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Este científico te explica los "bulos ecológicos" que empeoran la crisis ambiental
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ENTREVISTA A VÍCTOR RESCO

Este científico te explica los "bulos ecológicos" que empeoran la crisis ambiental

El libro 'Ecomitos' recoge cómo entidades conservacionistas e industrias contaminantes se alían para culpabilizar a los ciudadanos y apostar por medidas poco científicas

Foto: Víctor Resco. (Cedida)
Víctor Resco. (Cedida)
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Después de leer su tesis doctoral en la Universidad de Wyoming, en 2008, Víctor Resco de Dios (Vizcaya, 1979) emprendió un viaje por los parques nacionales de EEUU, como el mítico Yellowstone. Al final de aquel periplo, paró en una librería y compró Physics for Presidents, de Richard Muller, el libro que "enseña la física que todo presidente debería conocer" de una forma sencilla. Desde aquel momento, comenzó a rumiar la idea de que algún día escribiría algo parecido sobre su campo, la sostenibilidad ambiental y la ecología.

El fruto de aquella reflexión es la obra Ecomitos (Plataforma Editorial), que acaba de salir a la luz con un subtítulo aún más sugerente: Los bulos ecológicos que agravan la crisis ambiental. Muchas de las ideas que expone, basadas en la evidencia científica disponible, van a resultar chocantes, contraintuitivas y alejadas de los discursos oficiales. Según explica, las grandes industrias contaminantes y los ecologistas culpabilizan al ciudadano y nos venden soluciones que apenas suponen un lavado de cara (greenwashing): plantar árboles, reciclar, crear mercados de carbono o llenar el mapa de parques eólicos y solares son acciones que pueden ayudar, pero no soluciones mágicas para arreglar el clima. De hecho, generan graves daños colaterales que pueden ser hasta contraproducentes para afrontar una crisis global que no es solo climática, sino ambiental, y que, como siempre, están pagando los más pobres.

Foto: Víctor Resco, en el Parlamento Europeo. (Cuenta @rescodedios en X)

En la actualidad, Víctor Resco es profesor en Ingeniería Forestal en la Universidad de Lleida, ha escrito más de 100 artículos en revistas científicas, entre ellas, las más prestigiosas, como Science, y figura como uno de los investigadores más citados del mundo en el campo de la biología. Sin embargo, con Ecomitos no se dirige a otros colegas científicos, sino al ciudadano corriente, víctima de viejas ideas románticas y del marketing actual. En una entrevista concedida a El Confidencial reflexiona sobre todas estas cuestiones.

PREGUNTA. En el libro establece un juego constante con los lectores, al señalarles como futuros presidentes o líderes mundiales. ¿Por qué utiliza este enfoque?

RESPUESTA. Por dos razones. La primera es que en España y en otros países del mundo tenemos muchos líderes de opinión, gente que habla de todo, pero lo que necesitamos son líderes de conocimiento, gente que sepa de lo que habla. Ese es el objetivo del libro, formar. La segunda razón es que se trata de cuestiones complejas y conceptos que tienen muchas dimensiones: la social, la científica, la ingenieril o la económica; pero que son sencillos de entender si se explican bien. Interpelo así al lector para que sepa que se puede formar y puede ser líder de conocimiento en este tema, porque está al alcance de todos.

P. Una de las ideas que le resultarán más reveladoras es la alianza entre las ONG conservacionistas, como WWF, y las grandes empresas contaminantes, como las petroleras.

R. Es algo que no es muy conocido, la pinza que en muchas ocasiones han establecido las entidades ecologistas con las petroleras para presionar a los gobiernos a tomar una serie de medidas cuya utilidad es bastante discutible. Por ejemplo, establecer los mercados de emisiones de CO2 o plantaciones de árboles a mansalva. Esta coalición entre ecologistas e industrias contaminantes se produce porque es una situación win-win: para las empresas, invertir en proyectos de conservación es marketing, propaganda; y para las ONG conservacionistas es su modus vivendi. Recordemos que no dejan de ser multinacionales, algo que es legítimo, pero tienen que comer y se alimentan de la financiación privada.

placeholder Libro 'Ecomitos'. (Plataforma Editorial)
Libro 'Ecomitos'. (Plataforma Editorial)

P. Explica usted que el peor ecomito, alimentado precisamente por ecologistas y empresas, es el de la responsabilidad individual frente al cambio climático.

