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La presa ucraniana que obsesiona a los expertos de la guerra: si la vuelan, todo cambia
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ucrania y rusia se acusan mutuamente

La presa ucraniana que obsesiona a los expertos de la guerra: si la vuelan, todo cambia

En la batalla por Jersón, la represa Nova Kajovka acapara la atención de ambos bandos. Un punto neurálgico y estratégico a varios niveles que puede cambiar el curso de la guerra en Ucrania

Foto: Imágenes satélite de la presa Nova Kakhovka. (Reuters)
Imágenes satélite de la presa Nova Kakhovka. (Reuters)
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La batalla final por Jersón ha comenzado y con ella, se dirime el destino de la guerra. El Ejército ucraniano avanza decidido hacia la ciudad —la primera y única capital regional en caer bajo control ruso hace ocho meses— y ya combaten apenas a 10 de kilómetros del núcleo urbano. Los analistas militares están divididos sobre si el Kremlin defenderá a sangre y fuego el enclave o se retirará estratégicamente para evitar un castigo excesivo sobre sus desgastadas tropas. Tampoco está claro si los ucranianos asaltarán la urbe u optará por sitiar al enemigo. En medio de estas interrogantes, la represa hidroeléctrica Nova Kajovka acapara la atención ambos bandos. Un punto neurálgico que puede cambiarlo todo.

Ubicada unos 80 kilómetros al noreste de Jersón, esta infraestructura es estratégica a varios niveles. Rusia y Ucrania llevan varias semanas acusándose mutuamente de planear su voladura, lo que sería decisivo para el futuro del frente sur. Los expertos militares llevan días escrutando mapas, peinando los canales de información prorrusa y proucraniana y geolocalizando movimientos en torno a este punto para valorar la posibilidad e intereses de cada bando en destruir la represa.

Foto: Soldados ucranianos, en la línea de fuego cerca de Mikolaiv, este agosto. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)
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"Tenemos información de la posibilidad de que el régimen de Kiev utilice métodos prohibidos de guerra en el área de la ciudad de Jersón, la preparación de un ataque masivo con misiles contra la central hidroeléctrica", denunció Sergei Surovikin, comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, la semana pasada.

Para los ucranianos, derribar la presa eliminaría el último gran cruce sobre el río Dniéper que le quedan a las fuerzas rusas para evitar quedar acorraladas en Jersón, privándoles de vías rápidas de suministro o evacuación. Además, la reserva de Nova Kajovka es vital para el abastecimiento de agua dulce a la península de Crimea (anexionada ilegalmente por Rusia en 2014).

Kiev y sus aliados han desestimado estas acusaciones y advierten de un posible ataque de falsa bandera orquestado por Moscú. El propio presidente Volodímir Zelenski señaló que, en realidad, es Rusia la que está planificando su destrucción. "Informé a los [líderes] europeos, durante la reunión del Consejo Europeo, sobre el próximo ataque terrorista que Rusia se está preparando contra la central hidroeléctrica de Kajovka", advirtió el mandatario ucraniano, asegurando que la infraestructura está minada. "Destruir la represa significaría un desastre a gran escala", agregó.

Foto: Un soldado ucraniano, frente a un monumento a la sandía en Novovorontsovka, Jersón. (Cedida)

Para los rusos, una detonación desencadenaría una inundación devastadora en el sur del país que ralentizaría el avance ucraniano y formaría una protección natural para sus tropas al otro lado del Dniéper, desde donde podrían castigar a los ucranianos a distancia con fuego de artillería. También pondría en problemas la central nuclear de Zaporiyia —actualmente ocupada por los rusos—, a 160 kilómetros al norte de Nova Kajovka, cuyos depósitos proporcionan agua para la refrigeración de la central. Y sería un nuevo golpe devastador para el sistema eléctrico nacional, bajo ataque permanente ruso y con el 30% de su capacidad ya comprometida.

"Hace unos días corría por los canales de Telegram proucranianos que los rusos habían dejado minada toda la presa para hacerla estallar en cualquier momento, después se ha descartado", explica A. P., miembro de Brigada OSINT, una comunidad de analistas de inteligencia de fuente abierta que sigue al detalle el curso de la guerra. "En la actualidad, monitorizando todos los canales tanto proucranianos como prorrusos, no parece que haya un peligro real. Pero nada es descartable, como ya hemos visto en el ataque al Nord Stream", agregó el analista a El Confidencial.

