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De la Sociedad Catalana del Gas a Naturgy: el grupo que puso acento español a la energía
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De la Sociedad Catalana del Gas a Naturgy: el grupo que puso acento español a la energía

La oferta de IFM podría rebajar a la mínima expresión la presencia del capital nacional en una empresa que es historia viva del desarrollo energético en España

Foto: Logo de Naturgy en su sede de Madrid. (EFE)
Logo de Naturgy en su sede de Madrid. (EFE)

"Pero ¿hay que confiar que todo esto, que es el porvenir mismo de Cataluña, lo realicen el capital y la inteligencia de los extranjeros? ¿Hasta cuándo nuestros nombres de negocios dormitarán beatamente aguardando la espuela del capital francés, belga o suizo, descarado o disfrazado, para moverse o para hacer que se muevan?", se lamentaba la 'Revista Cataluña' en un editorial titulado "Electrificación de Cataluña", el 20 de enero de 1912.

Aquellos eran tiempos de efervescencia en el sector energético español, marcados por la fulgurante irrupción de la electricidad, un movimiento en el que, como del propio texto se desprende, grandes corporaciones extranjeras llevaban la voz cantante no solo en Cataluña sino en el conjunto del país.

No era, ni mucho menos, una situación nueva. Desde los primeros pasos dados por la industria del gas, en los primeros años de la década de 1840, había sido habitual que los avances del sector energético en España estuvieran dirigidos por empresas y empresarios procedentes de distintos países europeos, que traían al país –recién salido de la penosa Primera Guerra Carlista– los avances de una industrialización que ya empezaba a tomar tracción más allá de los Pirineos y el capital requerido para afrontar las inversiones necesarias.

Foto: El presidente ejecutivo de Naturgy, Francisco Reynés. (EFE)

Pero fue, sin duda, el inicio de la electrificación desde los años finales del siglo XIX, primero a través de las centrales térmicas y más tarde por medio de las hidroeléctricas, el que desataría el 'boom' de inversiones internacionales en el sector del que se quejaba la citada revista. Solo en Barcelona, de lejos la ciudad más industrializada del país en aquellos primeros años del siglo XX, era posible detectar entre las más importantes la Compañía Barcelonesa de Electricidad, impulsada por el grupo alemán AEG; Energía Eléctrica de Cataluña, un proyecto del egipcio Pierre Azaria, fundador de la CGE, un grupo de capital francés; o la Barcelona Traction Light and Power, una compañía con sede en Toronto que pasaría a la historia bajo el nombre popular de La Canadiense.

Frente a estas se erguía, no obstante, un grupo con una profunda raigambre en la sociedad catalana que, por aquellos días, contaba ya con cerca de 70 años de existencia y todavía respondía a su nombre original: Sociedad Catalana del Gas. Como su propio nombre indicaba, aquel era un grupo nacido para una etapa anterior, en la que la electricidad no era siquiera un proyecto, y la producción de gas se presentaba como el gran avance que prometía transformar la vida de las ciudades a través de la iluminación de los espacios públicos y privados.

Es preciso señalar que, en sus orígenes, la Sociedad Catalana del Gas también contó con el empuje de la iniciativa extranjera. La del francés Charles Lebon, que unos años antes, en 1841, se había hecho con la concesión por 15 años del alumbrado en Barcelona pero que, para poner en marcha su proyecto, se apoyó en el poder financiero de una familia catalana, los Gil, encabezada por Pedro Gil Babot, que había hecho fortuna a través del comercio marítimo.

El grupo nace en 1843 para gestionar la concesión de la iluminación de Barcelona

Es entonces cuando se inicia la larga historia que desemboca en lo que hoy es Naturgy, un grupo acostumbrado a las transformaciones, que no solo se han hecho notar en sus frecuentes cambios de marca (hasta seis) a lo largo de su recorrido sino también en una actividad necesariamente cambiante por la necesidad de adaptarse a las continuas metamorfosis que ha vivido la industria energética en este periodo.

Ý, precisamente, 1912 sería un año de importantes transformaciones mediante las que el grupo trataba de prepararse para adentrarse en el pujante terreno de la energía hidráulica y hacer frente a aquella creciente competencia internacional. Hacía ya varios años que la compañía había creado, en alianza con los herederos de su fundador, Charles Lebon, la Central Catalana de Electricidad, un proyecto defensivo para preparse ante la creciente competencia de los productores eléctricos. Y poco después había puesto en marcha, junto a otros socios, la Sociedad General de Fuerzas Hidroeléctricas.

