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El arte de la cleptocracia: cómo Rusia quiere desestabilizar al país que más le teme
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Sufriendo la "gota moldava"

El arte de la cleptocracia: cómo Rusia quiere desestabilizar al país que más le teme

Rusia mantiene lazos con figuras políticas en Moldavia como el partido Shor, a través del cual busca desestabilizar políticamente al país y aumentar su control más allá de Transnistria

Foto: Simpatizantes del partido Shor en una protesta en Moldavia. (EFE/Dumitru Doru)
Simpatizantes del partido Shor en una protesta en Moldavia. (EFE/Dumitru Doru)
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Seguramente el nombre de Ilan Shor no le suene de nada. Más allá de las fronteras de Moldavia pocos le conocen, pero en este país está considerado "el enviado del Kremlin". En octubre, miles de manifestantes se reunieron frente al palacio presidencial en Chisináu, la capital, para pedir la renuncia de la presidenta, Maia Sandu, por ser demasiado proeuropea. Detrás de este movimiento hay un hombre: Ilan Shor. Y un aliado que aplaudió su éxito al convocar a miles de moldavos: Vladímir Putin.

El político de 35 años, que estaría exiliado en Israel tras ser condenado por fraude, ha sido apodado como "el joven" por el Servicio de Seguridad Federal de Rusia (FSB) y tiene la misión de desestabilizar a Moldavia. Este país se ha convertido en una de las últimas apuestas de Rusia por ejercer influencia después de meses de guerra en Ucrania que han logrado debilitar militar y políticamente al Kremlin. El objetivo es reorientar Moldavia hacia Rusia y están utilizando todas las vías de manipulación posibles para conseguirlo, según documentos confidenciales obtenidos por la inteligencia ucraniana y revisados por The Washington Post.

Foto: Vista del busto de Lenin en frente de la Casa de los Sóviet en Tiráspol, capital de la autoproclamada República de Transnistria, Moldavia. (EFE/Ignacio Ortega)

La principal estrategia pasa por aumentar la tensión en Transnistria, la región bajo influencia rusa, y un chantaje energético con el que pretenden aumentar la crisis en el país. El Gobierno de Maia Sandu no quiere mostrar debilidad, pero es imposible no tener miedo a un aumento de la inestabilidad en el país por las cada vez más intensas protestas antigubernamentales. "Rusia quiere interferir en los asuntos internos de Moldavia a través de fuerzas cleptocráticas, lideradas por políticos involucrados en delitos financieros que han huido de la justicia moldava tras la caída del régimen oligárquico en 2019", explica Denis Cenusa, analista del Centro de Estudios de Europa del Este y del think tank moldavo Expert-Grup, a El Confidencial.

La influencia de Moscú disminuyó en el país después de que Sandu fuera elegida presidente en 2020. A partir de ese momento, ha centrado sus políticas en sacar a Moldavia de la pobreza y en liberarlo de la corrupción que reinaba en el país antes liderado por Igor Dodon —considerado el antiguo aliado del Kremlin en Moldavia—. El último logro de Sandu en este sentido ha sido lograr que el país, junto con Ucrania, obtuvieran el estatus de candidatos a formar parte de la Unión Europea. Sin embargo, su postura a favor de formar parte del Bloque ha descontentado a una parte de la población que está de acuerdo con las políticas de Shor y del partido populista que lleva el mismo nombre.

Todo pasa por la dependencia del gas ruso

A pesar de los esfuerzos por vincularse más a la UE, Moldavia tiene en contra su gran dependencia del gas ruso, que ronda el 100%, y que ha provocado un aumento de los precios de la gasolina y del 60% de las facturas de la electricidad. Rusia continúa utilizando el gas como arma de guerra y Gazprom ha reducido los suministros a Moldavia en un 30%. Además, los ataques de las fuerzas rusas contra la infraestructura eléctrica en Ucrania han tenido también un fuerte impacto en el país porque Kiev suministraba el 30% de la electricidad de Moldavia. Como consecuencia, el Gobierno moldavo ha tenido que recurrir a Rumanía para poder comprar electricidad. "Cada bomba que cae sobre una central eléctrica ucraniana es una bomba que cae también sobre el suministro eléctrico moldavo", dijo Nicu Popescu, ministro de Relaciones Exteriores de Moldavia.

A toda esta difícil situación se suma Transnistria, el enclave que tiene el control de la central que abastece el 70% de la electricidad de Moldavia. La semana pasada, el Gobierno de la región afirmó que reduciría este porcentaje por los cortes de suministro de gas Gazprom. La situación deja a Moldavia en un estado casi crítico para cubrir sus necesidades energéticas. Por lo tanto, la subida de los precios ha sido una decisión casi obligada por parte de Chisináu, y esta es la carta que juega Shor para convencer a la población rural y más desfavorecida de la necesidad de un cambio de Ejecutivo.

Foto: El vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell. (EFE/ John Thys)

A causa de estas medidas, muchos moldavos que no puedan hacer frente al aumento de los precios tendrán que plantearse emigrar "o protestar si el Gobierno no alivia los gastos por servicios relacionados con la energía y no controla la inflación", apunta Denis Cenusa. El partido fundado por Ilan Shor se ha convertido en el elemento conductor de estas protestas. En palabras de Cenusa, "está explotando agresivamente la pobreza social y, sobre todo, energética de los ciudadanos para producir las mayores protestas posibles".