¿Qué sucede si vuelan la presa?

Con una reserva de 18.000 hectómetros cúbicos de agua y más de 2.100 kilómetros cuadrados, la sola posibilidad de que la represa sea destruida amenaza a toda la región y supondría un cambio radical en el frente sur de la guerra. El muro de la presa tiene 3.273 metros de largo, pero tan solo 30 metros de alto. Ubicada en la ciudad homónima de Nova Kajovka, un enclave fluvial bajo ocupación rusa con unos 45.000 habitantes (antes de la guerra), fue inaugurada en 1956. La central hidroeléctrica, con una capacidad de 357 megavatios, está en la margen oriental del río y fue tomada por las fuerzas ocupantes en el arranque de la invasión.

En 2004, el diario local Hryvnia publicó la recreación del potencial impacto de una destrucción de la presa en el que se puede apreciar la magnitud de la zona afectada, con inundaciones de entre cinco y 15 metros afectando a miles de kilómetros cuadrados a ambas riberas del Dniéper. Al menos 80 poblaciones estarían en riesgo de inundación rápida. Esto generaría un desastre humanitario y ambiental para Kiev, y obligaría a las Fuerzas Armadas ucranianas a replantearse su estrategia en el frente sur durante un tiempo indeterminado.

"Supondría, primero, arrasar con muchas poblaciones y puestos clave, así como la muerte de miles de civiles. Y segundo, un gran golpe para la moral del bando ucraniano. Si Rusia la vuela sería una demostración más de que no respeta ninguna de las normas de la guerra", subraya el analista de Brigada OSINT.

Desde el lado ucraniano se quiere minimizar el posible impacto en el avance de la reconquista mientras se subrayan los potenciales problemas que se autoinflingirían los ocupantes. En 2014, Kiev bloqueó el suministro de agua a Crimea a través de un canal que atraviesa el río Dnipro cuando Moscú se anexionó el territorio. Pero desde marzo, con fuerzas rusas asentadas Jersón y Zaporiyia, devolvieron el flujo de agua a la península. Si se eliminara la represa, y con ella los 200 millones de litros diarios que manda a Crimea, sería muy complicado abastecer a sus 2,4 millones de habitantes.

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"[Los rusos] perderán teóricamente la posibilidad de suministrar agua a Crimea hasta que reconstruyamos la presa, lo que llevará mucho tiempo. Destruirán operatividad de la planta de energía nuclear de Zaporiyia porque está indisolublemente unida a ella. Por supuesto, nos dificultarán avanzar durante un cierto período. Y esto, por cierto, no es un período muy largo; unas dos semanas. Pero se verán obligados a retirarse directamente a Crimea. ¿Están listos para ello? Creo que no", aseguró el jefe del servicio militar de inteligencia ucraniano, general Kyrylo Budanov. Si Kiev toma el lugar, "los rusos tendrán que tomar una decisión muy rápido: o abandonar la ciudad muy rápido o arriesgarse a verse en la misma situación que nuestras tropas se vieron en Mariúpol", agregó sobre el agónico capítulo de la toma de la ciudad.

Pero en el Kremlin saben que, en caso de que no logren mantener las líneas y sean superados en el frente de Járkov, no solo perderían el control de la represa y la central. Desde ahí, las fuerzas ucranianas podrían amenazar la retaguardia rusa en Zaporiyia y tendrían vía libre hacia Crimea y Mariúpol. Esto, a su vez, aumentaría la presión en los frentes norte y oriental, donde los invasores ya tienen serios problemas de personal y logística. Así que, pese a las terribles consecuencias, reventar este dique de contención daría un claro mensaje de que el frente sur está a punto de colapsar y que el Kremlin está dispuesto a todo por apuntalar los pilares de resistencia que le quedan en la región.

Foto: Vista de la planta nuclear de Zaporiya por el satélite europeo Copernicus Sentinel-2 (Unión Europea)

"La orilla derecha [del río Dnipro] es importante para los dos bandos. Para Rusia para garantizar la defensa de Zaporiyia; y para Ucrania, para liberar la zona y cortar las tres arterias importantes: el corredor terrestre a Crimea, el acceso al agua de la península y tomar de nuevo el control de la planta nuclear", detalla el analista militar ucraniano Oleh Zhadnov, a AFP.

