Es noticia
Los pasos fronterizos terrestres de Marruecos y España, lejos de la normalidad prepandemia
  1. España
¿Nueva normalidad?

Los pasos fronterizos terrestres de Marruecos y España, lejos de la normalidad prepandemia

La nueva etapa de buenas relaciones entre ambos países, inaugurada hoy hace un año con la visita de Pedro Sánchez a Rabat, aún no se traduce en avances importantes en los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla

Foto: El paso fronterizo de Beni-Enzar, el más importante de los cuatro que conectan España y Marruecos en Melilla, el día de su reapertura tras la pandemia. (EFE/F. G. Guerrero)
El paso fronterizo de Beni-Enzar, el más importante de los cuatro que conectan España y Marruecos en Melilla, el día de su reapertura tras la pandemia. (EFE/F. G. Guerrero)

La nueva normalidad de las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla con Marruecos es muy distinta a la prepandémica. Ha pasado justo un año de la visita del presidente Pedro Sánchez a Marruecos, donde ambos países escenificaron su reconciliación oficial tras la crisis diplomática abierta por el ingreso del líder saharaui Brahim Gali en un hospital de Logroño. Sin embargo, la realidad del acceso entre las ciudades autónomas y el reino alauí apenas ha mejorado tras su reapertura. La reciente etapa de respeto y consulta permanente entre ambos países aún no ha propiciado que el tránsito vuelva a la situación previa al coronavirus.

De los cuatro pasos fronterizos históricos de Melilla (Beni-Enzar, Farhana, Barrio Chino y Mariguari) cerrados en marzo de 2020, solo reabrió el de Beni-Enzar en mayo de 2022. Eso sí, con fuertes restricciones para el paso de bienes en régimen de viajeros y sin que todavía se haya recuperado la aduana comercial, cerrada de forma unilateral por Marruecos en agosto de 2018. Hoy, tres de los cuatro accesos siguen cerrados, sin visos de su reapertura, y sin que puedan absorber parte del tráfico de personas y vehículos que colapsa el paso de Beni-Enzar.

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI de Marruecos, en un encuentro de 2018. (EFE/Ballesteros)

Rubén es una rara avis. Uno de esos ciudadanos que siguen cruzando de Melilla a Marruecos por la frontera de Beni-Enzar pese a las múltiples trabas. Lo hace sistemáticamente todos los fines de semana por ocio, para huir de la sensación de encierro de los escasos 12 kilómetros cuadrados de superficie de la ciudad autónoma.

Es de los pocos que todavía conservan una casa de alquiler en Marruecos para desconectar. Muchos melillenses han desistido por las eternas horas de cola para cruzar al país vecino, ya sea en coche o a pie, que en función del día y la franja horaria pueden llegar incluso a las siete horas de espera. “Llevo, por lo menos, 13 años cruzando a Marruecos y nunca había sido tan difícil”. Por eso, ha ideado un “protocolo” que ejecuta semanalmente para hacer más llevadero el paso.

placeholder Colas de coches en el paso fronterizo de Beni Enzar. (Javier García Angosto)
Colas de coches en el paso fronterizo de Beni Enzar. (Javier García Angosto)

La mayoría pretende salir a Marruecos los viernes por la tarde, tras terminar de trabajar, y volver los domingos a última hora para aprovechar el fin de semana. Eso es una locura, porque te expones a colas interminables”. Por eso, Rubén se toma la molestia de cruzar con su coche un miércoles o un jueves por la noche para dejar el vehículo en un parking marroquí y regresar andando a Melilla. “No hay otra. Así puedo cruzar con mi pareja y mi hija pequeña a pie el viernes y, con suerte, cruzar en menos de dos horas y ya coger el coche del parking. Es lo menos malo”.

Foto: Eduardo de Castro, presidente de Melilla. (Ciudad Autónoma de Melilla)

En cualquier caso, Rubén reconoce que son demasiadas molestias para pasar un fin de semana al otro lado. “Soy un poco masoquista, pero nos lo pasamos muy bien y vamos a seguir haciéndolo, aunque está claro que esto no es para todo el mundo”. Y es que ya nada es lo que era.

Gema, que lleva viviendo en Melilla desde hace 20 años, siempre ha cruzado de forma asidua, algo que cada vez hace menos debido a la incómoda situación. “Este sábado tardé en cruzar dos horas y media. Tuve suerte, porque apenas había coches, pero la cola no avanzaba. En otras ocasiones me he comido seis horas. Me enfado, porque me gustaría cruzar todos los fines de semana, pero así es imposible. Se te quitan las ganas”. De hecho, asegura que antes cruzaba para ir a ver a algunos amigos, tomarse algo en un cafetín o comprar fruta y verdura, algo que ahora hace en contadas ocasiones.

