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El 'affaire Chiasso': el día que Credit Suisse hizo temblar la historia y el secreto bancario suizo
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167 AÑOS DE HISTORIA

El 'affaire Chiasso': el día que Credit Suisse hizo temblar la historia y el secreto bancario suizo

La entidad suiza, nacida en 1856, acumula a sus espaldas numerosos escándalos y episodios de tensión, como el que en 1977 puso en cuestión el papel del secreto bancario suizo

Foto: Sede de Credit Suisse en Paradeplatz, en Zúrich, inaugurada en 1876.
Sede de Credit Suisse en Paradeplatz, en Zúrich, inaugurada en 1876.
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El maestro de la estrategia fue el título que otorgó en el verano de 2018 la revista Euromoney a Tidjane Thiam, a la sazón consejero delegado de Credit Suisse. El directivo de origen costamarfileño, al que le habían sido otorgados los mandos del gigante suizo apenas tres años antes, había sido galardonado como el banquero del año por la "audaz" reestructuración del negocio de Credit Suisse que había llevado a cabo en aquel lapso. "Tidjane Thiam ha transformado este banco", indicaba entonces a Euromoney Iqbal Khan, uno de los banqueros estrella del grupo en el área de gestión de patrimonios.

Thiam había aterrizado en una entidad que apenas unos años antes había sido reconocida de forma generalizada como uno de los grandes bancos que mejor habían resistido el envite de la crisis financiera de 2008, pero que poco después se había visto asediada por un cúmulo de escándalos judiciales que derivaron no solo en multas milmillonarias (por su papel en la gestación de la crisis, por su colaboración para la evasión fiscal de miles de clientes, por cooperación con gobiernos sometidos a sanciones internacionales...), sino que también acabaron poniendo en jaque el histórico sistema de secreto bancario que había caracterizado durante décadas al sistema financiero suizo. "Vendemos seguridad, no secreto bancario", llegó a señalar Thiam, que había marcado como gran prioridad reenfocar la actividad de Credit Suisse en negocios más estables y menos arriesgados, liderados por la gestión de patrimonios, orillando el otrora dominante banco de inversión.

Foto: Sede de Credit Suisse en Zúrich, Suiza. (Getty/Arnd Wiegmann)

Pero los esfuerzos por mostrar al gigante helvético como un refugio seguro chocarían una y otra vez con una sucesión de episodios que irían dejando su reputación repleta de muescas. Menos de dos años después del reconocimiento de Euromoney, Thiam abandonaba la entidad por la puerta de atrás, acorralado por un escándalo de espionaje a un antiguo empleado (precisamente al citado Khan) que había acordado unirse a su rival UBS.

Y no pasaría mucho tiempo antes de que se produjera la siguiente dimisión estruendosa, la del portugués Antonio Horta-Osório, que había sido nombrado presidente en 2021, para tomar las riendas del banco tras la salida de Thiam y se despedía solo nueve meses después tras conocerse que había incumplido las normas de aislamiento durante la pandemia del coronavirus.

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Entre medias, escándalos como los de Greensill o Archegos venían a mostrar que los sistemas de garantías de la operativa de Credit Suisse estaban muy lejos de funcionar de forma apropiada. Con el prestigio de la entidad seriamente dañado, no han hecho falta demasiados contratiempos adicionales para sumirla en una espiral de desconfianza que ha desembocado esta semana en las profundas turbulencias que han puesto en duda su viabilidad y han forzado al Banco de Suiza a salir en auxilio de una entidad con casi 167 años de historia a sus espaldas.

Un largo bagaje que, curiosamente, ya había dado pie a anteriores episodios en los que Credit Suisse hizo temblar el sistema financiero internacional. Fue en 1977 y también entonces llegó a cuestionarse si la entidad sería capaz de mantenerse en pie.

Foto: Decoración navideña en la sede de Credit Suisse. (Reuters/Arnd Wiegmann)

Por entonces, el banco suizo contaba ya con más de 120 años de historia a sus espaldas. Fue el 5 de julio de 1856 cuando la entidad abrió sus puertas por primera vez en la región suiza de Zúrich, con apenas media docena de empleados.

