Es noticia
A Málaga le está costando caro ser 'capital tecnológica': "Los precios ahora son demenciales"
  1. Tecnología
"LOS PRECIOS NO SON ALTOS, SON RIDÍCULOS"

A Málaga le está costando caro ser 'capital tecnológica': "Los precios ahora son demenciales"

La ciudad lleva años intentando atraer todo tipo de tecnológicas para superar su imagen de sol y playa. El efecto llamada de trabajadores cualificados, unido a la excesiva turistificación, está en realidad ahuyentando a mucha gente

Foto: Una panorámica de la ciudad de Málaga. (EFE/Jorge Zapata)
Una panorámica de la ciudad de Málaga. (EFE/Jorge Zapata)

"No soy una hucha llena de billetes. Se creen que somos ricos, y claro que se cobra bien en tecnología, pero si venimos aquí para reducir gastos y al final pagamos lo mismo, ¿qué sentido tiene?", responde Ivo cuando le preguntan por su aterrizaje en Málaga. Este diseñador de producto llegó con su pareja desde Madrid hace algo menos de medio año, cuando ella recibió "una de esas ofertas que no se pueden rechazar" para trabajar como desarrolladora. Por supuesto, también estuvieron atraídos por toda esa aura de capital tecnológica que trata de agitar la ciudad andaluza, una estrategia para que su imagen brille más allá del gancho de sol y playa.

La ciudad lanzó el guante, pero muchos lo recogieron. Entre ellos, Google. Los de Mountain View pusieron un pie en aquel lugar ya hace más de una década con la compra de la firma malagueña VirusTotal y, a finales de este año, inaugurarán su centro de excelencia de ciberseguridad, un complejo construido en un viejo recinto militar. Multinacionales como NTT Data, Oracle, Hitachi o Vodafone, por citar solo algunas, también escogieron la urbe andaluza como segunda residencia, levantando sedes para albergar equipos de investigación o desarrollo de software. A todo ello hay que sumar las startups locales, como Freepik o BeSoccer, que han ido ganando peso y relevancia internacional sin moverse de su lugar de origen.

Sin embargo, ese aluvión de tecnológicas sobre la ciudad también tiene su cara B, y el caso de Ivo lo ilustra a la perfección. Cuando tuvo que buscar un piso, empezó a ver las costuras del proyecto: el precio de la vivienda se había disparado. Detrás de esas subidas se esconde un cóctel que ya han experimentado otras ciudades, desde San Francisco a Barcelona. El efecto llamada de trabajadores cualificados, unido a la excesiva turistificación, donde el efecto Airbnb es la punta de lanza del fenómeno, está convirtiendo el nuevo Silicon Valley español en un lugar cada vez más inhóspito para vivir.

Foto: Personas sin hogar en el distrito de Tenderloin, San Francisco. (Getty/Anadolu Agency/Tayfun Coskun)

Los últimos datos oficiales sobre los precios de la vivienda —tanto para alquiler como compra— son de 2020, y ya entonces se vislumbraba una subida que, en algunos distritos, estaba por encima del 50% en los últimos cinco años. Es algo que se ha recrudecido aún más. Según Idealista, el precio del metro cuadrado en la ciudad es de 2.440 euros, un 9,1% más que el año anterior y casi un 30% más que en 2018. De hecho, ya ha superado el pico de la anterior burbuja inmobiliaria, cuando llegó a rozar los 2.200 euros, aunque lo cierto es que es el lado más agresivo de este proceso.

"Málaga se ha convertido en un destino de inversión en vivienda para promotores de toda España, Europa y alguno de América Latina. Esta vez no está tan destinada a la compraventa como en 2008, sino que es una burbuja de alquiler", explica Ricardo Urrestarazu, profesor de Economía de la Universidad de Málaga. De hecho, cuando se mira a los datos de ese mercado, la situación es más drástica: los precios han subido un 21,4% respecto al pasado año y un 33% respecto a 2018, pero casi el doble que hace 10 años. Son unos precios muy similares a los que tenía Madrid en 2016, donde el metro cuadrado ya asciende a 3.979 euros en venta y 16,6 en alquiler. Pero esta historia hay que contarla por partes.

