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Interrumpimos la crisis de los 'pellets' para dar paso a la publicidad electoral: no se retiren
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UNA CATÁSTROFE EN DIFERIDO

Interrumpimos la crisis de los 'pellets' para dar paso a la publicidad electoral: no se retiren

El vertido de microplásticos en la costa gallega que se produjo a principios de diciembre se ha reactivado, tras casi un mes en estado latente, con las elecciones del 18-F. El asunto no parece serio, pero es grave

Foto: 'Pellets' amontonados en las rocas de la ría de Muros-Noia. (Ecologistas en Acción)
'Pellets' amontonados en las rocas de la ría de Muros-Noia. (Ecologistas en Acción)

La primera noticia apareció en La Voz de Galicia el pasado 13 de diciembre: "Un misterioso cargamento de sacos deja un rastro blanco en la playa de Balieiros, en Corrubedo". En apenas dos días, Rodrigo Fresco, vecino de Corrubedo, encontró las primeras bolsas de bolitas de plástico y las arrastró a una zona apartada para que el mar no se las tragara de nuevo.

En las siguientes horas, estos pellets dejaron de resultar misteriosos y comenzaron a aparecer en otros puntos de la costa cercanos a Ribeira. María José Arceo, una artista gallega residente en Londres especializada en crear esculturas con el plástico encontrado en las playas, fue advertida de que varios sacos habían sido encontrados en la playa coruñesa de Espiñeirido, a unos cuatro kilómetros al norte.

Aquel 14 de diciembre, los operarios municipales de Ribeira se unieron a Fresco y otro vecino para recoger entre aquella playa y el faro de Corrubedo. Aún faltaban por aparecer otros 1.000 sacos y varios candidatos a presidente de la Xunta. Esta semana, tanto el popular Alfonso Rueda, favorito para revalidar la mayoría absoluta, como el socialista José Ramón Gómez Besteiro o Ana Pontón, del BNG, desfilaron por las dunas.

Ha transcurrido prácticamente un mes y la situación ha pasado de un incidente puntual a la peor catástrofe medioambiental en Galicia de las últimas dos décadas. Lo más llamativo es que no ha sido in crescendo. La crisis de los pellets empezó siendo un pequeño breve en las páginas comarcales, desapareció durante tres semanas y volvió a principios de enero convertida en tema de portada de todos los medios de comunicación y telediarios nacionales.

placeholder Oleaje ante las torres del Santuario Virxe da Barca, en A Costa da Morte. (EFE/Brais Lorenzo)
Oleaje ante las torres del Santuario Virxe da Barca, en A Costa da Morte. (EFE/Brais Lorenzo)

El contenedor había caído al mar la noche del 8 de diciembre a más de 180 kilómetros al suroeste del faro de Corrubedo, frente a las costas de Viana do Castelo, en Portugal. La Dirección General de Recursos Naturales, Seguridad y Servicios Marítimos del país vecino emitió un informe a las 4:45 alertando tanto a España como a la Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA) del vertido.

El contenedor siniestrado llevaba, según la naviera, unas 26 toneladas de pellets —cada saco pesa 25 kilogramos—, pero no se sabe si todos han escapado a su fatal desenlace: el hundimiento. Los pellets son, en realidad, perlas de tereftalato de polietileno (PET), el mismo tipo de plástico que se usa para las botellas de refresco. Al ser menos densos que el agua, acaban arrastrados por las olas en dirección a las playas.

"Tengo 50 años y desde pequeño me acuerdo de ver pellets en las playas, pero, claro, no en estas cantidades", dice el zoólogo Manoel Santos, natural de la zona donde aparecieron los primeros sacos cuatro días después del accidente. Santos, quien ejerce de coordinador de Greenpeace en la comunidad, no resta ni un ápice de gravedad a la crisis, pero matiza: "En esta época hay muchos temporales y tuvimos la mala suerte de que un barco perdió cinco, a ver, se pierden de media 1.500 contenedores al año, yo en esta zona recuerdo hace años que aparecían hasta los propios contenedores flotando en la playa".

Cuando los ecologistas aportan contexto y los políticos ponen el grito en el cielo, algo chungo está pasando.

