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Drones y misiles iraníes: el as en la manga de Rusia que demuestra la debilidad de Putin
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La guerra 'low cost'

Drones y misiles iraníes: el as en la manga de Rusia que demuestra la debilidad de Putin

Putin está logrando sacar máximo partido militar al uso de drones y misiles de corto alcance iraníes. Sin embargo, esta inesperada fortaleza es a su vez una muestra de los puntos débiles de Rusia

Foto: Misiles de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, en sus siglas en inglés), una rama de las Fuerzas Armadas iraníes. (EFE)
Misiles de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, en sus siglas en inglés), una rama de las Fuerzas Armadas iraníes. (EFE)
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La guerra en Ucrania está a punto de entrar en su octavo mes y Rusia se enfrenta a uno de los momentos más tensos de los últimos meses. Con el posible asalto a Jersón por parte de las tropas ucranianas, el conflicto puede entrar en otra nueva fase. Putin necesita ayuda más que nunca, especialmente en el frente militar. Con los chinos dándole la espalda en cuanto a envío de armamento, ahora la ayuda le ha llegado de un lugar inesperado. Irán ha entrado en escena.

Desde hacía casi dos meses, la iniciativa estaba del lado ucraniano. Ellos decidían dónde y cómo atacar y lo estaban haciendo muy bien. Tras el derrumbe del frente norte (zona de Járkov) parecía que los rusos se desmoronaban, pero al parecer, aguantan. Lo hacen como pueden y con grandes pérdidas, pero los fulgurantes avances ucranianos que amenazaban las capitales del Donbás han cesado e impera la calma, quizás preludio de nuevas tempestades.

Foto: De izquierda a derecha, IRIS-T SLS, IRIS-T SLM, Dirección de Tiro y radar Master 200. (Diehl Defence)

Es ahora el frente del suroeste donde la presión de los defensores, constante y sistemática, está haciendo peligrar todo el terreno ocupado por los rusos al oeste del Dnieper. La preocupación de ver Jersón a tiro de los ucranianos está haciendo que los invasores hayan comenzado una evacuación que no presagia nada bueno. Si las tropas de Zelenski recuperan esa ciudad, el golpe militar, político y de prestigio para Putin va a ser muy sonoro.

En este contexto, la aparición de los drones de origen iraní ha supuesto uno de los pocos e inesperados tantos militares que se ha podido apuntar Rusia. Se trata de unos aparatos del tipo 'suicida' o 'kamikaze', un tipo de dron que se lanza contra el objetivo y lo ataca con su carga explosiva. Drones de un solo uso, muy sencillos, construidos con componentes de baja calidad, pero que resultan muy baratos y eficaces.

placeholder Un dron iraní Shahed 136 en pleno vuelo. (Reuters)
Un dron iraní Shahed 136 en pleno vuelo. (Reuters)

Su presencia ha sido muy notoria, generando revuelo por suponer un tangible apoyo a Rusia. Irán lo ha negado con rotundidad y Rusia ha procurado dar la callada por respuesta, cuando estaba muy claro —y ahora no hay dudas— que esos drones habían sido entregados por el gobierno de Teherán. No solo la inteligencia occidental estaba al tanto, muy recientemente en un programa de la televisión rusa, se le 'escapó' a uno de los presentadores que "eran iraníes, pero que el gobierno se empeñaba en ocultarlo".

Más allá de las anécdotas, el suministro de drones iraníes ha logrado objetivos fundamentales. Por un lado, ha permitido a los rusos recuperar parte de la iniciativa perdida. Han vuelto a ser protagonistas y a ocupar las cabeceras de periódicos y telediarios, pero lo más importante: han obligado a los ucranianos a defenderse en profundidad. De alguna manera, gracias a unos 'cacharros' que parecen hechos en talleres clandestinos, los rusos han devuelto la moneda que supuso para ellos la aparición de los HIMARS. Lo vivido aquellos meses, donde cada noche un depósito de municiones, centro de mando o instalación suya saltaba por los aires, ahora les toca a los ucranianos, aunque los efectos no sean comparables.

