Cómo Ucrania ha convertido un dron turco 'low cost' en una pesadilla aérea para Rusia
Uno de esos escasos medios con que los ucranianos han causado importantes daños son los drones. Entre ellos, hay un claro protagonista que ha saltado a la fama: ya le han hecho hasta canciones
Los drones están teniendo un papel importante en la guerra de Ucrania, como no podía ser de otra manera en un conflicto del siglo XXI. Si bien no se trata del arma definitiva y se podría discutir sobre la relevancia de su participación, es evidente que se están haciendo imprescindibles. En este nuevo tipo de combate, librado a distancia, ambos contendientes se han empleado a fondo, pero también otros países, como Estados Unidos, tienen mucho que decir.
Esta guerra está siendo ejemplo de muchas cosas. Entre ellas, de cómo es posible causar un enorme daño al enemigo con escasos medios y, a la inversa, de cómo un ejército con superioridad numérica, técnica y con la iniciativa en su mano puede cometer un gran número de errores. Con independencia de cuál sea el desenlace final o las cesiones que tenga que hacer Ucrania, la decepción que está causando el Ejército ruso en su desempeño es brutal y le va a pasar factura.
Uno de esos escasos medios con los que los ucranianos han causado importantes daños, además de las armas contracarro y los tractores de los granjeros, son los drones. Del lado ucraniano, hay un claro protagonista que ha saltado a la fama y al que le han hecho hasta canciones. Se trata del aparato de origen turco Bayraktar TB2. También hay otro que, hoy menos famoso, sin duda lo será dentro de no mucho. Es el dron Switchblade, de origen norteamericano, del que ya hay una buena cantidad en manos ucranianas, pero del que se espera lleguen centenares.
Por parte de los rusos no ha habido empleo de grandes diseños ni de modelos en desarrollo (al menos que se sepa), pero hay dos tipos que también han tenido sus minutos de protagonismo, ya que se han utilizado en momentos importantes. Se trata del Orlan-10 y del KUB. Todos ellos, ucranianos y rusos, son muy diferentes, pero sus cometidos permiten explicar los diferentes papeles que toman los drones.
UAV en combate
Se habla de drones en términos coloquiales, pero en realidad hay que referirse a ellos como UAV (vehículo aéreo no tripulado, por sus siglas en inglés), denominación que englobaría todos sus tipos. Dentro de estos, aquellos que permiten realizar acciones ofensivas reciben la denominación de UCAV (vehículo aéreo de combate no tripulado). En términos muy generales, entre los UCAV hay modelos que permiten atacar objetivos con las armas llevadas por el propio aparato y otros en los cuales el propio aeromodelo sirve como arma de ataque, no siendo recuperable. Estos son los conocidos como 'drones suicidas' o 'kamikazes'.
Las tareas de reconocimiento, vigilancia o inteligencia —denominadas misiones ISR/Istar— son ideales para realizarse con UAV. Si a esas mismas tareas le añadimos una carga de misiles o armas, tenemos el UCAV. Los UAV para misiones Istar en territorio enemigo se han hecho imprescindibles y es un campo en el que casi van a reemplazar por completo a los aviones tripulados. No se cansan, pueden volar durante largos períodos de tiempo y no se asume el riesgo de perder tripulaciones.
Se han hecho vitales para localizar posiciones, objetivos y movimientos de tropas del enemigo. También para dirigir el fuego de la artillería y monitorizar en tiempo real qué está ocurriendo en el campo de batalla, lo que redunda en acortar los plazos en la toma de decisiones. Si, además, tenemos en cuenta el factor del armamento y que durante su vuelo de observación puedan atacar objetivos prioritarios, entenderemos el alto valor de estos ingenios.
El temido Bayraktar TB2
El Bayraktar TB2 es, sin ningún género de dudas, el producto de moda, utilizado con éxito y con fines de propaganda por los ucranianos y temido —con razón— por los rusos. Se trata de un UCAV grande, con 12 metros de envergadura, 6 de longitud y un peso máximo de 700 kilos, de los que 150 corresponden a la carga de armas. Está propulsado por un motor de gasolina con hélice propulsora y dispone de cuatro puntos de anclaje bajo las alas para armas.
Posee muy buenas capacidades para las misiones encomendadas. Su autonomía es de más de 24 horas de vuelo y su enlace de datos en tiempo real permite que opere hasta a 300 kilómetros de su centro de control. Esto quiere decir que, por ejemplo, un TB2 basado en Ozerne, a unos 135 kilómetros al oeste de Kiev, podría estar monitorizando la carretera (y el famoso atasco ruso) entre la capital y la frontera bielorrusa durante más de 20 horas seguidas.
Además, su altura de vuelo es de unos 5.000 metros, lo que le hace invisible a la vista e invulnerable para misiles de corto alcance y cañones ligeros. Dispone de buenos equipos de visión y designación de objetivos, con FLIR (visión nocturna) Wescam MX-15D, que le permiten controlar y designar con su láser un objetivo a una distancia de aproximadamente 20 kilómetros. Dentro de ese rango, pueden atacar con sus misiles a unos alcances de entre ocho y 15 kilómetros, según las armas.
En este sentido, el Bayraktar TB2 cuenta con dos clases de misiles, los MAM-C y MAM-L, unos tipos de munición de precisión de pequeño tamaño o 'minimisiles'. Los MAM-C son muy pequeños y de guiado por láser semiactivo; es decir, una fuente externa (el propio TB2 lo hace) debe iluminar con láser el objetivo y el misil se dirige hacia él. Tienen un alcance de 8 kilómetros y una cabeza de guerra de varios tipos, miden tan solo un metro de longitud y pesan 6,5 kilos. La eficacia del Bayraktar TB2 contrasta con su coste, entre 2 y 3 millones de dólares por unidad, muy por debajo de los 20-30 millones que cuesta, por ejemplo, cada MQ-9 reaper estadounidense.
