Los 12 mandamientos del ahorro: hasta un 20% de reducción en el consumo de tu coche
Muchos usuarios tememos la llegada del frío por el aumento de los gastos energéticos, y parece un buen momento para recortar el consumo de nuestro coche. Hasta un 20% si seguimos unos sencillos consejos de probada eficiencia
Escribimos estas líneas con el precio de los combustibles demasiado arriba. De media, en territorio español, factura de 1,693 euros por litro en el caso de la gasolina y 1,665 si hablamos del gasóleo, e incluso el GLP, casi siempre asequible, se aproxima de forma peligrosa al euro con esos 0,949 euros que luce actualmente, aunque todavía lejos de su máximo histórico: 1,058 euros por litro. Y si ya nos hemos pasado a la electromovilidad, también solemos encontrarnos hoy con tarifas más altas de las deseables tanto en las recargas domésticas como, sobre todo, cuando cargamos electricidad en estaciones públicas. Desplazarse en un vehículo sale más caro hoy que hace unos meses, y ahora que empieza a aflojar el calor y afrontamos la época más fría del año, en la que los gastos energéticos crecen, puede ser buen momento para recortar consumos. Y en lo que se refiere al uso del coche, ahorrar entre un 10% y un 20% resulta más sencillo de lo que parece.
Los vehículos actuales equipan numerosas soluciones dirigidas a ese ahorro de energía, como la función Stop & Start, que apaga el motor al detenernos por completo o cuando estamos a punto de hacerlo, y vuelve a encenderlo al reemprender la marcha. Otros automóviles llegan a desconectar varios cilindros del motor cuando detectan que el conductor demanda poca potencia con el acelerador, y proliferan las funciones de conducción por inercia o a vela, que apagan el motor por completo o lo mantienen al ralentí durante la marcha mientras no aceleremos. Por no hablar de las mecánicas híbridas, que acumulan parte de la energía generada al frenar o desacelerar para apoyar después, con energía eléctrica, al motor de combustión, restándole trabajo y, por tanto, moderando su gasto. Y, sin embargo, ninguno de esos sistemas y nuevas funciones ahorran tanto como el propio conductor, pues podemos contener el consumo hasta un 20%, e incluso más, si practicamos una conducción eficiente en comparación con una conducción que podríamos llamar convencional. ¿Cómo podemos rebajar tanto nuestro gasto de combustible?
Las 12 claves de la eficiencia
El primer consejo está vinculado con el comienzo de la conducción: al arrancar, debemos iniciar la marcha de inmediato. Es decir, nada de arrancar y esperar un par de minutos al ralentí para calentar la mecánica, porque con los actuales lubricantes sintéticos ya no es necesario, y basta con que durante los primeros cuatro o cinco minutos de uso, hasta que coja temperatura la mecánica, no demos acelerones fuertes. Porque la fase de calentamiento recomendada desde siempre sí es buena, pero se puede realizar en marcha. Hacerlo en parado es quemar carburante inútilmente.
El segundo consejo es, en realidad, una extensión del primero: evitemos los acelerones fuertes durante la conducción. Y recordemos otra máxima del ahorro: si tenemos que frenar muy a menudo, es que posiblemente estamos acelerando demasiado o con excesiva frecuencia. Mejor mantener una velocidad lo más constante posible, acelerando con mucha suavidad, que circular con una sucesión de aceleraciones y frenadas.
Y en relación con lo anterior, un tercer consejo: a mayor distancia de seguridad con el vehículo que nos precede, menor consumo. Si vamos muy pegados, y da igual si es en autovía, carretera o ciudad, cada vez que el vehículo que circula delante frene o decelere, nosotros deberemos reproducir o amplificar esa acción, de manera que ya estaremos incumpliendo el segundo consejo: no acelerar con fuerza ni frenar frecuentemente. Con más distancia de seguridad, nos bastará con desacelerar cuando el vehículo que nos precede frena. Y es que la anticipación sirve para ahorrar. Proliferan ahora los coches cuyo navegador incorpora una función predictiva que aconseja dejar de acelerar cuando nos acercamos a un cruce, una rotonda, una travesía, una curva o una limitación de velocidad más estricta; y lo recomendable sería reproducir durante la conducción ese planteamiento, levantando el pie del acelerador cuando un semáforo se pone en rojo a lo lejos o si una señal nos advierte de un stop o un ceda el paso próximos.