Precios altos y rentas bajas

"Ya nos habían advertido de que encontrar piso era un infierno, porque los pisos volaban... Pero cuando vimos los precios en Idealista, era demencial", apunta Ivo, el diseñador que hablaba al comienzo de este reportaje. La solución llegó a través de un conocido y, aun con esas, no era precisamente la panacea. "Nos pedían 950 euros por un piso bastante viejo en un barrio lleno de VPO de la época de Franco. Aquí no es raro ver que alquilan la casa de la abuela con muebles de los años 70 por 1.300 euros", cuenta, recordando que pagar cerca de 2.000 euros el primer mes entre conceptos como fianza o señal.

Encima, había trampa. "Nos dijeron que sus padres iban a pasar ahí el verano, así que te hacen un contrato temporal... En realidad, lo querían para turistas en temporada alta, porque en esos meses pueden sacar hasta 8.000 euros", dice. Pese a que pueda parecer un caso particular, lo cierto es que la excusa de que se necesita liberar el piso porque supuestamente llega un familiar se repite cuando se pregunta a otros vecinos.

La ley no escrita del gasto en vivienda es que no debe superar el 30% de los ingresos mensuales de una familia, algo que otro informe de Idealista califica como "alquiler razonable". "En la capital de la Costa del Sol, solo un 14% de los pisos de dos habitaciones son económicamente aptos para una familia con ingresos medios de la ciudad: el precio razonable de un alquiler se sitúa en 755 euros mensuales, mientras que el precio de mercado de un piso de dos dormitorios en la ciudad alcanza los 905 euros", explican.

No son los únicos que han resaltado esta cuestión en el sector privado. El estudio Relación de salarios y el alquiler de vivienda, elaborado por Fotocasa e InfoJobs —ambas con la misma matriz—, explicaba que Málaga era la provincia donde más se ha encarecido el precio de la vivienda en el último año, mientras que los salarios apenas han subido un 0,8%. Los datos oficiales —de nuevo, menos actualizados— apuntaban ya en esa misma dirección hace un par de años.

El pasado verano, Francisco de la Torre, alcalde de la ciudad desde el año 2000, relacionó los problemas para encontrar vivienda con la falta de formación de los malagueños, algo que haría "estar en dificultades de encontrar unos sueldos dignos para poder estar en el nivel de consumo aceptable".

"Málaga, al atraer gente de fuera con talento y que las empresas tecnológicas pagan salarios algo superiores a los que tenemos el promedio de los malagueños, puede crear una tensión en el mercado de la vivienda y tenemos que procurar que haya suelo nuestro abundante", dijo entonces, en respuesta a uno de los numerosos estudios del Observatorio de Medio Ambiente (OMAU) que alertaban sobre la subida de precios. Este periódico ha contactado con el Ayuntamiento como con este organismo, sin haber recibido respuesta en el momento en el que se publica este reportaje.

¿Están los trabajadores 'tech' subiendo los precios?

Según el parque tecnológico de la ciudad, en Málaga trabajan más de 22.000 personas —entre ellas, más de 600 empleados de Oracle—, aunque está a unos 15 kilómetros del centro y muchos optan por vivir en algún municipio cercano. Pero, claro, no todas las empresas del sector están allí. Vodafone, por su parte, ya tiene 300 asalariados en la ciudad, aunque esperan duplicar en los próximos años. Google apenas cuenta con medio centenar, aunque la nueva apertura mencionada aumentará esa cifra. En cuanto a las startups más potentes, como Freepik o BeSoccer, dan trabajo a unas 600 y 300 personas, respectivamente.

