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Sánchez y Mohamed VI escenificarán su reconciliación con asuntos por resolver
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Encuentro en Rabat

Sánchez y Mohamed VI escenificarán su reconciliación con asuntos por resolver

El monarca alauí ofrece hoy un 'iftar' (cena de ruptura del ayuno) a su huésped español. Dirigentes políticos y la prensa marroquí ensalzan la amistad recuperada con España

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI de Marruecos, en un encuentro de 2018. (EFE/Ballesteros)
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI de Marruecos, en un encuentro de 2018. (EFE/Ballesteros)
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Pedro Sánchez y Mohamed VI “fumarán la pipa de la paz”. La expresión, empleada en conversaciones informales por diplomáticos, anticipa lo que será este jueves la reunión y la cena de ruptura del ayuno ('iftar') que celebrarán en Rabat el presidente del Gobierno y el rey de Marruecos para cerrar simbólicamente la crisis bilateral. Esta fue desencadenada por las autoridades marroquíes el 10 de diciembre de 2020, cancelando la cumbre prevista para el 17 de ese mismo mes, y se ha cerrado el 14 de marzo pasado con el alineamiento por escrito del jefe del Ejecutivo español sobre la posición marroquí en el conflicto del Sáhara Occidental. Sánchez respaldó en su carta al monarca la propuesta marroquí de conceder una autonomía a la antigua colonia española.

Desde que el soberano recibió en Pointe Denis (Gabón), donde estaba de vacaciones, esa misiva de Sánchez, inspirada en buena medida por el exministro Miguel Ángel Moratinos, el ambiente cambió radicalmente en Marruecos. Los dirigentes políticos y la prensa oficialista ensalzan la amistad recuperada entre los dos vecinos gracias, aseguran, a la “clarividencia” de Mohamed VI. Rabat fue engalanada el miércoles con banderas españolas.

Foto: El rey de Marruecos, Mohamed VI.

España y Marruecos tienen un montón de contenciosos bilaterales, pero ambas capitales han decidido dar por terminada su crisis sin plasmar en un acuerdo formal cómo resolverlos todos o, al menos, unos cuantos. El “acuerdo” del que hablan Sánchez y su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, no existe como tal. Solo hubo un intercambio de comunicados españoles y marroquíes y, el 31 de marzo, una llamada telefónica de Mohamed VI al presidente del Gobierno invitándole a viajar a Rabat.

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (i), y el rey Mohamed VI de Marruecos en 2018. (EFE/Ballesteros)

No fue posible redactar un comunicado conjunto, hispanomarroquí, y el contenido del que hizo público, el 18 de marzo, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Marruecos difiere de Moncloa. No menciona, por ejemplo, “el respeto mutuo [de las fronteras], el cumplimiento de los acuerdos firmados por ambas partes, así como la abstención de toda acción unilateral (...)” como pudo ser la “invasión” migratoria pacífica de Ceuta en mayo de 2021.

La cita de este jueves y viernes en Rabat no ha sido lo suficientemente preparada como para que quepa esperar grandes anuncios, según indican fuentes diplomáticas españolas no oficiales, pero conocedoras del viaje. Prueba de ello es que, preguntado el martes sobre qué hará Sánchez tras la cena, el viernes por la mañana, Albares contestó que la “agenda se está terminando de cerrar”. Albares debía desplazarse previamente a Rabat para llenar de contenido la visita del presidente, pero el monarca lo canceló. El ministro sí acompañará a Sánchez.

Foto: El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. (EFE/Javier Lizón)

Tras la visita de Sánchez, los dos gobiernos se pondrán a trabajar. Es ahí donde se verán las contrapartidas que Rabat ofrece a cambio del respaldo español en el Sáhara. La diplomacia española tiene una larga lista de aspiraciones, aunque hay algunas que ni se atreverá a formular porque sabe de antemano que están abocadas al fracaso.

Una de ellas es, por ejemplo, la modificación que introdujo Marruecos por ley, en enero de 2020, de sus aguas territoriales, y su zona económica exclusiva (ZEE). No reconoce aguas territoriales a Ceuta y Melilla y la ZEE que aprobó se solapa con la solicitada por España a Naciones Unidas para las islas Canarias.

Las peticiones españolas se centran, sobre todo, en Ceuta y Melilla y en la lucha contra la inmigración irregular. El Gobierno español quiere evitar que vuelva el caos que imperaba en las fronteras terrestres de las dos ciudades cuando, como tarde en junio, se reabran tras dos largos años de cierre. Para que la circulación sea ordenada necesita, entre otras cosas, la colaboración de las fuerzas de seguridad marroquíes.

