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Lo dicho y lo hecho: la ayuda bélica de España a Ucrania, vista por militares y diplomáticos
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Lo dicho y lo hecho: la ayuda bélica de España a Ucrania, vista por militares y diplomáticos

Ese 24 de febrero de 2022, el dividendo de la 'Pax Americana' de pos Guerra Fría acabó con ecos de estafa piramidal. Ahora, los hechos debían estar a la altura de las palabras. Y las palabras han sido muy altas

Foto: Leopard 2A4, de los Royal Canadian Dragoons. (Reuters/Fuerzas Armadas canadienses)
Leopard 2A4, de los Royal Canadian Dragoons. (Reuters/Fuerzas Armadas canadienses)
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"Los hechos, como saben ustedes, son muy graves y son muy simples a la vez". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras reunirse de emergencia con el Consejo de Seguridad Nacional, encabezado por Felipe VI, e informar al líder de la oposición, hace una sobria y firme declaración institucional para fijar la posición estratégica y diplomática de España ante la invasión a gran escala de Rusia contra Ucrania desencadenada unas horas antes. Sánchez ya habla de sanciones europeas, de solidaridad financiera, humanitaria y sanitaria con el pueblo ucraniano. No menciona armas, pero sí "importantes inversiones para proteger el bienestar del pueblo de Ucrania".

Una potencia nuclear ha violado la legalidad internacional y ha comenzado la invasión de un país vecino, al tiempo que ha amenazado con represalias a cualquier otra nación que socorra al país agredido. Es (...) una violación flagrante del derecho internacional, de la soberanía nacional y de la integridad territorial de Ucrania. Y es algo más. Es un ataque frontal a los principios, a los valores —por encima de todos ellos, el de la paz— que han proporcionado a Europa años de estabilidad y también de prosperidad”. Ese 24 de febrero de 2022, el dividendo de la Pax Americana de pos Guerra Fría acabó con ecos de estafa piramidal. Ahora, los hechos debían estar a la altura de las palabras. Y las palabras han sido muy altas.

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Un año ha pasado y es momento de hacer balance del compromiso dado por el país. Qué se ha dicho, y qué se ha hecho. Un tema, como tantos, muy desenfocado por las cuitas políticas domésticas de las que no se libran las políticas de Estado; y que se presenta ante la audiencia internacional con la brocha gorda de la estadística sin contexto. Para obtener una perspectiva más matizada —que no más halagadora— de nuestro respaldo a Ucrania y sus circunstancias, hemos pedido a una docena de altos mandos militares (en activo o en reserva, pero todavía sujetos a la disciplina de Defensa), diplomáticos españoles en embajadas europeas y personas con estrecho contacto con las Fuerzas Armadas, el Ministerio de Defensa y la OTAN compartir fuera de micro su opinión sin reservas sobre el papel de España en este primer año de guerra.

Pero, primero, una imagen general.

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¿Entre Bélgica y Luxemburgo?

El Instituto Kiel para la Economía Mundial ha sido muy citado esta guerra. Es un centro de análisis alemán que lleva la cuenta más detallada disponible de toda la ayuda militar, financiera y humanitaria comprometida a Ucrania. Recopilan los anuncios y promesas públicas de los gobiernos, tanto bilaterales como, en el caso de España, los que son parte de las decisiones de la Unión Europea. El balance que hacen de nuestro aporte 12 meses después es mixto.

Calculamos que España ha comprometido cerca de 400 millones de euros para Ucrania, cerca de la mitad es ayuda financiera. Para poner esto en perspectiva, nuestra compilación de ayuda supera los 140.000 millones de euros. En torno a 55.000 millones son de países e instituciones de la UE. Comparados con los 40 países donantes, España es 17.º. Si nos centramos en la UE, España es 11.ª. Pero la clasificación cambia considerablemente si incluimos las ayudas como parte de la UE, donde España sube a la 7.ª posición. Estos puede suponer unos 4.000 millones de euros de contribución en este mecanismo”, explica Stefan Schramm, analista del Instituto Kiel, a El Confidencial.

