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El complot que todos vieron venir: este es el otro Gobierno que Putin quiere derrocar
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¿El siguiente objetivo del Kremlin?

El complot que todos vieron venir: este es el otro Gobierno que Putin quiere derrocar

Ucrania afirmó que Rusia ha llevado a cabo un complot para acabar con el Gobierno de Moldavia y provocar inestabilidad en el país que más teme ser el nuevo objetivo de Putin

Foto: Protesta contra el Gobierno moldavo en Chisináu. (EFE/Dumitru Doru)
Protesta contra el Gobierno moldavo en Chisináu. (EFE/Dumitru Doru)

En abril del año pasado, Volodímir Zelenski lanzó la primera advertencia sobre los planes de Rusia en Moldavia. El presidente afirmó que Ucrania no era el único objetivo desde su invasión y que el Kremlin estaba intentando desestabilizar Moldavia y amenazar al país. "Quiere mostrar que si Moldavia apoya a Ucrania, tomarán ciertos pasos", advirtió. Casi un año después, la advertencia se ha convertido en la crónica de una injerencia anunciada. "Hemos interceptado el plan de la destrucción de Moldavia por la Inteligencia rusa. Este documento muestra quién, cómo y cuándo va a romper la democracia de Moldavia y a establecer el control sobre Moldavia", dijo este 9 de febrero ante los líderes de la UE.

La presidenta de Moldavia, Maia Sandu, recibió los detalles de este complot, pero no ha querido hacerlos públicos. Lo único que dijo al respecto es que Rusia estaba utilizando “saboteadores” disfrazados de civiles para fomentar los disturbios en el país en medio de un periodo de inestabilidad por la inflación y la crisis energética. "El propósito de estas acciones es derrocar el orden constitucional, cambiar el poder legítimo de Chisináu por uno ilegítimo", dijo Sandu.

Rusia no solo ha negado las acusaciones, sino que ha devuelto la pelota a Ucrania y ha afirmado que Kiev planea un asalto al territorio prorruso de Transnistria, una zona separatista dentro de Moldavia y punto de apoyo militar para el Kremlin. El señalamiento ha hecho saltar de nuevo las alarmas, porque este podría ser el pretexto de Putin para iniciar una ofensiva en Moldavia. La estrategia, al menos, es muy parecida a la que utilizó el presidente ruso, sobre los supuestos ataques a los rusos en el Donbás, para lanzar su invasión el 24 de febrero de 2022 como una cuestión de legítima defensa.

Foto: Simpatizantes del partido Shor en una protesta en Moldavia. (EFE/Dumitru Doru)

Con un Gobierno inestable por la crisis económica y el descontento de la población, los analistas alertan de que Moldavia puede ser el siguiente objetivo de Vladímir Putin. La tensión aumentó después de que un misil ruso atravesara el espacio aéreo del país y de que Zelenski enviara tropas en la frontera de Ucrania y la región separatista de Transnistria. Y lo hizo todavía más después de que Putin revocara la semana pasada un decreto de 2012 que apuntaba a la soberanía de Moldavia para resolver el conflicto de Transnistria. Este documento fue firmado hace más de 10 años, en un momento de acercamiento entre Moscú, la UE y Estados Unidos. Ahora, la guerra de Ucrania ha devuelto a la vida los peores fantasmas de la Guerra Fría.

Prender la mecha del descontento

El Gobierno moldavo ha intentado tomar una postura firme y llamar a la calma, a pesar de las continuas amenazas, que no perfila como un signo inminente de que la guerra llegue hasta sus fronteras. Sin embargo, las huellas dactilares de Rusia se han reconocido en esa estrategia de desestabilizar un Gobierno que afronta un 27% de inflación y que está sumido en una grave crisis energética y un rampante aumento de los precios de productos básicos. "La situación socioeconómica es la principal debilidad del Gobierno, que no puede ser resuelta de manera sostenible hasta el final de la guerra. La proximidad de Ucrania hace que Moldavia se enfrente a multitud de consecuencias en el ámbito del comercio, el transporte y la energía que afectan a la estabilidad de precios y al bienestar de la población", explica Denis Cenusa, analista del Centro de Estudios de Europa del Este y del think tank moldavo Expert-Grup, a El Confidencial.