Visitar a la familia

Hay quien cruza a pesar de todo porque quiere ver a sus familiares en Marruecos. El recuerdo del cierre total fronterizo durante dos años y dos meses debido a la pandemia sigue muy presente y por eso nadie quiere perder la oportunidad de ver a sus seres queridos.

placeholder Colas en el paso fronterizo de Beni Enzar. (Javier García Angosto)
Colas en el paso fronterizo de Beni Enzar. (Javier García Angosto)

Es el caso de Amal. Le gustaría visitar a su madre todas las semanas, pero opta por cruzar la frontera intercalando fines de semana porque es un proceso “desesperante”. Pasa andando de la mano de sus dos hijos pequeños por Beni-Enzar y sortea como puede todos los obstáculos, empezando por las horas de espera en la cola sin un lugar en el que guarecerse de las inclemencias meteorológicas. “He visto delante de mí a dos mujeres mayores desmayarse, desplomarse por golpes de calor, deshidratadas. Son tres o cuatro horas de cola a pleno sol o lloviéndote encima. Tampoco hay unos baños públicos”.

Foto: La fruta, uno de los productos marroquíes más demandados por los melillenses. (J. G. A.)

Una vez superada la cola, le toca aguantar el celo con que las autoridades marroquíes revisan sus pertenencias. “Te registran a fondo. Hay quien pone la ropa interior, las bragas y sujetadores, a simple vista por si tienen algo de vergüenza y no revuelven la maleta, pero qué va. Lo sacan todo. No quieren que entre a Marruecos nada que compres en Melilla. Buscan ropa con etiquetas o que parezca nueva”.

La situación llega a tal extremo que no dejan pasar ningún producto, aunque claramente se trate de algo para uso propio sin ninguna intención comercial. “Me querían quitar una manta que había comprado para mi hijo. Me trataban como una contrabandista. Llevaba una manta, no un kilo de hachís”.

"Me trataban como a una contrabandista. Llevé una manta, no un kilo de hachís", contó Amal

Se trata de una circunstancia que se repite a diario y que cualquiera que intente pasar un producto comprado en Melilla puede experimentar, incluso una botella de agua o una bolsa de snacks. “Si está cerrado, te lo quitan. Hasta el paquete de patatas fritas del niño”, cuenta Amal indignada, mientras asegura con contundencia que pasar la frontera es ahora más difícil que nunca. “Llevo cruzando a Marruecos desde siempre, cuando todavía no existía la valla y solo tenías que cruzar a través de una alambrada. Antes pasábamos sin sellar pasaporte por Beni-Enzar o Barrio Chino. Ahora es desesperante”.

La situación en Ceuta

Antes del cierre fronterizo que llegó con la pandemia, Mohammed Abdeljalil cruzaba todas las semanas, varias veces, para vender ropa en ambos lugares. Lo hacía por cuenta propia, como autónomo, y viajaba frecuentemente entre Ceuta y Marruecos, principalmente, pero también desde Melilla pasando por Nador, al norte del reino alauí. Ahora tiene un contrato más estable y trabaja para una empresa en el lado marroquí, pero mantiene el contacto con otros empresarios que, como él, se las vieron difíciles durante la crisis sanitaria y ahora tratan de recuperarse del golpe, después de años sin actividad entre países.

Las cosas ya no son como antes”. Las pocas veces que él mismo tuvo que atravesar el paso por algún otro asunto le confirmaron lo que ya conocía de oídas. “La policía ha cambiado y el sistema es mucho más riguroso”. Explica que en Ceuta también los controles son cada vez más exhaustivos y las cantidades o productos que podían trasladarse en un mismo viaje iban disminuyendo. “Entrar a Marruecos desde España es lo más sencillo, pero cuando es la policía marroquí la que tiene que dejarte salir de su territorio tardas mucho más”, añade, matizando no obstante que son ambas autoridades –las españolas y las alauíes– las que intensificaron tras la pandemia sus exigencias.

