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¿Y si toda Suiza necesita un rescate? Un modelo y una identidad nacional en crisis
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¿Y si toda Suiza necesita un rescate? Un modelo y una identidad nacional en crisis

La crisis amenazaba un modelo económico y una identidad nacional basados en la salvaguarda de la riqueza mundial

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El presidente del mayor banco suizo recibió una llamada urgente la semana pasada. Al otro lado estaban tres altos funcionarios suizos que le dieron un ultimátum disfrazado de propuesta. UBS Group AG necesitaba rescatar a su rival en quiebra, Credit Suisse Group AG. Para cualquier país, sería una emergencia financiera. Para Suiza, lo que estaba en juego era casi existencial. Su modelo económico y su identidad nacional, cultivados durante siglos, se basan en salvaguardar la riqueza mundial. No se trataba solo de un banco. Suiza misma necesitaba ser rescatada.

Era jueves, apenas habían transcurrido 24 horas de la escalada de la crisis bancaria y Credit Suisse sufría una hemorragia de depósitos. La institución nacional, de 167 años de antigüedad, parecía a punto de quebrar. Para mantenerla con vida hasta el fin de semana, el banco central estuvo a punto de cuadruplicar una línea de crédito de más de 50.000 millones de dólares. Los reguladores de Estados Unidos y el Reino Unido llamaron a sus homólogos suizos para asegurarse de que no dejaban que Credit Suisse hundiera los mercados mundiales.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.

La ministra de Finanzas, Karin Keller-Sutter, el jefe del banco central, Thomas Jordan, y la reguladora financiera, Marlene Amstad, habían llamado por teléfono a Colm Kelleher, el presidente de UBS, para presentarle dos opciones que en realidad eran solo una: Comprar Credit Suisse sin tener la oportunidad de comprender plenamente su vasto y complicado balance, o dejar que el banco se desmoronara lentamente, algo que los propios ejecutivos de UBS temían que pudiera destrozar la credibilidad de Suiza como centro bancario mundial. Por WhatsApp, los diplomáticos suizos se preguntaban nerviosos si debían sacar sus depósitos de Credit Suisse.

Tras una serie de llamadas frenéticas y reuniones orquestadas por el Gobierno en Berna, UBS aceptó absorber Credit Suisse por 3.200 millones de dólares. Para sellar el acuerdo, el Gobierno, que tras la crisis de 2008 había prometido no volver a utilizar dinero público para salvar un banco, se apresuró a utilizar leyes de emergencia para hacer exactamente eso.

"Credit Suisse no es solo una empresa suiza. Es parte de la identidad suiza", afirmaba Thierry Burkart, jefe del partido liberal de derechas, el tercero más grande del país. "La quiebra de un banco suizo mundial habría tenido un efecto inmediato en todas partes. El daño a la reputación de Suiza sería importante y duradero", sentenció.

Foto: Conferencia de Credit Suisse en Hong Kong. (Reuters/Tyrone Siu)
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La rápida desaparición del segundo mayor prestamista suizo ha sacudido los mercados financieros y ha añadido una dimensión mundial a la crisis bancaria que estalló en la costa oeste de Estados Unidos con la quiebra del Silicon Valley Bank.

Aún no está claro si los suizos han contenido totalmente los daños. Contar con dos bancos de categoría mundial se consideraba una garantía para mantener la posición de Suiza en los mercados mundiales. El matrimonio forzado le ha dejado con uno solo y ha sacudido a los suizos de a pie y su fe en el modelo económico y político del país.

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"Si la banca suiza es un solo banco enorme, ¿qué pasa si algo sale mal?", se pregunta Mark Pieth, antiguo jefe de la división de sobornos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que ahora trabaja en el Instituto de Basilea sobre Gobernanza. "Entonces todo el país y su estabilidad financiera estarían en juego. Es muy poco suizo".

El Banco Central y el Ministerio de Finanzas, así como Finma, el máximo regulador financiero de Suiza, no hicieron más comentarios que sus declaraciones públicas previas. Banqueros y funcionarios suizos implicados en las conversaciones, así como diplomáticos suizos y de otros países occidentales, dieron detalles del rescate.

