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El fiasco del ejército ruso viene de atrás: por qué su gran modernización ha fracasado
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Más propaganda que realidad

El fiasco del ejército ruso viene de atrás: por qué su gran modernización ha fracasado

La lentitud de su avance y la cantidad de pérdidas materiales y errores en la invasión de Ucrania han dejado en evidencia el grave problema de fondo del ejército ruso: sigue anclado en el pasado

Foto: Prototipos del Su-57 en vuelo. (Vadim Savitsky).
Prototipos del Su-57 en vuelo. (Vadim Savitsky).
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Parecía que la nueva Federación Rusa le iba a dar a sus viejas fuerzas armadas una completa revisión, deshaciéndose de gran parte del material soviético, desarrollando nuevos e innovadores diseños y abriendo un interesante mercado de exportación. Ese era el plan y parecía que lo estaban consiguiendo. Rusia se abrió al mundo exterior, sus empresas empezaron a acudir a ferias y certámenes internacionales de armamento, con productos innovadores y técnicas comerciales de corte occidental.

Foto: Disparo de un misil Javelin por tropas norteamericanas. (US Army)

Nada que ver con lo que conocimos de la época anterior, donde los aviones de transporte lucían todos la librea civil de Aeroflot y donde los aviones militares solo se podían ver, no tocar ni volar, y siempre rodeados de 'personas con gabardina' que miraban de reojo. Rusia y su producción militar se habían modernizado y 'occidentalizado', pero quizás no tanto como habíamos llegado a pensar.

¿Dónde está el Armata?

Rusia se lanzó a desarrollar diseños militares en todos los campos. Unos productos que, sobre el papel, parecían fantásticos, aunque luego se ha podido ir viendo que algunos no eran mucho más que propaganda. Hay varios ejemplos de ello. Uno de los más evidentes es el del carro de combate T-14 Armata.

placeholder T-14 Armata. (Vitaly V. Kuzmin)
T-14 Armata. (Vitaly V. Kuzmin)

El Armata (Object 148) causó una sensación enorme cuando apareció en público. Ya no era el típico diseño heredado de los soviéticos, era algo diferente, nuevo, innovador. En ese carro se podía ver un diseño que rompía moldes e introducía factores que nadie antes se había atrevido a implementar. Revolucionó todos los foros de analistas militares e incluso espoleó a los fabricantes occidentales —y puede que a algún otro también— a explorar opciones diferentes.

Su principal novedad es que sus tres tripulantes no ocupan la torre (totalmente automatizada) y se ubican en una cámara muy protegida en el frontal del casco. Cuenta con un blindaje de última generación del tipo ERA (Explosive Reactive Armour), dispone de motor convencional y se le supone alta movilidad y va armado con un avanzado cañón 2A82-1M de 125 mm. Pero tras presentarse en 2015 y aparte de participar en los desfiles del 9 de mayo, su Día de la Victoria, siete años después nos preguntamos: ¿dónde están los Armata?

El problema puede estar en su misma virtud: demasiado innovador. Esto hace que esté resultando muy caro y que esté dando muchos problemas. Uno de los puntos débiles que se señalan es la optrónica —se dice que sus equipos derivan de modelos franceses— y que no tiene un respaldo óptico adecuado en caso de fallo. También la suspensión (que es activa y parece compleja) y la fiabilidad mecánica de su motor, demasiado 'apretado' para dar hasta 2.000 CV.

Foto: Tropas rusas con equipos NBQ. (Kovalenko Alexander)

Continúa fiel al diseño 'soviético' al mantener un peso bajo, solo 55 toneladas, frente a las casi 68 del Abrams M1A2C SEPv3 o las 66 del Leopard 2A7, lo que nos hace sospechar de cierta debilidad en su protección, un problema endémico en los blindados rusos. En definitiva, plantea muchas dudas y la mayor de todas la da el hecho de que se dijo que para 2020 habría más de 2.000 en activo y todavía no se ha iniciado su fabricación en serie ni ha entrado en servicio. Por supuesto tampoco se ha vendido y por descontado no ha aparecido por Ucrania.

Un avión con demasiadas dudas

Otro de los productos estrella de la industria rusa es el Sukhoi Su-57. Cuando salió a la luz que Rusia trabajaba en este nuevo diseño, parecía el avión llamado a superar al F-22 y ensombrecer al F-35, pero todo son retrasos y problemas. Muchas dificultades que hacen que el PAK FA, como también se le denomina, no termine de despegar. Es verdad que el avión tiene una estética que cautiva a cualquier entusiasta de la aviación, sobre todo si se compara con la de otros modelos, pero eso no es lo único que se espera de un avión de combate y, si se pretende exportar y que sea un producto que sirva de escaparate, no es nada bueno que todavía ni esté en servicio.

placeholder Avión de ataque Sukhoi Su-34. (Vitaly Kuzmin)
Avión de ataque Sukhoi Su-34. (Vitaly Kuzmin)

Se suponía que, pese a los sucesivos retrasos con los prototipos, para 2015 al menos 60 ejemplares estarían operativos con la fuerza aérea rusa. Las cifras se revisaron y se dijo que para 2020 unos 50 ejemplares estarían en vuelo y que para 2025 debería haber alrededor de 150. Nada de esto se pudo cumplir y lo último fue el anuncio de Putin de la firma de un contrato para que en 2028 se hayan suministrado 76 aviones.

Aunque es verdad que todos los desarrollos de aviones punteros se retrasan y se enfrentan a problemas, como le ha pasado al F-35, tantos anuncios incumplidos no hacen presagiar nada bueno. Tampoco es muy creíble que para la fecha anunciada por Putin exista ese número de aviones. La duda surge porque la planta motriz que va a equipar al nuevo Sukhoi —parte esencial del diseño— ha dado infinitos problemas, los escasos prototipos en vuelo lo hacen con motores provisionales (un desarrollo de los del Su-27) y el definitivo, el anunciado Izdeliye 30, se reconoce que no estará disponible antes de 2025.