El Schweizerische Kreditanstalt o SKA (nombre primigenio del grupo) era el resultado del empuje del político Alfred Escher, uno de los personajes clave en el nacimiento de la Suiza moderna, que alentó la creación del banco como forma de financiar e impulsar la red ferroviaria suiza y el desarrollo industrial del país.

Foto: Caídas en bolsa de Credit Suisse. (EFE/Lane)

Con estos propósitos y bajo la vitola de ser un banco elitista, SKA no tardaría en establecerse como una de las principales entidades del país, clave en el desarrollo de un ecosistema financiero moderno que acabaría poniendo a Suiza en el centro del tablero de juego de los capitales internacionales.

El primer siglo de vida del banco estaría repleto de episodios turbulentos, como difícilmente podría ser de otra manera en un periodo que vio a Suiza en los contornos (siempre desde su pretendida posición de estricta neutralidad) de conflictos tales como la guerra franco-prusiana de 1870 o, más importante aún, las dos grandes guerras de 1914 y 1939.

El papel del banco suizo en la II Guerra Mundial resultó muy controvertido

Precisamente, con la Segunda Guerra Mundial, Credit Suisse se vio envuelta en uno de los episodios más controvertidos de su historia. Por entonces, y al calor del desarrollo de los años 20 del siglo pasado, el grupo había hecho un intenso esfuerzo de internacionalización de sus actividades, poniendo en Alemania uno de sus principales focos de crecimiento.

Como observa Joseph Jung en From Schweizerische Kreditanstalt to Credit Suisse Group, cuando el Partido Nazi de Adolf Hitler arribó al poder, los gestores del banco incurrieron en comportamientos reprobables, como la cooperación o, al menos, aquiescencia con la confiscación del patrimonio de los ciudadanos judíos, la aceptación de órdenes de movimientos aún a sabiendas de que habían sido forzados por las autoridades germanas o la aceptación de bienes saqueados.

Foto: Fotografía: EC Diseño

Incluso, años después de la caída del Tercer Reich, la polémica siguió persiguiendo al banco (y a otras entidades helvéticas) por su gestión de las cuentas durmientes de antiguos clientes judíos y de los bienes que habían sido robados por el nazismo.

Al margen de esta cuestión, los años de la Segunda Guerra Mundial supusieron un notable contratiempo para el banco, que vio congelados su activos en Alemania y también en Estados Unidos (por las sospechas de que miembros del Reich estuvieran valiéndose de la banca suiza para mover su dinero).

placeholder Logo de Credit Suisse en su sede de Paradeplatz, Zúrich. (Reuters/Denis Balibouse)
Logo de Credit Suisse en su sede de Paradeplatz, Zúrich. (Reuters/Denis Balibouse)

De todo ello surgió en las décadas posteriores una entidad marcada por una estrategia especialmente conservadora, que derivó en una pérdida de terreno frente a sus principales rivales, que durante la década de 1960 y 1970 fueron abriendo una importante brecha sobre SKA en términos de activos y rentabilidad. Pese a todo, el banco seguía beneficiándose del prestigio del que disfrutaban las entidades suizas a escala internacional, como resguardo seguro de capitales, reforzado por el atractivo (para determinadas actividades) de un secreto bancario defendido a ultranza.

Fue entonces cuando estalló lo que se conocería como el affaire Chiasso, un escándalo que amenazaría incluso con mancillar ese prestigio de las finanzas helvéticas. "Una cuenta bancaria suiza, símbolo de seguridad y secreto para muchas de las personas adineradas de todo el mundo, puede ser un poco menos atractiva en estos días a raíz de un gran escándalo que involucra al banco más antiguo y tercero de Suiza, Credit Suisse", escribía un reportero del Washington Post el 22 de mayo de 1977, a raíz de aquellos sucesos.

