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Cómo la defensa antiaérea ucraniana está desbaratando por sorpresa los ataques rusos
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letal en la corta distancia

Cómo la defensa antiaérea ucraniana está desbaratando por sorpresa los ataques rusos

La aviación rusa ha intensificado sus salidas de combate pero se ha encontrado con un factor inesperado: una reforzada defensa antiaérea ucraniana comandada por misiles S-300, Buk y lanzamisiles OSA

Foto: De izquierda a derecha, IRIS-T SLS, IRIS-T SLM, Dirección de Tiro y radar Master 200. (Diehl Defence)
De izquierda a derecha, IRIS-T SLS, IRIS-T SLM, Dirección de Tiro y radar Master 200. (Diehl Defence)

Lo que parecía una situación estancada hace tan solo un mes, ha cambiado de manera radical. El conflicto, que se había quedado en una guerra de desgaste donde no se producían grandes novedades, se transformó al final del verano con la contraofensiva ucraniana. Los rusos, obligados a hacer algo, se están empeñando en acciones ofensivas donde emplean misiles, drones y aviones. Pero tampoco les está saliendo como esperaban y el culpable es la eficaz defensa antiaérea ucraniana.

Cuando hace una semana hablábamos de la movilización parcial rusa, quedaba claro que era una de las consecuencias de ese anunciado giro en las operaciones militares, giro en el que Ucrania había tomado la iniciativa. En estas circunstancias, son los rusos los que ahora se mueven ‘a remolque’ de los defensores y se ven obligados a tomar algún tipo de acción militar. Estas acciones se están dando en ambos puntos calientes del frente, ahora mismo en la zona de Jersón y en la zona de Donbás, sobre todo al sur del río Oskil. Este río supone una línea de defensa natural a donde se habrían retirado los restos de las maltrechas fuerzas rusas que defendían todo su margen oeste, hacia Járkov.

Foto: Ingenieros rusos tendiendo un puente de pontones. (Mil.ru)

Si los rusos han sido capaces de apuntalar ese frente es una incógnita, pero no parece que las defensas sean muy sólidas cuando es evidente que semejante debacle no entraba en sus planes. Es obvio que, de haberlo previsto, habrían fortificado el frente y sobre todo Kupiansk e Izium. Otra prueba es que los ucranianos, según últimas informaciones, habrían hecho una importante penetración por el sur de la población de Oskil.

De confirmarse ese avance, sería otro movimiento ‘de libro’ con el que volverían a amenazar toda la retaguardia de esta segunda línea rusa. El río Oskil forma un ancho y alargado embalse de norte a sur, casi desde Kupiansk y terminando en la presa de la Central Hidroeléctrica de Oskilska. Ese tramo forma una barrera natural difícil de franquear y, por tanto, fácil de defender.

placeholder Lanzamisiles de corto alcance 9K35 Strela. (Vitaly Kuzmin)
Lanzamisiles de corto alcance 9K35 Strela. (Vitaly Kuzmin)

Sin embargo, el ataque al sur de esa posición, donde el río vuelve a ser estrecho, permitiría a los ucranianos avanzar por la orilla norte del río Donets, en el eje entre Limán y Kreminna. Esa zona, recuerden, fue justo donde el 9 y 10 de mayo los rusos intentaron cruzar el mismo río de norte a sur, lo que supuso un estrepitoso fracaso. Lo peor para las tropas de Putin es que, si los ucranianos tienen éxito, podrán realizar una maniobra envolvente hacia el norte y desbaratar la línea rusa una vez más.

Reacción rusa

Esta reacción rusa se ha materializado en algunos contraataques terrestres, la mayoría de los cuales se ha saldado con escasos avances territoriales y, en varios casos, fuertes pérdidas. Se han vuelto a ver imágenes de combates de infantería y varios carros rusos, algunos de ellos nuevos modelos T-80 y T-90, destruidos, averiados y alguno capturado.

