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Tanques indefensos y una pesadilla logística: los errores de Putin en su asedio a Ucrania
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Tanques indefensos y una pesadilla logística: los errores de Putin en su asedio a Ucrania

Si bien durante los primeros días las tropas rusas parecían imparables, ahora da la sensación de que han perdido fuelle, algo a lo que se ha sumado un aluvión de apoyos al pueblo ucraniano

Foto: Transportes de tropas rusos MT-LB abandonados. (Ukrainian MoD)
Transportes de tropas rusos MT-LB abandonados. (Ukrainian MoD)
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Desde que el pasado 24 de febrero se desencadenaran las acciones militares han pasado bastantes cosas. Si bien durante los primeros días de la guerra en Ucrania las tropas rusas parecían imparables, ahora da la sensación de que han perdido fuelle, algo a lo que se ha sumado un aluvión de apoyos al pueblo ucraniano. Muchos de ellos tan solo gestos, pero otros muy tangibles con envíos de armas y equipo militar. En su conjunto parece que no todo marcha tan bien para Putin y esto nos plantea una pregunta inevitable: ¿qué está saliendo mal en los planes de Putin?

Tras cinco días de guerra, la percepción sobre la marcha de los acontecimientos está cambiando por momentos. Antes del inicio de las hostilidades, este periódico explicó que era muy probable la realización de ataques contundentes, encaminados a demostrar una capacidad militar y una eficacia ofensiva. Uno de los escenarios señalados era un ataque por el norte desde Bielorrusia para amenazar la capital y desde el Donbás y Crimea, hacia Mariúpol y Jersón, respectivamente.

Foto: Cazas rusos Sukhoi-27.

El objetivo aquí sería, por un lado, asegurar el corredor del litoral del mar de Azov hasta Crimea y, por otro, asegurarse el enclave de Jersón y la desembocadura del Dnieper, un punto estratégico para Rusia por ser la llave del agua que necesita la península de Crimea. Todo esto se está cumpliendo, aunque con algunos matices.

El ataque, aunque esperado, sorprendió por la magnitud del frente de batalla —prácticamente por toda la frontera ucraniana— y por el hecho de intentar ocupar Járkov, la segunda ciudad en importancia de Ucrania, más allá de ataques de diversión en esa zona. Sorpresa en parte porque, conseguido el control de Kiev o bajo la amenaza de tenerlo, ocupar Járkov no parecía tener demasiado sentido, mientras que ahora se combate a muerte en sus calles.

Foto: El mortífero misil ruso TOS-1 en acción. (Vitaly V. Kuzmin)
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En esas primeras 36 o 48 horas parecía que la audacia y el avance de las unidades rusas iban a ser decisivos. Dada la amplitud del frente, podía pensarse que se fraguaba una invasión completa de Ucrania, algo que antes se daba por descartado. Esto hizo creer que el ataque ruso había sido demoledor, empleando al máximo todo el poder de sus armas acumuladas, desde misiles de largo alcance hasta la brutal concentración de artillería. Es decir, habían seguido el manual, o igual no tanto.

Una arriesgada operación en profundidad

Los siguientes días trajeron otro tipo de noticias y otro punto de vista. Parecía (y parece) que los objetivos fundamentales siguen estando en el sur y en Kiev. Por ello, se lanzó una arriesgada operación de asalto aéreo aerotransportado sobre el aeródromo Antonov en Hostomel, a 30 kilómetros del centro de la capital. Se buscaba llegar a la ciudad cuanto antes, doblegar la voluntad del pueblo ucraniano y, de paso, eliminar al presidente Zelenski, que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para Putin.

Sin embargo, la operación salió mal y se sufrieron serias pérdidas. Al menos tres helicópteros fueron derribados, más otros dos probables, y ya se ha confirmado que alguno iba cargado de tropas. Primer error: una operación en profundidad demasiado arriesgada.

placeholder El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. (EFE)
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. (EFE)

Tras cinco días de combates, las tropas rusas parecen haber perdido ese impulso que les hubiera permitido ganar la guerra en horas, como al principio parecía, y empiezan a difundirse imágenes que distan mucho de ese “paseo militar” inicial. Multitud de fotos de carros de combate destruidos son el primer síntoma. Se están usando de manera inadecuada, sin apoyo de artillería, sin apoyo de infantería y sin una logística adecuada.

