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Arsenal kamikaze en la frontera de Ucrania: un recordatorio de los imponderables de la guerra
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Objeto No. 1411 (ASB)

Arsenal kamikaze en la frontera de Ucrania: un recordatorio de los imponderables de la guerra

A tan solo dos kilómetros del territorio ucraniano, en Transnistria, se encuentra un arsenal militar controlado por fuerzas rusas que cuenta con alrededor de 20.000 toneladas de munición potencialmente explosiva

Foto: Ningún lugar conserva la esencia de la URSS como la moldava región de Transnistria. (EFE/Ignacio Ortega)
Ningún lugar conserva la esencia de la URSS como la moldava región de Transnistria. (EFE/Ignacio Ortega)

Transnistria es difícil de explicar. Una cápsula del tiempo soviética incrustada en la frontera de Moldavia y bajo control de separatistas rusos. Aquí, en Cobasna, yace el Objeto Nº 1411, el arsenal de armamento no controlado más grande de Europa. Un antiguo polvorín testigo de la época de poderío del Ejército rojo con unas "20.000 toneladas de material potencialmente explosivo", según apuntan las investigaciones militares moldavas. Desde hace más de dos décadas, nadie, salvo una destacamento operativo de más de 1.500 tropas rusas y el personal militar local, sabe lo que hay en su interior. ¿Y a qué viene esto?

Desde hace meses, analistas y expertos militares vigilan de cerca estas instalaciones. Días antes de que comenzara la invasión de Ucrania, el director del Servicio de Inteligencia y Seguridad (SIS) de la República de Moldavia, Alexandr Esaulenco, dijo que Moscú había aumentado el número de soldados rusos que custodiaban este depósito de municiones, a escasos 2 kilómetros de territorio ucraniano. Y, aunque los planes de Rusia en esta región siguen siendo un misterio, el arsenal es considerado como un potencial elemento de desestabilización, tanto interno, como externo.

"Entendemos que este factor es uno de los elementos clave en cuanto al uso de elementos desestabilizadores en nuestro país", reconoció recientemente Vitalie Stoian, exjefe del Estado Mayor General del Ejército Nacional, asegurando que una eventual deflagración tendría la potencia de una bomba nuclear de 10 kilotones —aunque, obviamente, con efectos e implicaciones muy diferentes—.

Pero sobre todo, Cobasna es un recordatorio de todos los imponderables presentes en la guerra. Elementos hipotéticos que orbitan en torno al conflicto y que pueden alterarlo de forma significativa. Desde el uso de armas o estrategias inesperadas, a la posible implicación directa de terceros países. En este caso, el riesgo de que Moldavia se vea arrastrada a la refriega o su Gobierno derrocado. Repasemos las hipótesis.

¿Caníbales de munición?

La posibilidad de que el Kremlin utilice esta región moldava como lanzadera —como hizo con Bielorrusia— para abrir un frente en el suroeste de Ucrania ha estado presente desde el comienzo de la guerra. El gran objetivo ruso en el frente sur era, precisamente, completar un pasillo terrestre desde el Donbás hasta Transnistria. Sin embargo, los rusos nunca pudieron pasar de Nicolaiev —el paso previo para el asalto a Odesa— y fueron expulsados en marzo hasta Jersón. Los analistas todavía mantienen en sus posibles escenarios —aunque con bajas probabilidades— algún tipo de maniobra por este flanco para romper la cintura de las fuerzas ucranianas. Una posibilidad ha vuelto a sonar con fuerza tras las recientes movilizaciones de tropas ucranianas en la frontera moldava a la altura de Transnistria.

En este contexto, una primera posibilidad es la canibalización de Cobasna —cuya identificación militar es la serie alfanumérica Objeto No. 1411 (ASB)— como posible remedio de emergencia en un contexto de sequía de munición por parte de ambos bandos. Los investigadores y expertos apuntan a que el 57% del material del depósito no estaría operativo y que parte de la munición estaría "caducada" o "inoperativa", argumenta el analista Denis Cenusa, analista del Centro de Estudios de Europa del Este y del think tank moldavo Expert-Grup. Pero ya hemos visto a Moscú mandar al frente todo tipo de antiguallas, piezas soviéticas y material defectuoso.

Foto: Protesta contra el Gobierno moldavo en Chisináu. (EFE/Dumitru Doru)

No hay informes independientes públicos sobre catálogo armamentístico y estado de conservación del material que se encuentra tras la valla electrificada que protege al arsenal de Cobasna. La misión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Moldavia ha declinado especificar los detalles de su escrutinio a El Confidencial por motivos de seguridad. Sin embargo, existen varios recuentos aproximados.