Pero donde se ha visto más actividad ha sido en la parte aérea, sobre todo con una serie de ataques con misiles que han golpeado objetivos en el interior del país. Estos ataques se han llevado a cabo contra instalaciones energéticas e infraestructuras en ciudades, una forma de tratar de paralizar la actividad civil y minar su moral. También se han producido algunos ataques con cierto éxito, como el que tuvo lugar contra una nave que albergaba material y vehículos ucranianos y que quedó totalmente destruida.

Estas acciones ofensivas se han realizado sobre todo con misiles crucero Calibr, del que se puede decir que es una de las armas que ha cosechado más éxito en esta ‘operación militar especial’ de Putin. Este recrudecimiento de los ataques con misiles es posible que esté suponiendo un esfuerzo muy importante por parte rusa. Es lógico si tenemos en cuenta que se lleva tiempo especulando con el bajo nivel de sus reservas de armas guiadas. Por otro lado, también es cierto que esto afecta mucho más a sus medios aéreos. De ser cierta esta hipótesis, estamos ante una nueva señal de que las cosas no van muy bien, si hay que ‘rascar’ en el fondo de los almacenes para que se note cierto grado de respuesta.

placeholder Sistema antiaéreo OSA. (Ukrainian MoD)
Sistema antiaéreo OSA. (Ukrainian MoD)

Otro signo de la reacción rusa ha venido por el empleo de drones tácticos, de esos llamados ‘suicidas’ que impactan contra el objetivo enemigo. Una respuesta propiciada por sus ahora grandes amigos iraníes, que les han facilitado ejemplares de su modelo de munición merodeadora Shahed-136. Se trata de un modelo diseñado y fabricado por la empresa Iran Aircraft Manufacturing Industries (HESA) pero que Rusia podría fabricar bajo licencia y que allí denominan Geran-2. Se desconoce el número de ejemplares que habrían llegado de la república islámica, pero a juzgar por el empleo intensivo, no deben ser pocos. Su presencia quedó confirmada por los restos detectados el 13 de septiembre.

Al contrario que otros modelos equivalentes, el iraní es muy grande, con más de dos metros de envergadura y casi tres de longitud. Este tamaño le permite una gran autonomía - se habla de unos 1.000 km, aunque parece exagerado - así como una gran ojiva de guerra con 50 kg de explosivo, algo más creíble. Con este tipo de drones los rusos pueden hacer bastante daño a los ucranianos y paliar la ineficacia de sus ataques aéreos. Estos drones se han apuntado, sobre todo al principio, algunos éxitos importantes; entre ellos el ataque a una batería de artillería, donde consiguieron destruir varias piezas y un par de sus vehículos de apoyo BTR.

La aviación rusa: cada día peor

La aviación rusa también ha intensificado sus salidas de combate y pese a los muchos problemas de los que adolece casi desde la primera semana, es cierto que se ha visto mucho más activa estos días. A ello también ha contribuido el que se hayan trasladado a la zona de operaciones nuevos aviones traídos de otras bases aéreas. No obstante, sigue con grandes dificultades y muchas pérdidas.

Por ejemplo, el 24 de septiembre se confirmó la pérdida de cuatro aviones rusos a manos de la antiaérea ucraniana. Fueron un avión de ataque Su-25, dos Su-30 y uno de sus sofisticados Su-34. No es de extrañar tampoco porque, si se incrementan las salidas de combate pero siguen existiendo los mismos problemas de antes, el número de bajas aumentará. Sobre todo si la defensa antiaérea ucraniana es cada día más eficaz y está mejor dotada de medios.

placeholder Sukhoi Su-34 ruso. (Dmitriy Pichugin)
Sukhoi Su-34 ruso. (Dmitriy Pichugin)

Es así y tenemos el claro ejemplo de los Su-34, un magnífico avión de ataque – lo hemos dicho en repetidas ocasiones – pero al que no se le puede sacar todo el potencial que posee debido a la escasez de ‘pods’ de designación y armas guiadas. Volvemos a ver imágenes en las que se ven estos sofisticados aviones armados con bombas FAB-500T de caída libre, ni siquiera bombas guiadas por láser o por GLONASS (equivalente ruso al GPS), no digamos misiles de largo alcance.