Es verdad que es fácil ‘colar’ imágenes de T-72 destruidos en Siria como si fueran de Ucrania, pero hay muchos casos donde está probada la pérdida de material ruso. Por ejemplo, imágenes de T-72B3 con los ‘enrejados’ en la parte superior de su torre, en teoría para evitar la penetración de misiles como el Javelin, que atacan desde arriba. Estos ‘enrejados’ (aparatosos y notorios) se han empezado a utilizar ahora y, visto lo visto, tampoco han resultado de gran utilidad.

Hay más. Si con los T-72 podía haber dudas, las imágenes que se han podido ver de T-90 destruidos arrojan pocas incógnitas. Eran, además, carros que disponían del kit defensivo Shtora-1, es decir, de unidades de élite. El Shtora-1 es un sofisticado sistema que forma parte de las denominadas ‘defensas activas’ de los blindados rusos, junto al más conocido ARENA.

El ARENA es una barrera defensiva contra misiles del tipo ‘hard kill’; es decir, detecta la llegada del misil enemigo y, antes de que impacte, de manera automática se lanza una granada de fragmentación que destruye el misil. El Shtora-1, por el contrario, es del tipo ‘soft kill’, que, en lugar de destruir el misil entrante, ataca su sistema de guiado haciendo que falle y se pierda. Para ello dispone de un bloqueador electróptico que interrumpe la línea de visión de misiles con guiado SACLOS, así como designadores de objetivos y telémetros láser, elemento clave para obtener la solución de tiro (y efectuar el disparo) en un carro de combate.

placeholder T90A dotado del sistema Shtora-1. (Vitaly Kuzmin)
T90A dotado del sistema Shtora-1. (Vitaly Kuzmin)

Enviar carros sin el adecuado apoyo es un error, por muchos sistemas defensivos que lleve, además de que no proporcionan un 100% de eficacia y, sobre todo, dado que se trata de elementos muy caros, son pocos los vehículos que los llevan instalados.

Fallos logísticos y avance precipitado

Como ya explicó El Confidencial hace unos días, uno de los problemas que podía tener el despliegue ruso era la enorme exigencia logística. Uno de los indicios que hacían prever un ataque inminente en los días previos al 24 de febrero fue que los carros de combate se estuvieran moviendo por sus propios medios, cargados con todo tipo de pertrechos y con sus depósitos auxiliares de combustible. En esas condiciones, las unidades acorazadas y mecanizadas pueden mantenerse durante poco más de 48 horas de combate y, a partir de ahí, dependerán de su cadena logística.

Cuando esta falla, se empiezan a ver imágenes de vehículos sin daños aparentes, pero abandonados. La logística es muy cruel y no perdona: nada se mueve sin ella. También se han visto imágenes de convoyes rusos en territorio ucraniano, pero formados por camiones civiles de todo tipo. Han tenido que tirar de medios improvisados, lo que probaría la debilidad a la hora de mantener a las unidades sobre el terreno.

Además, se ha producido un avance descoordinado y precipitado, tal vez por el ansia —o necesidad— de una resolución rápida del conflicto. Una ocupación inmediata de Kiev podría haber forzado a una negociación ventajosa para Rusia, lo que habría motivado ver en los arrabales de la capital ucraniana algunos vehículos rusos, incluidos lanzadores de misiles antiaéreos. Un despropósito, pues deberían ser unidades a retaguardia y protegidas.

¿Y el Ejército ucraniano?

En las primeras 48 horas hubiera parecido que las tropas ucranianas se habían esfumado, como desaparecidas por arte de magia o por arte de la todopoderosa artillería rusa. Pero a día de hoy se combate a las tropas invasoras de manera generalizada. La realidad es que hay vehículos rusos destruidos por todas partes y su aviación no tiene el control total del espacio aéreo, lo que resulta increíble dada su superioridad. Y no solo eso, ya que también ha sufrido bajas mientras que los aviones y helicópteros ucranianos mantienen cierta actividad. Las tropas de tierra han cedido el terreno llano que no era posible defender y estarían frenando a los rusos en ciudades o terrenos más favorables.