Entre los diferentes tipos de armamento se encuentran alrededor de "20.000 toneladas de proyectiles de artillería, bombas aéreas, incluidos FAB-500 y FAB-1000, minas de varios calibres, granadas y cartuchos", recuentan varias fuentes, además de varios vehículos. Los medios rusos aportan más detalles y enumeran "proyectiles de 152 mm y 122 mm para obuses, minas para morteros de calibre 80 mm y 120 mm, así como cohetes para lanzacohetes múltiples, millones de cartuchos de varios calibres. 7,62x39 mm, 5,45x39 mm".

"Se dice que este volumen de municiones cabe en 2.500 vagones de tren. Según estimaciones rusas, con este armamento se podría librar una guerra durante un par de meses", han publicado medios estatales controlados por el Kremlin.

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Puede que Rusia, en un momento de máxima desesperación, quisiera utilizar ese peligroso armamento para lanzar una nueva ofensiva contra ucrania desde Moldavia, o para desestabilizar el país dándoselo a los separatistas. Más improbable aun es que esté sacando ahora la munición para su ofensiva ucraniana. "El aeropuerto militar allí no se puede utilizar porque el espacio aéreo está cerrado por cualquier avión ruso. Además, ningún avión puede entrar sin el permiso de las autoridades moldavas", explica Cenusa. Sin embargo, prosigue el analista, en caso de una operación así no habría aviso "porque el suministro de armas o fuerzas militares a Transnistria es ilegal".

Varios analistas de inteligencia militar de fuentes abiertas (OSINT) han recopilado los desplazamientos de aviones militares rusos sobre la región. Estos movimientos no han sido confirmados por organismos oficiales y no hay evidencias de que se haya movido material del sitio. Pero recuerdan que el brazo ruso está allí.

Foto: La presidenta Maia Sandu. (Reuters/Dumitru Doru)

Un arsenal kamikaze

Hay hipótesis más arriesgadas. Algunos observadores de la guerra se han hecho eco de que Rusia podría convertir el arsenal en una trampa para los ucranianos. "Han colocado explosivos en todos los depósitos de armas de la región separatista, incluido el depósito de municiones de Cobasna, de modo que si se inicia cualquier operación militar, causará daños catastróficos", apunta el analista OSINT Defender en su cuenta de Twitter.

Esta afirmación no ha sido confirmada. "No hay pruebas concluyentes sobre este asunto", recuerda el especialista de Expert-Grup. Además, las imágenes que ilustran la información, no se corresponden con la ubicación del arsenal de Transnistria. En su lugar, se trataría de "el 65º Arsenal de Cohetes y Artillería en Balakliya (Ucrania)", cuyas imágenes fueron publicadas por blogueros rusos en 2017.

Cenusa compara este escenario con el caso de la represa Nova Kajovka, en Jersón, cuando rusos y ucranianos se acusaban mutuamente de querer volarla y causar un desastre ambiental y humanitario. "Como en el caso de la central hidroeléctrica, también se habló de que los rusos han minado las presas para destruirlas e inundar Jersón si el Ejército ucraniano intenta cruzar el río. Si se aplica la misma táctica en Transnistria, los rusos estarían interesados en comunicarlo para advertir contra un ataque del lado ucraniano", explica el analista.

Foto: Imágenes satélite de la presa Nova Kakhovka. (Reuters)
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También está el flanco doméstico. Las posibilidades son varias. Armar a los rebeldes o utilizar el arsenal como un ataque de falsa bandera para alentar una escalada entre el Gobierno central y la región separatista. La tensión política está disparada después de las recientes protestas en Chisinau, capital de Moldavia. La presidenta Maia Sandu acusó el mes pasado a Vladímir Putin de tratar de derrocar su Gobierno con manifestantes a sueldo para instaurar un régimen afín a Moscú.

Por su parte, las autoridades de la autoproclamada república de Transnistria apuntan a Kiev como autor de un supuesto ataque terrorista ejecutado por el "Servicio de Seguridad de Ucrania" contra sus "funcionarios". El líder transnistrio, Vadím Krasnoselski, tildó estos actos de "provocación militar". El servicio secreto ucraniano negó las acusaciones y declaró que esto forma parte de una "provocación orquestada por el Kremlin".

¿Y si revienta?

Cobasna es un polvorín dentro de otro polvorín. Desde hace meses, Rusia ha aumentado su presencia en torno al pueblo fronterizo y el complejo militar como parte de su refuerzo a las autoridades locales de Tiraspol. El auténtico peligro es que cualquier escenario que implique manipular o afectar al material almacenado puede acabar en catástrofe.

