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Ucrania prepara el inminente asalto a Jersón y pone a Rusia ante un dilema militar (y simbólico)
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Ucrania prepara el inminente asalto a Jersón y pone a Rusia ante un dilema militar (y simbólico)

Putin enfrenta un dilema. Defender Jersón a sangre y fuego, pero a riesgo de protagonizar más fiascos en el campo de batalla, o replegarse ordenadamente y perder un punto de alto valor estratégico y simbólico

Foto: Soldados ucranianos, en la línea de fuego cerca de Mikolaiv, este agosto. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)
Soldados ucranianos, en la línea de fuego cerca de Mikolaiv, este agosto. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)
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Algo se mueve en el frente sur. De forma inesperada, las autoridades prorrusas de la región de Jersón ordenaron el miércoles la evacuación de decenas de miles de civiles de la ciudad, la única capital de provincia conquistada por Rusia en su invasión de Ucrania. Pocas horas después, el presidente Vladímir Putin declaraba la ley marcial en este 'óblast', así como en los territorios ucranianos controlados por el Kremlin en Zaporiyia, Donetsk y Lugansk. Esta misma semana, el general a cargo de la 'operación militar especial' en Ucrania, Serguéi Surovikin, admitía que la situación en esta línea estratégica "puede describirse como tensa" y que podrían verse obligados a tomar "decisiones muy difíciles". Mientras, Kiev mantiene silencio de radio. El asalto a Jersón parece inminente y con él, un nuevo capítulo de la guerra.

El ministerio de Defensa ruso ha afirmado esta mañana haber repelido un primer ataque ucraniano, aunque esta había conseguido romper la línea de defensa de las tropas del Kremlin. Sin embargo, Putin sigue enfrentando un dilema decisivo para el curso de la ofensiva. Defender la joya de la corona de su invasión a sangre y fuego, pero a riesgo de protagonizar más fiascos en el campo de batalla y mostrar más debilidades, o replegarse ordenadamente, pero a costa de perder un punto de alto valor estratégico y simbólico, lo que irritaría de nuevo a los halcones rusos y hundiría más la moral de tropas y civiles. Por el momento, es difícil interpretar la coreografía de anuncios rusos.

Por un lado, pareciera que Moscú está preparando a su opinión pública para asumir malas noticias. Pero el Kremlin es consciente del valor de Jersón: el geográfico —con una posición clave en la desembocadura del río Dniéper, de la arteria fluvial de Ucrania, y no lejos del canal que suministra agua dulce a Crimea— y el político —su pérdida supondría un nuevo mazazo a su narrativa de la invasión—. La persistente niebla de la guerra impide ver mucho más allá.

¿Llevará Rusia la guerra al escenario urbano o es la evacuación de civiles una pantalla para ocultar un repliegue militar? Si Rusia se está retirando, ¿hasta dónde lo haría? ¿Cómo reaccionarían Putin y su entorno a la que sería la tercera gran derrota rusa en Ucrania —tras el fallido asedio de Kiev y el reciente derrumbe de líneas en el frente de Járkov—?

El líder ruso está en una posición delicada. Su retórica inflamada hace que las élites ultranacionalistas exijan "victorias", pero su capacidad para entregar resultados está muy mermada, como muestra la actual estrategia de terror psicológico con bombardeos y drones kamikazes. Sí, puede amargar la vida a millones de ucranianos, pero su impacto en el devenir del conflicto es marginal y su poder narrativo, limitado. En paralelo, esa misma agresividad está alienando a muchos civiles, ya plenamente salpicados por la guerra tras las controvertidas levas, y a ciertos actores de la Administración que quieren evitar ligar el destino de Rusia a una eventual catástrofe en Ucrania, como explica Nataliya Bugayova, analista sobre Rusia del Institute for the Study of War.

"Los reveses militares de Rusia harán cada vez más probable un cisma en el régimen de Putin. Aquellos que buscan una victoria total en Ucrania se darán cuenta en algún momento de que Putin no será capaz de dársela. Y aquellos que quieren que Rusia conserve al menos algo de su poder e influencia global probablemente ya son conscientes de que la invasión de Ucrania puede que degrade el poder ruso de forma perpetua", escribió Bugayova.

Una táctica primitiva

Por su parte, Kiev se ha limitado a calificar la evacuación de los civiles de Jersón como parte de una campaña de desinformación rusa. "Es una táctica bastante primitiva, dado que las Fuerzas Armadas [ucranianas] no disparan contra las ciudades ucranianas. Eso lo hacen exclusivamente los terroristas rusos", afirmó Andriy Yermak, jefe de la oficina del presidente Volodímir Zelenski.

Ucrania denuncia que detrás de esta salida —que podría afectar hasta a 60.000 residentes, según las autoridades regionales prorrusas— hay una operación del Kremlin para deportar de forma masiva y forzada a miles de civiles. "Están anteponiendo la narrativa a una provocación planificada en la que culparán a Ucrania por el bombardeo de la ciudad de Jersón o de los civiles. (...) Esto significa que va a suceder algo por lo que culparán a Ucrania", avisó Serhiy Kuzan, asesor del Ministerio de Defensa de Ucrania, al 'Financial Times'.

Foto: Un soldado ucraniano dispara un obús en la región de Mykolaiv, a 90 km de Jersón. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)

Desde finales de agosto, las tropas ucranianas han hecho retroceder las líneas unos 20-30 kilómetros en la región de Jersón, tomando posiciones a lo largo del río Dniéper y presionando al enemigo contra la ribera occidental. Los rusos no tienen superioridad aérea, mientras los Himars ucranianos han despedazado su potencia artillera y su logística, cebándose con depósitos de munición, puentes, carreteras y líneas de tren. El más impactante fue el ataque contra el puente de Kerch, que une la península de Crimea (anexionada por Moscú en 2014) a Rusia continental. Ese mismo día, Kiev también bombardeaba vías férreas en la zona entre Melitópol y Donetsk, una de las principales rutas de abastecimiento para el frente de Jersón desde el oriente del país bajo control ruso.