Foto: El presidente ruso en la celebración del aniversario de la guerra. (Reuters/Maksim Blinov)

El descontento social se cobró su primera víctima política y, después de que se anunciara el complot ruso en Moldavia, la primera ministra, Natalia Gavrilita, anunció su dimisión por las múltiples "crisis causadas por la agresión rusa en Ucrania". El Ejecutivo quiso restar importancia a la renuncia y la calificó como un cambio natural dentro del Gobierno, que nombró rápidamente al asesor de defensa, Dorin Recean, nuevo premier. Denis Cenusa subrayó que este cambio precedió a los reemplazos de dos ministros críticos con la gestión para aumentar su credibilidad. "El Gobierno también ha creado un nuevo ministerio, el de Energía, para promover más capacidades institucionales en el campo de la seguridad energética, pero las encuestas más recientes aún no apuntan a un cambio positivo radical en el apoyo", sostiene el analista.

Ha hecho falta poco para prender la mecha del descontento. Además de la inestabilidad política, los altos índices de inflación han iniciado una lucha constante por parte de los moldavos para pagar sus facturas. Los informes apuntan a que los políticos prorrusos y "marionetas del Kremlin" han intentado capitalizar el malestar entre la población fomentando protestas semanales para exigir la renuncia de Sandu, considerada por una parte de los manifestantes demasiado proeuropea. Aunque hay otra razón por la que la gente no ha dudado en unirse a las protestas. Muchos de los manifestantes han recibido dinero para formar parte de las protestas semanales en Chisináu, organizadas por el empresario Ilhan Shor, apodado "el enviado del Kremlin", líder del partido prorruso Shor y que estaría exiliado en Israel tras ser condenado por fraude.

Moldavia no es el único. Algunas investigaciones han arrojado que activistas simpatizantes de Rusia han ayudado a movilizar las protestas por los altos precios de la energía en otros países de Europa, como República Checa y Alemania. Sin embargo, estas protestas han sido menos frecuentes y con menos presencia de activistas prorrusos que las que han tenido lugar en el país vecino de Ucrania.

Foto: La presidenta Maia Sandu. (Reuters/Dumitru Doru)

Maia Sandu no se rinde y está convencida de que "los intentos del Kremlin de llevar la violencia a Moldavia no funcionarán". Por su parte, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, afirmó que los planes para desestabilizar Moldavia son totalmente infundados. "Están construidos con el espíritu de las técnicas clásicas que a menudo usan los Estados Unidos, otros países occidentales y Ucrania. Primero, las acusaciones se hacen con referencia a información de Inteligencia supuestamente clasificada que no se puede verificar, y luego se utilizan para justificar sus propias acciones ilegales". Además, dijo que las autoridades moldavas estaban utilizando el "mito de la amenaza rusa" para distraer la atención de la crisis económica y el descontento social.

La sombra de Transnistria

Este cruce de acusaciones es particularmente delicado para Moldavia por la presencia de tropas rusas en Transnistria. Cuando empezó la invasión, los expertos militares vieron esta zona como una posible plataforma de lanzamiento para que Rusia atacara el sur de Ucrania. Sin embargo, este escenario parece ahora muy poco probable por la ofensiva del Donbás, el principal objetivo de Putin. Aun así, un artículo de Financial Times apuntó que en Transnistria se almacenan cerca de 22.000 toneladas de municiones, en un momento en que tanto como Kiev como Moscú están luchando por aumentar sus existencias.

Oleg Serebrian, viceprimer ministro moldavo, confirmó al medio estadounidense que el control sobre el mayor stock de municiones de Europa del Este es muy importante en esta guerra y que sería difícil para los soldados presentes en la región separatista desobedecer las órdenes de Rusia. "Nuestra pregunta ahora es cuál es el grado de autonomía de las autoridades de Transnistria. Nos queda claro que si Rusia les ordena hacer algo, incluso suicida, lo harían".