Las condiciones de almacenaje de este tipo de armamento con carga explosiva deben cumplir altos estándares de seguridad inexistentes en este caso. Así que los expertos temen que un accidente —provocado por la corrosión, condiciones climatológicas adversas, movimientos de contenedores, aumento de actividad en el área, problemas eléctricos— genere una reacción en cadena que detone toda la carga. El espacio reducido del complejo —170 hectáreas— y la proximidad entre la munición daría lugar a esa "bomba nuclear" que temen las autoridades moldavas.

"La explosión sería equivalente a la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. La profundidad del agujero creado por la explosión sería de 75-100 metros (un edificio de casi 30 pisos). La potencia de la explosión también se puede comparar con un terremoto de magnitud 7,5, similar a lo que hemos visto recientemente en Turquía y Siria", explica Cenusa.

El impacto, naturalmente, sería mucho menor. "Por supuesto, una explosión de municiones almacenadas podría causar una destrucción devastadora y provocar incendios, pero en general el efecto sería menor que el de un arma nuclear con un rendimiento explosivo total similar y, por supuesto, no habría radiación ni lluvia radiactiva, y tendría implicaciones y efectos muy diferentes", describe el Premio Nobel de la Paz Tilman A. Ruff, en una entrevista con NewsWeek.

Uno de los primeros informes que analizó la situación del arsenal de Cobasna fue la Academia de Ciencias de la República de Moldavia, que en 2005 publicó un informe sobre las consecuencias humanas y medioambientales que podría tener una explosión en este lugar. Unos estudios y denuncias que han sido esgrimidos por ecologistas moldavos y europeos para exigir a Rusia la retirada del material bélico.

Foto: El presidente ruso en la celebración del aniversario de la guerra. (Reuters/Maksim Blinov)

"Representa un peligro potencial para las áreas circundantes densamente pobladas y, debido a su proximidad al río Nistru, para un área más grande que incluye el Mar Negro. El río es, a veces, la única fuente de agua potable para la mayoría de las ciudades y pueblos ubicados río abajo. Esto lo convierte en una bomba de tiempo, lista para detonar en cualquier segundo de cualquier día. El depósito militar de Cobasna es un peligro regional", explicó el Grupo de Los Verdes europeos en un reciente análisis.

Los otros puentes rotos de la guerra

Tanto el Gobierno de Moldavia como la OSCE llevan más de 20 años tratando de neutralizar el riesgo que supone para la región el dudoso estado del material bélico almacenado. Antes de la guerra, había negociaciones bien encaminadas entre Chisinau y Tiraspol para desmantelar el almacén.

"El armamento representa un peligro y espero que podamos llegar a un acuerdo bastante rápido, para que podamos liquidar bastante rápido ese armamento y no haya tal peligro para los pueblos aledaños, porque el peligro es muy alto", dijo Sandu en una entrevista para Radio Free Europe de 2019, cuando era primera ministra. Unos acercamientos que quedaron cercenados desde que Moscú lanzó su guerra.

Foto: Un viejo trolebús pasa cerca de un cartel con el escudo de armas oficial en Tiráspol en Transnistria. (Reuters/Gleb Garanich)

La última vez que la OSCE tuvo oportunidad de acceder al sitio fue en 1999, cuando Rusia retiró 21.000 toneladas de munición. Pese a las conversaciones, Rusia acabó retirándose de la declaración de Estambul en 2007 y se negó a seguir el proceso de destrucción controlada de armas con la asistencia técnica de la OSCE. Desde la elección de una líder claramente proeuropea —el país es candidato a la UE desde el año pasado— se ha alejado cualquier posible solución para Cobasna. Una amenaza inmóvil que, dos décadas después, vuelve al tablero de los imponderables de la guerra.

"Con la invasión de Rusia contra Ucrania, persiste la incertidumbre sobre los planes de los rusos y cómo podrían usar Transnistria en sus cálculos militares contra Ucrania y la desestabilización política de Moldavia", concluye Cenusa.

Transnistria es difícil de explicar. Una cápsula del tiempo soviética incrustada en la frontera de Moldavia y bajo control de separatistas rusos. Aquí, en Cobasna, yace el Objeto Nº 1411, el arsenal de armamento no controlado más grande de Europa. Un antiguo polvorín testigo de la época de poderío del Ejército rojo con unas "20.000 toneladas de material potencialmente explosivo", según apuntan las investigaciones militares moldavas. Desde hace más de dos décadas, nadie, salvo una destacamento operativo de más de 1.500 tropas rusas y el personal militar local, sabe lo que hay en su interior. ¿Y a qué viene esto?

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