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Charlie Munger, el "Abominable Señor No" de Warren Buffett, fallece a los 99 años
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Charlie Munger, el "Abominable Señor No" de Warren Buffett, fallece a los 99 años

Como vicepresidente de Berkshire Hathaway, su aguda inteligencia deslumbró a generaciones de inversores

Foto: Charlie Munger, en 2013. (Reuters/Lane Hickenbottom)
Charlie Munger, en 2013. (Reuters/Lane Hickenbottom)
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Ningún socio de Warren Buffett ha hecho mejor de segunda voz que Charlie Munger. El amigo más cercano y consejero de Warren Buffett en las últimas seis décadas, el multimillonario vicepresidente de Berkshire Hathaway, falleció el martes a los 99 años en un hospital de California. Un comunicado de prensa de Berkshire confirmó su muerte.

En público, especialmente frente a las decenas de miles de asistentes a las reuniones anuales de Berkshire, Munger cedía el foco a Buffett, dejando que el presidente de la compañía acaparara el micrófono y fuera el centro de atención con sus frases. Munger solía hacer reír a la multitud diciendo: "No tengo nada que añadir".

En privado, Buffett a menudo cedía ante Munger. En 1971, Munger lo convenció de comprar See's Candy Shops por un precio equivalente a tres veces el valor neto de las tiendas de chocolate, un "precio elegante", recordó Buffett más tarde, mucho más alto de lo que estaba acostumbrado a pagar por negocios.

See's generaría alrededor de 2.000 millones de dólares en ganancias acumuladas para Berkshire en las décadas siguientes.

Foto: Charlie Munger, en una imagen de archivo. (Foto: Reuters)

Como escribió Buffett en 2015, "esta compra puso fin a mi búsqueda de inversiones en colillas de cigarros [empresas mediocres a precios baratos] y me llevó a buscar empresas espléndidas a precios [razonables]". Agregó: "Charlie había estado instando en esta dirección durante algunos años, pero yo era un aprendiz lento".

Buffett apodó a Munger el "Abominable Señor No" por su ferocidad al rechazar posibles inversiones, incluyendo algunas que Buffett de otro modo habría realizado. Pero Munger, fascinado por la ingeniería y la tecnología, también llevó al reacio Buffett a hacer grandes apuestas, como las de BYD, un fabricante chino de baterías y vehículos eléctricos, e Iscar, un fabricante israelí de herramientas para máquinas.

Buffett apodó a Munger el "Abominable Señor No" por su ferocidad al rechazar posibles inversiones, incluyendo algunas que Buffett habría realizado

Munger también se labró la fama de brillante inversor por méritos propios. Comenzó a gestionar sociedades de inversión en 1962. Desde entonces hasta 1969, el S&P 500 se revalorizó en promedio un 5,6% anual. Las sociedades de Buffett tuvieron un rendimiento medio del 24,3% anual. Las de Munger lo hicieron aún mejor, con ganancias anualizadas del 24,4%.

En 1975, poco antes de unirse a Berkshire como vicepresidente, Munger cerró sus sociedades. A lo largo de sus 14 años de existencia, sus carteras tuvieron un rendimiento promedio del 19,8% anual; el S&P 500 creció a una tasa del 5,2%.

Los dos hombres siempre invirtieron de manera diferente. Buffett, bajo la influencia de su mentor, Benjamin Graham, compraría casi cualquier negocio, incluso si estaba casi muerto, siempre y cuando fuera barato.

Foto: Foto: EC Diseño.

Entre esas colillas estaba la propia Berkshire Hathaway, que era una fabricante de textiles en ruinas cuando Buffett la compró en 1965.

Buffett convirtió Berkshire en una empresa holding para seguros y otras empresas, para seguir buscando negocios mediocres a precios de ganga. Munger, en cambio, se centró en grandes empresas a precios aceptables, considerando que su capacidad para generar efectivo en el futuro compensaría con creces pagar un precio prémium por adelantado.

A lo largo de los años de discusión, Munger persuadió a su socio para que cambiara de estilo.

"He sido moldeado enormemente por Charlie", dijo Buffett en 1988. "Vaya, si hubiera escuchado solo a Ben [Graham], sería mucho más pobre".

En 2015, Buffett escribió cuál fue la gran enseñanza de Munger: "Olvida lo que sabes sobre comprar empresas correctas a precios maravillosos; en cambio, compra empresas maravillosas a precios correctos".

Berkshire "se ha construido según el modelo de Charlie", agregó Buffett.

Foto: Warren Buffett, en 2015. (Getty/Steve Pope)

Charles Thomas Munger nació en Omaha, Nebraska, el 1 de enero de 1924. Su padre, Alfred, era abogado; su madre, Florence, era ama de casa y ávida lectora.