Por otro lado, le ha permitido a Putin relanzar una ofensiva desde el aire que, días atrás, parecía condenada por la inaudita inoperancia de su fuerza aérea. Eso sí, han cambiado la estrategia y ahora los objetivos ya no son tan 'militares' como antes. Ahora trata de asfixiar a la población civil dejándola sin servicios, atacando toda su infraestructura eléctrica y de paso, causando una devastación en sus ciudades. Esto, que se ha reconocido de manera explícita en la televisión estatal rusa, supone en realidad confirmar que lo que era una 'operación militar especial', encaminada a la liberación del pueblo hermano de un gobierno corrupto y fascista, ahora es una guerra total contra ese mismo pueblo.

La estrategia del Shahed

La respuesta a por qué un dron que cuesta apenas unos 20.000 dólares ha supuesto todo lo anterior hay que buscarla en las propias características del material iraní. El Shahed 136, bautizado por los rusos como Geran-2, es de grandes dimensiones si se compara con otros modelos de los llamados 'merodeadores' o 'suicidas'. El mayor tamaño le permite transportar una mayor carga explosiva, a la vez que le confiere una gran autonomía.

placeholder Soldados ucranianos disparan a drones rusos. (Reuters)
Soldados ucranianos disparan a drones rusos. (Reuters)

Frente a otros drones de 'un solo uso', como el Switchblade norteamericano, que se puede controlar de forma manual, el iraní es completamente autónomo. Esto significa que el primero, pese a su ligereza y sencillez, dispone de una cámara y enlace con un operador, que ve en una pantalla lo que el dron tiene a vista y lo puede dirigir hacia el objetivo deseado.

El Shahed no dispone de nada de esto, por lo que no es operado de forma remota. La ventaja de esta forma de guiado es que permite autonomías muy grandes —el Shahed puede tener más de 1.000 kilómetros— al no depender de enlace radio, pero no es capaz de atacar ni objetivos de oportunidad ni aquellos que puedan moverse. Para llegar a su destino se basa en utilizar un sistema de guiado por GLONASS, que es el GPS en versión rusa. Por ello, antes de lanzarse, se graban las coordenadas del objetivo y el dron se dirigirá allí sin ninguna intervención.

Esta capacidad le hace ideal para atacar grandes objetivos fijos, como instalaciones eléctricas, depósitos, puestos de mando e incluso, como así ha ocurrido, posiciones fijas de artillería. En el fondo su función podríamos decir que es la de ser algo así como el misil de crucero de los pobres, con irregular precisión, malas prestaciones (vuelo a baja cota, lento y ruidoso) pero con un coste casi ridículo. El uso masivo de estos drones también sería un fiel reflejo de la incapacidad, ya comentada, de realizar este trabajo con aviones.

Lanzado en oleadas, pues hablar de 'enjambres' tiene connotaciones de drones bajo control y coordinación, puede ser muy eficaz pues, por un lado, satura las defensas e incrementa la posibilidad de que alguna unidad llegue al objetivo. Por otro, su bajo coste hace que el enemigo gaste unos misiles caros y valiosos contra un elemento barato.

Un misil ucraniano puede costar por encima de los 100.000 dólares frente a los 20.000 del iraní, por lo que el daño a la economía de guerra de Kiev es evidente. Sin embargo, la valoración que habría que hacer en realidad es confrontar el coste del misil antiaéreo frente al valor, no del dron sino del objetivo que sería destruido si el Shahed no es derribado. Y ese coste puede ser en dinero, en infraestructuras fundamentales y en vidas humanas.

Misiles tácticos

El apoyo iraní no se reduce a este tipo de drones y puede que esté por llegar un material más destructivo. Se trataría de misiles tácticos de corto alcance, una posibilidad que la agencia Reuters confirmaba tras conocerse que el primer vicepresidente de Irán, Mohammad Mokhber, acompañado de otros altos cargos militares y del gobierno, habían realizado una visita a Moscú el 6 de octubre. En ella, según esta fuente, Rusia habría solicitado a Irán el envío de más drones Shahed, así como de misiles balísticos del tipo Fateh y Zolfaghar.

