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El rehén más peligroso de la guerra de Ucrania: ¿qué está pasando en la planta de Zaporiya?
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Kiev denuncia una operación de falsa bandera

El rehén más peligroso de la guerra de Ucrania: ¿qué está pasando en la planta de Zaporiya?

Entre esporádicos ataques de artillería, un personal agotado tras meses de ocupación rusa y sospechas de un ataque de falsa bandera por parte de Moscú, el rehén más peligroso de la guerra de Ucrania es esta central nuclear

Foto: Fotografía de la planta nuclear de Zaporiya (Ministerio de Defensa ruso)
Fotografía de la planta nuclear de Zaporiya (Ministerio de Defensa ruso)

Entre esporádicos asaltos de artillería, un personal agotado tras meses de ocupación rusa y sospechas de un ataque de falsa bandera por parte de Moscú, el rehén más peligroso de la guerra de Ucrania es la central nuclear de Zaporiya, la mayor planta de Europa y de las mayores del mundo, en manos de tropas rusas desde casi el inicio de la invasión. Europa, la Organización Internacional de la Energía Atómica y Naciones Unidas maniobran contrarreloj para impedir que las maniobras militares acaben convirtiéndose en un posible accidente nuclear en Ucrania.

Foto: Foto: Reuters/Kacper Pempel.

Tras semanas de tensión y una agresiva campaña diplomática, incluyendo una llamada este viernes del presidente Emmanuel Macron a su homólogo Vladímir Putin, el presidente ruso habría aceptado permitir una inspección del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés), a la planta, según ha adelantado la presidencia francesa. Moscú todavía no ha confirmado, y ya en anteriores ocasiones el Kremlin había asegurado “estar dispuesto” sin que se concretara ninguna misión.

Las tropas rusas se hicieron con el control de la planta de Zaporiya (ZPP, por sus siglas en inglés) a principios de marzo, con la invasión apenas en sus primeros compases y en el contexto de su rápido avance inicial en el sur de Ucrania. Aun así, la planta está mayormente operada por trabajadores ucranianos, “trabajando en una situación muy complicada, física [tras meses de ocupación rusa] y psicológica, con una pistola permanentemente apuntándoles a la cabeza”, describía la situación Oleksandr Kharchenko, viceministro de Energía de Ucrania, en entrevista con El Confidencial.

Armamento ruso en la planta

La fuerte tensión y cansancio que sufren los trabajadores ucranianos solo es una primera capa de riesgo al que se enfrenta la planta y las turbinas nucleares: a principios de agosto, la zona sufrió varios ataques de artillería -de los que Ucrania y Rusia se han acusado entre sí-, que dañó, aunque sin mayores consecuencias, los sensores de radiación. La agencia ucraniana de energía nuclear, Enerhoatom, acusó a Rusia de “chantajear abiertamente a todo el mundo”, una narrativa respondida en espejo por el Kremlin. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajarova, acusó a Ucrania de estar “tomando a Europa como rehén” con los presuntos bombardeos a la ZPP.

Paralelamente, Rusia estaría utilizando la planta como base desde la que atacar posiciones ucranianas, según han denunciado tanto Kiev como EEUU (“sabiendo que los ucranianos no pueden disparar en respuesta”, en palabras del secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken). Según fuentes de inteligencia de ambos gobiernos, las fuerzas rusas habrían plantado explosivos rodeando algunos componentes claves de la planta, y al menos 500 soldados y decenas de lanzamisiles estarían estacionados en el interior de la central.

La presencia de armas rusas en la central de Zaporiya ha sido de hecho corroborada por varios vídeos obtenidos y verificados vía OSINT (fuentes de inteligencia abierta, por sus siglas en inglés). Según se puede apreciar en unos vídeos publicados este jueves, los rusos habrían colocado equipos militares (incluidos vehículos) y municiones en el interior de una de las seis salas de turbinas de la ZPP.

¿Atentado terrorista o falsa bandera?

Esta presencia de armamento ruso dentro de la planta no hace más que alimentar los miedos tanto de un accidente (con consecuencias catastróficas) como, según denuncia Ucrania, un atentado de falsa bandera; que los rusos se ataquen a sí mismos o sus posiciones en la central para luego culpar a Kiev. Rusia ya está plantando el discurso: Moscú anunció a principios de semana que temía “un atentado terrorista contra la central”.

Según la agencia de inteligencia militar ucraniana, los rusos estarían preparando una “provocación” en la planta para ejecutar en los próximos días. Una señal de la preparación -según apunta la agencia ucraniana- es que la agencia rusa Rosatom habría pedido a los empleados que no acudieran a trabajar este viernes a la planta de Zaporiya y habría evacuado a sus representantes en la ZPP.