El empleo de las bombas guiadas permite al avión utilizar patrones de vuelo a cotas medias y atacar a distancia segura, poniéndose fuera del alcance de los peligrosos misiles de corto alcance del enemigo. Por el contrario, las bombas ‘tontas’ de caída libre obligan a atacar a baja cota y pasar casi por encima de sus objetivos. Por último, seguimos viendo esos vídeos tan reveladores donde los helicópteros de ataque siguen lanzando sus cohetes no guiados en tiro parabólico, en un esfuerzo en poner ‘tierra de por medio’ entre ellos y sus defendidos objetivos, a costa de tirar por la borda la precisión del ataque. Sobran más explicaciones.

Una defensa antiaérea reforzada

Decíamos que la defensa ucraniana es cada vez más fuerte y es cierto. De entrada, por el fracaso ruso a la hora de eliminarla en los primeros compases de la guerra. Que todavía estén operativas algunas de sus baterías de misiles S-300, con un alcance de entre 90 y 200 km, pero sobre todo los 9k37 Buk y 9k330 Tor, con un alcance de 50 km y 16 km respectivamente, hacen que los ataques a objetivos defendidos por estos sistemas supongan un riesgo muy elevado que los pilotos rusos procuran evitar.

Sin embargo, es la corta distancia la que se ha vuelto letal para cualquier aparato ruso que esté en el aire, bien sea avión, helicóptero o dron. Los ucranianos han conseguido una muy buena coordinación y utilizan con acierto medios diferentes que se complementan a la perfección. Así, por ejemplo, en el corto alcance – entre lo que serían los MANPADS y los misiles de medio alcance antes mencionados – se están utilizando los 9k33 OSA, hasta 10 km, los Stormer HVM – sistemas antiaéreos facilitados por el Reino Unido – con un alcance de 7 km y los 9k35 Strela, hasta los 5 km.

Para defensa aún más cercana, entramos en el territorio letal de los MANPADS, los pequeños misiles ligeros de uso por un soldado, como el Stinger americano, el Piorun polaco o los Igla de origen ruso. Entre medias, los vehículos de artillería como el 2K22 Tunguska (que mezcla cañones de 30 mm con misiles), los Guepard alemanes y los Shilka de origen ruso.

placeholder Flugabwehrkanonenpanzer Gepard sobre el terreno. (Rainer Lippert)
Flugabwehrkanonenpanzer Gepard sobre el terreno. (Rainer Lippert)

Pero lo más interesante son las imágenes que se ha visto de lanzamisiles OSA acompañados de Guepard. Una combinación muy inteligente en la que el misil ataca hasta los 10 km mientras que el antiaéreo alemán defiende en las distancias cortas hasta los 5 km. Un dúo muy peligroso, por ejemplo, contra los drones iraníes, blancos grandes y relativamente fáciles para un Guepard y sus precisas armas de 35 mm.

En su conjunto, los ucranianos han conseguido mantener una cierta amenaza a larga distancia (más de 100 km), una defensa suficiente en distancias medias y una sombrilla letal en los alcances cortos y muy cortos. Todo ello está haciendo que el esfuerzo ruso en ataques desde el cielo esté resultando insuficiente. Se están derribando misiles de crucero enemigos, drones, aviones y helicópteros y siguen impidiendo que la fuerza aérea rusa, no ya domine el cielo, sino que siquiera actúe con una mínima eficacia. Todo esto, además, sin que hayan entrado todavía en juego sistemas antiaéreos más sofisticados como el NASAMS o el IRIS-T.

Lo que parecía una situación estancada hace tan solo un mes, ha cambiado de manera radical. El conflicto, que se había quedado en una guerra de desgaste donde no se producían grandes novedades, se transformó al final del verano con la contraofensiva ucraniana. Los rusos, obligados a hacer algo, se están empeñando en acciones ofensivas donde emplean misiles, drones y aviones. Pero tampoco les está saliendo como esperaban y el culpable es la eficaz defensa antiaérea ucraniana.

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