Ese algo son las elecciones gallegas. Cuando el 21 de diciembre Alfonso Rueda convocó una rueda de prensa para anunciar el adelanto de las autonómicas al próximo 18 de febrero, los pellets llevaban casi dos semanas en el mar, pero todo el mundo se había olvidado de ellos.

placeholder El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, visita la playa de Barrañán, una de las afectadas por el vertido de microplásticos en Galicia. (EFE/David Cabezón)
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, visita la playa de Barrañán, una de las afectadas por el vertido de microplásticos en Galicia. (EFE/David Cabezón)

Santi, profesor en una escuela cercana a Noia y aficionado a la navegación, salió en barco esos días de Navidad por la ría de Muros y Noia. "No vi absolutamente nada raro", recuerda, aunque añade que en el mar es prácticamente imposible divisar uno de estos pellets. Tampoco vio sacos, pero no quiere decir que no los hubiera.

Él se echó a la mar desde la parte sur del estuario, a unos 20 kilómetros al norte de Corrubedo. "En la orilla norte, por Muros y todo eso, sí que me han dicho que han visto sacos". La clave en todo esto es la llamada contracorriente costera de Portugal, más comúnmente conocida como corriente de Navidad. Este flujo de agua transporta agua cálida desde el sur hasta el norte paralela a la península Ibérica y gira a la derecha al llegar a las rías para encaminarse hacia el Cantábrico. Por eso, es precisamente ahora cuando están apareciendo pellets en las playas asturianas y cántabras.

Por eso también, nadie en Portugal ha oído hablar de esta crisis ecológica, pese a que el accidente tuvo lugar en sus aguas. "Hasta ahora, los periódicos dicen que aquí no se ha encontrado nada", explicaba a este periódico Sofia Rodrigues, periodista en Divergente.

A día de hoy, solo se tiene constancia de un municipio donde hayan aparecido: Caminha, situado junto a la desembocadura del Miño, en la frontera hispanolusa. En sus alrededores fue encontrada la friolera de 150 de estas bolinhas de plastico a lo largo de 20 kilómetros de costa.

El comandante local de la Policía Marítima de Viana do Castelo añadió que muchas de estas bolas estaban ya descoloridas, lo que indicaba que ya llevaban bastante tiempo en la playa. En el lugar donde el barco perdió el contenedor, nadie parece inquieto por los pellets.

Al otro lado de la frontera, sin embargo, la tensión va en aumento. Después de que Asturias y Cantabria elevaran hace tres días la alerta por contaminación marítima al nivel 2, Galicia hizo lo propio. Desde Madrid, la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica activó el pasado día 7 el seguimiento de lo que pasaba en Galicia. Todo está resultando en un circo de declaraciones entrecruzadas cuyo último episodio —a fecha de entrega de este texto— es que la Xunta había solicitado a Ribera un avión, dos helicópteros, 11 barcos y un vehículo submarino para afrontar una crisis que existía hace dos semanas, pero de la que nadie hablaba.

En algunas playas asturianas, donde se ha enviado a operarios a recoger los pellets que llegaban con cada marea, se ha reconocido que apenas habían sido capaces de recoger unos pocos "cientos de gramos" de plástico.

placeholder Un operario recoge 'pellets' de plástico este jueves en la playa de Vega, Asturias. (EFE/Paco Paredes)
Un operario recoge 'pellets' de plástico este jueves en la playa de Vega, Asturias. (EFE/Paco Paredes)

Euskadi ha sido más coherente y ha decidido no aumentar este nivel de alerta —que les permitiría solicitar ayuda a Madrid para las labores de limpieza— al nivel de sus vecinas. Primero, porque no esperan una llegada masiva de pellets, y segundo, porque no pueden saber si estos proceden o no del Toconao: el consejero Josu Erkoreka dijo esta semana que los plásticos encontrados en las playas vascas estos días parecen descoloridos y desgastados, por lo que podrían llevar ahí meses o años. No en vano, la comunidad sufrió hace justo un año otra descarga de pellets, esta vez procedentes de Francia, que pasó totalmente desapercibida.

En Galicia, parte de la oposición, al menos, se ha expresado con honestidad y candidez respecto a sus intenciones con todo esto. "Puede servir como impulso para activar el voto", declaraban desde Sumar a El Periódico de España esta semana. Pero la denuncia contra el Ejecutivo autonómico por los 21 días de inacción contrastaba también con el silencio desde la oposición durante todo este tiempo. Solo una vez terminada la Navidad, parece haberse reactivado la alarma por la catástrofe de los pellets.

El otro factor clave son los medios de comunicación. Santi recuerda cómo hace unos días "unos voluntarios iban a hacer labores de limpieza en la playa de Area Maior, pero alguien dijo que no se empezara hasta que no llegaran las televisiones". Este tipo de maniobras, sin embargo, ayuda a promover la participación ciudadana en una sociedad como la gallega, siempre volcada en cuidar lo que llaman o noso mar.