Foto: Sede de UBS en Londres. (Getty/Dan Kitwood)

La nación alpina se ha considerado a sí misma un caso especial en Europa: un agente neutral y una democracia sobriamente gobernada cuyos bancos ofrecen un discreto refugio seguro a los inversores lejanos y a los ricos del mundo. Su sistema bancario quintuplica el tamaño de su producto interior bruto y es mayor que el de la mayoría de las economías. UBS, junto con Credit Suisse, tiene un balance que duplica el tamaño de la economía suiza.

Desde hace unos años, el excepcionalismo suizo se ha ido resquebrajando. Después de 2008, Estados Unidos promulgó leyes que obligan a los bancos suizos a transferir información sobre clientes estadounidenses al Servicio de Impuestos Internos, un mazazo a su secreto bancario.

Desde hace unos años, el excepcionalismo suizo se ha ido resquebrajando

Las relaciones con la Unión Europea, cuyas mayores potencias rodean a esta nación sin salida al mar, son tensas después de que Suiza abandonara las conversaciones que durante años pretendían vincularla más estrechamente al bloque comercial.

Suiza se esfuerza por defender su política de neutralidad, de 200 años de antigüedad, frente a la guerra de Rusia con Ucrania. El año pasado, Moscú incluyó a Suiza en su "lista de países no amigos" después de que la nación alpina, presionada por sus vecinos más grandes y por la administración de Biden, se sumara a las sanciones de la Unión Europea contra Vladímir Putin y sus aliados más cercanos.

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Por la misma razón, el país se ha negado a conceder permiso a Alemania, España o Dinamarca para exportar material militar suizo a Ucrania, lo que ha suscitado un debate sobre si el apego de Suiza a la neutralidad está dañando su reputación en Europa.

El país —otrora un punto de encuentro indispensable donde las grandes potencias negociaban el fin de los conflictos— ha sido descartado como mediador en el conflicto de Ucrania en favor de Turquía. Décadas de lazos económicos y diplomáticos con Rusia se han enfriado en Moscú, pero se han convertido en un pasivo para de Occidente. "Ahora tenemos un dilema, un gran reto para que Suiza sea reconocida como socio estratégico", declaró la expresidenta de Suiza Micheline Calmy-Rey. "Ahora mismo no es el caso, y estamos en estado de shock".

El embajador de Estados Unidos declaró la semana pasada que Suiza se enfrentaba a su crisis más grave desde la Segunda Guerra Mundial. Los inversores extranjeros quemados por la desaparición de Credit Suisse se están replanteando su disposición a invertir.

Foto: Foto: Reuters/Hannah McKay. Opinión
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"Aquí todo era evitable. La semana pasada nos aseguraron que todo iba bien", afirma Roger Köppel, director del semanario Die Weltwoche y miembro del Partido Popular Suizo, partido de derechas. "La realidad ha vuelto y está golpeando duramente a Suiza".

El fundador de Credit Suisse, Alfred Escher, fue un padrino industrial de la Suiza moderna. El empresario y político utilizó la entidad crediticia para financiar las líneas ferroviarias suizas, que atravesaban los Alpes para conectar la nación rodeada de montañas con el resto de Europa.

Desde la época del oro nazi, Credit Suisse ha albergado dinero de clientes sospechosos junto a una lista de multimillonarios, fondos soberanos y familias. En un acuerdo de 2014 con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el banco pagó 2.600 millones de dólares y admitió que sus banqueros habían entregado dinero en efectivo en mano y destruido documentos para ayudar a los estadounidenses a ocultar riqueza no gravada.

Foto: Foto: Getty/Ming Yeung.

Un banquero de Londres aceptó sobornos para conceder préstamos en Mozambique. Otro falsificó firmas de clientes y les hizo perder cientos de millones de dólares. Más recientemente, en 2021, Credit Suisse perdió más de 5.000 millones de dólares cuando la family office Archegos Capital Management se hundió, marcando el inicio de su caída hasta pasar a formar parte de UBS. A pesar de los escándalos, los bancos suizos, e incluso Credit Suisse, conservaron su imagen de fortalezas para los ricos.

El último equipo directivo de Credit Suisse incluía a varios directivos procedentes de UBS, entre ellos el presidente Axel Lehmann y el director ejecutivo Ulrich Körner. Se comprometieron de nuevo a sanear el banco y consideraron que devolver la salud a Credit Suisse era una forma de servicio nacional, según personas familiarizadas con su pensamiento.