Foto: Materiales incautados por el FBS. (FBS)

Las acusaciones de Ucrania sobre la posibilidad de un ataque de falsa bandera no caen en el vacío, atendiendo al historial de Rusia. Desde pocas semanas antes del inicio de la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, Moscú intentó lanzar varias operaciones de falsa bandera en el Donbás, acusando a Kiev de varios ataques en el territorio con montajes de vídeo, pero que fracasaron estrepitosamente, entre otras cosas, porque los montajes pudieron ser verificados y desmentidos prácticamente en tiempo real por analistas digitales, expertos forenses y especialistas en cuestiones militares. Ya en enero, la Inteligencia de Estados Unidos aseguró, con todo lujo de detalles, que Rusia preparaba un supuesto vídeo que incluiría cruentas imágenes de cuerpos y edificios destrozados tras una explosión, supervivientes lamentándose en lengua rusa y, entre las ruinas, restos de equipos militares occidentales, que se utilizaría como justificación para el inicio de la guerra.

En medio de la creciente tensión, en la esfera diplomática se han movilizado todas las cartas posibles. Este jueves, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se reunía con Zelensky -acompañado del presidente turco, Recep Tayip Erdogan- en Kiev. En anteriores ocasiones, Guterres había pedido que se estableciera una zona desmilitarizada alrededor de Zaporiya, pero mientras tanto, la petición más inmediata ha sido la de organizar una misión de la IAEA a la planta.

Foto: Tanque soviético T-34, uno de los símbolos de la ciudad de Tiráspol, en Transnistria. (EFE/Ignacio Ortega)

Aunque Kiev sostiene que está abierto a la posibilidad de una misión de la IAEA, no siempre ha sido así. A principios de agosto, el presidente ucraniano Volodímir Zelensky aseguraba que las tropas rusas tendrían primero que abandonar la ZPP. Desde el Gobierno ucraniano se temía que una misión oficial a la planta, bajo ocupación rusa, podría leerse como un reconocimiento del control de Moscú en la planta, al convertirlo en interlocutor válido. También hay desconfianza hacia la propia agencia y su ecuanimidad. “Sabemos bien que el 30% de los trabajadores de la IAEA son rusos, y [desde la agencia] no han hecho nada para ayudar en la situación de Zaporiya en la realidad. No han sancionado a Rosatom [la empresa estatal rusa de energía nuclear], no la han excluido de ningún programa de cooperación internacional, no han presionado a Rosatom para que saquen el Ejército ruso de la planta de Zaporiya".

La esperada misión de la IAEA, si finalmente se produce, tiene como objetivo comprobar el estado de la planta y sus instalaciones para impedir un accidente nuclear en la que es una de las mayores centrales nucleares -con seis reactores- de Europa. Pero, ¿cómo de real es el riesgo?

¿Chernóbil o Fukushima?

El embajador de Ucrania ante la IAEA, Yevhenii Tsymbaliuk, advirtió a principios de mes de “catastróficas consecuencias” ante un accidente en la planta, asegurando que no sería comparable siquiera “con Chernóbil o Fukushima”.

La posibilidad de un estallido como el de una bomba nuclear está fuera de la mesa. Un reactor de potencia de tipo comercial no puede explotar de manera similar a las bombas lanzadas sobre Hiroshima o Nagasaki, ya que el combustible no está enriquecido más allá del 5%, según detalla la World Nuclear Association.

Es también improbable un accidente similar a Chernóbil. Aunque Zaporiya utiliza uranio enriquecido, sus reactores VVER actuales no están moderados por grafito, sino por agua, lo que significa que son más seguros y no se quemarán como en el desastre nuclear que vivió Ucrania en 1986. La protección también es mayor: los reactores modernos están rodeados por un sistema de contención secundario, una cubierta de hormigón duro diseñada para soportar explosiones como, incluso, la del impacto de un avión. Esto protegería los reactores de ciertos daños de un ataque de artillería, aunque no 100% ni aguantarían determinados misiles de mayor potencia.

El riesgo por tanto no es de una explosión, sino de un escape radiactivo. En Zaporiya, el material radiactivo se almacena en tanques y cubierto de agua para enfriarlo y permitir que los niveles de radiación bajen. Si se pierde el refrigerante de los tanques -ya sea por un ataque directo que rompa las estructuras de contención, o por una fusión del núcleo debido a las pérdidas de energía si fallan los generadores- el combustible almacenado irá aumentando de temperatura y el riesgo de la propagación de isótopos radiactivos. Una crisis sin duda catastrófica (especialmente para las zonas más aledañas, aunque los expertos no descartan que afecte a muchas otras partes de Europa), pero con un impacto más similar a la crisis de Fukushima de 2011.

Entre esporádicos asaltos de artillería, un personal agotado tras meses de ocupación rusa y sospechas de un ataque de falsa bandera por parte de Moscú, el rehén más peligroso de la guerra de Ucrania es la central nuclear de Zaporiya, la mayor planta de Europa y de las mayores del mundo, en manos de tropas rusas desde casi el inicio de la invasión. Europa, la Organización Internacional de la Energía Atómica y Naciones Unidas maniobran contrarreloj para impedir que las maniobras militares acaben convirtiéndose en un posible accidente nuclear en Ucrania.

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