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Exteriores quita hierro al plantón y ensalza la "implicación" del rey de Marruecos en la nueva era diplomática
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UN GESTO SIN PRECEDENTES

Exteriores quita hierro al plantón y ensalza la "implicación" del rey de Marruecos en la nueva era diplomática

El contenido de la cumbre en Rabat queda eclipsado por la ausencia de Mohamed VI, que despacha a Sánchez por teléfono. La Moncloa sigue hablando de un encuentro "histórico"

Foto: El presidente del Gobierno y el primer ministro marroquí, en Rabat. (Reuters/Calvo Handout)
El presidente del Gobierno y el primer ministro marroquí, en Rabat. (Reuters/Calvo Handout)

La cumbre de este jueves se ha torcido antes de empezar, pero el Gobierno no modifica el discurso sobre su carácter "histórico" para las relaciones entre España y Marruecos. El presidente Pedro Sánchez ha obviado en sus primeras palabras en territorio magrebí el desplante de Mohamed VI, que no recibirá al jefe del Ejecutivo español en el Palacio Real, tras despacharlo con una llamada de 30 minutos desde Gabón. El gesto ha restado protagonismo al foro empresarial organizado por la patronal marroquí, que debía ocupar los titulares en la víspera de una reunión llamada a iniciar una nueva etapa bilateral en todos los ámbitos. En su lugar, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se ha tenido que emplear a fondo para argumentar que la ausencia del monarca alauí no es un nuevo desaire que empaña el encuentro: "La reunión de alto nivel va a ser un éxito".

La realidad es muy distinta: lo que la Moncloa esperaba que se centrase en la primera RAN entre ambas naciones en ocho años, con la firma de 24 memorandos y la presencia de 28 ministros —11 de ellos españoles, la cifra más alta en las 12 citas que ha habido hasta ahora—, ha pasado en cuestión de minutos a girar en torno a una única llamada. Desde su residencia privada de Pointe-Denis, en el estuario del río Kuomo, Mohamed VI telefoneó este mediodía a Sánchez para invitarlo a una visita a Rabat "próximamente", según reza el comunicado de la Casa Real marroquí. El presidente recogió el guante y aceptó la propuesta antes incluso de subirse al avión en Madrid.

Foto: Pedro Sánchez saluda al primer ministro marroquí, Aziz Ajanuch, a su llegada a Rabat. (EFE/Jalal Morchidi)

Albares ha dicho públicamente que la conversación telefónica ya estaba pactada. En otras palabras: que no se trata de una treta del rey para excusar su ausencia, ni tampoco de un contacto desesperado de la Moncloa para tapar el desplante ante la opinión pública. Sin embargo, lo cierto es que durante los últimos días el Ejecutivo había dejado abierta la posibilidad de que Mohamed VI acudiese a la cita, y no fue hasta las tres de la tarde de este miércoles cuando el Gobierno confirmó que el encuentro se pospondría para otra ocasión.

De hecho, la agenda estaba despejada a partir de las seis de la tarde, lo que hacía plausible la posibilidad de una cena en el Palacio Real, como la que tuvo lugar el año pasado, durante la visita oficial que selló la reconciliación entre ambos países tras el giro español para aceptar la propuesta marroquí de una autonomía para el Sáhara. Los movimientos de los últimos días evidencian que la posibilidad de que Mohamed VI acudiera a la cumbre —como transmitió en su día el ministro de Exteriores de ese país, Nasser Bourita, a José Manuel Albares— estuvo sobre la mesa hasta última hora. La Moncloa no ha dado ninguna explicación sobre qué hará Sánchez hasta las nueve de la mañana de este jueves, cuando se retome el programa oficial con una visita al mausoleo de Mohamed V previa al inicio de la cumbre propiamente dicha.

Exteriores: "Es preferible una relación personal sólida que una foto protocolaria al uso"

Desde Exteriores, recuerdan que una RAN consiste en una serie de encuentros entre ejecutivos, por lo que un jefe de Estado como el marroquí no juega ningún papel. Sin embargo, hasta ahora Mohamed VI había recibido a todos los presidentes del Gobierno que acudieron a Rabat en el marco de este tipo de reuniones o de cualquier otra visita. Incluso José Luis Rodríguez Zapatero pisó el Palacio Real cuando era líder de la oposición con el PSOE. Se trata, por tanto, de un hecho sin precedentes, al que la Moncloa trata de restar hierro con un argumento: resulta más útil tener una cumbre ejecutiva y unas semanas después una audiencia con el rey a juntar todo por cuestiones meramente logísticas.