R. Desde el principio, la alianza entre ecologistas y grandes inversores ha buscado trasladar a nuestro tejado la pelota de la responsabilidad ambiental. Cuando hablan de que tenemos una huella de carbono y de que nuestro estilo de vida tiene un coste ambiental, en realidad, lo que buscan es eliminar la responsabilidad corporativa y endosársela al ciudadano. La juventud está muy preocupada por la cuestión ambiental, lo cual no es malo, pero al final se convierte en ansiedad o en el discurso de que no puedes comer carne. Se está imponiendo una visión casi religiosa que no está contribuyendo a solucionar el problema, sino a crear cortinas de humo que no nos llevan a ningún lado. Todo el discurso que se ha articulado gira en torno a los intereses de las grandes empresas y de las entidades conservacionistas, que dominan un discurso mediático que es falso.

P. ¿Qué es la "miopía climática"?

R. Estamos tan preocupados por el cambio climático que buscamos disminuir las emisiones de una forma rápida. Esto tiene un aspecto positivo, porque es innegable que hay un cambio climático irreversible y debemos disminuir las emisiones para no empeorarlo, pero eso no quiere decir que se tenga que hacer a cualquier coste, como eliminar el entramado legislativo que protege a la naturaleza, por ejemplo, cuando se quiere transformar el monte en una industria que genera electricidad a través de la energía solar.

Bajo el paraguas de la emergencia climática, nos encontramos con que se toman decisiones sin la reflexión necesaria. Muchas de ellas tienen consecuencias muy negativas a nivel social, por ejemplo, el aumento de las actividades de minería en los países del sur global para abastecer de materiales a la transición energética del norte global. Hay niños que están trabajando en las minas del Congo para conseguir cobalto y los masáis están siendo desplazados para crear reservas naturales, pero nadie repara en estos aspectos sociales. La miopía climática es todo el conjunto de acciones que pueden tener efectos negativos aquí y en el sur global, donde desembocan incluso en crisis humanitarias.

placeholder Víctor Resco. (Pablo Tosco)
Víctor Resco. (Pablo Tosco)

P. En el análisis que hace de posibles soluciones, la energía nuclear sale mejor parada incluso que las renovables…

R. En el libro busco huir del maniqueísmo. El gris es lo más habitual, los blancos y los negros no existen. Dentro de este intento, me baso en estudios serios y científicos independientes. Hoy en día, cuando queremos descarbonizar la economía, pretender deshacerse de la energía nuclear puede ser bastante negativo. No es algo que diga yo, sino figuras como Jim Hansen, el primer científico que puso en la palestra que el cambio climático había empezado, ya en 1978, y que es un activista que ha pasado algunas noches en la cárcel; no estamos hablando de gente del lobby pronuclear. Muchos científicos y activistas climáticos estamos alertando de que, si pretendemos descarbonizar la economía rápidamente, no podemos prescindir de la energía nuclear de la noche a la mañana. Al contrario que la solar, produce mucha energía ocupando poco espacio y no degrada hábitats. Además, actualmente, los riesgos de las energías eólica y solar son incluso mayores, porque tienen metales pesados y el reciclaje no está resuelto.

P. Por lo que cuenta, tampoco nos va bien con otros tipos de reciclaje, como el del plástico.

R. A nivel mundial, el 9% de los plásticos producidos se han reciclado una vez, pero solo un 1% se ha reciclado al menos dos veces. Es decir, que el 99% restante está en uso o tirado por ahí. El reciclaje no forma parte de la solución, sino que forma parte del problema, porque crea la ilusión de que no pasa nada si sigues consumiendo esos productos. A nivel mundial, actualmente, el reciclaje es una quimera.

placeholder Plantan árboles en la Sierra de la Culebra (Zamora), tras un incendio. (EFE)
Plantan árboles en la Sierra de la Culebra (Zamora), tras un incendio. (EFE)

P. Más llamativa y perversa es la ilusión de que se pueden plantar árboles para compensar las emisiones, según explica. ¿Es una excusa para seguir emitiendo?

R. Claro. Plantar está bien en muchas ocasiones, hay que restaurar ecosistemas, es necesario. Otra cosa es plantar árboles para intentar arreglar el clima disminuyendo las concentraciones de CO2. Sabemos que esto no funciona así, habría que transformar todos los terrenos cultivados en bosque para conseguir un efecto que solo cubriría 10 años de emisiones y eso tendría el coste de que no podríamos producir alimentos. Lo que tenemos que hacer es conservar los bosques actuales, porque absorben el 30% de las emisiones, pero hay que gestionarlos adecuadamente para que no se nos quemen, eliminar el exceso de biomasa y que haya menos competencia por el agua entre ellos. Muchas veces se nos da a entender que cortar árboles es un ecocidio, pero en ocasiones el ecocidio real va a ser plantar árboles, porque no conseguiremos disminuir las emisiones de CO2 y, además, esas plantaciones van a ser abandonadas y se van a quemar, emitiendo aún más.