Esta fue la ruta que utilizó Moscú a finales de verano para sacar batallones y artillería del frente de Járkov, en el norte, para reforzar el sur. La jugada fue increíblemente contraproducente. Los ucranianos se contuvieron en Jersón y avanzaron rápidamente en Járkov, reconquistando en pocos días la práctica totalidad del 'óblast'. Ahora, el objetivo de Kiev es limitar en lo posible nuevos refuerzos para esta línea de contacto.

Foto: Un soldado ucraniano, frente a un monumento a la sandía en Novovorontsovka, Jersón. (Cedida)

"El hecho de que hayamos atravesado el frente significa que el Ejército ruso ya ha perdido la capacidad de atacar. Y hoy o mañana podría perder la capacidad de defenderse", dijo Oleh Zhdanov, un analista militar de Kiev, a CNN.

Objetivos políticos vs. objetivos militares

Jersón muestra el radical cambio de las expectativas de la guerra. En los primeros meses, este fue uno de los frentes más prometedores para el Ejército ruso. Tomaron la ciudad apenas una semana después del arranque de la invasión, el 24 de febrero, y continuaron un rápido avance con destino Odesa, capital del sur, para controlar todo el pasillo costero del país. Pero esta ofensiva encalló con la inesperada resistencia ucraniana en Nicolayev, plaza clave para cualquier eventual asalto a 'la perla del mar Negro'. Ahora, defender Jersón puede resultar especialmente costoso para las tropas rusas. Una vez más en esta guerra, Rusia debe hacer balance entre el sentido militar y la estrategia política.

Hay tres opciones aquí: o nuestras fuerzas se atrincherarían donde están, o se retirarían a la ciudad de Jersón, tratando de enfrentar al enemigo en una pelea callejera, guerra urbana. O evacuarían”, apuntó Vladlen Tatarsky, un bloguero prorruso, en su canal de Telegram.

Un repliegue ordenado de Jersón sería la manera más efectiva de sacar a través del río la mayor cantidad de soldados disponibles con el menor riesgo posible. Estos podrían ofrecer resistencia en la ribera oriental o reubicarse para otros objetivos, como frenar la contraofensiva en Járkov, controlar el frente del sur en Zaporiyia o reforzar las líneas del Donbás. Pero tratar de controlar la urbe y fracasar significaría una nueva humillación para las fuerzas rusas y un enorme desgaste bélico para ambos bandos.

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (EFE)

El gobernador nombrado por Rusia para la región de Jersón, Vladímir Saldo, acusó a las fuerzas ucranianas, sin presentar pruebas, de planear la destrucción de una gran presa en la estación hidroeléctrica de Nova Kakhovka, una localidad unos 70 kilómetros al norte de Jersón. “El lado ucraniano está acumulando fuerzas para una ofensiva a gran escala”, dijo en un vídeo publicado en redes.

Sin embargo, analistas militares y observadores Osint (Inteligencia abierta) creen que en realidad podrían ser los rusos los interesados en reventar la infraestructura. Los ocupantes llevan días desembalsando agua y podrían volarla una vez haya bajado el nivel para bloquear así una vía de avance para los ucranianos y una vía de salida hacia posiciones defensivas en la orilla este del Dniéper.

"Nuestros planes con respecto a Jersón dependerán de la situación militar-táctica"

Los propios militares rusos reconocieron la inestabilidad del frente de Jersón antes del primer ataque ucraniano del que ha informado Rusia este jueves. “La situación es complicada. El enemigo lanza intencionadamente ataques contra la infraestructura y los edificios de viviendas en Jersón", dijo Surovikin, el general de aviación que asumió este mes la jefatura del Ejército ruso en Ucrania. “Nuestros planes y acciones futuras con respecto a la ciudad de Jersón dependerán de la situación militar-táctica que se desarrolle”, añadió en declaraciones a la televisión estatal Rossiya 24.

Pero Putin habría estado haciendo oídos sordos a los reclamos de los generales de evacuar Jersón para evitar reconocer una victoria de Volodímir Zelenski, según fuentes anónimas citadas por 'The New York Times'.

“En esta guerra, ha habido un desajuste constante entre los objetivos políticos de Putin y los medios militares para lograrlos”, apuntaba al respecto Michael Kofman, director de Estudios sobre Rusia en el Centro de Análisis Naval, al diario estadounidense. “En los puntos de decisión importantes, Putin ha procrastinado, negándose a reconocer la realidad, hasta que las opciones fueron de mal en peor”.

Algo se mueve en el frente sur. De forma inesperada, las autoridades prorrusas de la región de Jersón ordenaron el miércoles la evacuación de decenas de miles de civiles de la ciudad, la única capital de provincia conquistada por Rusia en su invasión de Ucrania. Pocas horas después, el presidente Vladímir Putin declaraba la ley marcial en este 'óblast', así como en los territorios ucranianos controlados por el Kremlin en Zaporiyia, Donetsk y Lugansk. Esta misma semana, el general a cargo de la 'operación militar especial' en Ucrania, Serguéi Surovikin, admitía que la situación en esta línea estratégica "puede describirse como tensa" y que podrían verse obligados a tomar "decisiones muy difíciles". Mientras, Kiev mantiene silencio de radio. El asalto a Jersón parece inminente y con él, un nuevo capítulo de la guerra.

Conflicto de Ucrania Vladimir Putin
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