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SOS del marisco gallego: berberechos y almejas mueren y la amenaza viene del cielo
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ZONA CATASTRÓFICA

SOS del marisco gallego: berberechos y almejas mueren y la amenaza viene del cielo

Las lluvias alteraron la salinidad de las rías y el marisco murió en masa. La Federación de Cofradías de Pontevedra pide ser zona catastrófica y la Xunta los respalda. Peligran estos bivalvos en los menús de Navidad

Foto: Marisco muerto en la ensenada de San Simón (Pontevedra), el 17 de noviembre. (EP/Adrián Irago)
Marisco muerto en la ensenada de San Simón (Pontevedra), el 17 de noviembre. (EP/Adrián Irago)
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El marisco es el rey de la mesa en Navidad y Galicia es el vivero de España. Peligra el bivalvo, especialmente la almeja (babosa, rubia, fina, japónica) y el berberecho, con una caída productiva del 76% en 2023 con respecto a la media de la década anterior. Ha sido un otoño de locos para las 3.614 personas que disponen de un permiso (permex) de marisqueo a pie en la región, repartidas entre Pontevedra (2.050), A Coruña (1.528) y Lugo (36). La mayoría son mujeres veteranas esperando a jubilarse que han encontrado en el raño una forma de ganarse la vida y sostener la economía de sus familias, como hicieron sus antepasadas, buscando el pan en la arena.

"Vamos a la marea con miedo, porque no sabemos lo que vamos a encontrar y si será bueno o suficiente", explica a El Confidencial una veterana mariscadora, con muchas décadas de rastrillo encima.

Primero un larguísimo tren de borrascas encadenadas les impidió faenar durante un mes, en que lluvias intensas, vientos huracanados y mareas vivas formaron la tormenta perfecta. Cuando al fin escampó, a primeros de noviembre, se toparon con toneladas de conchas apiladas en las orillas. Marisco muerto o moribundo, ya inservible. Las lluvias, tan anheladas para llenar embalses, tuvieron como víctimas colaterales a los moluscos más populares de las rías gallegas. ¿Por qué? Los ríos Tambre, Traba y Lérez desaguaron con tanta fuerza en el delicado ecosistema de las rías que la salinidad descendió de golpe y el marisco agonizó.

Así ocurrió en Noia y Rianxo, a 40 kilómetros al suroeste de Santiago, donde pasaron varios días paleando kilos y kilos de conchas que el oleaje desenterró y empujó a la orilla para devolverlas al mar en un esfuerzo titánico por tratar de recuperarlas para el futuro. También en Carril o A Illa, ya en la ría de Arousa, se vivieron estampas similares. Algunos patrones mayores apuntaron a un afán económico en la apertura repentina de las presas para mover las turbinas de las concesionarias de hidroeléctricas que desembocó en un torrente de agua.

placeholder Mariscadora mostrando bivalvos muertos en la ría de Pontevedra. (EP/Adrián Irago)
Mariscadora mostrando bivalvos muertos en la ría de Pontevedra. (EP/Adrián Irago)

Del 15 al 27 de noviembre, cerraron esas rías al marisqueo con la esperanza de que remontaran y poder salvar la campaña de Navidad, la más importante del año por demanda y precio. El lunes 27, las mariscadoras del fondo de la ría de Pontevedra volvieron a pisar la arena con un alivio relativo, aunque costó llegar al tope (bajo) de capturas de seis kilos por persona (cinco de almeja japónica y uno de almeja fina). “No va a ser una campaña buena, pero esperamos que llegue a regular”, explicó Elena Padín, su patrona mayor.

“Casi dos meses sin salir al mar y hoy costó coger el cupo”, expone César Rodríguez, de la cofradía de San Telmo. La Federación provincial de Cofradías de Pontevedra, la más potente y numerosa, defiende abiertamente la declaración de zona catastrófica. “Es una situación excepcional para la que necesitamos medidas excepcionales”, reclama Manuel Rosas, el presidente, que no recuerda nada parecido en dos décadas. "La mortandad es altísima y afectó no solo a la talla adulta sino también a las crías. La cadena está rota", lamenta Rosas.

