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Los países perdedores del Nuevo Orden Mundial

Las gigantescas subvenciones y el creciente proteccionismo están poniendo patas arriba décadas de libre comercio. Los países más pequeños se están quedando atrás

Foto: Trabajadores durante un cambio de turno en Indonesia. (Getty/Ulet Ifansasti)
Trabajadores durante un cambio de turno en Indonesia. (Getty/Ulet Ifansasti)
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Las mayores economías del mundo ofrecen enormes subvenciones en una carrera despiadada por hacerse con las industrias del futuro. Los perdedores: todos los países que no pueden pagar.

Las nuevas desgravaciones fiscales para la fabricación de baterías, equipos de energía solar y otras tecnologías ecológicas están atrayendo una avalancha de capital a EEUU. La Unión Europea intenta responder con su propio paquete de ayudas a la energía verde. Japón ha anunciado planes de endeudamiento por valor de 150.000 millones de dólares para financiar una oleada de inversiones en tecnología verde. Todos ellos están trabajando para depender menos de China, que tiene una gran ventaja en áreas como las baterías y los minerales para fabricarlas.

Ahora, algunos de los países más pequeños se están quedando atrás. Muchas son economías ágiles que crecieron durante décadas de libre comercio, pero están en desventaja en una nueva era de política industrial agresiva. Países industrializados como el Reino Unido y Singapur carecen de la escala necesaria para competir con los mayores bloques económicos a la hora de ofrecer subvenciones. Los mercados emergentes, como Indonesia, que esperaba utilizar sus recursos naturales para ascender en la escala económica, también se ven amenazados por el cambio.

Foto: Los presidentes de China y EEUU, Xi Jinping y Joe Biden. (Reuters/Kevin Lamarque)

El Gobierno alemán ha ofrecido a Intel 11.000 millones de dólares en subvenciones para construir dos plantas de semiconductores, en lo que el primer ministro Olaf Scholz calificó de la mayor inversión extranjera directa de la historia de Alemania. La financiación gubernamental prometida es sustancialmente superior al presupuesto anual del Ministerio de Comercio e Industria de Singapur.

"Permítanme que se lo diga claramente: no podemos permitirnos superar la oferta de los grandes", dijo el vice primer ministro singapureño, Lawrence Wong, a sus partidarios en un reciente mitin político.

Para muchas empresas tecnológicas criadas en el Reino Unido, el crecimiento está en el extranjero. La empresa británica de baterías Nexeon, que desarrolló su tecnología cerca de Oxford con ayuda de fondos públicos, captó más de 200 millones de dólares el año pasado. Su primera fábrica comercial estará en Corea del Sur, a la que probablemente seguirá otra en Norteamérica.

Foto: Jensen Huang, CEO de Nvidia. (Reuters/Ann Wang)

"Lamentablemente, no en el Reino Unido", afirma Scott Brown, director ejecutivo de Nexeon. Nexeon no cree que esto cambie sin más apoyo gubernamental al sector de las baterías.

AMTE Power, uno de los pocos fabricantes de baterías del Reino Unido, ha declarado que podría replantearse la creación de una fábrica de más de 200 millones de dólares en Escocia, dada la diferencia de subvenciones entre Estados Unidos y Europa. Arrival, una nueva empresa de vehículos eléctricos, declaró el año pasado que quería centrar su producción en Estados Unidos en lugar de en el Reino Unido, alegando las ventajas fiscales.

Foto: Joe Biden, presidente de Estados Unidos. (EFE/Yuri Gripas)

Estados Unidos, que ofrece 369.000 millones de dólares en incentivos y financiación para energías limpias en el marco de la Ley de Reducción de la Inflación [IRA, por su acrónimo en inglés], está experimentando una avalancha de inversiones extranjeras. El fabricante alemán de automóviles BMW acaba de poner la primera piedra de una nueva planta de baterías en Carolina del Sur. Las empresas surcoreanas Hyundai y LG anunciaron una planta de baterías de 4.300 millones de dólares en Georgia. La japonesa Panasonic está construyendo una planta en Kansas.

Desandar el camino de la globalización

La carrera por las subvenciones supone un paso atrás en la integración económica que durante décadas derribó las barreras al comercio y la inversión entre países.

La globalización transformó países antaño pobres como Corea del Sur y Taiwán en economías desarrolladas de alta tecnología, sacando a cientos de millones de personas de la pobreza. Los consumidores occidentales obtuvieron una abundancia de bienes de consumo asequibles y un nivel de vida más alto. Los avances tecnológicos y las nuevas ideas de gestión también circularon más libremente entre los países, junto con los bienes y los recursos financieros.

El modelo también tuvo costes elevados. Algunas regiones de Estados Unidos y Europa Occidental, antaño prósperas, se fueron vaciando a medida que los puestos de trabajo en el sector manufacturero se trasladaban a Asia o a los antiguos Estados soviéticos. La preocupación por el medio ambiente aumentó a medida que la economía global consumía más recursos naturales. Algunas economías se enfrentaron a episodios desestabilizadores de fuga de capitales a medida que el dinero extranjero entraba y salía.

Según los economistas, el desmantelamiento de la integración mundial, ya sea por motivos de seguridad nacional, rivalidad geopolítica o inquietud por la cadena de suministro, conlleva sus propios problemas. En especial, corren peligro las economías más pequeñas y en desarrollo, que necesitan acceder a los mercados mundiales para poder comerciar y lograr una mayor prosperidad.

"El mundo en su conjunto se está replegando y alejando del comercio abierto y la inversión", afirma David Loevinger, exfuncionario del Tesoro de EEUU y director gerente de mercados emergentes en la gestora de activos TCW Group. "Europa, Estados Unidos y China están en una competición de subvenciones, y los perdedores en esa competición son las economías más pobres con menos recursos fiscales".