Foto: Dimisión de la primera ministra de Moldavia Natalia Gavrilita. (EFE / Dumitru Doru)
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Kiev no le quita el ojo a la situación en Moldavia y desplegó la semana pasada más tropas en su frontera con Moldavia. A pesar de que no ha habido enfrentamientos en la frontera, la decisión de Ucrania de fortalecer la defensa en esta zona es "lógica y legítima", apunta Denis Cenusa a este periódico. "Rusia tiene fuerzas que son alrededor de 1.500 personas que pueden usarse para organizar provocaciones. No se excluye que Rusia pueda usar su poderío militar en Transnistria para desviar la atención de Ucrania de los campos de batalla en el sureste, donde Rusia está tratando de montar una nueva ofensiva. Y si no es así, Rusia puede provocar a Ucrania con el objetivo de presentarla como agresora y desprestigiar su imagen internacional a través de una propaganda rusa", alertó.

La tensión está en el cielo

El pasado 10 de febrero, la tensión llegó por un momento a lo más alto. Dos misiles rusos sobrevolaron Moldavia y violaron el espacio aéreo del país. El Ministerio de Defensa anunció que sobrevolaron "la localidad de Mocra, en la región separatista de Transnistria, y, posteriormente, Cosauți, en el distrito de Soroca, rumbo a Ucrania", explicó.

Después del incidente, Moldavia citó al embajador ruso, Oleg Vasnetsov, para condenar la agresión. Días después, el Gobierno de Maia Sandu dijo que cerró el espacio aéreo durante unas horas para garantizar la seguridad de los vuelos de pasajeros después de que se detectara un "objeto similar a un globo meteorológico" cerca de la frontera con Ucrania. Finalmente, el globo era inofensivo, pero provocó una sensación de inestabilidad que llegó al panorama internacional.

Foto: Vista del busto de Lenin en frente de la Casa de los Sóviet en Tiráspol, capital de la autoproclamada República de Transnistria, Moldavia. (EFE/Ignacio Ortega)

La aerolínea Wizz Air anunció posteriormente que suspenderá todos los vuelos a la capital moldava a partir del 14 de marzo por las preocupaciones sobre la seguridad de su espacio aéreo. "Tras los recientes acontecimientos en Moldavia y el riesgo elevado, pero no inminente, en el espacio aéreo del país, Wizz Air ha tomado la decisión difícil, pero responsable, de suspender todos los vuelos a Chisináu", explicó la empresa en un comunicado.

Denis Cenusa afirma que el Gobierno moldavo es muy débil en el campo de la comunicación, y las señales que dan los políticos en momentos de tensión pueden influir en la inversión directa en el país. Un ejemplo es la decisión de Wizz Air. A pesar de que no se han presentado pruebas de las maniobras rusas en Moldavia, "el mercado está reaccionando a la incertidumbre en Moldavia, que afecta al atractivo económico del país".

Mientras que los políticos reclaman ayudas de la Unión Europa y de Estados Unidos para mejorar la situación en el país y hasta aumentar los débiles recursos armamentísticos del país, Putin sigue mirando a Moldavia de reojo. Es posible que no consiga acabar con el Gobierno actual, pero su estrategia puede triunfar a largo plazo e influir en las elecciones locales de 2023, las presidenciales en 2024 o las legislativas de 2025. Los analistas no dudan: "Es posible que sea en un año, en cinco, o en 10, pero está claro que Moldavia sufrirá mucho la presión de Rusia. Lo llevamos diciendo desde el 24 de febrero de 2022".

En abril del año pasado, Volodímir Zelenski lanzó la primera advertencia sobre los planes de Rusia en Moldavia. El presidente afirmó que Ucrania no era el único objetivo desde su invasión y que el Kremlin estaba intentando desestabilizar Moldavia y amenazar al país. "Quiere mostrar que si Moldavia apoya a Ucrania, tomarán ciertos pasos", advirtió. Casi un año después, la advertencia se ha convertido en la crónica de una injerencia anunciada. "Hemos interceptado el plan de la destrucción de Moldavia por la Inteligencia rusa. Este documento muestra quién, cómo y cuándo va a romper la democracia de Moldavia y a establecer el control sobre Moldavia", dijo este 9 de febrero ante los líderes de la UE.

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