Sin embargo, salimos mucho peor en la foto cuando nos vamos a términos relativos y a las ayudas militares bilaterales. En este renglón estamos entre Bélgica y Luxemburgo, y muy lejos de nuestro teórico peso geopolítico. “España ha comprometido apenas un 0,03% de su PIB (puesto 29.º del ranking), mientras que, en comparación, los Estados bálticos han comprometido en torno a un 1% de su PIB. Es decir, 30 veces más. Esto es sorprendente porque España es la cuarta economía de la UE, pero está comprometiendo menos ayuda que países como Alemania, Francia e Italia. En la tabla militar, España está en el puesto 22.º. También sorprendente, ya que España tiene bastante armamento pesado en su arsenal”, agrega el experto.

Se le pueden poner muchos peros y matices a esas cifras. El primero que citan desde el Kiel es que España —al contrario que otros aliados como Alemania, que publica y actualiza una página con todos los detalles del equipo bélico y civil enviado a Ucrania—, ha optado por mantener los detalles de sus envíos como información reservada. Las repetidas peticiones de transparencia, incluidas la de este periódico, han sido sistemáticamente rechazadas. No ha habido reuniones informativas, ni siquiera en privado o fuera de micrófonos, con la oposición o la prensa para analizar la situación, planes o impresiones sobre la guerra.

La información se ha ido desgranando en una serie de anuncios y compromisos públicos en diversos actos y escenarios. Los más detallados, los de la ministra de Defensa, Margarita Robles, en sus comparecencias parlamentarias o ante la Comisión de Defensa del Congreso. De hecho, en el índice de transparencia del Instituto Kiel, España es la penúltima de la cuarentena de países analizados, tan solo por delante de Portugal. Con esto en cuenta, veamos lo bueno, lo malo y lo feo de este año de cooperación militar con Ucrania.

Lo bueno: compromiso aliado

Al principio de la guerra, estábamos en muy malas condiciones para apoyar a Ucrania por no haber invertido en material militar en los muchos años anteriores (PP y PSOE, daba igual). Mandamos armamento ligero con su munición (poco útil) y armas contracarro C-90 (muy útiles, pero que debieron gastar en 24/48 horas). También mandamos equipo individual para combatientes, camiones, ambulancias; todo muy bien, pero no decisivo. Ahora, un año después, vamos mejorando”, comenta una de las fuentes militares consultadas. Un punto que sale repetido en varias de las conversaciones. España, que desde un primer momento ha dejado claro que arrimaría el hombro acorde con sus posibilidades, ha ido aumentando el calibre de sus aportes al ritmo marcado por la invasión y en coordinación con sus aliados.

“Creo que la posición que se ha mantenido respecto al conflicto de Ucrania en todas sus vertientes es la adecuada y nos refuerza internacionalmente. Por supuesto que hay un riesgo en el suministro de material militar, pero sería mayor si no lo hiciéramos. Esta guerra es, de alguna manera, existencial para la UE. Y lo peor que podría ocurrir es que Ucrania perdiera. Para un país europeísta como España, nuestra posición está en consonancia con lo que está en juego”, reflexiona un diplomático destinado en un país europeo.

El anuncio oficial de que se mandarán una sección avanzada de seis Leopard 2A4 —"con la posibilidad de que pudiera incrementarse ese número si fuera necesario", según confirmó el miércoles por la ministra Robles en el Congreso— nos pone en la vanguardia de la coalición tanque de la OTAN, donde una docena de países, encabezados por Estados Unidos, Polonia, Reino Unido y Alemania, han prometido carros de combate para dar a Kiev la oportunidad de romper el frente ruso en la pronosticada ofensiva de primavera (aunque todavía no hay fecha definitiva de cuándo podrían llegar las primeras unidades al frente).