A día de hoy es imposible cuantificar cuántos empleados del sector han llegado en los últimos años. Ocurre lo mismo con los llamados nómadas digitales, otro de los caladeros donde quiere pescar la ciudad, con buenas conexiones por tren y avión, además del clima o la playa. Sin embargo, según Nomadlist, la ciudad cuenta con una valoración de 2,99 (sobre 5) para trabajar en remoto desde allí, algo que hace que esté en el puesto 495 del ranking de ciudades. Ahí también se indican algunos precios sobre el coste de la vida para estos perfiles, que se cifra en 3.356 dólares al mes, o el precio medio de un alquiler mensual de un apartamento de Airbnb es de 2.967 dólares, frente a los 2.473 de un hotel.

Foto: Las viviendas privadas solo son distinguibles, en muchos casos, por la garita de seguridad. (M. McLoughlin)

"No hay datos reales o no se quiere que los haya sobre la llegada de estos perfiles. Solo hay un marco que se proyecta nacional e internacionalmente y que, además, se fomenta y paga con dinero público", critica por su parte Fernando Ramos, arquitecto urbanista afincado en la ciudad, que también se pregunta "cuántos trabajadores con altos salarios tendrían que venir para que su impacto se note en una ciudad con medio millón de habitantes". De cualquier modo, cuestiona que "una economía pueda ser capaz de duplicar los salarios de la población local en cinco años", en referencia al déficit de formación señalado por el alcalde.

"¿Hay más puestos de trabajo? Por supuesto, pero esto no es el Distrito 22@ de Barcelona aunque tengamos un parque tecnológico con varias empresas", considera Urrestarazu. Eso no quita que los compradores de vivienda en Málaga tengan en mente las rentas que pueden pagar los trabajadores del sector tecnológico. "Se están concentrando en comprar en la zona este y pegada al mar, como El Limonar, El Palo o Rincón de la Victoria, pero también en nuevas barriadas como Teatinos o La Térmica", continúa este profesor, que recalca que los pequeños inversores locales estén ya mirando a los pueblos limítrofes del área metropolitana, donde "cada vez se va más gente a vivir allí porque no puede permitirse vivir en Málaga".

placeholder Los vecinos lo tienen claro: este edificio del centro también acabará en Airbnb. (M. E.)
Los vecinos lo tienen claro: este edificio del centro también acabará en Airbnb. (M. E.)

"Me quise venir a trabajar a Málaga por cuestiones como el clima, pero también atraído por todo el tema tecnológico", relata Manuel Gil, director de BlueCaribu, una startup enfocada al marketing y estrategias digitales. "Yo de nómada digital tengo poco, porque tengo una hija que va al colegio de lunes a viernes, pero trabajo en remoto desde aquí y luego viajo bastante", apunta este empresario, que ha acabado alquilando una casa en Fuengirola después de ver lo que se cocía por la capital.

"Tenemos un salario un poco por encima de la media y, aunque habíamos estudiado el mercado antes de venir, creíamos que iba a ser más fácil. La oferta para estar una larga temporada era escasa y cara. Fue muy frustrante. Se podía contar con los dedos de una mano lo que aparecía, y todo con prácticas muy agresivas: un año por adelantado, un montón de papeleo incluso antes de enseñarte el piso... Hasta nos planteamos comprar en vez de alquilar, pero al final encontramos esto", relata.

Susana García Bujalance, profesora de Urbanismo en la Universidad de Málaga, considera que un factor que ayuda a explicar esta situación está en el hecho de que la Administración "es extremadamente lenta para el desarrollo de nuevas viviendas, y eso hace que puedan aguantar ese tiempo los grandes promotores, que toman las decisiones desde fuera de la ciudad". "Esas grandes promotoras venden generalmente a clientes que no son de aquí y que tienen una renta mucho más alta", indica. Sin embargo, la razón por la que muchos ya ni se plantean vivir en el centro ni siquiera está en los precios.