Según informes oficiales del Ejército ucraniano (que hay que tomar con cierta cautela), los daños producidos al enemigo son importantes. Por la mañana del 28 de febrero se estimaban en 29 los aviones perdidos por Rusia, otros tantos helicópteros y tres drones. La cifra de pérdidas en helicópteros es elevada y se justificaría con los asaltos aéreos fallidos. La de aviones es más sorprendente, pero también se ha detectado que los ataques a tierra se producen a baja cota, lo que incrementa el riesgo de derribo al ponerse a tiro de los MANPADS.

placeholder Helicóptero de ataque Ka-52 derribado. (Oryx)
Helicóptero de ataque Ka-52 derribado. (Oryx)

El motivo podría ser la insuficiente disponibilidad de armas guiadas de largo alcance. Con ellas se puede atacar desde la seguridad de una mayor altura, mientras que el empleo de bombas de caída libre o cohetes obliga a pegarse más al terreno. Una vez más, parece que la maquinaria rusa dispone de sofisticado material, que se está usando, pero en pequeñas cantidades.

Aun así, la actividad aérea y el empleo de misiles son enormes. Desde el inicio de las hostilidades, Rusia ha lanzado 180 misiles sobre objetivos ucranianos, entre misiles de crucero Kalibr y balísticos Iskander. Solo durante el día 27 de febrero se realizaron seis ataques con misiles (se lanzaron 30) y cuatro ataques aéreos, la mayoría desde Bielorrusia.

Foto: Helicóptero ruso K-52M disparando bengalas.

Pero está sufriendo fuertes pérdidas en tierra. Según el Ejército ucraniano, el 28 de febrero estimaban 816 transportes de infantería perdidos, entre ellos BMP- 2, BMP-3 y BTR-80, piezas de artillería habrían perdido más de 70, junto a 21 lanzadores de cohetes BM-21 Grad. También seis lanzaderas de misiles, al menos una de ellas del tipo 9K-37M Buk de medio alcance, así como 261 camiones y 60 cisternas de combustible. Y, casi lo más importante, 181 carros de combate, incluyendo modelos T-80 y T-90.

Los rusos, por su parte, también ofrecen elevadas cifras que hay que tomar con igual o mayor cautela. Según sus informes, han atacado a 1.146 infraestructuras de todo tipo, 31 puestos de mando y centros de comunicación, más de 80 sistemas de defensa aérea y 75 estaciones de radar. Habrían quedado destruidos 311 carros de combate, 42 aviones y helicópteros, 51 lanzacohetes y 147 piezas de artillería. Unas cifras que, de ser correctas, habrían significado dejar a la aviación ucraniana con menos de un tercio de su fuerza operativa.

placeholder Blindado BMP-2 capturado por las tropas ucranianas. (Ukrainian MoD)
Blindado BMP-2 capturado por las tropas ucranianas. (Ukrainian MoD)

En definitiva, lejos de una victoria rápida, se combate con dureza en múltiples sitios. Las tropas rusas estarían ahora a unos 30 kilómetros de la capital y se habría atacado Járkov con artillería, causando destrozos y víctimas civiles, algo que parecía que Putin quería evitar jugando ‘la carta’ de una guerra quirúrgica en la que no se causan daños a civiles. Pero tampoco está saliendo muy bien. Lejos de una fácil victoria, Ucrania está recibiendo apoyos políticos, armas y material de cada vez más países. Hasta la neutral Suiza se ha posicionado a favor de Ucrania y todo esto no es nada bueno para Moscú.

Desde que el pasado 24 de febrero se desencadenaran las acciones militares han pasado bastantes cosas. Si bien durante los primeros días de la guerra en Ucrania las tropas rusas parecían imparables, ahora da la sensación de que han perdido fuelle, algo a lo que se ha sumado un aluvión de apoyos al pueblo ucraniano. Muchos de ellos tan solo gestos, pero otros muy tangibles con envíos de armas y equipo militar. En su conjunto parece que no todo marcha tan bien para Putin y esto nos plantea una pregunta inevitable: ¿qué está saliendo mal en los planes de Putin?

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