Foto: EC Diseño
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Otro material más destacado enviado o comprometido por España, recopilado por El Confidencial en las notas de prensa y anuncios del Ministerio de Defensa, incluye una batería antiaérea Aspide, cuatro lanzaderas Hawk de medio alcance, 20 vehículos blindados M-113 (TOA), 10 vehículos ligeros y 10 pesados, misiles Mistral, armas ligeras, munición para armamento ligero, pesado, tanque y artillería (105 mm y 155 mm), armamento contracarro, lanzacohetes C-90, obuses 105/14, un centro de control desplegable para ciberdefensa, cinco sistemas navales, cuatro ambulancias, 2.000 toneladas de combustible, material de protección (5.000 cascos, 1.700 chalecos antibalas), unos 90.000 uniformes de invierno, 40 generadores eléctricos, raciones de campaña, radios portátiles y material sanitario. Además, se comprometieron dos cañones antiaéreos Oerlikon de 35 mm, cuyo envío ha sido vetado por las autoridades suizas.

En total han sido 50 cargamentos, según cifras oficiales del Ministerio de Defensa, la mayoría a través de transporte aéreo, pero también convoyes terrestres y envíos navales, que han implicado a varias bases militares y un significativo esfuerzo logístico y de intendencia.

“La ayuda militar enviada por España a Ucrania es valiosa y significativa. Sin ir más lejos, el compromiso de entregar los Leopard 2 ya coloca a España dentro del selecto grupo que es capaz de hacerlo. Nadie está urgiendo específicamente a España que aporte más ayuda militar. Y, por encima de todo, nuestra ayuda militar es fiable”, destaca un militar que trabaja en estrecho contacto con nuestros aliados atlánticos.

La propia embajadora de Estados Unidos en Madrid, Julissa Reynoso, aseguraba en una entrevista con El Confidencial esta semana que en Washington “estaban muy muy satisfechos del apoyo, letal y no letal, que España ha enviado a Ucrania”.

Lo malo: la sorpresa que no sorprendió a nadie

“Esto no pudo ser una sorpresa ni para los políticos más desconectados. Estamos bajo mínimos pese al acuerdo de 2014 en la OTAN —precisamente, tras la anexión de Crimea— de ir aumentando el gasto [en defensa] progresivamente para alcanzar el 2% [del PIB]. Pero en estos años hemos descapitalizado a las Fuerzas Armadas, y no solo las españolas, sino la de la mayoría de países europeos. Cuando se hizo una revisión de los países de defensa en países limítrofes con Rusia, no había planes. Eran cuatro hojas mal cogidas. No había sensación de amenaza y no sabíamos hacia dónde íbamos”, comenta un militar de alto rango recientemente entrado en la reserva.

Foto: Almacén de Leopard 1 en Tournais, Bélgica. (Reuters/Yves Herman)

Esta es una de las cosas en las que coinciden todos los consultados. El contexto material en el que la guerra pilla a nuestras Fuerzas Armadas, que fueron uno de los sectores que más recortes sufrió durante la crisis financiera, era (y es) muy delicado. Cuando fuimos a echar mano de nuestros inventarios bélicos, —sorpresa— los equipos están viejos, los arsenales con lo justo y los planes desfasados. El propio jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el almirante general Teodoro López Calderón, reconocía el pasado octubre sin paños calientes la gravedad de nuestra situación asegurando que “hay unidades que no se pueden desplegar porque se han quedado obsoletas”. Una sensación ampliamente compartida.

“En cuanto a los materiales que hemos entregado al Ejército ucraniano, son muy viejos, muchos en desuso, como es el caso de los carros Leopard y que ahora se están intentando poner mínimamente a punto a toda velocidad. Otros materiales habrían llegado al final de su vida útil, como sería el caso de los misiles antiaéreos Aspide, o los vehículos de transporte de infantería TOA”, comenta otro militar que trabaja vinculado a labores de estrategia. Otra de las fuentes ilustra este punto sobre los largos años de operación de algunos elementos de la lista, como la batería de ocho obuses Otto Melara de 105/14 mm, que son de una dotación que él mismo utilizó en los años 80. “Inútiles para la guerra de Ucrania”, puntualiza.