Foto:
TE PUEDE INTERESAR
Fronteras SA: la industria del control migratorio
José Bautista - PorCausa Datos: Alberto Alonso - PorCausa Rocío Márquez Fernando Anido Emma Esser

Fadoua, vecina de Castillejos, sigue cruzando dos veces cada día la frontera del Tarajal que conecta el norte marroquí con Ceuta. Es en esta última ciudad donde ejerce como empleada del hogar, y a la que viajaba tanto antes como después de la pandemia. No tiene nacionalidad española ni permiso de residencia, pero la escasa distancia que separa ambas localidades le permitía seguir viviendo donde siempre aunque trabajara en otro país. Sin embargo, ahora hay nuevos límites. “Antes era todo sencillísimo y apenas había impedimentos. Ahora, por ejemplo, miden más el tiempo que podemos estar en Ceuta y a la medianoche, como tarde, debo estar de vuelta”.

Antes de la pandemia, en teoría, los trabajadores transfronterizos tenían que volver también cada día a Marruecos, pero la realidad es que las autoridades apenas lo controlaban y se podían quedar en ambas ciudades autónomas sin problemas. Esto, reconoce, le complica un poco las cosas, pues a veces el trabajo se alargaba y, para no volver al anochecer, pasaba la noche en la ciudad autónoma para al día siguiente iniciar otra jornada.

placeholder Zona de espera de vehículos de la frontera del Tarajal (Ceuta). (Javier Sakona)
Zona de espera de vehículos de la frontera del Tarajal (Ceuta). (Javier Sakona)

No todas son malas experiencias. Hay quien consigue cruzar la frontera en media hora. Es el caso de Karim y su pareja Naiara. Procedentes de Barcelona, decidieron coger este fin de semana un vuelo hasta el Aeropuerto Internacional de Nador, situado a una hora en taxi de Melilla, y cruzar la frontera a pie. “Llegamos a eso de la una y media de la madrugada. Tuvimos suerte. Pasamos sin problemas, fue rutinario. No tardamos más de media hora. En la cola solo teníamos a una familia delante”.

No obstante, sí admite que, a la hora de volver a cruzar la frontera, con un vuelo pendiente que coger para regresar a Barcelona, sintió miedo e incertidumbre ante la falta de información oficial sobre el estado de la frontera y la cola que se podría encontrar. “Salimos temprano y también tuvimos suerte. Un lunes a las nueve de la mañana parece un buen momento para cruzar, lo hicimos solos”.

Grupos de WhatsApp

El miedo de Karim por quedar atrapado en la frontera durante horas no es únicamente suyo. Por eso, miles de melillenses y marroquíes, de forma espontánea, han ido encontrándose en distintos grupos de WhatsApp donde obtienen información en tiempo real del estado de la frontera a ambos lados. A diario, y en todo momento, los integrantes de esos grupos informan al resto de la situación del paso de Beni-Enzar.

Foto: Aduana Comercial de Ceuta. (Delegación de Gobierno)

Driss e Ilyas son los responsables de la creación de una red de grupos de WhatsApp, integrados por unas 4.000 personas, cuyo único cometido es compartir el estado del paso de Beni-Enzar. Fue una idea que surgió poco después de la reapertura de la frontera tras la pandemia debido a las colas de siete horas que se formaban. “Un día tomando un café se nos ocurrió crear un grupo entre amigos y familia para que, a través de fotos y videos, pudiéramos saber en todo momento cómo estaba la frontera”, relata Driss, quien reconoce que el éxito ha sido enorme gracias al boca a boca. “Empezamos con un grupo solamente, pero debido a la alta demanda de gente que quiere entrar y a la limitación de la aplicación, que solo permite un máximo de 1.024 integrantes por grupo, hemos tenido que ir abriendo más”.

Precisamente, esta semana han creado el quinto grupo porque el cuarto ya supera los 800 usuarios. “Todo esto lo hacemos de forma altruista, ya no solo para informar de la cola, también para comentar si están quitando comida o enseres las autoridades porque eso cambia un poco según quién te toque”.

Para moderar los grupos se apoyan en personas cercanas porque, en ocasiones, hay quien puede tener la tentación de utilizarlos para otros fines. “El objetivo del grupo es la frontera. Nada más. Ni temas políticos, religiosos o publicidad. Si alguien se salta las normas, insulta y falta al respeto, le avisamos y si insiste le echamos del grupo por el bien de la comunidad”, detalla Driss.

Foto: Soldados españoles permanecen en la frontera con Marruecos en la playa del Tarajal. (Reuters/Jon Nazca)

Se trata de una iniciativa que ha ayudado en cierta manera, según Driss, a reducir el colapso del paso fronterizo. “La gente sigue muy molesta por las colas y los registros, pero al menos ahora se lo piensa dos veces cuando ve en el grupo que hay cola y no va para contribuir al colapso, prefiere esperar y cruzar a otra hora. La cola ha mejorado un poquito. Creo que algo hemos contribuido gracias a los grupos”.