Más eficaces contra blindados son los MAM-6. También son de guiado por láser, pero pesan 22 kilos, tienen un alcance de 15 kilómetros y una cabeza perforante con ojivas en tándem, lo que les hace letales contra vehículos blindados e, incluso, carros de combate, al impactar por la parte superior, menos protegida. Todos ellos son fabricados por la empresa turca Roketsan.
Los ucranianos han obtenido grandes éxitos con estos UCAV, sobre todo en los primeros días de la guerra, por lo que se han encargado de publicitar esos ataques. Luego han dejado de darles tanta visibilidad, probablemente para no dar pistas a los rusos sobre sus zonas de operación. Al inicio de las hostilidades es posible que tuvieran alrededor de 20 ejemplares en servicio, pero se sabe que algún avión turco llegó justo antes del ataque ruso, por lo que se especula que recibieron más TB2. Como también han sufrido pérdidas, es difícil dar una cifra de unidades en servicio.
Al ser un bien muy escaso, se han dedicado a atacar objetivos de alto valor —sobre todo, sistemas antiaéreos— y se les atribuye la destrucción de al menos 10 de sus sistemas TOR, Buk y Pantsir. Para los rusos también son un objetivo prioritario y se pueden derribar con un buen sistema antiaéreo de medio-largo alcance guiado por radar, incluyendo los S-300 o S-400. Por muy caro que resulte el misil, el daño que pueden hacer si se les deja operar, puede ser enorme.
Drones de reconocimiento y ‘suicidas’
En la primera categoría entra el Orlan-10 ruso. Se trata de un modelo táctico de pequeño tamaño, algo más de 2 metros de envergadura y 15 kilos de peso; su aspecto es como el de un avión de aeromodelismo y vuela a unos 120 km/h. Se puede utilizar de dos formas. Una es monitorizando en tiempo real el área de observación, para lo cual su radio de acción es de 150 kilómetros como máximo. La otra es el modo sin conexión, que permite volar más lejos pero no tiene enlace en tiempo real y sigue una ruta preestablecida. El grave inconveniente es que no se pueden ver los resultados del reconocimiento hasta que el avión vuelva.
Los UAV 'suicidas' son una cuestión bien diferente. Aquí es el propio aeromodelo el que hace las veces de proyectil, por lo que resulta obvio decir que son de un solo uso. Esto impone unas limitaciones de coste y, a la vez, de tamaño, lo que obliga a que casi todos estos modelos sean de corto alcance y para uso táctico.
Se utilizan por pequeñas unidades de infantería que operen en las proximidades del enemigo. De este modo, se lanzan y se mantienen en vuelo hasta que el operador localiza un objetivo, momento en el que lo atacan. Esta forma de uso hace que también se les denomine como municiones merodeadoras. De este tipo es el ruso KUB. Se trata de un dron de pequeño tamaño desarrollado por la empresa Zala Aero, una filial del famoso fabricante Kalashnikof. Mide 1,2 metros de envergadura, 0,95 de longitud y puede llevar una carga explosiva de 3 kilos.
El KUB tiene una autonomía de 30 minutos de vuelo y puede alcanzar 60 kilómetros de distancia volando a unos 120 km/h. El punto débil de este diseño es que necesita de una rampa para lanzamiento, por lo que su utilización es algo más engorrosa. Este modelo se hizo famoso al ser usado por los rusos en zonas urbanas de Kiev, donde se vio que su cabeza de guerra estaba compuesta por una carga de fragmentación. Es decir, buscaban daños a personas.
Entre los drones 'suicidas' de la parte ucraniana, hay un modelo muy interesante: el Switchblade 300. Se trata de un modelo de verdad ligero y versátil, fabricado por la empresa americana AeroVironment. Consta de una estructura central sobre la que se despliegan dos alas gemelas, una adelante y la otra atrás. Todo él (plegado) cabe en un tubo de transporte que sirve también de lanzador y que mide poco más de medio metro con un peso que no llega a los 3 kilos, por lo que puede ser llevado con facilidad por cualquier soldado.
Una vez lanzado, las alas se despliegan y se activa su motor, que le permite una autonomía de unos 15 minutos de vuelo y una distancia de 10 kilómetros. Su cabeza de guerra es pequeña, pero equivalente a una granada de 40 milímetros, lo que puede hacer bastante daño contra personal o vehículos no protegidos. Su gran virtud es que es barato —sobre todo frente a un misil—, pues cuesta unos 6.000 dólares y puede hacer mucho daño si se usa en grandes cantidades.
El fabricante ha desarrollado una versión más potente, el Switchblade 600, con un peso de casi 25 kilos, alcance de 40 kilómetros y cabeza de guerra perforante con ojivas en tándem, capaz de acabar con un carro de combate. Aparte del precio, la gran ventaja para los ucranianos (que ya tienen un buen lote del modelo 300) es que Estados Unidos está dispuesto a enviarles grandes cantidades e, incluso, a adiestrar a sus soldados en el manejo de estas peligrosas armas.
Los drones están teniendo un papel importante en la guerra de Ucrania, como no podía ser de otra manera en un conflicto del siglo XXI. Si bien no se trata del arma definitiva y se podría discutir sobre la relevancia de su participación, es evidente que se están haciendo imprescindibles. En este nuevo tipo de combate, librado a distancia, ambos contendientes se han empleado a fondo, pero también otros países, como Estados Unidos, tienen mucho que decir.
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