El cuarto consejo sería no mantener el motor encendido a coche parado durante un tiempo prolongado. Si nuestro vehículo tiene la función Stop & Start antes citada, la mecánica se apagará automáticamente al detenernos, pero si no equipa esa solución técnica, seremos nosotros los que deberemos apagarlo en las paradas muy largas. No en lo que dura un semáforo, por supuesto, pero sí en situaciones anormales como un atasco por accidente u obras, ya que, de media, un motor consume de 0,5 a 0,7 litros por hora cuando funciona al ralentí.
El quinto consejo tiene que ver con el cambio de marchas. Si conducimos un vehículo automático, lo mejor es poner el selector en el programa D y dejar que la electrónica decida, porque esas transmisiones están programadas para lograr el mayor ahorro en las condiciones más habituales de uso. Y si la caja de cambios es manual deberemos usar las marchas más largas posibles; aunque dentro de un orden, porque no es bueno emplear una marcha tan larga que obligue al motor a funcionar a un régimen demasiado bajo, que apague la respuesta del acelerador al pisar el pedal. Si es así, mejor bajar una marcha, aunque los coches modernos con cambio manual suelen incorporar ya en la instrumentación un recomendador de marcha ideal que suele acertar bastante, y al que podemos obedecer. En cualquier caso, y para saber cuál es el mejor momento para cambiar a una marcha superior en la fase de aceleración, en un motor de gasolina no hace falta subir el régimen más allá de 2.300 o 2.500 revoluciones por minuto, y en un diésel puede valer con alcanzar las 1.800 o 2.000 rpm antes de cambiar. Pero cada motor tiene su propia personalidad, pues el rendimiento depende de su cilindrada o de la presencia o ausencia de turbo. Lo mejor, ir probando, pero cuanto menos ruido genere el motor, menos estaremos gastando.
Al viajar, velocidad sostenida
El sexto consejo de nuestra lista es aplicable, sobre todo, a los largos desplazamientos: una velocidad uniforme es lo más ahorrador. Por ejemplo, si hacemos 200 kilómetros de autovía a 120 km/h sostenidos gastaremos menos que si en esa ruta cubrimos 100 kilómetros a 115 km/h y otros 100 kilómetros a 125 km/h. Puede que la media de velocidad sea parecida al final del viaje, pero el consumo será algo más alto en el segundo caso. En ese sentido, el uso del control de velocidad de crucero, presente cada vez en más coches, parece muy recomendable. En cuanto a los repechos, podemos ir incrementando ligeramente la presión sobre el acelerador para mantener la velocidad, pero si el coche pierde fuerza, es momento de pasar a una marcha más corta, pues siempre es mejor eso que acelerar a fondo en una marcha demasiado larga. Por su parte, en las bajadas suaves, como las de autovía, no es necesario reducir, y mantener en ese caso una marcha muy larga es lo correcto. Otra cosa distinta es que estemos descendiendo un puerto de montaña, pues ahí sí es recomendable usar el freno motor, es decir, engranar una marcha más corta para que el coche retenga y no tengamos que frenar tanto. Así, curiosamente, también ahorraremos. Pero lo que no debemos hacer nunca es bajar pendientes en punto muerto, tanto por seguridad como por eficiencia, pues en esa situación, y en contra de lo que muchos creen, gastaremos menos si llevamos una marcha larga engranada, y sin acelerar.
El séptimo consejo tiene que ver con la climatización del vehículo. Si nuestro coche equipa climatizador automático, mejor programar una temperatura lógica y mantenerla siempre, en lugar de ir variándola según notamos calor o frío. En invierno, por ejemplo, entre 18 y 22 grados, y en verano, de 20 a 24. De hecho, si la temperatura exterior es muy alta, superior a los 35 grados, una temperatura en el habitáculo de 25 o 26 grados puede llegar a apreciarse como confortable, y estaremos ahorrando bastante energía. Si el coche tiene aire acondicionado manual o calefacción clásica, la cosa se complica algo, pero mejor huir de las temperaturas extremas, empezando mejor con el ventilador fuerte, para bajar después su velocidad progresivamente hasta la más baja. En cuanto a las ventanillas, mejor mantenerlas subidas para optimizar la aerodinámica cuando circulamos a velocidades medias o altas, mientras que al conducir a muy baja velocidad o en ciudad, hay épocas en las que podremos llevarlas bajadas para evitar el uso de la climatización y su consiguiente gasto extra.