Munger se especializó en matemáticas en la Universidad de Michigan, luego dejó la escuela para alistarse en el Cuerpo Aéreo del Ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. El ejército envió primero a Munger a estudiar termodinámica y meteorología en la Universidad de Nuevo México y en el Instituto de Tecnología de California, luego lo destinó a una base aérea en Nome, Alaska, donde sirvió como pronosticador del tiempo.

Después de la guerra, Munger convenció a un decano de la Facultad de Derecho de Harvard para que le admitiera sin tener título universitario. Se graduó magna cum laude.

Foto: Charlie Munger en Omaha, Nebraska. (Reuters/Rick Wilking) Opinión

Consideró unirse a la práctica legal de su padre en Omaha antes de establecerse en el sur de California. Él y varios socios finalmente abrieron su propia firma legal en 1962. Hoy en día, la firma, conocida como Munger, Tolles & Olson, emplea a unos 200 abogados.

Su primer matrimonio, con Nancy Huggins, terminó en divorcio. Se casó con su segunda esposa, Nancy Barry Borthwick, en 1956. Ella murió en 2010. Tuvieron cuatro hijos juntos y dos cada uno de sus matrimonios anteriores.

Munger también enfrentó la tragedia: en 1955, su hijo Teddy murió de leucemia a los nueve años. Munger recordó más tarde caminar por las calles de Pasadena llorando por "perder a un hijo pulgada a pulgada". Más de seis décadas después, aún se le llenaban los ojos de lágrimas al recordar el sufrimiento de su hijo.

Foto: Charles Munger, durante una entrevista en Omaha el 3 de mayo de 2013. (Reuters/Lane Hickenbottom)

En 1978, un cirujano cometió un error en una cirugía de cataratas, dejando a Munger ciego de un ojo, que luego tuvo que ser operado. El inversor se negó a culpar al médico, señalando que las complicaciones ocurrían en el 5% de dichos procedimientos. Para él, como siempre, se trataba de los números.

Munger se enseñó braille, luego se dio cuenta de que aún podía ver lo suficientemente bien como para leer. Terminó conduciendo su propio automóvil, a menudo para consternación de amigos y familiares, hasta principios de sus 90 años.

Los dos hombres que dirigirían Berkshire Hathaway se conocieron en 1959 cuando Munger, que ya se había mudado a Los Ángeles, fue a una cena en su ciudad natal a la que también asistió Buffett.

Foto: Charles Munger y Warren Buffett, dos lectores insaciables y exitosos inversores. (Efe/Han Mei) Opinión

Pero cada uno ya había escuchado hablar del otro: Munger trabajó en la tienda de ultramarinos del abuelo de Buffett cuando era niño. Uno de los primeros inversores en la sociedad de Buffett le dio dinero porque, dijo, "me recuerdas a Charlie Munger".

La primera esposa de Buffett, Susan, recordando esa cena, dijo en 1998: "Creo que Warren sintió que Charlie era la persona más inteligente que había conocido, y creo que Charlie sintió que Warren era la persona más inteligente que había conocido".

Se hicieron amigos instantáneamente y, poco tiempo después, se volvieron inseparables, hablando a menudo por teléfono varias veces al día.

Foto: Foto: Reuters/Dado Ruvic

Una foto de un viaje a Savannah, Georgia, en la década de 1980 captura a los dos inversores como si fueran gemelos: hablando y caminando al unísono, ambos vistiendo khakis y camisas azules de vestir abiertas. Desde su altura hasta sus líneas de pelo, desde sus monturas de gafas hasta las arrugas en su ropa, parecen coincidir.

El héroe de Munger era Benjamin Franklin, a quien admiraba por su curiosidad, ingenio y agudeza. El propio sentido común, humor mordaz, franqueza patológica y desdén por la sabiduría convencional lo convirtieron en una celebridad entre los inversores.

Durante las sesiones de preguntas y respuestas en las reuniones anuales de Berkshire, Munger se sentaba en silencio mientras Buffett recitaba párrafos elaborados. La audiencia, que adoraba a Munger, sabía que estaba esperando su turno para soltar alguna ocurrencia.

Foto: Warren Buffett y Charlie Munger. (Reuters/Scott Morgan)

En la reunión anual de Berkshire en el año 2000, un accionista preguntó cómo afectaría a la economía la especulación en acciones de las puntocom. Buffett respondió con casi 550 palabras. Munger gruñó: "Si a un excremento le añades unas pasas, sigue siendo un excremento".

Cuando un accionista preguntó en la reunión de 2004 cómo Berkshire establece la remuneración para los ejecutivos, Buffett habló durante más de cinco minutos. Munger murmuró: "Bueno, preferiría arrojar una víbora por el cuello de mi camisa antes que contratar a un consultor especialista en remuneraciones".