Foto: Eduardo de Castro, presidente de Melilla. (Ciudad Autónoma de Melilla)

El Ejecutivo desea también que se reabra la aduana comercial de Melilla, que las autoridades marroquíes cerraron de un plumazo el 1 de agosto de 2018, cuando llevaba más de siglo y medio en funcionamiento. Rabat ni siquiera informó al Gobierno español de su clausura. La decisión marroquí fue interpretada como una iniciativa más para asfixiar económicamente a las dos ciudades autónomas.

Puestos a pedir, los ministerios de Exteriores y Comercio desearían, además, que Rabat acepte la apertura de una aduana en Ceuta, algo a lo que siempre se ha negado. Las autoridades marroquíes rechazan también las comisiones rogatorias de los jueces y las actas notariales fechadas en las dos ciudades porque las consideran “ocupadas”.

Aliviar la presión marroquí sobre ambas ciudades pasa también por reforzar su carácter europeo, algo que los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP no se han atrevido a hacer estos años para no molestar al vecino marroquí. Desatendieron así las reivindicaciones de Ceuta planteadas por su Asamblea y por su presidente, Juan Jesús Vivas. La ciudad lleva más de una década solicitando al Gobierno que tramite su ingreso en la Unión Aduanera de la UE. Está por ver si ahora el Ejecutivo considera que, una vez establecida una relación cordial con Marruecos, puede dar ese paso sin provocar una nueva crisis.

El comunicado de Moncloa mencionaba también el necesario “cumplimiento de los acuerdos firmados” con Marruecos en una clara alusión al de repatriación de inmigrantes de 1992 —tardó 20 años en entrar en vigor— y al de readmisión de menores no acompañados. El primero solo se cumplía con cuentagotas antes de la pandemia y el segundo es papel mojado. Los ministerios marroquíes de Exteriores e Interior anunciaron en un comunicado, el 1 de junio de 2021, que habían recibido “altísimas instrucciones” de Mohamed VI para organizar el retorno de esos menores, pero esas órdenes no se ejecutaron.

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (i), y Mohamed VI de Marruecos. (EFE/Ballesteros)

Donde sí se nota la mejoría en la relación bilateral es en lo concerniente a la inmigración irregular procedente de Marruecos y del Sáhara Occidental. Los “sin papeles” son una herramienta que Rabat utiliza para presionar a España, como siempre han reconocido en privado los políticos españoles que se han encargado de la relación con Marruecos. El último empujón lo dio en los dos primeros meses de este año, cuando en Canarias se disparó un 135% la inmigración con relación al mismo periodo del año pasado. Ya en marzo aflojó porque probablemente Moncloa y el Palacio Real estaban negociando los términos de la carta de Sánchez al monarca.

Hay, por último, otro asunto preocupante en la relación hispano-marroquí del que no suelen hablar los políticos, pero que del que sí hacen seguimiento el Ministerio de Justicia y el Centro Nacional de Inteligencia: los esfuerzos del servicio secreto exterior de Marruecos (DGED) de controlar a su inmigración en España a través de asociaciones culturales y, sobre todo, de la religión. El malestar que suscitan estas maniobras de la inteligencia marroquí solo saltó una vez a la palestra, en mayo de 2013, cuando el general Félix Sanz Roldán, director del CNI, pidió por carta la expulsión de España del marroquí Noureddine Ziani, afincado en Barcelona, al que describió como “un colaborador muy relevante de un servicio de inteligencia extranjero desde el año 2000”. Aludía a la Dirección General de Estudios y Documentación, el espionaje marroquí.

Desde que llamó a consultas a su embajador en España, Said Moussi, en protesta por la carta de Sánchez al soberano alauí, Argel no desaprovecha una ocasión para recalcar que apuesta por convertir a Italia, y no a España, en “centro neurálgico del gas” en el sur de Europa. Deja además caer que elevará sustancialmente el precio del fluido que suministra a España a través del gasoducto Medgaz y que ahora se sitúa muy por debajo del mercado.

Pedro Sánchez y Mohamed VI “fumarán la pipa de la paz”. La expresión, empleada en conversaciones informales por diplomáticos, anticipa lo que será este jueves la reunión y la cena de ruptura del ayuno ('iftar') que celebrarán en Rabat el presidente del Gobierno y el rey de Marruecos para cerrar simbólicamente la crisis bilateral. Esta fue desencadenada por las autoridades marroquíes el 10 de diciembre de 2020, cancelando la cumbre prevista para el 17 de ese mismo mes, y se ha cerrado el 14 de marzo pasado con el alineamiento por escrito del jefe del Ejecutivo español sobre la posición marroquí en el conflicto del Sáhara Occidental. Sánchez respaldó en su carta al monarca la propuesta marroquí de conceder una autonomía a la antigua colonia española.

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