Foto: UBS AM será la quinta mayor gestora de inversiones inmobiliarias del mundo. (Reuters/Denis Balibouse)

Incluso después de obtener 4.000 millones de dólares de capital a finales del año pasado para realizar una reestructuración más profunda, Credit Suisse cotizaba a solo el 20% de su valor contable. Los clientes retiraron 120.000 millones de dólares del banco el otoño pasado durante un momento de frenesí en Internet sobre la salud del banco.

No muy lejos de Credit Suisse, en el centro de Zúrich, los ejecutivos de UBS se prepararon por si acaso se les pedía ayuda. Durante años, los ejecutivos de UBS y consultores de gestión habían trazado escenarios y lo que UBS requeriría del gobierno, como medida de precaución. UBS estaba en deuda con el gobierno. Ya había sido motivo de preocupación para Suiza.

Nacido de la fusión a finales de los años 90 entre Swiss Bank Corp. y Union Bank of Switzerland, UBS creció rápidamente en el boom bancario de los años 2000, abriendo un parqué más grande que un campo de fútbol en Stamford, Connecticut. Durante la crisis financiera de 2008, necesitó el rescate del Gobierno suizo para hacer frente a sus pérdidas en valores tóxicos. Escarmentada, se retiró del comercio y se centró en la gestión de patrimonio.

Lo que el mercado oyó fue que el mayor accionista de Credit Suisse no lo respaldaría

El presidente y el director ejecutivo de Credit Suisse temían la llamada de las autoridades suizas. Las acciones del banco habían entrado en caída libre después de que el presidente del mayor inversor del banco, el Saudi National Bank, en una entrevista televisada en una conferencia de finanzas en Riad, declarase que no invertiría más en Credit Suisse: "Rotundamente no", declaró, citando las normas sobre propiedad bancaria, puesto que el Saudi National Bank ya poseía el 9,9%.

Lo que el mercado oyó fue que el mayor accionista de Credit Suisse no lo respaldaría. Lehmann, que estaba en la misma conferencia de Riad, se apresuró a regresar a Zúrich. Credit Suisse apeló al Banco Nacional Suizo y a Finma para calmar a los mercados con un mensaje de apoyo.

Ese miércoles por la noche, Credit Suisse recibió una línea de liquidez de más de 50.000 millones de dólares del banco central, y los reguladores afirmaron que cumplía los requisitos suizos de capital y liquidez.

Foto: César González-Bueno, CEO de Sabadell, y Josep Oliu, presidente. (Sabadell)

Los clientes de Credit Suisse siguieron retirando depósitos el jueves. Las autoridades pusieron a disposición del banco más de 150.000 millones de dólares en liquidez adicional, según la ministra de Finanzas Keller-Sutter. El Gobierno no hizo pública la medida, con la esperanza de mantener con vida a Credit Suisse hasta el fin de semana, cuando pudiera encontrarse una solución permanente.

Las autoridades suizas, que ya habían tenido que rescatar a UBS, tenían un plan para gestionar los grandes bancos en caso de crisis. Para evitar recurrir al dinero de los contribuyentes, el regulador financiero del país impondría rápidamente las pérdidas necesarias a los accionistas y tenedores de bonos.

Esta solución se descartó en el caso de Credit Suisse, ya que las autoridades temían que provocase el pánico entre los inversores bancarios de todo el mundo, según declaró el domingo Jordan, gobernador del banco central.

Foto: Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort. (Reuters/Wolfgang Rattay)

El presidente de UBS, Colm Kelleher, recibió el jueves la llamada de los funcionarios suizos, un tripartito que representaba a Finma, el Banco Nacional Suizo y el ministro de Finanzas. El mensaje era claro: o UBS se hacía cargo de Credit Suisse, o éste quebraría, lo que podría provocar la quiebra de UBS y otros bancos.

Kelleher, de origen irlandés, se incorporó a UBS como presidente en abril, tras una larga carrera en Morgan Stanley, donde fue director financiero durante la crisis financiera de 2008. Su equipo se puso manos a la obra, ayudado por un plan desarrollado bajo la dirección del ex presidente de UBS, Axel Weber, sobre cómo podría ser una combinación de UBS y Credit Suisse. Los presidentes y consejeros delegados de UBS y Credit Suisse se reunieron rápidamente con el ministro de Economía el viernes en UBS, donde se les dijo que firmarían un acuerdo antes del domingo.

