Es noticia
"Las armas no son para la guerra": el país que le ha dado un tiro en el pie a su industria militar
  1. Empresas
a vueltas con la neutralidad

"Las armas no son para la guerra": el país que le ha dado un tiro en el pie a su industria militar

Dos grandes oportunidades se abren para las empresas de defensa buscando nuevos clientes. Primero, el mercado internacional ruso. El segundo, la neutral y armada Suiza

Foto: Soldados del Ejército Suizo de maniobras. (Reuters)
Soldados del Ejército Suizo de maniobras. (Reuters)

Dos grandes oportunidades se abren para las empresas de defensa buscando nuevos compradores. La primera, el mercado de exportación ruso. El pobre desempeño de las Fuerzas Armadas rusas en la invasión a Ucrania y la patente inferioridad de su armamento frente al occidental han socavado el prestigio militar de la que fuera considerada una de las grandes potencias bélicas del mundo. La segunda oportunidad es, quizá, más inesperada. La cartera de clientes de Suiza, cuya famosa y mentada neutralidad le está pegando un tiro en el pie a la industria militar nacional en tiempos de guerra.

"Las armas suizas no deben ser utilizadas en una guerra", aseguró el presidente helvético, Alain Berset, en una reciente entrevista con el semanario local NZZ am Sonntag, zanjando —al menos por su parte— el creciente debate sobre la neutralidad del país en la guerra y su negativa a permitir que países como Alemania, España o Dinamarca manden a Ucrania armamento suizo al frente ucraniano. "[La neutralidad] está reflejada en nuestras leyes, incluyendo las que se refieren a la exportación de armas", agregó el mandatario, quien asumió el pasado mes de enero.

*Si no ves correctamente este formulario, haz clic aquí

La neutralidad es un concepto jurídico y diplomático complejo que Berna lleva practicando más de cuatro siglos. La neutralidad armada y permanente de Suiza —uno de los pocos países europeos que conserva el servicio militar obligatorio para los hombres— fue cimentada en el siglo XX en torno a la Ley de la Neutralidad de la Convención de la Haya de 1907 y, posteriormente, consagrada en su Constitución federal como una política flexible pero irrenunciable. Es uno de los pilares fundamentales de la política exterior del país alpino de 8,5 millones de habitantes, que rehusó pertenecer a la Unión Europea, a la OTAN y que no entró en Naciones Unidas hasta 2002; pero también uno de los más controvertidos y, muchas veces, malinterpretado.

Además, Suiza se precia de ser la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Convención de Ginebra (que regula el derecho humanitario), así como el cuartel europeo de la ONU. "Por lo que concierne a Suiza, la guerra no es parte de nuestro ADN", abundó Berset, abogando por negociar con el Kremlin para poner fin al conflicto “cuanto antes mejor” y criticando "el frenesí guerrero en ciertos círculos".

Foto: Julián García Vargas posa en su domicilio para EC. (S. B.)
TE PUEDE INTERESAR
El 'lobby' español de la industria militar no es como te lo imaginas: "Han sido años de penurias"
Enrique Andrés Pretel Fotografía: Sergio Beleña

Ese frenesí guerrero se refiere a varias iniciativas parlamentarias que buscan relajar la reexportación de material bélico para que las armas suizas que quieran mandar los aliados puedan llegar al frente. Un proceso que podría durar meses y que probablemente acabaría, como suele ser habitual en el país, con un referéndum para consultar a la población. Y, si hace apenas dos años, el humor ciudadano pedía ejercer precisamente más control sobre el negocio militar tras varios escándalos; esta primavera, signo de los tiempos, los suizos podrían votar a favor.

"Los suizos tienen ahora una mirada más crítica hacia la neutralidad y se declaran más dispuestos a la cooperación"

Por primera vez, una mayoría (55%) se muestra a favor de establecer lazos más cercanos con la OTAN, según la encuesta anual de la Academia Militar suiza y el Centro para Estudios de Seguridad sobre política exterior y de defensa. El dato supone un aumento del 10% respecto a la encuesta de 2021, aunque tan solo un tercio de los encuestados respaldaron el ingreso en la Alianza Atlántica, como han hecho suecos y finlandeses. "Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, los suizos son cada vez más pesimistas sobre el futuro de nuestro país y del mundo. También tienen ahora una mirada más crítica hacia la neutralidad y se declaran más dispuestos a la cooperación [en defensa]", concluyen los autores del estudio.

Perdiendo mercados

Pero la neutralidad ha dejado de ser un asunto meramente político, diplomático y social para entrar de lleno en el tejido industrial suizo. La firme negativa gubernamental a permitir la reexportación de material bélico —en el caso español, se prohibió enviar dos cañones antiaéreos de 35 mm— está generando pánico en los fabricantes locales, que reciben preguntas incómodas de clientes e interesados. Una inesperada ventana de oportunidad para sus competidores, como reconocen desde el sector.