En un artículo de opinión para The Wall Street Journal en 2023, publicado cuando tenía 99 años, Munger instó al Gobierno de EEUU a prohibir el bitcoin y otras criptomonedas, escribiendo que la cripto es "una apuesta de casino con un margen casi del 100% para la banca". Anteriormente, había descrito el bitcoin como una "actividad de mal gusto" y "veneno para ratas".

Foto: Charlie Munger. (Reuters)

La imagen lacónica de Munger era solo una pose para no opacar a Buffett. Cuando no tenía que compartir el foco de atención con el presidente de Berkshire, Munger era muy locuaz. En almuerzos y cenas regulares con amigos y familiares, y en las reuniones anuales de Daily Journal, una pequeña empresa de medios que presidía, hablaba durante horas.

Como muchos amigos señalaron, si hacía una pausa para tomar un sorbo de agua y alguien más comenzaba a hablar, Munger levantaba imperiosamente el dedo índice para evitar que el otro orador interrumpiera antes de que pudiera terminar de tragar.

Su resistencia también era extraordinaria. En 2019, cuando Munger tenía 95 años, dos reporteros del Wall Street Journal aparecieron en su modesta casa en Los Ángeles a las seis de la tarde. Habló sin parar hasta casi la medianoche. Pasadas las 22:00, uno o ambos reporteros intentaron amagar varias veces con levantarse para irse; Munger les hizo señas para que volvieran a sentarse.

Contento con su imagen pública como el compañero cascarrabias de Buffett, Munger acumuló su propia fortuna

En agosto de 2023, a los 99 años y usando principalmente una silla de ruedas, Munger insistió en unirse a su extensa familia, que incluía a más de una docena de nietos y bisnietos, en el viaje anual que durante décadas habían estado haciendo a Minnesota para pescar.

En ese momento, Munger estaba "mentalmente mejor de lo que había estado nunca antes", dijo su amigo Peter Kaufman, presidente de Glenair, un fabricante de componentes aeroespaciales.

Contento con su imagen pública como el compañero cascarrabias de Buffett, Munger acumuló su propia fortuna.

Foto: Un trader en la bolsa de Nueva York. (Reuters)

Donó a instituciones que iban desde la Universidad de Stanford y el Hospital Good Samaritan de Los Ángeles hasta Planned Parenthood. También fue un arquitecto aficionado y vivió en la casa que él mismo diseñó en la década de 1950. Al final de su vida, se obsesionó con diseñar edificios para campus universitarios y d eeducación secundaria.

Junto con las ganancias de sus inversiones, vino un seguimiento de culto. Munger presidió Wesco Financial, una unidad de Berkshire cuyas acciones permanecieron públicamente cotizadas hasta que su empresa matriz absorbió por completo la firma en 2011. Sus admiradores venían desde lugares como China y la India para escucharlo hablar en las reuniones anuales de Wesco, y más tarde en las de Daily Journal.

Una antología de escritos de y sobre Munger llamada El almanaque del pobre Charlie, editada por Kaufman, se convirtió en un bestseller internacional.

Munger nunca dejó de predicar virtudes de la vieja escuela. Dos de sus palabras favoritas eran 'diligencia' y 'ecuanimidad'

Munger nunca dejó de predicar virtudes de la vieja escuela. Dos de sus palabras favoritas eran diligencia y ecuanimidad.

Le gustaba la primera, dijo en un discurso en 2007, porque "significa sentarte en tu trasero hasta que esté hecho". A menudo decía que la clave del éxito en la inversión era no hacer nada durante años, incluso décadas, esperando comprar con "agresión" cuando finalmente aparecieran las gangas.

Le gustaba la segunda porque reflejaba su filosofía de inversión y de vida. Cada inversor, repetía Munger con frecuencia, debería poder reaccionar con ecuanimidad ante una caída de la bolsa del 50% cada pocas décadas.

Munger mantuvo su sentido del humor hasta sus 90 años, a pesar de estar casi ciego, apenas poder caminar y del fallecimiento unos años antes de su amada esposa, Nancy. En algún momento de 2016, un conocido le preguntó a qué persona, en una larga vida, se sentía más agradecido. "Al primer esposo de mi segunda esposa", dijo Munger al instante. "Tuve el amor incondicional de esta magnífica mujer durante 60 años simplemente por ser un esposo algo menos terrible que él".

Ningún socio de Warren Buffett ha hecho mejor de segunda voz que Charlie Munger. El amigo más cercano y consejero de Warren Buffett en las últimas seis décadas, el multimillonario vicepresidente de Berkshire Hathaway, falleció el martes a los 99 años en un hospital de California. Un comunicado de prensa de Berkshire confirmó su muerte.

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