La aduana comercial

La reapertura de la aduana comercial por el puesto fronterizo de Beni-Enzar sigue siendo una asignatura pendiente, así como la implantación de una nueva en Ceuta. Aunque el ministro de Exteriores José Manuel Albares anunció una apertura “ordenada y gradual” para finales de enero de 2023, lo cierto es que todavía no se ha producido, ni en Ceuta ni en Melilla, salvo unas pruebas piloto calificadas como un “éxito” por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.

De hecho, la delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, insiste en cada comparecencia pública en la que se le pregunta por la aduana comercial que todo sigue en el “escenario de la hoja de ruta prevista”.

Foto: Reunión de Sánchez y el rey Mohamed VI de Marruecos el pasado mes de abril. (EFE/Presidencia del Gobierno)

No piensa igual José Luis Martínez Lázaro, empresario dedicado al transporte y logística de mercancías. Desde el bloqueo comercial, ha visto cómo el 90% de su negocio ha desaparecido porque ya solo entran contenedores para abastecer las necesidades de la ciudad. “Nosotros ejercíamos como empresa estibadora en el puerto y tuvimos que dejar la actividad en 2019 con los consiguientes despidos del personal, primero los de la aduana y luego los de la estiba. Ahora estamos en cuadro y nos defendemos con la mercancía que llega de la Península para consumo interno de Melilla”.

Según las cifras que maneja, el transporte de mercancías entre la Península y Melilla ha bajado más de un 50% y el cabotaje procedente de terceros países ha desaparecido por completo. “Nuestro fuerte era el tráfico de importación de contenedores y se ha perdido totalmente”.

Foto: Frontera de El Tarajal, en Ceuta. (Javier Sakona)

Considera, sin pelos en la lengua, que Marruecos no está cumpliendo la hoja de ruta marcada hace un año con motivo de la visita de Pedro Sánchez a Rabat. “El acuerdo de Rabat…ni con vaselina nos lo meten mejor. De los 16 puntos de la hoja de ruta pactada, solo se ha cumplido uno íntegramente, la Operación Paso del Estrecho por el puerto, pero porque les interesa a ellos. El resto se la suda”.

Martínez Lázaro asegura que las pruebas piloto de la aduana comercial en Melilla han sido “una milonga” o “una mentira”, tanto de la delegación del Gobierno en la ciudad autónoma como del ministro Albares. “Se tiraron meses anunciando que antes de la Reunión de Alto Nivel con Marruecos, a finales de enero, se abriría la aduana comercial y lo que hicieron fue una patochada de prueba. En Melilla, desde 2010 a julio de 2018, se habían hecho 36.000 exportaciones y 40.000 importaciones… ¿Qué coño de prueba vas a hacer? No hace falta”.

"¿Qué coño de prueba vas a hacer? No hace falta”, cuestionó Martínez Lázaro

Quien también está notando en extremo esta disminución del tráfico de personas de Melilla a Marruecos son los habitantes de los pueblos marroquíes pegados a la frontera. Abdeljalid lleva toda la vida vendiendo frutas y verduras en la calle, en las inmediaciones del paso fronterizo de Farhana que sigue cerrado. “Antes, un día como hoy [sábado] apenas se podía caminar por aquí. Ahora hay poca gente. Tú mismo lo puedes ver. Y los días entre semana es peor, no hay nadie”.

Un año después de la visita del presidente Pedro Sánchez a Rabat siguen sufriendo los mismos, los ciudadanos de un lado y otro de la frontera, ajenos a la geopolítica y que únicamente intentan sobrevivir en su día a día, como los niños que esperan una limosna a las puertas de Beni-Enzar, en el lado marroquí, o el anciano que porta un inhalador y que ruega desesperado, a través de la ventanilla del coche, que le ayuden a comprar medicinas porque son muy caras en Marruecos.

La nueva normalidad de las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla con Marruecos es muy distinta a la prepandémica. Ha pasado justo un año de la visita del presidente Pedro Sánchez a Marruecos, donde ambos países escenificaron su reconciliación oficial tras la crisis diplomática abierta por el ingreso del líder saharaui Brahim Gali en un hospital de Logroño. Sin embargo, la realidad del acceso entre las ciudades autónomas y el reino alauí apenas ha mejorado tras su reapertura. La reciente etapa de respeto y consulta permanente entre ambos países aún no ha propiciado que el tránsito vuelva a la situación previa al coronavirus.

Noticias de Marruecos Melilla Inmigración
El redactor recomienda