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Guillermo Amor, la enésima torpeza de un vocero del Barcelona
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Guillermo Amor, la enésima torpeza de un vocero del Barcelona

La comunicación es un mal endémico del Barcelona. La metedura de pata de Guillermo Amor con Griezmann es el último y polémico capítulo

Foto: Guillermo Amor ha metido en un lío al Barcelona. (EFE)
Guillermo Amor ha metido en un lío al Barcelona. (EFE)

Se quedó tan ancho. Delante del micrófono de Movistar largó lo que jamás debe hacer un buen portavoz. Obligados a mentir o tirar balones a la grada, Guillermo Amor metió la pata hasta el fondo al reconocer que el Barcelona había mantenido contactos directos con Griezmann. "Sí, es una posibilidad que Josep María Bartomeu haya hablado con los padres del delantero. Nuestra obligación es tener contacto con los jugadores", dijo al ser preguntado por la noticia que había desvelado 'Mundo Deportivo' sobre un contacto directo del club con la familia del jugador del Atlético de Madrid. Más de uno abrió la boca sorprendido, mientras en el club rojiblanco se expandía el malestar por todos los rincones. Decisión: denuncia del caso a la FIFA.

El Atlético de Madrid se ha sentido ninguneado por completo, despreciado, en una palabra, y ha decidido actuar a la vista del ruido provocado por las declaraciones del responsable de relaciones institucionales y deportivas del primer equipo de fútbol del Barcelona. En el interior del club rojiblanco disgustaron las palabras del ejecutivo azulgrana. Todos los clubes actúan de la misma manera, pero que Guillermo Amor mostrara tanta tranquilidad a la hora de desvelar un secreto, alteró a los que mandan en la institución catalana, tropezando en ese instante en la misma piedra que sus predecesores. La mala comunicación se ha convertido en un problema institucional para el club catalán. Eficacia es la 'capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera', justo todo lo contrario de lo que consiguió el vocero blaugrana y que puede meter en un grave problema al Barcelona por sus flirteos con Griezmann.

Foto: Griezmann en el partido liguero frente al Barcelona. (Reuters)

Robert Fernández fue durante largo tiempo el hombre que daba la cara ante la televisión de turno, pero este pasado mes de agosto dejó de hacerlo para dedicarse en exclusiva a su faceta como técnico. Pasó que Pep Segura, nombrado en verano nuevo mánager general deportivo del Barcelona, en su estreno ante un micrófono, señaló a Piqué al valorar la derrota sufrida en el Camp Nou por el Barça ante el Real Madrid en el partido de ida de la final de la Supercopa de España. "Su gol en propia meta fue determinante, decisivo, y ha condicionado el partido", manifestó con claridad, consiguiendo alborotar al vestuario en pleno.

Luis Enrique al Atlético

Cuando el Barcelona apostó por Guillermo Amor lo hizo para de una vez por todas evitar problemas de comunicación, que todos los mensajes fueran claros y, sobre todo, evitando meteduras de pata. Su perfil era idóneo, como exjugador del Barcelona, buen conocedor de la casa, y como exprofesional del fútbol que sabe de sobra todos los códigos y demás detalles que rodean un mundo tan complejo. Pero muy pronto, demasiado, ha metido la pata y de paso al Barcelona en un atolladero, uno más ante la FIFA. Y ya son demasiados en los últimos tiempos...

Las relaciones entre los dos clubes han sido satisfactorias siempre. Posiblemente, unidos por la rivalidad con el Real Madrid. Prueba de ello, de la buena sintonía entre Atlético de Madrid y Barcelona, fue un episodio que sucedió durante el primer semestre de 2011, cuando Gil Marín buscaba entrenador que sustituyera a Quique Sánchez Flores. Telefoneó a Sandro Rosell, entonces presidente azulgrana, para saber si podía contactar con Luis Enrique, técnico del Barcelona B en aquella época. El consejero delegado rojiblanco tuvo vía libre para hablar con el estratega, que finalmente no aceptó la oferta para reemplazar al ahora técnico del Espanyol.

placeholder La mala comunicación, un problema que no ha resuelto Josep María Bartomeu. (EFE)
La mala comunicación, un problema que no ha resuelto Josep María Bartomeu. (EFE)

"Protocolizarlo"

El problema de la comunicación parece endémico, se arrastra desde la época de Sandro Rosell, que en cuatro años llegó a tener otros tantos directores de comunicación. Cada uno de un perfil diferente, ninguno supo afianzarse en el cargo. Ahora, con Bartomeu, el club continúa teniendo el mismo problema. Se pudo apreciar este pasado verano a vueltas con la renovación de Messi. El presidente dijo en julio que ya estaba firmado, y días después Albert Soler, entonces responsable de deportes profesionales del club, reconoció que al asunto solo le faltaba "protocolizarlo". En una palabra, que el jugador no había rubricado el documento, cosa que hizo tiempo después.

No solo a nivel institucional se ha alargado en el tiempo el problema, sucede lo mismo con todo lo que afecta a la primera plantilla. La fractura entre los jugadores y la zona ejecutiva es absoluta, los que juegan no se fían de los que visten con corbata. Más de una vez, la prensa que acude al Camp Nou se ha quejado porque ningún futbolista se ha parado en la zona mixta para valorar el partido en cuestión. En este ámbito no hay nada que hacer, los futbolistas van a lo suyo y en los últimos años ninguna persona ha sido capaz de cambiar este escenario.

Se quedó tan ancho. Delante del micrófono de Movistar largó lo que jamás debe hacer un buen portavoz. Obligados a mentir o tirar balones a la grada, Guillermo Amor metió la pata hasta el fondo al reconocer que el Barcelona había mantenido contactos directos con Griezmann. "Sí, es una posibilidad que Josep María Bartomeu haya hablado con los padres del delantero. Nuestra obligación es tener contacto con los jugadores", dijo al ser preguntado por la noticia que había desvelado 'Mundo Deportivo' sobre un contacto directo del club con la familia del jugador del Atlético de Madrid. Más de uno abrió la boca sorprendido, mientras en el club rojiblanco se expandía el malestar por todos los rincones. Decisión: denuncia del caso a la FIFA.

Antoine Griezmann Josep Maria Bartomeu
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