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Galicia revive la pesadilla de la contaminación: una marea de microplásticos se incrusta en la costa
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CRISIS DE LOS MICROPLÁSTICOS

Galicia revive la pesadilla de la contaminación: una marea de microplásticos se incrusta en la costa

El vertido de microplásticos que ha llegado a la costa gallega supone un mazazo para los mariscadores, muy afectados por el temporal de hace meses. Voluntarios y brigadas municipales lo recogen de rodillas con escobas y coladores

Foto: Pellets en la playa de Doniños (Ferrol). (EFE/Kiko Delgado)
Pellets en la playa de Doniños (Ferrol). (EFE/Kiko Delgado)

2024 arranca con Galicia reviviendo una de sus peores pesadillas: la contaminación de su litoral 22 años después del naufragio del Prestige. La situación, como entonces, ha provocado una guerra política entre el Gobierno central y la Xunta, con la campaña electoral del 18-F como telón de fondo. Y también ahora los voluntarios han tomado la delantera y ya se han pertrechado con guantes y escobas para la ingente tarea de barrer las playas y retirar la mayor cantidad posible de plásticos de la arena y evitar un daño mayor. "Abrí el pez para limpiarlo y tenía bolas blancas", relata Luis, un pescador aficionado en O Grove que suele coger alguna lubina para autoconsumo. El objetivo es evitar la afección a la fauna.

La marea de microplásticos que inundan la costa procede del carguero Toconao, fletado por un armador alemán con naviera en Bermudas y bajo bandera de Liberia, que perdió parte de su carga —seis contenedores— en alta mar frente a la costa norte de Portugal a primeros de diciembre. En uno de ellos se acumulaban un millar de sacos 25 kilos cada uno de pellets o nurdles (en inglés) que se han diseminado desde Vigo a Ribadeo a lo largo de los 1.500 kilómetros de la recortada costa gallega. Algún saco apareció más o menos entero sobre la arena y en muchos otros el mar ya había hecho su trabajo de batiente y deshizo la rafia blanca que los contenía, todavía con el logo de la empresa, explican desde las entidades ecologistas.

La carga se desparramó y vientos y mareas los esparcieron hacia el Cantábrico. Microperlas de plástico traslúcido de unos tres milímetros, también llamadas lágrimas de sirena. Detrás de un nombre aparentemente inocuo está un derivado del petróleo que es la materia prima de la industria del plástico. El equivalente al ladrillo para construir desde los envases a las botellas, pasando por televisores o cualquier otro aparato que puede haber en cualquier casa.

En prácticamente todos los ayuntamientos costeros, desde Barreiros (Lugo) a Nigrán (Pontevedra), pasando por Ferrol, Costa da Morte o Cangas, se han notificado restos de microplásticos en las playas. Incluso en el occidente de Asturias o Cantabria, que activaron su plan anticontaminación, mientras Euskadi ya se prepara. "Esto es como un Prestige de plástico blanco que aún no sabemos la cola que nos va a traer", se lamentaba este mediodía María, una de las voluntarias que se afanaban en tamizar la arena en la comarca del Barbanza, al sur de A Coruña.

Foto: Los 'pellets' de plástico son apenas del tamaño de una lenteja y ya se han visto en alguna playa de Asturias, como en Muros de Nalón. (Reuters/Miguel Vidal)
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Las rías de Muros y Noia fueron las primeras en dar la voz de alarma. En las cofradías de mariscadores están en shock, porque apenas se han recuperado de la crisis de diciembre, cuando se encontraron sus playas sembradas de bivalvos muertos. Las fortísimas lluvias del otoño y la apertura de las presas provocaron un descenso brusco de la salinidad y el marisco murió en masa. Los dejó desolados en la antesala de la campaña de Navidad, la más rentable del año. "Es que no levantamos cabeza", se queja una veterana mariscadora del pósito pontevedrés.