Foto: Aviones MiG-29 de la fuerza aérea búlgara. (Chavdar Garchev)

“No estamos jugando un papel particularmente activo ni en cuanto a los medios y capacidades que aportamos, ni en cuanto a nuestra presencia militar en los despliegues del este, ni siquiera en la exposición mediática de nuestras autoridades, que es muy inferior a la de otros países equivalentes en Europa. Se trata de mantener un perfil bajo, pero lo suficientemente relevante para que nadie nos pueda acusar de insolidarios”, agrega.

Un diplomático con experiencia en los países del este confirma esa sensación. Al contrario que en la crisis de Afganistán, donde España logró encontrar un papel relevante como centro de acogida y distribución de los refugiados, esta vez hemos ido a rebufo del sentir general europeo. No hemos sido de los más decididos, con Reino Unido, Polonia, orientales, bálticos y nórdicos a la cabeza; pero tampoco hemos vacilado como el canciller alemán, Olaf Scholz, o irritado a socios y aliados con declaraciones altisonantes, como el francés Emmanuel Macron. “Nos hemos quedado a medio camino entre halcón y paloma”, opina este miembro del servicio exterior.

Lo feo: politización de Estado

“Es una conversación recurrente entre los militares, que va más allá de la ayuda a Ucrania. No hay sintonía entre PSOE y Podemos en materia de Defensa, y eso hace que la dirección no sea clara. Incluso los que valoran positivamente nuestro papel en el conflicto comentan que a veces parece que el Gobierno actúa a escondidas. Con un liderazgo más sólido se podría haber hecho mejor”, explica una fuente con acceso a varios niveles de las Fuerzas Armadas.

Esto es lo feo. Allí donde España, Gobierno y oposición reciben los peores comentarios. Primero, las tensiones públicas entre los socios del Ejecutivo han hecho que la percepción general de los consultados es que la Moncloa ha actuado muy unilateralmente. Podría haber buscado el apoyo de la oposición, donde el Partido Popular se ha mostrado abierto a apoyarlos, pero eso implica pasar por el trance del Congreso, donde son sus propios aliados los que le acusan de aumentar el voltaje belicista y de “seguidismo de los intereses de Estados Unidos”, en palabras de la propia Ione Belarra.

Foto: Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Tampoco el Partido Popular o Vox se lo están poniendo fácil. “El PP se ha mostrado dispuesto a dar su apoyo, como cuando votó a favor del aumento del presupuesto de Defensa por sentido de Estado; pero no está dejando la oportunidad de entrar al choque en cuanto puede. Vox se opone por defecto. Y esto va a empeorar según nos adentremos en las campañas y la guerra se alargue”, apunta una diplomática española.

Sin duda, la división de la coalición, y este es solo un punto de fricción de los muchos que están surgiendo, está siendo un factor clave en la gestión [política y económica] de la ayuda a Ucrania. El Gobierno ha tomado medidas humanitarias muy importantes, con más esfuerzo incluso que Francia o Alemania en algunos temas, como acogida de refugiados, formación de militares ucranianos, asistencia hospitalaria para heridos de guerra”, comenta otra de las fuentes consultadas. "Pero los políticos están dejando pasar la oportunidad para dar un debate público, serio y abierto sobre la defensa y seguridad de España, sobre costes, beneficios y riesgos. Y esto nos puede pasar factura”.

"Los hechos, como saben ustedes, son muy graves y son muy simples a la vez". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras reunirse de emergencia con el Consejo de Seguridad Nacional, encabezado por Felipe VI, e informar al líder de la oposición, hace una sobria y firme declaración institucional para fijar la posición estratégica y diplomática de España ante la invasión a gran escala de Rusia contra Ucrania desencadenada unas horas antes. Sánchez ya habla de sanciones europeas, de solidaridad financiera, humanitaria y sanitaria con el pueblo ucraniano. No menciona armas, pero sí "importantes inversiones para proteger el bienestar del pueblo de Ucrania".

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