Con esto, la ayuda iraní ya es imposible de ocultar y ha supuesto, además de un enfado considerable en Estados Unidos, la aplicación por parte de la Unión Europea de sanciones a varias personas y empresas iraníes.

El Fateh-110 es un misil tierra-tierra de casi 10 metros de longitud y unos 3.500 kg de peso. Se empezó a fabricar en 2002 y ha ido evolucionando en sucesivas generaciones, donde se ha incrementado su alcance, alrededor de los 300 km en los más modernos, y sobre todo la precisión. Son estos los que les interesarían a los rusos, los de cuarta generación, que incluiría un sistema de guiado inercial, por satélite (GLONASS, el equivalente ruso del GPS) y electroóptico en la fase terminal. Con esto se obtendría una precisión “absoluta”, según fuentes iraníes, aunque la realidad es difícil de verificar.

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Foto: Cedida.

El misil Zolfaghar, aunque deriva del Fateh, es diferente en el sentido de que se trata de un misil balístico, en el que hay una fase de impulsión que eleva el misil como un cohete, tras lo cual su trayectoria es balística pura hasta su objetivo. Esta característica es una de las que contribuyen a que su alcance sea de unos 700 km, hecho que se puede dar por bueno a la vista de los ataques iraníes a objetivos en Irak y siria llevados a cabo con estos misiles. Como desventaja, al ser su trayectoria balística pura, es relativamente fácil de interceptar con misiles antiaéreos modernos, como los que ya dispone Ucrania, pues su trayectoria y punto de impacto son fáciles de predecir. Además, su precisión se considera mediocre.

No hay datos sobre el coste de estos misiles ni el número que se envían, pero podrían ser "cientos de ellos" los que llegaran a Rusia. Una cifra de 200 misiles ya significaría un enorme alivio para los vacíos arsenales de Putin. Este suministro es también un buen negocio para Irán. Han tomado muy buena nota de la sensacional propaganda que puede hacer esta guerra, donde el caso más evidente es el de Turquía con sus famosos Bayraktar.

Irán, muy probablemente, desea con esto convertirse en el suministrador de este tipo de armas de bajo coste a países que no tienen acceso a alta tecnología militar e incluso a grupos armados como Hamás y Hezbolá, ya clientes suyos. Algo que tampoco va a gustar nada a los israelíes —que ya apoyan a Ucrania de forma explícita— y que no estarán dispuestos a consentir serios avances armamentísticos iraníes.

Foto: Ingenieros rusos tendiendo un puente de pontones. (Mil.ru)

Para Rusia, supone reponer unas casi agotadas reservas de misiles. De algunos, como el Iskander, circulan estimaciones que dicen que la reserva de estos aparatos está por debajo de las 150 unidades. De confirmarse, demostraría el enorme esfuerzo material de la guerra (se inició con un arsenal de unos 900) y la crítica situación de sus reservas.

En cualquier caso, recibir estos misiles es un alivio para Rusia y una preocupación más para Zelenski, aunque demuestre la debilidad del antes llamado 'segundo mejor ejército del mundo', obligado a sacar carros de combate casi de los museos y recurrir a material 'low cost'. El hecho de que la precisión del armamento iraní deje bastante que desear tampoco es un problema, habida cuenta de que ahora la estrategia ya no es atacar objetivos militares, sino infraestructuras y ciudades. Para eso, con que caiga cerca, es suficiente. La guerra, sin duda, se va a alargar.

La guerra en Ucrania está a punto de entrar en su octavo mes y Rusia se enfrenta a uno de los momentos más tensos de los últimos meses. Con el posible asalto a Jersón por parte de las tropas ucranianas, el conflicto puede entrar en otra nueva fase. Putin necesita ayuda más que nunca, especialmente en el frente militar. Con los chinos dándole la espalda en cuanto a envío de armamento, ahora la ayuda le ha llegado de un lugar inesperado. Irán ha entrado en escena.

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