No es el Prestige, pero es grave

Las comparaciones con el vertido de petróleo de noviembre de 2002 han sido inevitables. Ver una playa cubierta de pequeñas bolitas aquí y allá no tiene la fuerza audiovisual del chapapote ni sus consecuencias medioambientales, pero esto no quiere decir que sean inocuas. En absoluto. Por ello, se ha tildado a estos pellets de "la mayor crisis de contaminación de la que usted nunca ha oído hablar".

Muchas de las fotos que han circulado estos días por redes sociales, mostrando por ejemplo a un pez con la boca llena de bolitas de plástico, pertenecen al vertido del barco X-Press Pearl en Sri Lanka, mayo de 2021. Hasta la fecha, la mayor tragedia medioambiental en golpear el país insular asiático: además de 348 toneladas de fueloil y diversos productos químicos como sosa cáustica, ácido nítrico o fertilizante, el incendio del buque liberó al océano 1.680 toneladas de pellets, que al final provocaron un daño mayor a la naturaleza que todos los demás componentes del vertido.

placeholder Un hombre muestra un pez muerto cuya boca ha aparecido llena de residuos plásticos tras el incendio en un barco que transportaba productos químicos en la costa de Sri Lanka. (EFE/Chamila Karunarathne)
Un hombre muestra un pez muerto cuya boca ha aparecido llena de residuos plásticos tras el incendio en un barco que transportaba productos químicos en la costa de Sri Lanka. (EFE/Chamila Karunarathne)

A bastante distancia, pero igualmente graves, se sitúan otros accidentes con pellets como el de 2012, cuando se fueron al mar 150 toneladas en Hong Kong. El de Galicia, con 26 toneladas, podría ser el peor de la historia de Europa, pero es difícil estar seguro. Desde luego, está por delante de las ocho toneladas que cayeron en Côte d'Opale (Francia) en 2016 o las 13 que se perdieron en el mar del Norte, unos 500 millones de lentejas de plástico que acabaron llegando a Dinamarca, Suecia y Noruega en 2020.

Sin embargo, estos derrames, por llamativos que sean, solo suponen una pequeña parte de un problema que la Unión Europea cifra entre 52.000 y 184.000 toneladas al año a lo largo de toda la cadena de producción. En otros lugares, la liberación de pellets al mar no depende de un accidente, sino que ocurre por sistema. Es el ejemplo de Tarragona, donde las organizaciones ecologistas llevan años denunciando el vertido de microplásticos al Mediterráneo sin que las autoridades locales, autonómicas o nacionales hayan elevado el nivel de alerta, como sí ha ocurrido ahora en Galicia, Asturias y Cantabria.

Momentos de sobreactuación

Las fuentes consultadas indican que este próximo fin de semana, la Aemet advierte de que las condiciones del mar serán óptimas para que un gran aluvión de bolitas acabe en las playas, arrastradas por el temporal. Pero los designios del Atlántico no son la única razón de que haya habido muchos más avistamientos de pellets en los últimos días que en las tres semanas que sucedieron al vertido.

La gran diferencia es que ahora se están buscando.

Jordi Oliva Farriols, un surfero que un día se dio cuenta del problema de los pellets en Tarragona y ha dedicado sus últimos seis años de vida a concienciar a todo el mundo sobre esto, se ha pasado toda la semana atendiendo a medios de comunicación que ahora, de repente, llaman a su puerta. "Ahora me persiguen ellos a mí", me explica. Lleva al teléfono desde las seis de la mañana. "Nunca habíamos visto nada a este nivel", reconoce, "es una desgracia, pero esperamos que tenga una vertiente positiva, en el sentido de mantener esto en la agenda política y poner presión a lo que pasa en Tarragona".

Foto: Voluntarios recogen 'pellets' de plástico en la playa de La Pineda en una de las iniciativas impulsadas por Good Karma. (Anna Lofi)

Allí padecen desde hace años un vertido continuo de pellets procedentes de la industria petroquímica, es un Toconao perdiendo contenedores a diario, pero nunca nadie solicitó invocar un nivel mayor de alerta. "Siempre ha pasado bastante desapercibido", reconoce Oliva. Ahora, aprovechando la coyuntura, la Generalitat ha anunciado la apertura de unos expedientes contra 13 empresas, en respuesta a un requerimiento de responsabilidad ambiental presentado por Good Karma, la ONG fundada por Oliva y la que más tiempo lleva denunciando este asunto.

