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"No digas que eres de Harvard", cuando revelar que vas a la universidad más top está mal
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"SOLTAR (O NO) LA BOMBA H"

"No digas que eres de Harvard", cuando revelar que vas a la universidad más top está mal

La tensión crece en la escuela más famosa de la Ivy League sobre si la palabra "Harvard" conlleva más carga en estos días. ¿Hay que decir una escuela fuera de Boston?

Foto: Foto: Unsplash/Somesh Kesarla Suresh.
Foto: Unsplash/Somesh Kesarla Suresh.
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En una entrevista concedida en diciembre al periódico del campus, el decano del Harvard College, Rakesh Khurana, tuvo la oportunidad de ofrecer un consejo a los estudiantes de último curso: "No pregonéis a los cuatro vientos que sois alumnos de Harvard".

"Soltar la bomba H", para los que desconocen la jerga de la escuela más famosa de la Ivy League, es el acto termonuclear de decir en voz alta que uno asiste o asistió a Harvard. El proceso de explicar a alguien que no es de Harvard que fuiste a Harvard es complicado, como suelen explicar en repetidas ocasiones los estudiantes de esta universidad.

Durante años, los miembros de la Ivy League han sido llamativamente discretos a la hora de decir dónde estudiaron, pero en Estados Unidos la conversación sobre la bomba H está más candente que nunca.

Foto: Una profesora de Harvard se hace esta sorprendente pregunta tras pasar una semana en España (EFE/Rodrigo Jiménez)

Las probabilidades de admisión en Harvard están en mínimos históricos y el Tribunal Supremo está a punto de pronunciarse este mes sobre si el programa de discriminación positiva de Harvard es constitucional. El juicio de alto nivel que precedió al caso ante el Tribunal Supremo arrojó luz sobre el opaco proceso de selección de la universidad, incluidas las evidencias de que los hijos de donantes, los descendientes de antiguos alumnos y los solicitantes socioeconómicamente desfavorecidos reciben una consideración especial por parte de la oficina de admisiones.

Las revelaciones han llevado a los legisladores de Massachusetts a presentar recientemente una ley que propone gravar los ingresos de las escuelas que, a la hora de seleccionar alumnos, tienen en cuenta si miembros de su familia han estudiado allí en el pasado, o emplean la admisión por decisión anticipada [un sistema que permite a los alumnos solicitar la admisión con más antelación de lo normal], que tiende a beneficiar a los estudiantes de familias acomodadas. El recargo del 0,2% costaría a Harvard unos 100 millones de dólares al año y serviría para financiar las universidades públicas del Estado. El proyecto de ley será examinado este mes por un comité de la asamblea legislativa de Massachusetts.

Con todo esto, los directivos de la Universidad se han dado cuenta de que tienen un problema de márketing con su marca.

Foto: Varios alumnos comienzan los exámenes de la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU). (EFE/Javier Cebollada)

"El fenómeno de la bomba H es algo de lo que los alumnos de Harvard hablan con bastante frecuencia... siempre tienen cuidado al introducir esa credencial en una conversación", explica Brian Kenny, director de marketing y comunicaciones de la Harvard Business School, en un podcast de marketing emitido el año pasado, en un episodio titulado en parte "Confronting the 'H-Bomb" (haciendo frente a la bomba H).

"Y eso es porque la marca Harvard, aunque es muy conocida y respetada en la mayoría de los círculos, también se ve negativamente: la gente piensa que es una marca elitista", dijo.

Los estudiantes hacen bien en sopesar bien sus palabras antes de soltar la bomba H, opina Michael Sandel, profesor de Harvard y autor del libro "La tiranía del mérito". "Hemos convertido las universidades en máquinas de clasificación", afirma.

A muchos, incluidos algunos de Harvard, la conversación les parece de mal gusto. "Vale, en primer lugar, cálmate. Eres la mitad de importante de lo que crees y el doble de odioso", escribió un estudiante de Harvard y columnista de opinión en The Crimson, el periódico universitario. Fue en un artículo titulado "Cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar la bomba". (Ya graduado, el estudiante dice que ahora a nadie parece importarle dónde estudió).

Foto: Foto: IE University.

La primera mención del término "bomba H" apareció en el periódico universitario en 1990, cuando Kenneth Katz, entonces estudiante de segundo año de Harvard, escribió una columna en la que lamentaba "el desastre conversacional" derivado de la pregunta "¿A qué universidad vas?". Katz opinaba que, fuera del campus, los estudiantes eran vistos como inteligentes y quizá un poco presumidos.

El Dr. Katz, que ahora tiene 51 años y es dermatólogo en la Bahía de San Francisco, cuenta que no piensa mucho en haber ido a Harvard porque ha pasado mucho tiempo desde que se fue, incluida su asistencia a la Facultad de Medicina de la Universidad.

"¿Sabes cómo llaman a eso?", dice, refiriéndose a los estudiantes que asistieron tanto al Harvard College como a la Harvard Medical School. "Preparación H. Tiene la misma connotación, algo autodespreciativa y algo engreída al mismo tiempo".

El término "bomba H" es objeto de burla en el campus de Harvard. "Si has vivido en Boston o Cambridge, estarás familiarizado con la frase 'soltar la bomba H'", señalaba el boletín Biglaw Investor en marzo de 2023. "Es cuando a un estudiante de Harvard se le escapa que va a Harvard".

Foto: EC.

En diciembre, The Crimson incluyó la bomba H en "El diccionario (no) oficial de Harvard".

"¿Deberías decir 'una universidad a las afueras de Boston' y esperar que no indaguen más? ¿O debería soltar la bomba H?", se preguntaba.

Los autores afirman que, según su encuesta, el 77% de los estudiantes responde directamente a la pregunta de si estudia en Harvard, el 16% contesta indirectamente y algunos mienten y dan el nombre de otra universidad. Los encuestados describieron reacciones como: "La persona con la que fui a una cita a través de Hinge en Escocia hizo una foto de mi carnet de identidad para enseñársela a sus amigos".

Athena Ye, que creció en una pequeña ciudad de Illinois, se graduó en Harvard el mes pasado.

"No quiero sonar demasiado arrogante. Así que lo digo con un tono un poco bajo en lugar de subir y sonar muy emocionada", dice. "Intento decirlo de forma que, al menos a mí, me parezca menos intimidante".

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Luke Richey creció en un pueblo de 1.000 habitantes en la Virginia rural y ahora estudia informática en Harvard. La política en su condado natal es conservadora y le preocupa que la gente asocie su elección de estudios con el elitismo que les disgusta. Cuando suelta la bomba H, no se olvida de añadir que sus padres son profesores y que su instituto público no ofrecía clases de Ubicación Avanzada [un programa que ofrecen algunos institutos de EEUU para ayudar a sus alumnos a obtener plaza en las mejores universidades], pero, en cambio, sí tenía varias asignaturas sobre agricultura.

"Sólo intento completar la imagen que tienen de mi", explica.

*Contenido con licencia de “The Wall Street Journal”

En una entrevista concedida en diciembre al periódico del campus, el decano del Harvard College, Rakesh Khurana, tuvo la oportunidad de ofrecer un consejo a los estudiantes de último curso: "No pregonéis a los cuatro vientos que sois alumnos de Harvard".

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