Los grandes accionistas de Credit Suisse en el Golfo, entre ellos el Saudi National Bank, temían perder toda su inversión. Llamaron a funcionarios suizos, incluido el gobernador del banco central y ministros del gobierno, y escribieron cartas, argumentando que sus derechos corrían el riesgo de ser pisoteados, y que podrían llegar a un acuerdo mejor.

Foto: Oficinas de Credit Suisse en Zúrich. (Reuters/Arnd Wiegmann)

El sábado por la noche, Kelleher hizo una pausa durante la cena para llamar a Lehmann y hacerle una oferta de 1.000 millones de dólares. Era menos que la inversión del Saudi National Bank por una décima parte del banco en noviembre, un acuerdo negociado por el mismo Lehmann.

En el lado de Credit Suisse, los ejecutivos se preocupaban de si podrían llegar a un acuerdo a través de sus accionistas. Una cuarta parte de las acciones estaba en manos de un trío de inversores del Golfo. El gobierno tenía una solución. Aprobó una ley que permitía la que se aceptase del acuerdo sin el voto de los accionistas. Un funcionario del gobierno leyó la nueva ley a los ejecutivos de Credit Suisse, sin dársela por escrito, según personas familiarizadas con el asunto.

El domingo por la mañana, los accionistas del Golfo, Qatar Investment Authority y Olayan Group, y el Fondo Saudí de Inversión Pública, copropietario del Saudi National Bank, hicieron una propuesta de última hora al consejo de Credit Suisse. Inyectarían unos 5.000 millones de dólares, mantendrían el banco suizo estable y venderían otras partes con el tiempo. Lehmann llamó al Ministro de Finanzas suizo, pero estos insistieron en que UBS era la única opción, y cortaron la llamada.

Los reguladores suizos cancelarían 17.000 millones de dólares del tipo más arriesgado de bonos de Credit Suisse

Desde el principio, las autoridades suizas solo consideraron la opción suiza para salvar Credit Suisse, según personas familiarizadas con el asunto. Rechazaron una propuesta informal del gigante estadounidense de la gestión de activos BlackRock, Inc. para participar, según estas personas. El consejo de administración de Credit Suisse se resistió ante la baja oferta. A pocas horas del anuncio, las autoridades suizas pidieron a UBS que se esforzara más.

A última hora de la tarde del domingo, UBS aceptó elevar su oferta y pagar algo más de 3.000 millones de dólares, menos de la mitad del valor de mercado de Credit Suisse el viernes. Y lo que es más importante, los reguladores suizos cancelarían 17.000 millones de dólares del tipo más arriesgado de bonos de Credit Suisse. El mercado de estos bonos, emitidos habitualmente por bancos europeos, se vio gravemente afectado el lunes. UBS también obtendría una línea de liquidez de más de 200.000 millones de dólares del banco central, y una garantía del gobierno de más de 9.000 millones de dólares contra algunas pérdidas potenciales.

Para cerrar el acuerdo, el gobierno renunció a las leyes antimonopolio alegando que estaba en juego la estabilidad financiera. "Cualquier otra solución habría desencadenado una crisis financiera", declaró Keller-Sutter, ministra de Hacienda. En una rueda de prensa celebrada el domingo para anunciar el acuerdo, Kelleher afirmó que la compra de Credit Suisse por UBS redundaba en beneficio de Suiza.

Con la contribución de Ben Dummett, Julie Steinberg y Summer Said.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

El presidente del mayor banco suizo recibió una llamada urgente la semana pasada. Al otro lado estaban tres altos funcionarios suizos que le dieron un ultimátum disfrazado de propuesta. UBS Group AG necesitaba rescatar a su rival en quiebra, Credit Suisse Group AG. Para cualquier país, sería una emergencia financiera. Para Suiza, lo que estaba en juego era casi existencial. Su modelo económico y su identidad nacional, cultivados durante siglos, se basan en salvaguardar la riqueza mundial. No se trataba solo de un banco. Suiza misma necesitaba ser rescatada.

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