Las empresas pretendían escurrir el bulto. "Habían montado una plataforma Cero Pellets", explica Oliva, "pero fueron muy criticadas porque no nos incluyeron a nosotros o al Ayuntamiento de Vilaseca; tampoco había ningún objetivo claro, un presupuesto o una guía de acciones por su parte". Ahora, la polvareda levantada en Galicia ha obligado al Ejecutivo de Pere Aragonès a mover ficha.

Al igual que sucedió durante algunos momentos de la pandemia, en que las comunidades autónomas peleaban por ver quién aprobaba más normas independientemente de su situación epidemiológica, estos días todo el mundo quiere ser el que más luche contra los pellets que llevan un mes circulando. Para sacudirse las acusaciones de inacción, la Xunta decide tomar la iniciativa e insta al Gobierno central "a que actúe lo antes posible y ponga sus medios marítimos a rastrear la costa gallega para recoger los sacos de pellets perdidos por el mercante", y cita la recuperación de dos sacos en O' Grove y Camariñas para constatar "que es posible y factible realizar esta operación".

placeholder Varios voluntarios recogen 'pellets' en la playa de Panxón, el 11 de enero, en Pontevedra. (Europa Press/Javier Vázquez)
Varios voluntarios recogen 'pellets' en la playa de Panxón, el 11 de enero, en Pontevedra. (Europa Press/Javier Vázquez)

Nadie cree, en realidad, que eso sirva de nada. "El tema de pescarlos en el mar es técnicamente inviable", dice Oliva, quien puede presumir de haber librado al medio ambiente de cientos de miles de pellets. Su organización llegó a recoger 1.800.000 de la playa de la Pineda —una de las más afectadas de Europa— en menos de dos horas. "Detectar los sacos se puede hacer con tecnologías de dron, pero es que ya las superficies son tan amplias que es muy complicado. La única medida para mitigar esto es el voluntariado que está recogiendo, pero es una tarea muy laboriosa que requiere mucha mano de obra".

No hay bala de plata contra esta pesadilla. "Cuando el Prestige, el chapapote se iba aglutinando y formaba grandes manchas, pero los pellets se han dispersado en la columna de agua, hasta que lleguen a la costa van a ser imposibles de coger", dice Santos, el coordinador de Greenpeace. "Al final, supongo que se recogerá una mínima parte de lo vertido, como ocurre a nivel global".

Además, hay otro factor. En zonas como Corrubedo o en playas catalogadas de parque natural, no puedes pasar un tractor con una malla que recoja las bolitas, porque se acabarían retirando elementos de materia orgánica o dañando las dunas. "Aunque dediquemos todo este mes a limpiar, nada nos garantiza que pasado mañana vuelva a suceder exactamente lo mismo", dice Oliva.

"Aunque dediquemos todo este mes a limpiar, nada nos garantiza que pasado mañana vuelva a suceder exactamente lo mismo"

"Probablemente, en lo que tendríamos que reflexionar es en que estos planes de contingencia por contaminación marítima accidental probablemente deberían estar disociados de las decisiones políticas", indica Santos. "Se deberían activar por criterios técnicos y científicos, no políticos, no debe ser un presidente de la Xunta el que diga voy a activar el Camgal o no, es que no debería tener ni competencias para eso".

Por último, hay otro motivo por el cual no es aconsejable ir a pescar sacos a alta mar: son bastante frágiles. "Lo ideal sería que los sacos nos llegaran enteros a las playas, pero se rompen con mucha facilidad", explica Santos. Esto encaja precisamente con el quid de la cuestión para los ecologistas. Como estos pellets no están considerados mercancía peligrosa para la Organización Marítima Internacional, pueden ir almacenados en sacos estándar. Lo que estos colectivos llevan años demandando es que se eleve su peligrosidad —ya se sabe que, por inocuo que sea el plástico, son capaces de absorber y concentrar en su superficie contaminantes de su entorno, convirtiéndose en pequeñas bombas que van directas al estómago de la fauna— para que los sacos en los que se transporta tengan una robustez acorde.

Solo este detalle nos habría ahorrado buena parte de la tragedia medioambiental, aunque ningún material nos habría librado de la zozobra política.

La primera noticia apareció en La Voz de Galicia el pasado 13 de diciembre: "Un misterioso cargamento de sacos deja un rastro blanco en la playa de Balieiros, en Corrubedo". En apenas dos días, Rodrigo Fresco, vecino de Corrubedo, encontró las primeras bolsas de bolitas de plástico y las arrastró a una zona apartada para que el mar no se las tragara de nuevo.

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