"Estamos perdiendo nuestros mercados", dijo el secretario general de la federación suiza de la industria de defensa ASD (Aeronautics, Security and Defence), Matthias Zoller, a la publicación especializada Breaking Defense. "[Algunos socios] recibieron cartas preguntando si sus compañías podían garantizar que podrían compartir y enviar armas en caso de que los aliados de la OTAN tuvieran que invocar el Artículo 5 [que exige una respuesta solidaria en caso de ataque a uno de sus miembros]. Pero ninguna compañía suiza puede ofrecer esta garantía porque la ley suiza no solo prohíbe dar [equipos] a otros países, sino también la entrega a países involucrados en un conflicto armado interno o externo", agregó Zoller.

Foto: Batallón francés de la OTAN, en Rumanía. (Reuters/George Calin)
TE PUEDE INTERESAR
¿Preparados para lo que viene? "Vivimos unas vacaciones estratégicas y se nos han acabado"
Enrique Andrés Pretel Gráficos: Unidad de Datos

Una docena de consejeros delegados del gremio se reunió en febrero con el ministro de Economía, Guy Parmelin, para darle ejemplos recientes de cómo la situación amenaza sus ventas y cómo algunos pedidos esperados del exterior no han llegado a materializarse por este motivo. Según ASD, Suiza tiene unas 1.000 empresas en el sector, con importante presencia de filiales de grandes multinacionales estadounidenses o europeas, que facturan unos 2.500 millones de euros al año y generan unos 14.000 puestos de trabajo. El Instituto de Investigación Internacional para la Paz de Estocolmo (SIPRI) calcula que Suiza es el 12.º mayor exportador de armas del mundo, justo por detrás de Italia, Israel y Países Bajos. En comparación, la industria española de defensa ingresa más de 6.000 millones de euros y genera 55.000 empleos directos.

Las limitaciones a la reexportación de armas no son exclusivas de Suiza u otros países neutrales, como Austria, Irlanda o Costa Rica (países que, por otra parte, no tienen una producción militar destacada). La propia Alemania bloqueó durante semanas el envío al frente de carros de combate Leopard 2 de sus aliados. Esta es una salvaguarda que hacen los Estados para evitar que las armas fabricadas en su territorio vayan a parar a manos equivocadas o contrarias a los intereses estratégicos del país de origen. Todas las ventas de armamento de Estados Unidos deben pasar por una comisión específica del Departamento de Defensa y luego ser autorizadas por el Congreso. No es algo inusual: granadas suizas vendidas a Emiratos aparecieron en la guerra de Siria, municiones vendidas a Qatar, en Libia, e incluso varios aviones de entrenamiento Pilatus PC-9 (España utiliza los Pilatus PC-21) finalizaron armados en Chad en 2008.

"Nadie le pide a Suiza entregar armas directamente a Ucrania. Entendemos que eso no es compatible con su neutralidad. Esto va de reexportar armas y municiones suizas que están en los arsenales de nuestros socios europeos. Si esto es bloqueado, supone un problema para Europa", dijo el embajador francés en el país, Frédéric Journès, a medios locales suizos. "Si Ucrania pierde la guerra, la seguridad europea estará en riesgo".

¿Neutralidad financiera?

Desde el primer momento, Suiza se unió a los aliados occidentales en las sucesivas oleadas de sanciones impuestas a Rusia por la invasión de Ucrania. Fue un movimiento de una agresividad inédita para los estándares helvéticos que llevaban décadas evitando, como cuando Moscú se anexionó ilegalmente Crimea en 2014. Pero la brutalidad, impacto y características de la invasión han hecho que el país se replantease algunos fundamentales. "Estamos ante una situación extraordinaria donde se pueden adoptar medidas extraordinarias", dijo el entonces presidente y ministro de Exteriores, Ignazio Cassis, pocos días después de la agresión de Moscú contra su vecino.

La presión sobre el Gobierno en esos días era enorme. No solo de Washington y Bruselas, sino también de su propia ciudadanía, que marchó por las calles de varias ciudades para pedir que Berna se alineara con el resto de Europa. Esto llevó al país, también célebre por su laxitud bancaria, a sancionar a varios oligarcas, empezando por el propio Vladímir Putin y su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y a congelar miles de millones de euros en activos y cuentas. El mes pasado, la medida fue considerada por el Ministerio de Justicia como inconstitucional por discriminatoria, no por incumplir su política de neutralidad. "Suiza puede desplegar varias medidas para mantener un orden internacional justo y pacífico, por ejemplo, apoyando sanciones, proveyendo buenos oficios y fomentando esfuerzos para la paz", reza la Constitución.