Las mismas fuentes reivindican la proximidad entre Pedro Sánchez y Mohamed VI, y ponen de ejemplo las características de la conversación: extensa (30 minutos), previa a la reunión y pactada desde hace días por ambas partes. "Es preferible una relación personal sólida que una foto protocolaria al uso. Que el rey se implique es inaudito", aseguran. Sin embargo, en unas relaciones bilaterales tan delicadas como las de Marruecos y España, cada gesto importa.

El 7 de abril del año pasado, durante la última visita oficial de Sánchez, la colocación al revés de la bandera nacional en la cena privada que ofreció el monarca alauí ya causó una polvareda política. Esta vez, el PP no ha tardado en calificar lo ocurrido de "papelón". El vicesecretario de Acción Institucional de los populares, Esteban González Pons, incluso ha pedido responsabilidades políticas por lo ocurrido: "Este tipo de ninguneos diplomáticos se pagan con una dimisión. [El presidente de Francia, Emmanuel] Macron jamás pisaría Rabat para no ser recibido por el rey".

Las críticas también llegan desde dentro del Ejecutivo, aunque por otras razones: ningún ministro de Unidas Podemos acudirá a la cumbre en protesta por el giro español sobre el Sáhara. Tampoco la titular de Justicia, la socialista Pilar Llop, en plena discusión en el seno de la coalición sobre la posible reforma de la ley del solo sí es sí, que ha rebajado las penas a numerosos delincuentes sexuales.

Pese a que Exteriores niega que la ausencia del rey haya causado decepción, lo cierto es que el nerviosismo de la delegación española denotaba un ánimo muy diferente al de la última visita. Entonces, el Gobierno sacó pecho del inicio de un nuevo periodo histórico en las relaciones entre España y Marruecos, que contrasta con lo ocurrido esta tarde durante la clausura del foro económico. Mientras que Sánchez se limitó a citar las oportunidades que se abren para las empresas españolas en el país magrebí tras la distensión, su homólogo marroquí, Aziz Ajanuch, pronunció un discurso de gran calado político, con una alusión explícita al estatus del Sáhara.

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (3-i), y Mohamed VI de Marruecos (2-d). (EFE/Presidencia del Gobierno)

"España tuvo el valor de adoptar una visión histórica y realista, y aquí lo valoramos. Las relaciones han entrado en una nueva fase gracias al apoyo de su Gobierno al plan de autonomía", dijo Ajanuch sobre la antigua colonia española. El auditorio, repleto con más de 300 asistentes, prorrumpió en aplausos, al igual que durante el pésame por el atentado yihadista de Algeciras —perpetrado por un ciudadano marroquí— y la alusión al gasoducto Magreb-Europa, que funciona en sentido inverso después de que Argelia cortase el suministro a través de Marruecos. Frente a la frialdad de Sánchez, el primer ministro marroquí tampoco ahorró en elogios hacia la relación entre ambos países, que calificó de "sólida, positiva y ejemplar a todos los niveles". Ambos se fundieron en un abrazo tras acabar el encuentro.

Como ocurre desde marzo del año pasado, con la filtración de la carta del presidente del Gobierno a Mohamed VI en que aceptaba la propuesta de la monarquía alauí sobre el Sáhara, Rabat lleva la iniciativa política y da la impresión de marcar los tiempos, a través de un bombardeo de mensajes de agradecimiento que oculta los constantes desaires a Madrid. El lenguaje alambicado del comunicado de la Casa Real constituye un buen ejemplo: en lugar de excusar la inusitada ausencia del monarca, reivindica la "cálida" llamada entre ambos mandatarios. También la reacción de la prensa marroquí, que obvia el desplante y destaca la conversación telefónica, pero sin citar que el rey se encuentra en Gabón.

La Moncloa realza estos gestos, pero no podrá evitar que la imagen de la ausencia se acabe convirtiendo en la estampa más recordada de una cumbre que ni siquiera ha comenzado todavía.

La cumbre de este jueves se ha torcido antes de empezar, pero el Gobierno no modifica el discurso sobre su carácter "histórico" para las relaciones entre España y Marruecos. El presidente Pedro Sánchez ha obviado en sus primeras palabras en territorio magrebí el desplante de Mohamed VI, que no recibirá al jefe del Ejecutivo español en el Palacio Real, tras despacharlo con una llamada de 30 minutos desde Gabón. El gesto ha restado protagonismo al foro empresarial organizado por la patronal marroquí, que debía ocupar los titulares en la víspera de una reunión llamada a iniciar una nueva etapa bilateral en todos los ámbitos. En su lugar, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se ha tenido que emplear a fondo para argumentar que la ausencia del monarca alauí no es un nuevo desaire que empaña el encuentro: "La reunión de alto nivel va a ser un éxito".

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