Los propios ucranianos llevan semanas bombardeando puentes sobre el Dinéper para entorpecer el suministro ruso a las líneas del frente. Actualmente, el de Nova Kajovka es uno de los dos todavía operativos. Y las tropas ucranianas están a pocos kilómetros del enclave. En el peor escenario para los rusos, sería la forma más decisiva de defender su salida y cortar el paso a la contraofensiva ucraniana. "Las fuerzas rusas probablemente intentarán volar la represa en la planta de energía hidroeléctrica de Kajovka para cubrir su retirada y evitar que las fuerzas de Ucrania persigan a las fuerzas rusas más adentro del óblast de Jersón ocupado por Rusia", explicó el Institute for the Study of War en uno de sus más recientes informes.

Un señuelo psicológico

Por el momento, Nova Kajovka se ha convertido en un elemento más de la guerra psicológica que se libra en medios y redes, con cada bando tratando de que la potencial voladura y el consecuente desastre encajen en su narrativa con fines determinados. “Ucrania para conseguir más apoyo de Occidente avisando de lo que puede pasar y Rusia desmintiendo para parecer los buenos y jamás lo harían. En realidad es un punto clave que en caso de ataque cambiaría el rumbo de la guerra”, explica el experto A. P.

Cualquier hipotético ataque, además, vendría envuelto en acusaciones cruzadas sobre su autoría. Prorrusos y proucranianos llevan semanas discutiendo sobre la posibilidad de ataques de ‘falsa bandera’ cuyas causas últimas son siempre difíciles de determinar. Unos aseguran que la presa solamente se puede volar desde dentro, lo que apuntaría a Rusia. Otros creen que cualquiera puede eliminar la barrera con un bombardeo, artillería pesada u otros medios disponibles para los ucranianos, aunque esto estaría en duda ya que esta construcción soviética está diseñada para aguantar una explosión masiva y que sería necesario algo más. También se ha especulado con que Rusia podría estar vaciando el embalse poco a poco para dañar el paso y afectar Jersón, pero evitando una destrucción masiva.

Con poca información contrastada desde el frente, los analistas se entregan a descifrar la información disponible mediante inteligencia abierta para descifrar los movimientos de los contendientes sobre el terreno. Una minuciosa investigación de Mark Krutov y Kyrylo Ovsyaniy publicada en RFE/RL siguió los traslados de un soldado ruso a través de sus redes para constatar cómo los rusos están reiterando equipo militar de la margen occidental de Dniéper a la oriental mediante ferris temporales. Esto podría señalar que el nuevo liderazgo de la invasión no está dispuesto a defender una posición que no puede mantener solo por motivos políticos y simbólicos.

Foto: Los equipos de rescate evacúan a los supervivientes de un edificio en Kiev después de los ataques de este lunes. (Reuters/Vladyslav Musiienko)

Vladímir Putin respondió a la contraofensiva ucraniana en el norte, donde en pocas semanas los defensores fueron capaces de recuperar el terreno que le costó meses a los rusos ocupar, con una campaña de bombardeos y drones suicidas destinada a dañar la red eléctrica nacional y otras infraestructuras críticas. Su objetivo es hacer la vida miserable a los ucranianos, sin electricidad ni calefacción, hasta que este invierno —asume el presidente ruso— el apoyo de Occidente a la causa de Kiev comience a flaquear. Ante una eventual derrota en Jersón, nadie sabe cuál podría ser su próximo paso.

“Esta nueva estrategia de Putin también está diseñada para causar una potencial oleada de nuevos refugiados a Europa e incrementar el coste a los países occidentales de apoyar a Ucrania con la esperanza de que se rompa la coalición de aliados”, explicó Neil Melvin, director de estudios de Seguridad Internacional en el Royal United Services Institute (RUSI), a medios. “Y Rusia necesitará esta estrategia mientras siga perdiendo en el campo de batalla”.

La batalla final por Jersón ha comenzado y con ella, se dirime el destino de la guerra. El Ejército ucraniano avanza decidido hacia la ciudad —la primera y única capital regional en caer bajo control ruso hace ocho meses— y ya combaten apenas a 10 de kilómetros del núcleo urbano. Los analistas militares están divididos sobre si el Kremlin defenderá a sangre y fuego el enclave o se retirará estratégicamente para evitar un castigo excesivo sobre sus desgastadas tropas. Tampoco está claro si los ucranianos asaltarán la urbe u optará por sitiar al enemigo. En medio de estas interrogantes, la represa hidroeléctrica Nova Kajovka acapara la atención ambos bandos. Un punto neurálgico que puede cambiarlo todo.

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