El efecto Airbnb en el centro de Málaga

Cuando uno pasea por las calles del centro de Málaga, la estampa se acerca más a la de un lugar como Benidorm que a la de San Francisco, donde sí está claro que la llegada de trabajadores con salarios altos fue más determinante para disparar los precios e impulsó una gentrificación agresiva. Esa referencia es la que también ha provocado tensiones en ciudades europeas que buscan atraer a nómadas digitales, como es el caso de Lisboa. "Los nómadas digitales sois repugnantes", decía una pintada reciente en la capital lusa, que se acabó viralizando en redes sociales. "El nómada digital es un turista, porque se comporta como tal. Está unos meses y va rotando de ciudad en ciudad, suele alojarse en viviendas de uso turístico y no tiene trascendencia en el tejido productivo local", remarca Urrestarazu.

Ivo, el diseñador que aparece al inicio de este reportaje, acabó encontrando un piso en el centro casi al mismo precio que tenía el anterior, en una zona más alejada. "El piso estaba muy bien, recién reformado y con buena localización. El precio era de 870 euros, así que ni nos los pensamos. Lo que nadie nos había dicho es que el centro es insufrible. Llevo sin dormir dos meses", lamenta. "Debajo de mi dormitorio tengo un kebab que solo abre de noche, hasta las tantas, aunque sean días de diario. Anoche [un lunes] estuve escuchando lo que contaban holandeses, suecos, alemanes...", dice.

"Además de eliminar vivienda del parque, Airbnb cambia el uso del suelo en las ciudades, haciendo que zonas residenciales pasen a ser turísticas, pero sin que se toque el Plan General de Ordenación Urbana. Eso genera una defunción para los vecinos, porque el turismo necesita de una serie de dotaciones, como comercios o movilidad, que son muy distintas", desarrolla García Bujalance por su parte, que enfatiza que "ha habido una transformación tan rápida que no ha dado tiempo a asimilarla".

Solo hace falta echar un ojo a los comercios que plagan el centro para apreciar los cambios en el centro de la ciudad. Ahí está el caso de la plaza de la Constitución de Málaga, que había sido la casa del Café Central, uno de los más emblemáticos de la ciudad, durante un siglo. Ese local ya no existe y, en su lugar, hay un pub irlandés que, a media mañana, está lleno de turistas bebiendo pintas mientras las televisiones emiten, en diferido, un partido entre el Fenerbahce y el Dinamo de Kiev.

placeholder Este pub irlandés está en el local que acogió al Café Central durante un siglo. (M. E.)
Este pub irlandés está en el local que acogió al Café Central durante un siglo. (M. E.)

A medianoche, en las inmediaciones de la calle Larios, los restaurantes hace tiempo que dejaron de servir cenas en sus terrazas, ahora llenas de copas. Pese a ser un día de diario y principios de junio, es difícil ver una mesa libre. Por allí también está el Museo del Videojuego, abierto hace unos meses, que sigue teniendo sus neones azules encendidos y las puertas abiertas hasta la 1, ya que además de las exposiciones, también sirve de acceso a un bar que hay en su azotea. Es uno de los muchos que han llegado en los últimos años a la ciudad, donde ya se habla de museificación. "La cultura que promueven no tiene arraigo social con la cultura local, como ya pasó con el Guggenheim. Lo que interesa no es la cultura, sino el turismo cultural", lamenta Ramos, que critica que "se promueve el comercio que interesa al turista".

Estas dinámicas hacen que la gran mayoría del empleo que se crea tenga poco que ver con la tecnología. "Cuando una ciudad se convierte en turística se necesitan puestos de trabajos como camareros, cocineros, dependientes de comercios... Son puestos donde los sueldos no son altos ni las condiciones suelen ser las mejores, por lo que tiran de inmigración tanto nacional como latinoamericana", recuerda el economista Urrestarazu.

placeholder Una de las ofertas que se pueden ver en la calle Carreterías, una de las más afectadas por la subida de la vivienda. (M. E.)
Una de las ofertas que se pueden ver en la calle Carreterías, una de las más afectadas por la subida de la vivienda. (M. E.)

