La contaminación, el cambio climático, los dragados en los puertos o la proliferación de prácticas prohibidas como las depuradoras ilegales en garajes o cazar pulpos con lejía han formado la tormenta perfecta para una caída drástica de la producción, particularmente severa en las rías de Arousa y Ferrol. Productores y cofradías advierten de una inacción administrativa.
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“Hace ocho años sacaba mil kilos de almeja babosa del banco de As Pías; ayer apenas ocho”. Isabel Maroño es la patrona mayor de la Cofradía de Ferrol. “Si antes daba para vivir 300 familias, ahora no da ni para 20. Esto no había ocurrido jamás”, recalca.
Hace años que resuenan en los fondos marinos las señales de alarma. Mariscadores y biólogos venían advirtiendo que la producción marisquera iba en caída libre, particularmente en las rías más fértiles, las de Arousa y Ferrol, con unas condiciones excepcionales como viveros naturales de bivalvos y crustáceos. Estas voces se organizaron en plataformas, llamaron a las puertas de la Xunta y urgieron medidas que nunca se adoptaron. Y así hemos llegado a junio del 2022: la sequía de marisco en las rías gallegas queda patente en los registros históricos de la Consellería do Mar. Ría de Arousa, año 2000: 800 toneladas de almeja babosa. En 2021, 158.000 kilos. Ocurre lo mismo con la almeja rubia, la fina, la vieira o el reló; la caída es generalizada. Particularmente grave es el caso del berberecho, con un descenso del 77%. Esto implica que haya pasado de bivalvo de segunda a bocadito de lujo, con su consiguiente subida de precio.
Producción Berberecho
Ría de Arousa - Carril
Producción Almeja babosa
Ría de Arousa
Son datos de la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa (PDRA), donde se agrupan todas las cofradías de la zona y los productores de mejillón. En palabras de su portavoz, Xaquín Rubido: “La catástrofe del Prestige abrió la puerta a la entrada del marisco foráneo de Portugal y Francia. Lo echan 10 minutos en nuestra ría, lo recogen y lo hacen pasar por marisco gallego. Esta práctica trajo la ‘marteiliosis, una enfermedad que afecta al bivalvo y lo aniquila”. En las rías del norte el panorama es idéntico: hace años los berberechos se cogían a paladas en Villarrube (Valdoviño) y ahora es un milagro encontrarlos, según critican los productores.
Además de estas prácticas, la contaminación industrial de las empresas ribereñas, vertidos sin control a ríos y rías o el calentamiento global con la subida de las temperaturas oceánicas que favorecen la proliferación de determinadas algas perjudiciales son otras de las causas que contribuyen a esta sequía. “Pero no las únicas”, apuntan los técnicos. En esta tormenta perfecta que asfixia a la producción espontánea de marisco, también tienen peso los dragados en los puertos que alteraron las corrientes marinas, así como las toneladas de residuos urbanos que forman un cementerio de óxido y hierros, los cuales asfixian los bancos marisqueros. Allí se agarra la estrella de mar, capaz de comérselo todo, y contribuir a un equilibrio que cada día es más difícil de conseguir.
Un coche, decenas de neumáticos, palés de madera o cientos de botellas están entre las exóticas lindezas que los buzos han localizado en los fondos marinos en campañas de limpieza con más voluntad que medios. La inacción administrativa o la sobreexplotación marisquera con prácticas prohibidas han hecho el resto.
Cazando pulpos con lejía
Esta semana, la policía autonómica de Galicia desarticuló una trama de pesca de pulpo con lejía en la ‘Operación Salitre’. Detuvo a dos mariscadores, uno de ellos con licencia (Permex) que se habían grabado con el equipo de buceo y la mítica botella amarilla de lejía, disparando a chorretones para forzar a los pulpos a salir de sus guaridas de roca. Tóxica y abrasiva para el octópodo, la lejía les agilizaba la faena y trasladaban los pulpos a una depuradora ilegal en los bajos de una vivienda de Narón (A Coruña), donde también filtraban 50 kilos de centolla y zamburiñas antes de venderlos como un producto completamente legal. En dos meses, esta operación señaló a otras 11 personas e investigó a 40. Una muestra de lo extendidas que están estas prácticas.
No obstante, el furtivismo más pirata no es algo nuevo en las rías gallegas. “Los hay por necesidad; con bañador y chanclas y los furtivos piratas”, señala Isabel Maroño. Estos últimos son los más conflictivos; chavales jóvenes, agresivos, declarados insolventes y completamente impermeables a las multas, que bucean con botellas y están bien organizados. Además, no tienen reparos en vender directamente marisco sin la guía sanitaria exigida a unos clientes que, dicho sea de paso, tampoco parece importarles.
Más de 20 restaurantes y marisquerías de renombre diseminadas por toda Galicia eran clientes de la 'Operación Vieira': compraban a un euro la unidad y la servían al triple.
Así ocurrió durante la ‘Operación Vieira’ en 2011, que desarticuló una gran trama de venta ilegal de vieira tóxica de la ría de Ferrol, contaminada con toxina amnésica con secuelas neurológicas en caso de ingesta. Entre sus clientes, más de 20 restaurantes y marisquerías de renombre diseminadas por toda Galicia que compraban a un euro la unidad y la servían al triple. Maroño insiste en que la historia se repite y los buceadores furtivos siguen esquilmando el fondo marino sin piedad ni pudor. “Tanto les da la vieira como la zamburiña. Van sin control de calidad y siempre encuentran quien la compre. Así no hay forma de pararlo”.
Créditos
Reportaje
Lorena Bustabad
Diseño y dirección de arte
Fernando Puente
Maquetación
María del Mar Pérez
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