Las cofradías gallegas reclaman a la Xunta que eleve su petición al Gobierno central para abrir la puerta a compensaciones económicas. La Xunta no pone cifras a la mortalidad denunciada por las cofradías porque se trata de "estimaciones", a la espera de recabar los datos exactos en las rías afectadas antes de sustanciar esa declaración de emergencia. Mientras, María Porto, presidenta de las mariscadoras a pie de Carril (Arousa), volvió a denunciar esta semana que la mortandad ya afecta a todas las especies y le exige a la Xunta una intervención inmediata porque la gente "se está marchando a trabajar a tierra", desesperada por el páramo en el que se ha convertido la ría. En 2001, los mariscadores con permex eran 6.551. Hoy resiste la mitad.

Un solo mariscador menor de 20 años

Más de 2.000 familias viven del marisqueo a pie en la provincia de Pontevedra, un 62% son mujeres; 768 mariscadoras pasan de los 51 años y 258 pasan de los 60, de acuerdo a los datos de la Plataforma de Pesca del último año. El mismo patrón se repite en A Coruña, con 1.528 permisos legales. En toda la comunidad solo hay una persona menor de 20 años con permiso para mariscar en nueve áreas en las que se reparten las rías gallegas con varias cofradías en cada una: Arousa (7), Vigo, Pontevedra (3), Muros, Fisterra, Costa da Morte, A Coruña-Ferrol (4), Cedeira y A Mariña. Al lote hay que sumar decenas de furtivos que históricamente han esquilmado las costas a pie, a flote o buceando con botella para cazar centolla, coger vieiras o arañar percebes de las rocas.

Pero el enemigo del marisco no es la lluvia. La contaminación, el cambio climático, los dragados irregulares, el furtivismo o la proliferación de prácticas prohibidas como la pesca de pulpo con lejía han hecho mucho daño a un ecosistema tan singular como delicado, entre lo dulce y lo salado.

Les preocupa especialmente la caída de la producción del berberecho, que ronda el 76%

"Hace una década, del banco de almeja babosa de As Pías (Ferrol) sacábamos 1.000 kilos. Ahora salen ocho y donde antes había 300 familias ahora no llega ni para 20", cuenta a El Confidencial Isabel Maroño, ex patrona mayor de la cofradía ferrolana. Lo que ocurre en Ferrol tiene su réplica al sur. En el año 2000, 800 toneladas de almeja babosa; en 2021, fueron 158.000 kilos, expone Xaquín Rubido, portavoz de la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa (PDRA), que agrupa a sus siete cofradías y productores de mejillón.

Les preocupa especialmente la caída de la producción del berberecho, que ronda el 76%, o del 74% de la almeja babosa, que hacen extensible a toda Galicia. "Es una debacle progresiva frente a una Xunta que ni asume sus competencias ni toma medidas", denunció este martes la plataforma. Desde la Administración, responden que trabajan para resembrar los bancos marisqueros con las especies más resistentes a la baja salinidad.

El marisco es el rey de la mesa en Navidad y Galicia es el vivero de España. Peligra el bivalvo, especialmente la almeja (babosa, rubia, fina, japónica) y el berberecho, con una caída productiva del 76% en 2023 con respecto a la media de la década anterior. Ha sido un otoño de locos para las 3.614 personas que disponen de un permiso (permex) de marisqueo a pie en la región, repartidas entre Pontevedra (2.050), A Coruña (1.528) y Lugo (36). La mayoría son mujeres veteranas esperando a jubilarse que han encontrado en el raño una forma de ganarse la vida y sostener la economía de sus familias, como hicieron sus antepasadas, buscando el pan en la arena.

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