Otro de los puntos más calientes de la ciudad está en la calle Carreterías, paradigma de todas estas transformaciones. Hace unos días, el regional Diario Sur recalcaba que, según los datos del INE, era "el distrito donde más se ha encarecido el alquiler de toda España". "Siempre fue una calle que separaba el centro y con poca actividad comercial, donde los negocios eran más locales", dice Alejandro, propietario de un piso cercano, mientras pasea señalando cómo esta calle está a medio camino entre la gentrificación y la turistificación.

Allí hay tanto sitios de comida rápida como de copas, además de cafeterías cuquis donde la clientela va con su portátil, locales de lavandería o lockers, esos establecimientos llenos de taquillas para dejar pertenencias. La calle de Alejandro, como muchas otras de la zona, ha sido reformada para mejorar la accesibilidad con dinero procedente de fondos FEDER. ¿El problema? Eso ha servido para abonar (aún más) el terreno para el turismo, algo que hace los apartamentos turísticos ya ganan a la vivienda residencial en algunos tramos. "Arreglaron toda la calle sin un plan de cómo iba a afectarnos. Antes era todo coches. Lo que tampoco queda es población, porque están echando a todo el mundo", lamenta este vecino.

placeholder Alejando señala un edificio rehabilitado para convertirse en apartamentos turísticos. (M. E.)
Alejando señala un edificio rehabilitado para convertirse en apartamentos turísticos. (M. E.)

"La huida ya ha empezado"

"No es que no quiera irme, es que no consigo nada. No puedo pagar 800 euros al mes", dice Sandra, que vino de Perú en 2020 con sus tres hijos y que ya planea abandonar Málaga. "Los precios de la vivienda no paran de subir y no sé hasta dónde van a llegar. Yo ya me he ido a Benalmádena, que es donde encontré un piso medio decente por poco dinero, porque mis amigos de Málaga siguen viviendo con los padres", dice Jesús, que había estado viviendo en la ciudad durante algo más de una década e ironiza con que hay mucho "piso recomendado para profesores, funcionarios y estudiantes". "En junio te quieren fuera", espeta.

Foto: La crisis de los intermediarios empieza cuando se levantan sus alfombras. (Foto: Sergio Beleña)

"Nosotros estamos ya hablando de movernos, aunque el trabajo de mi pareja es presencial y eso complica todo, además de que dejamos nuestra vida anterior por esto. Esperamos que saliendo del centro pueda mejorar un poco nuestra situación. Hemos pasado de pensar en comprar una casa a valorar irnos en apenas dos meses", reconoce por su parte Ivo.

Es algo que le ha pasado hasta a quienes, sin tener relación con la tecnología, se vieron atraídos por la ciudad. Rebeca y Carlos, una pareja al borde de la treintena, se cansaron de Madrid hace poco más de un año y quisieron quiso probar suerte allí. "Estábamos hartos de la calidad de vida y los precios, especialmente de la vivienda", cuentan. Cuando llegaron, vieron que la situación no era tan idílica como pensaban, pero se ha ido recrudeciendo. "Todo ha ido subiendo y ya los precios son muy similares a los de Madrid, aunque la calidad y el tamaño de los pisos es todavía algo mejor", explican.

"Esto acabará explotando, porque es su propia naturaleza, y caerá de golpe, porque los precios ya están por encima de los anteriores a 2008", apunta por su parte Ramos, que sentencia: "En Málaga, los precios no son altos, son ridículos".

"No soy una hucha llena de billetes. Se creen que somos ricos, y claro que se cobra bien en tecnología, pero si venimos aquí para reducir gastos y al final pagamos lo mismo, ¿qué sentido tiene?", responde Ivo cuando le preguntan por su aterrizaje en Málaga. Este diseñador de producto llegó con su pareja desde Madrid hace algo menos de medio año, cuando ella recibió "una de esas ofertas que no se pueden rechazar" para trabajar como desarrolladora. Por supuesto, también estuvieron atraídos por toda esa aura de capital tecnológica que trata de agitar la ciudad andaluza, una estrategia para que su imagen brille más allá del gancho de sol y playa.

Internet Málaga Innovación Vivienda Noticias de Andalucía
El redactor recomienda