Las herramientas de trabajo en las playas gallegas ahora son escobas de cerdas duras, rastrillos, coladores domésticos, guantes, cubos y peneiras o tamices para filtrar la arena. "Son unas bolitas blancas milimétricas que ni siquiera se ven bien. Hay que ir cogiéndolas de rodillas y es muy difícil porque no acabas nunca y además te llevas un montón de arena", cuenta Paula a este diario en plena faena. Chema, en Porto do Son, también se lamenta de que es complicadísimo y pide "más información" para actuar donde sea más urgente intervenir. Tratar de retirarlos lo más rápido posible está entrañando una dificultad mayúscula. Se incrustan en la roca, se camuflan en la arena y hay que recogerlos a mano con pequeñas espátulas. También se echan paladas en cubos de playa y tinas para retirar el plástico que flota y diferenciarlo.

placeholder Brigada municipal, en la playa ferrolana de San Xurxo (A Coruña).
Brigada municipal, en la playa ferrolana de San Xurxo (A Coruña).

Es una tarea tan titánica como minuciosa que están ejecutando unas pocas docenas de personas voluntarias, convocadas a través de las redes por entidades vecinales o ecologistas locales. También brigadas municipales desplegadas por los distintos municipios con pequeños tractores e incluso con aspiradoras manuales y trabajadores de Tragsa, la empresa pública autonómica. No es fácil sumar voluntarios el primer día tras las vacaciones de Navidad y con un frío intenso. El conselleiro do Mar, Alfonso Villares, pidió "calma" este lunes y aunque agradeció el trabajo voluntario, advierte de que demasiada gente en la playa podría causar "más mal que bien".

"El oleaje los menea y tan pronto los ves como viene una ola y se los lleva", explica un trabajador de Urbaser desde la playa de San Xurxo (Ferrol), donde desplegaron un operativo de limpieza por todos los arenales del municipio, que son muchos. Estos pequeños fragmentos milimétricos de plástico blanco están considerados una de las mayores fuentes de contaminación oceánica, una de las epidemias contra las que alertó la ONU en 2023.

"Ni tóxico ni peligroso"

"No es tóxico ni peligroso, pero es plástico y hay que quitarlo de forma coordinada, con sentido y sin enterrarlo", manifestó la conselleira de Medio Ambiente y vicepresidenta segunda de la Xunta, Ángeles Vázquez, tras dar a conocer el resultado del informe encargado por el Ejecutivo gallego, que mantiene el nivel de alerta 1 declarado el sábado 5 para episodios de pequeña gravedad en el Camgal (plan anticontaminación).

Desde A Coruña, su alcaldesa, Inés Rey, ha encargado el suyo propio, mientras el secretario de los socialistas gallegos, Valentín González Formoso, acusó al Gobierno de la Xunta de haber sido notificado "hasta en cuatro ocasiones" desde el Estado. "Perdimos 20 días", lamentó. El PSOE insta al Gobierno autonómico a elevar el nivel de alerta para "abrir la puerta" a medios y ayudas.

También desde la oposición, Ana Pontón, líder del BNG, culpa al PP y PSOE de pasarse la pelota y de repetir "la marea de mentiras, manipulación e incompetencia del Prestige". El ruido político es total con las elecciones a la vuelta de la esquina. El PP, por su parte, ha lamentado la "falta de información" y de "lealtad institucional" del Ejecutivo central con la Xunta. Sumar estudia una denuncia y Podemos Galicia anuncia otra por un posible delito contra la salud pública.

2024 arranca con Galicia reviviendo una de sus peores pesadillas: la contaminación de su litoral 22 años después del naufragio del Prestige. La situación, como entonces, ha provocado una guerra política entre el Gobierno central y la Xunta, con la campaña electoral del 18-F como telón de fondo. Y también ahora los voluntarios han tomado la delantera y ya se han pertrechado con guantes y escobas para la ingente tarea de barrer las playas y retirar la mayor cantidad posible de plásticos de la arena y evitar un daño mayor. "Abrí el pez para limpiarlo y tenía bolas blancas", relata Luis, un pescador aficionado en O Grove que suele coger alguna lubina para autoconsumo. El objetivo es evitar la afección a la fauna.

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