El 'affaire Chiasso' se conoció en la primavera de aquel año, cuando se descubrió un agujero en las cuentas de la entidad

El affaire Chiasso se conoció en la primavera de aquel año, cuando se descubrió un agujero en las cuentas de la entidad a causa de las operaciones fuera de la legalidad de los responsables de la sucursal de Credit Suisse en Chiasso, una localidad helvética cercana a la frontera con Italia.

Según se desveló, durante años, la sucursal había estado recibiendo ingresos de liras italianas por un monto de alrededor de 800 millones de dólares, que habían sido trasladados fuera de Italia de forma ilegal por residentes adinerados, interesados ya en ocultar sus riquezas, evitar impuestos o protegerse ante el temor al ascenso al poder del Partido Comunista.

Foto: EC.

Esos fondos fueron depositados en cuentas que no se registraban en los libros oficiales del banco y posteriormente desviados a una empresa pantalla ubicada en Liechtenstein a través de la que se canalizaron distintas inversiones.

Los malos resultados de dichas inversiones, en un entorno económico complejo como el de los años 70, y una amnistía fiscal en Italia que llevó a muchos clientes a solicitar el reembolso de sus fondos para regularizarlos, sacaron a la luz el enorme agujero de más de 2.000 millones de francos suizos que se había generado en las cuentas del banco, un roto con escasos precedentes en la historia de las finanzas internacionales. El caso Chiasso "sacudió SKA hasta sus cimientos", afirma Jung. Las tensiones financieras que se vivieron aquellos días llevaron al Banco de Suiza a ofrecer su respaldo a la entidad, de hasta 3.000 millones de francos, pero este fue rechazado, ya que su dirección aseguraba que contaba con recursos suficientes para gestionar aquel contratiempo.

Suiza llegó a cuestionarse los méritos del secreto bancario tras el escándalo

El tiempo le acabaría dando la razón y, de hecho, aquel episodio fue visto como un catalizador para que Credit Suisse se adentrara en una nueva fase de expansión internacional, con su crecimiento en Estados Unidos (tratos con White Weld primero y, luego, compra de First Boston), que le llevaría en las siguientes décadas a codearse con los grandes bancos internacionales en los años del boom previos a la caída de Lehman.

Pero antes de que el banco pudiera pasar aquella página fueron inevitables los momentos de angustia e incertidumbre sobre su futuro y hasta sobre el devenir de la banca suiza, ya que el propio secreto bancario llegó a cuestionarse muy seriamente dentro (Suiza llegó a celebrar un referéndum para modificar muchas de sus cláusulas) y fuera del país.

Foto: Foto: EFE/Michael Buholzer.
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The Wall Street Journal. James Mackintosh

"Credit Suisse es de hecho un pilar importante de la industria. Y tembló. Pero es tan fuerte que estoy seguro de que no se desmoronará", señaló entonces un banquero al reportero del Washington Post. En el sector se consideraba que el atractivo internacional que seguía generando Suiza, con su característico secreto bancario como reclamo de primer orden, suponía un resguardo de garantías contra la inestabilidad de Credit Suisse y del propio sistema.

Ahora, casi medio siglo después de aquello, Credit Suisse ha vuelto a temblar. Queda por comprobar si hoy (ya sin poder escudarse en esa singularidad del secreto bancario) sigue siendo tan sólido como entonces para evitar su caída final. De momento, a última hora de la noche de ayer, el diario británico Financial Times aseguraba que su archirrival UBS estaba estudiando la adquisición. 167 años de historia en la UCI financiera.

El maestro de la estrategia fue el título que otorgó en el verano de 2018 la revista Euromoney a Tidjane Thiam, a la sazón consejero delegado de Credit Suisse. El directivo de origen costamarfileño, al que le habían sido otorgados los mandos del gigante suizo apenas tres años antes, había sido galardonado como el banquero del año por la "audaz" reestructuración del negocio de Credit Suisse que había llevado a cabo en aquel lapso. "Tidjane Thiam ha transformado este banco", indicaba entonces a Euromoney Iqbal Khan, uno de los banqueros estrella del grupo en el área de gestión de patrimonios.

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