijo que no leyéramos nada de prensa, ni escucháramos la radio o la televisión, y así lo hicimos”.

"Fue inhumano y desproporcionado. La campaña mediática que se desató contra mi padre estaba fuera de toda razón"

2) “Aunque en casa hicimos piña y ni se hablaba ni se escucha nada sobre el asunto, mis hijos preguntaban qué ocurría. Fue inhumano y desproporcionado. La campaña mediática que se desató estaba fuera de toda razón, no importaba la Selección, eso era lo de menos, lo importante era que mi padre se fuera para que volviese un jugador determinado. La prensa, y esto es lo más grave, sabía por qué ese jugador no entraba en el esquema del seleccionador; también que ese jugador no había ganado nada con la Selección, y esto no es opinión, es historia”.

3) “Mi padre te decía las verdades a la cara. Una vez me dijo: 'Nunca critiques a nadie si te ha ofendido, díselo a la cara y luego le mandas a donde te parezca'. Era así, fiel a sus convicciones, y eso no gustaba a parte de la prensa; les resultó imposible manejarle a su antojo y procedieron con una crueldad inhumana. Pese a lo que soportamos, la situación nos enseñó a sacar lo positivo, a creer en nosotros mismos, fue una lección de vida. Mi padre siempre me decía: hay que ser paciente, hay que esperar, la vida pone a cada cual en su sitio, y así fue. Por ello doy gracias a mi padre, a mi maestro, siempre le llevo en el corazón, espero que todo esto sea una lección para las siguientes generaciones”, zanja María José Aragonés.

Liderar a España en un Mundial es una profesión de riesgo. Le deseamos mucha suerte a Luis Enrique.

Dicen que a Luis Enrique no le gusta la prensa. Que no le gustaba cuando era jugador y que le gusta aún menos ahora. Quizá por eso se ha hecho streamer. Si dirigir el cártel de Medellín no parece el mejor empleo para alguien al que no le guste la cocaína, entrenar a la Selección española no parece la mejor ocupación para alguien a quien no le guste la prensa.

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