Las manifestaciones convocadas por Shor han tenido respuesta, pero imaginarse a un Gobierno moldavo liderado por ellos sigue siendo un escenario poco probable porque muchos ciudadanos tienen dudas sobre la integridad del partido. Ilan Shor estuvo envuelto en un caso de corrupción tras ser nombrado alcalde de Orhei en 2015, que dejó al Gobierno de Moldavia con un déficit que equivalía al 8% del PIB del país.

Foto: Una planta generadora en Moldavia (EFE/Dumitru Doru)

En 2019, negó los cargos que se le imputaron, pero siguió dirigiendo el partido desde otro país, supuestamente Israel, desde donde consiguió ser el tercer candidato más votado en las elecciones parlamentarias de 2021. "El partido Shor y su líder tienen varios problemas con la justicia moldava por utilizar financiamiento ilegal para sus actividades, especialmente para cubrir los costos de las protestas antigubernamentales que se han vuelto más permanentes y considerables en términos de tamaño y populismo basado en la desinformación agresiva del público", sostiene Cenusa.

Recientemente, la Fiscalía de Moldavia identificó que cerca de 3,5 millones de lei moldavos, unos 180.000 euros, fueron destinados a organizar las protestas semanales. Anteriormente, el dinero destinado por parte de Shor a este fin fueron similares o incluso superiores.

Una relación peligrosa

La relación entre Shor y el Kremlin es cada vez más obvia. Además de la figura de Ilan Shor, un grupo de parlamentarios de la formación viajó a Moscú recientemente para reunirse con el presidente del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma, Leonid Slutsky. El funcionario elogió al partido moldavo y lo describió como un "socio confiable" de Rusia, según los documentos analizados por The Washington Post. La participación del Kremlin ha tenido consecuencias para el partido y algunos miembros de Shor, así como dos oligarcas moldavos, fueron sancionados por Estados Unidos para contrarrestar lo que llamó "campañas persistentes de influencia maligna y corrupción sistémica en Moldavia" de Rusia, informó el medio estadounidense.

Shor, por su parte, niega la mayor: "Somos un partido absolutamente independiente que defiende solo la posición de los ciudadanos moldavos", afirmó el partido en un comunicado.

Las sanciones fueron un punto de tensión entre Rusia y Moldavia antes de que un proyectil ruso derribado por Ucrania cayera en la zona de Naslavcea, al norte de Moldavia. El impacto no provocó víctimas mortales, pero provocó la expulsión de un diplomático ruso porque Chisinau consideró el disparo del misil como responsabilidad de Rusia.

En los primeros meses de la guerra de Ucrania, Moldavia temía que los rusos traspasaran las fronteras a través de Transnistria, el enclave ocupado por las tropas que ha frenado durante muchos años el proceso de negociación del país para entrar en la UE. Para que los rusos llegaran hasta allí, tenían que conseguir el control de Odesa, la ciudad portuaria a poco más de 160 kilómetros de Transnistria y a 55 kilómetros de la frontera moldava de Palanca.

Por el momento, parece poco probable que Rusia consiga llegar a Odesa en medio de los avances de la contraofensiva ucraniana en territorios como Jersón. Sin embargo, hay otros escenarios que pueden implicar un ataque puntual en la región de Transnistria. Uno de ellos tendría lugar en un futuro hipotético en el que el Gobierno moldavo haya perdido todo el apoyo de la población y las manifestaciones se convirtieran en masivas. "En este caso, las tropas rusas ubicadas en la región separatista podrían apoyar a los partidos prorrusos que, con la justificación del colapso socioeconómico, podrían tomar el control sobre el país", argumenta el analista Denis Cenusa.

Por su parte, Bernardo Venturi, analista del Istituto Affari Internazionali y experto en política moldava y procesos de paz, coincide en que una invasión rusa es poco probable. "Rusia está en dificultades en Ucrania y es poco probable que abran otra área de guerra. Incluso las autoridades de Transnistria no se han interesado en esta guerra. Transnistria tiene estrechas relaciones con Ucrania, casi todos los transnistrianos tienen algún pariente de ese país y una guerra aquí creará escenarios dramáticos", afirma a El Confidencial.

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La política de Moldavia con respecto a Transnistria, continúa Venturi, se puede describir como wait and see y, por ahora, prefieren no emprender ninguna acción. "Una resolución del conflicto en Ucrania podría abrir algunos escenarios positivos e interesantes para Transnistria. Si Chisináu y Tiráspol (capital de la autoproclamada República de Transnistria) pueden encontrar un terreno común, Rusia podría aceptar un compromiso con alguna condición", afirma a El Confidencial. "Moscú también podría actuar como intermediario de la paz para recuperar el prestigio internacional. La región de Gagauzia y su autonomía en Moldavia pueden ser un modelo para Transnistria", añade el experto.

Si Ucrania sigue resistiendo, Moldavia puede visualizar un futuro con menos turbulencias geopolíticas que le ayudaría a reforzar las instituciones. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer para que Rusia deje de ser una amenaza en el país. La preocupación traspasa las fronteras del país. "Después de Ucrania, Moldavia es en lo que estamos centrando la atención", dijo un funcionario de un país occidental en los informes de la inteligencia ucraniana.

Seguramente el nombre de Ilan Shor no le suene de nada. Más allá de las fronteras de Moldavia pocos le conocen, pero en este país está considerado "el enviado del Kremlin". En octubre, miles de manifestantes se reunieron frente al palacio presidencial en Chisináu, la capital, para pedir la renuncia de la presidenta, Maia Sandu, por ser demasiado proeuropea. Detrás de este movimiento hay un hombre: Ilan Shor. Y un aliado que aplaudió su éxito al convocar a miles de moldavos: Vladímir Putin.

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