El delicado momento para la industria de defensa es nimio ante el crítico momento para la industria bancaria del país. UBS se vio obligado a comprar a su rival Credit Suisse, uno de los inconos financieros del país, tras perder la confianza del mercado. Aunque algunos defensores de la neutralidad radical han asegurado que las sanciones habrían tenido que ver con el retiro masivo de fondos por parte inversores del banco (unos 10.000 millones de euros en 2022), los problemas de la entidad venían desde hace muchos años tras varias inversiones catastróficas. De hecho, algunos apuntan a que Suiza no ha perseguido el dinero ruso con mucho celo.

Foto: Instalaciones de Nord Stream 1 en Lubmin, Alemania. (Reuters/Hannibal Hanschke)

The Wall Street Journal publicó en julio que los fondos rusos afectados en Suiza —unos 8.000 millones de euros, según las autoridades locales— serían apenas una fracción de los que tendrían los nacionales rusos en el país, donde cientos de empresarios rusos establecieron sus sedes, incluyendo las de los gasoductos NordStream 1, NordStream 2 o el departamento de comercio energético de la estatal Gazprom. "El apoyo a Ucrania continuará, independientemente de la discusión sobre los activos congelados", aseguró el Consejo Federal Suizo el mes pasado.

Tanques de saldo

Pero las buenas palabras ya no bastan. Y menos en el delicado aspecto militar. Alemania habría decidido recuperar su propia producción nacional de munición para los blindados antiaéreos Gepard y dejar de depender de los fabricantes suizos como Casram. "Un tercio de nuestro negocio está en la industria aeroespacial y de defensa. La mayor parte en Suiza. Si la producción de estos productos se muda fuera, afectará a nuestras cadenas de suministro", reconoció un directivo de la firma a la televisión suiza.

El mes pasado, el vicecanciller alemán, Robert Habeck, criticaba la postura suiza. "Algunos países todavía tienen munición, pero son reacios a suministrarla por razones históricas", dijo el alto funcionario al diario Die Zeit. "Estamos en conversaciones con Suiza y tengo que decirlo claramente: no entiendo por qué Suiza no provee la munición del Gepard".

Los aliados no solo quieren munición, que ahora mismo escasea a ambos lados de las trincheras en Ucrania. Muchos miran el centenar de tanques Leopard 2 que Berna tiene almacenados cogiendo polvo en un búnker del oriente del país como el reemplazo ideal para las unidades que Alemania, Polonia, Eslovaquia o República Checa están mandando al frente (aunque no ha habido petición oficial de estos países). En cualquier otro momento, esto habría sido impensable. Pero, hoy día, algunos políticos de primera línea plantean soluciones ingeniosas para adaptar, sin abandonar, su neutralidad y evitar un mayor daño a la imagen del país frente a sus aliados.

Foto: Leopard 2A4, de los Royal Canadian Dragoons. (Reuters/Fuerzas Armadas canadienses)
TE PUEDE INTERESAR
Lo dicho y lo hecho: la ayuda bélica de España a Ucrania, vista por militares y diplomáticos
Enrique Andrés Pretel Datos: Miguel Ángel Gavilanes

"La guerra ha cambiado el debate en Suiza", dijo la diputada Maja Riniker, del partido centrista liberal FDP a Bloomberg, quien impulsa una iniciativa parlamentaria para regalar los carros o darlos de baja para poder venderlos. "No podemos abandonar la neutralidad suiza, pero necesitamos hablar de qué posibilidades tenemos para apoyar a países que defienden los mismos valores democráticos que Suiza".

El propio ministro de Economía reconoció en una carta que "la reputación e imagen de Suiza podría sufrir con esta situación". Pero es año electoral en el país, que irá a las urnas en octubre en medio de una tormenta bancaria. Así que, pese a las buenas intenciones, a la urgencia de Ucrania y la presión de sus aliados, todo es hoy más complicado.

"No necesitamos una excepción a la ley", aseveraba el jefe de la asociación de defensa. "Lo que necesitamos es una regulación clara porque nuestro problema hoy día es cómo los estados extranjeros nos ven. Y, si no nos ven como socios fiables, no nos comprarán a nosotros".

Dos grandes oportunidades se abren para las empresas de defensa buscando nuevos compradores. La primera, el mercado de exportación ruso. El pobre desempeño de las Fuerzas Armadas rusas en la invasión a Ucrania y la patente inferioridad de su armamento frente al occidental han socavado el prestigio militar de la que fuera considerada una de las grandes potencias bélicas del mundo. La segunda oportunidad es, quizá, más inesperada. La cartera de clientes de Suiza, cuya famosa y mentada neutralidad le está pegando un tiro en el pie a la industria militar nacional en tiempos de guerra.

Defensa Fuerzas Armadas Conflicto de Ucrania Suiza Noticias de Alemania
El redactor recomienda