Además, está el tema de sus características furtivas, algo que habrá que ver cuando el avión esté operativo, pues es el primer avión ruso de estas características y se trata de un campo donde los norteamericanos llevan años experimentando y tienen varios tipos de aviones plenamente operativos con estas características. En definitiva, demasiados problemas y dudas, que a buen seguro también influirán en su anunciado, nuevo y revolucionario avión 'stealth', el Checkmate.

Problemas de fabricación

Diseñar y desarrollar equipos militares requiere mucho dinero y recursos, pero luego llega la fase de fabricación, que además de presupuesto, requiere determinadas capacidades industriales. Este es uno de los aspectos donde parece que la industria militar rusa tendría otro punto débil y que habría lastrado su esperada modernización. De poco sirven interesantes modelos de misiles, armas, aviones o cualquier equipo militar de altas capacidades si luego, a la hora de su fabricación, o no salen como se esperaba o tan solo se hacen en pequeñas cantidades.

placeholder T-72B3. (Mil.ru)
T-72B3. (Mil.ru)

Esto lo hemos podido apreciar en la guerra de Ucrania y ya decíamos que podía ser uno de los factores de la escasa actuación de la aviación rusa. En su arsenal y en su 'catálogo' para exportación, tienen y ofrecen armas sofisticadas, misiles y cohetes guiados de alta precisión, pero visto lo visto, en número insuficiente. Por ello han tenido que recurrir a lo barato: las bombas de caída libre de siempre.

Algo parecido podríamos decir sobre equipos de alta tecnología que se han echado en falta en esta contienda. Es el caso, por ejemplo, de los sofisticados 'pods' de designación de objetivos. Se trata de unos contenedores —que a ojos del profano se podrían confundir con bombas o depósitos— que los aviones llevan en su parte inferior, como es el caso de los Su-34 de ataque. Estos designadores están dotados de FLIR (cámaras térmicas) y láser para señalizar objetivos y son vitales para atacar con precisión blancos en tierra.

Es el caso del 'pod' Damocles, de origen francés y que se supone que se iba a fabricar desde hace unos años, o el 'pod' Geofizika, que se supone debería equipar a los Sukhoi. La cuestión es que en las imágenes de estos aviones en combate no se ven estos equipos de designación, lo que supone una infrautilización de un avión sofisticado, que sin esos sistemas es incapaz de realizar ataques de precisión. Ese puede ser unos de los motivos por el que se hayan visto imágenes de Su-34 armados con bombas de caída libre. Con probabilidad, la causa sea muy sencilla: no hay 'pods' disponibles.

Doctrina: la de siempre

Se esperaba también que la modernización del ejército ruso fuera más allá del plano material y afectara a la doctrina. Se esperaba un cambio en la mentalidad rusa dando mayor iniciativa a los mandos intermedios y adoptando tácticas modernas, acordes a lo que supone el combate simétrico moderno, donde el enemigo ni es una guerrilla ni una insurgencia mal armada.

placeholder El presidente ruso Vladímir Putin, junto al jefe de las fuerzas armadas rusas, el general Valery Gerasimov, a finales del año pasado. (Reuters)
El presidente ruso Vladímir Putin, junto al jefe de las fuerzas armadas rusas, el general Valery Gerasimov, a finales del año pasado. (Reuters)

Pero lo que se está viendo en los combates sobre suelo ucraniano, dista mucho de lo esperado. Hay desorden, falta de planificación, carencias logísticas y una gran deficiencia en el adiestramiento de las unidades acorazadas, que se supone son el puño del ejército ruso. Los vídeos de carros de combate emboscados con facilidad en zonas urbanas son esclarecedores.

Los carros avanzan separados, con las torres 'a las 12' (es decir, hacia el frente) y con su cañón apuntando al cielo, como si estuvieran en orden de marcha, no de combate. En esa situación los tripulantes no se enteran de lo que ocurre a su lado y así son destruidos con facilidad por armas contracarro disparadas a sus costados. Con esa disposición, estaban sentenciados antes de entrar en el pueblo.

Además, van sin infantería de cobertura y por una zona donde saben que puede haber enemigos ocultos tras cada esquina, cuando la orgánica de sus unidades añade al menos una compañía de infantería mecanizada o motorizada, con sus blindados BMP o BTR respectivamente. Tampoco se han visto unidades ligeras de exploración por delante o cubriendo los flancos de sus líneas de avance, funciones típicas de la caballería.

En definitiva, todas estas carencias denotan que la modernización se ha quedado a medias. Al final, no se han visto sistemas sofisticados, ni material puntero, ni doctrina evolucionada ni tácticas modernas. Rusia, pese a su potente industria militar, ha necesitado seguir apostando por los sistemas 'legacy' y modernizar una y otra vez los mismos blindados de la época soviética. Por eso sigue siendo el viejo T-72 el alma de las fuerzas rusas terrestres. Para los rusos, Ucrania ha supuesto despertarse de un sueño: no son la potencia militar puntera que Putin les había vendido.

Parecía que la nueva Federación Rusa le iba a dar a sus viejas fuerzas armadas una completa revisión, deshaciéndose de gran parte del material soviético, desarrollando nuevos e innovadores diseños y abriendo un interesante mercado de exportación. Ese era el plan y parecía que lo estaban consiguiendo. Rusia se abrió al mundo exterior, sus empresas empezaron a acudir a ferias y certámenes internacionales de armamento, con productos innovadores y técnicas comerciales de corte occidental.

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