P. Pero nuestra sociedad quiere un bosque ideal al lado de casa…

R. Exacto. Todos queremos ir el fin de semana a ver un bosque primigenio con un estado de conservación ideal, pero luego nos sentamos en una silla de madera a leer un libro de papel y a comer alimentos que vienen de algún sitio. Tenemos dos opciones, que sean de proximidad o de lejanía. Si son de proximidad, los podemos producir con una normativa ambiental estricta, como la que tenemos en España y en la Unión Europea; si vienen de lejanía, procederán de países del sur global, donde está el verdadero problema de la deforestación. En contra de lo que se piensa, en Europa cada vez hay más bosques, por el abandono rural. Si aumentamos las áreas protegidas, estamos exportando los impactos ecológicos de nuestras acciones.

Con esto y con los materiales que necesitamos para la energía solar estamos deslocalizando, comportándonos como niños: "Mételo debajo de la alfombra para que no se vea". Tenemos que desarrollar una visión global, conservar aprovechando y aprovechar conservando nuestros ecosistemas. La gestión tiene que ser multifuncional, teniendo en cuenta la biodiversidad, el control de la erosión, el control de las emisiones de carbono, la productividad, el turismo, la salud… Todos los bienes de los bosques.

placeholder Doñana. (EFE)
Doñana. (EFE)

P. Entonces, ¿todas las soluciones, ambientales y de obtención de recursos, pasan por la gestión forestal?

R. Más bien, por la gestión de la naturaleza y del medio en general. Hay que recuperar los aspectos positivos que nos dejó el pensamiento de la Ilustración, de hacer un consumo ordenado de los recursos. También hay que mezclarlo con los aspectos positivos del Romanticismo, velando por la conservación de estos bienes, pero sin que todo se base en la emoción, en esa idea romántica que tenemos sobre la naturaleza.

P. Esa idea romántica, al final, que nos lleva a expulsar pueblos indígenas de su territorio para crear parques naturales en África.

R. Esa es la gran paradoja y la gran hipocresía de la sociedad del norte global. Con esa romantización le estamos dando derechos a la naturaleza y quitándoselos al hombre, pero no al hombre contaminante, no a Bill Gates ni a Jeff Bezos ni a Google, sino a quien menos tiene. Los indígenas son los que menos recursos consumen y los mejores guardianes de la biodiversidad. Los únicos sitios con megafauna están en África y Asia, porque han sabido conservar bien la naturaleza, y estamos haciendo que paguen justos por pecadores.

Foto:  La ciudad de Murcia cubierta por contaminación atmosférica. (EFE/Marcial Guillén)

P. Ser conscientes de todos estos ecomitos y de la complejidad de las soluciones, ¿no nos lleva a la inacción? Por ejemplo, dice usted que deberíamos evaluar bien el impacto de las energías renovables antes de instalarlas por doquier. Algunos llaman a esto retardismo. ¿No supone una parálisis ante un problema urgente?

R. A nivel individual, las acciones que podemos hacer para descarbonizar nuestra vida cotidiana son anecdóticas, porque nuestras decisiones están determinadas por el contexto. En la economía norteamericana ni siquiera un vagabundo tiene una huella de carbono sostenible. Esto no se debe entender como una excusa para la inacción. Tenemos que coger el toro por los cuernos y acudir a quien tiene competencias en este asunto, los gobiernos. No lo podemos dejar en manos de entidades privadas sin ningún tipo de supervisión, sencillamente, porque tienen buena reputación, como los ecologistas. Hay muchos expertos independientes, académicos y técnicos, que pueden ayudar.

Es verdad que no podemos demorarnos en las acciones, porque tenemos que disminuir las emisiones ya; pero podemos esperar tres, cuatro o cinco años y desarrollar una estrategia nacional, continental y global bien pensada, considerando todos los pros y los contras. Ahora estamos legislando a golpe de titular y de tuit, como pollos sin cabeza, y eso es peligroso. Hay que integrar la ciencia, la ingeniería y el humanismo para buscar soluciones. Y después, debemos presionar a los gobiernos, que son los que tienen las competencias para regular, fomentar la investigación, fiscalizar o cambiar las subvenciones de la industria fósil a otras.

Después de leer su tesis doctoral en la Universidad de Wyoming, en 2008, Víctor Resco de Dios (Vizcaya, 1979) emprendió un viaje por los parques nacionales de EEUU, como el mítico Yellowstone. Al final de aquel periplo, paró en una librería y compró Physics for Presidents, de Richard Muller, el libro que "enseña la física que todo presidente debería conocer" de una forma sencilla. Desde aquel momento, comenzó a rumiar la idea de que algún día escribiría algo parecido sobre su campo, la sostenibilidad ambiental y la ecología.

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