Como octava norma, aconsejaríamos evitar las prisas y la conducción inquieta, pues el estrés al volante sale más caro que circular de forma relajada. En los trayectos diarios suele bastar con salir cinco o 10 minutos antes para poder conducir de una forma económica y llegar al destino a la misma hora que siempre. Y en viajes más largos, partir media hora antes también puede salir a cuenta, porque un crucero uniforme a velocidad legal puede evitar una parada de repostaje que estropee la media, nos retrase y encarezca el trayecto. Al margen de la reducción de riesgo de multas de velocidad que eso supone, y que también es un factor a considerar cuando tratamos de ahorrar gastos.
Presión de los neumáticos
En ocasiones, los trucos para ahorrar son aún más sencillos de aplicar. Porque, como noveno consejo, indicaríamos el control de los neumáticos, que deben tener siempre la presión recomendada. Según el RACE, por cada 0,5 bares menos, el gasto en ciudad crece un 2%, y hasta un 4% en carretera. Y llevar la presión adecuada significa que deberemos elevarla si viajamos con el máximo de carga a bordo. Lo suyo sería variarla en función de las condiciones de uso, pero como eso lleva su tiempo, una buena costumbre podría ser circular siempre con la presión recomendada para máxima carga, incluso si viajamos solos y sin equipaje: siempre será mejor eso que circular con presión para baja carga con el coche a tope de pasajeros y maletas.
Nuestro décimo consejo es saber lo que gastamos, es decir, preocuparnos por el consumo real de nuestros desplazamientos. Todos los vehículos, ya sean electrificados o con motor de combustión, equipan un ordenador de viaje que permite al usuario conocer los promedios. Muchos usuarios no los consultan, pero si practicamos una conducción eficiente parece recomendable hacerlo para comparar el gasto diario, semanal o mensual, y sacar conclusiones sobre la influencia en ese gasto de los nuevos hábitos que ponemos en práctica.
Además, y este sería el undécimo consejo sobre eficiencia, una mejor planificación de nuestros itinerarios se traducirá en ahorro: cambiar las horas de los desplazamientos en función del tráfico, variar ligeramente la ruta para evitar zonas congestionadas… Porque es mejor hacer 40 kilómetros gastando 6 l/100 km (2,40 litros reales de carburante) que obstinarnos en usar la atascada ruta corta de 30 kilómetros, donde el gasto, por ejemplo, sube a 9 l/100 km (2,70 litros reales). Mejor, sin duda, medir los trayectos en tiempo y en gasto, y no en kilómetros.
Por último, y como consejo número 12, parece recomendable repostar siempre al menor precio posible, y eso pasa principalmente por ser lo más fiel que podamos a una o varias marcas, lo que nos permitirá beneficiarnos de promociones o descuentos. Y eso rige tanto para las distribuidoras low cost como para las compañías más tradicionales. Por ejemplo, Repsol anunciaba días atrás que desde el 16 de octubre, y hasta el próximo 10 de enero de 2024, seguirá multiplicando por dos los descuentos que puso en marcha el pasado mes de abril, de manera que los clientes que paguen a través de Waylet pueden acumular ahorros en forma de saldo de hasta 0,40 euros por litro de combustible y un 100% del importe en recargas eléctricas en los puntos públicos y estaciones de servicio, dependiendo de si tienen contratada también la luz, el gas o las soluciones solares de la multienergética.
Escribimos estas líneas con el precio de los combustibles demasiado arriba. De media, en territorio español, factura de 1,693 euros por litro en el caso de la gasolina y 1,665 si hablamos del gasóleo, e incluso el GLP, casi siempre asequible, se aproxima de forma peligrosa al euro con esos 0,949 euros que luce actualmente, aunque todavía lejos de su máximo histórico: 1,058 euros por litro. Y si ya nos hemos pasado a la electromovilidad, también solemos encontrarnos hoy con tarifas más altas de las deseables tanto en las recargas domésticas como, sobre todo, cuando cargamos electricidad en estaciones públicas. Desplazarse en un vehículo sale más caro hoy que hace unos meses, y ahora que empieza a aflojar el calor y afrontamos la época más fría del año, en la que los gastos energéticos crecen, puede ser buen momento para recortar consumos. Y en lo que se refiere al uso del coche, ahorrar entre un 10% y un 20% resulta más sencillo de lo que parece.