En aquellos días de transformación de la industria, al calor del dinero internacional, la historia de la Sociedad Catalana del Gas estuvo cerca de adentrarse por unos caminos que habrían cambiado para siempre su devenir. El grupo recibió distintas propuestas de fusión o adquisición, incluida una por parte de La Canadiense, que tras integrar numerosos grupos se erigía ya en el actor principal del sector. Sin embargo, el empeño de la dirección de la compañía, por entonces encabezada por José Mansana Terrés, frustró aquellas operaciones y permitió que aquel grupo se mantuviera en pie para enfrentarse en solitario a los nuevos gigantes del sector.

Entrada en la electricidad

Para ello fueron necesarios notables cambios que conllevaron también un ingente esfuerzo financiero. "La sociedad se movió muy rápido. En agosto de 1912 se desengañó de la fusión con la EEC; en septiembre se planteaba la utilidad de una posible absorción de la SGFH; en octubre la aprobaba el consejo de administración; y en noviembre se adquiría la participación de Lebon en la CCE y se convocaba una junta general de accionistas que sería solo el inicio de una nueva línea de actuaciones", resume el historiador Pere-A. Fabregas en la obra 'Naturgy. 175 años de compromiso con la energía y la sociedad'.

Aquella junta, celebrada el 12 de noviembre de 1912, aprobaría el cambio de la marca de la sociedad por el de Catalana de Gas y Electricidad, un nombre que estaría vigente los 75 años años siguientes. Tras ese cambio de marca se escondían transformaciones mucho más profundas, en su accionariado –con la entrada de Eusebio Bertrand Serra, uno de los fundadores de la Lliga Regionalista, como máximo accionista–, en su capital –mediante una ampliación que lo triplicó hasta los 40 millones de pesetas– y en su volumen de activos, que se cuadruplicó durante las dos primeras décadas del siglo XX.

placeholder Fábrica de la Sociedad Catalana de Gas.
Fábrica de la Sociedad Catalana de Gas.

"Con todo aquello, Catalana de Gas y Electricidad era ya una empresa muy importante. Xavier Tafunell indica que en 1913 era la séptima empresa industrial de España por capitalización bursátil, y que en 1917 sería la sexta empresa industrial de España por volumen de activos netos", explica Fabregas.

Se trataba, en cualquier caso, de uno de los primeros entre un amplio número de virajes y movimientos estratégicos que irían trazando el rumbo del grupo a lo largo del siguiente siglo y que se plasmarían en distintos saltos del mundo del gas a la electricidad y de regreso a aquel ya en forma de gas natural, en una creciente presencia nacional y –desde finales del siglo XX– internacional, mediante el desembarco en Latinoamérica; y también en un sinfín de operaciones corporativas, unas exitosas y otras frustradas.

Movimientos que fueron dejando su huella en los posteriores cambios de marca del grupo: Catalana de Gas, en 1987, tras la venta de sus últimos activos de producción eléctrica convencional; Gas Natural, en 1991, tras su fusión con Gas Madrid; Gas Natural Fenosa, a partir de la adquisición de Unión Fenosa, en 2009; y Naturgy desde 2018, con el fin de reflejar la vocación del grupo como productor multienergético y con proyección internacional.

Foto: Foto: EFE.

Precisamente, el grupo que ahora preside Francisco Reynés se encuentra inmerso en pleno reposicionamiento del negocio –para reducir la exposición al gas natural, en favor de las energías renovables– y geográfico –tratando de rebajar la presencia en emergentes para dar mayor relevancia a mercados con monedas fuertes–, una etapa a la que ha llegado, pese a todas las vicisitudes, manteniéndose como uno de los principales grupos industriales del país (es la novena mayor empresa del Ibex, por valor de mercado) y como uno de los grupos energéticos con mayor presencia de capital en manos de accionistas nacionales –un 31,7%, según los registros de Bloomberg–, representados de forma significativa por La Caixa y la familia March.

Sin embargo, la reciente oferta del grupo australiano IFM se presenta ahora como la ocasión de un nuevo cambio de rumbo que acabe diluyendo las que han sido señas tradicionales de un grupo que es historia viva de la energía en España. El grupo que hace poco más de un siglo se erigió en valladar frente a la 'invasión' internacional del sector energético español podría encauzar su futuro en manos de un accionariado cada vez menos enraizado en su país de origen.

"Pero ¿hay que confiar que todo esto, que es el porvenir mismo de Cataluña, lo realicen el capital y la inteligencia de los extranjeros? ¿Hasta cuándo nuestros nombres de negocios dormitarán beatamente aguardando la espuela del capital francés, belga o suizo, descarado o disfrazado, para moverse o para hacer que se muevan?", se lamentaba la 'Revista Cataluña' en un editorial titulado "Electrificación de Cataluña", el 20 de enero de 1912.

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