La política industrial adoptada por Occidente puede resultar especialmente dolorosa para países que esperaban aprovechar la adopción de tecnologías verdes para impulsar su propio desarrollo económico.

Foto: Trabajador de un parque eólico (EFE)

Indonesia ambiciona convertir sus abundantes recursos de níquel en una industria de baterías líder en el mundo. Pero las normas estadounidenses, establecidas como parte de la IRA, deniegan las subvenciones a las baterías de vehículos eléctricos que contengan grandes cantidades de minerales procedentes de países que no sean socios estadounidenses de libre comercio. Indonesia está entre ellos.

"Tenemos todos los recursos naturales. Tenemos los recursos humanos. Y somos un país democrático", declaró Arsjad Rasjid, director de la Cámara de Comercio e Industria de Indonesia, en una entrevista. "Por favor, no nos cierren".

Los ganadores

Como líder en la carrera de las subvenciones, EEUU está experimentando un boom de inversiones. El año pasado, Estados Unidos recibió cerca del 22% de la inversión extranjera directa mundial, lo que le convierte en el primer receptor del mundo, según datos de Naciones Unidas. Esta cifra es ligeramente inferior al 26% que recibió en 2021, cuando la inversión mundial se recuperó tras un parón durante la pandemia, pero significativamente superior al 13% que obtuvo en 2019. El gasto en construcción relacionado con la industria manufacturera aumentó un 76% en mayo en comparación con el año anterior, hasta una tasa anual desestacionalizada de 194.000 millones de dólares, según datos de la Oficina del Censo.

Foto: Fábrica de coches eléctricos en Alemania (EFE/F.Singer)

En el Reino Unido, la financiación de Nexeon subraya el poder del dinero público estadounidense para sesgar el terreno de juego. Además del capital privado que obtuvo el año pasado, Nexeon recibió dos millones de libras, por valor de unos 2,55 millones de dólares, de un fondo gubernamental británico para la industria de vehículos eléctricos.

Semanas después, dos rivales estadounidenses, Sila Nanotechnologies y Group14 Technologies, recibieron 100 millones de dólares del Departamento de Energía en el marco de un programa de financiación de la industria de baterías introducido en la ley de infraestructuras de 2021. Al igual que Nexeon, esas empresas están fabricando materiales a base de silicio que se utilizarán en los ánodos de las baterías para mejorar su rendimiento.

"La economía de los proyectos en Estados Unidos está fuera de nuestro alcance", afirma Guy Debelle, exvicegobernador del banco central de Australia y ahora director de Fortescue Future Industries, la unidad de energía verde de la minera Fortescue Metals de Australia Occidental. La empresa está explorando oportunidades de inversión y, según Debelle, Estados Unidos es el lugar más probable debido a las subvenciones que podrían reducir hasta un 60% el precio de un proyecto.

Foto: Ryan Schoell, investigador de los Laboratorios Nacionales Sandia. (SNL - Craig Fritz)

La Unión Europea está preparando su propio paquete de ayudas, flexibilizando los límites de las subvenciones que los países miembros pueden conceder a la industria. Para 2030, la UE quiere que el 40% de las tecnologías clave necesarias para la transición ecológica se fabriquen en el bloque, incluidos los equipos solares —sector actualmente dominado por China—, los aerogeneradores y las baterías.

La producción de baterías en EEUU, que mide la capacidad de los proyectos en curso, ha aumentado un 67% desde que se anunció la IRA y ahora iguala el tamaño de la de Europa, que creció un 26% en ese periodo, según estimaciones de Benchmark Minerals Intelligence, una empresa con sede en el Reino Unido que recopila datos del sector.

El problema del Brexit

El cambio en el comercio mundial se produce en un momento particularmente incómodo para el Reino Unido, que ha estado luchando para trazar un nuevo rumbo en la economía mundial después de salir de la Unión Europea en 2020, lo que significó que ya no tenía fácil acceso a su gigantesco mercado único.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, da la bienvenida a su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski. (Reuters/Kevin Lamarque)

Los partidarios del Brexit dijeron que el Reino Unido podría llegar a acuerdos comerciales bilaterales con otros países y redoblar la apuesta por la globalización. Desde entonces, el impulso a favor del libre comercio se ha estancado y ahora parece estar en retirada.

"Durante la votación del Brexit, nadie tenía ni idea de que veríamos un resurgimiento de la política industrial en Estados Unidos", dijo Gernot Wagner, economista del clima en la Columbia Business School.

Ahora, el Gobierno del Reino Unido se enfrenta a llamamientos desde todos los rincones de la economía del país para que responda al giro intervencionista de la economía mundial con su propia estrategia industrial revitalizada.

Foto: Archivo: El ex líder del partido Brexit Nigel Farage. (Reuters / Henry Nicholls)

El sector automovilístico del Reino Unido recibió recientemente un impulso cuando el propietario de Jaguar Land Rover decidió construir allí una nueva planta de baterías para vehículos eléctricos, pero la escala general de subvenciones ecológicas está muy por detrás de la de Estados Unidos.

El ministro de Economía, Jeremy Hunt, ha prometido anunciar la respuesta del Reino Unido este otoño, pero ha restado importancia a las expectativas y ha dicho que Gran Bretaña no "se enfrentará a nuestros amigos y aliados en una distorsionadora carrera mundial de subvenciones". Dijo que el Reino Unido tratará de dirigir la financiación a áreas en las que Gran Bretaña tiene una clara ventaja competitiva.

Nuevas alianzas

Una solución para los países que no pueden competir es acercarse a los socios comerciales ricos y beneficiarse de sus políticas industriales, como han hecho Canadá y México a través de su acuerdo de libre comercio con EEUU, afirmó Chad Bown, experto en comercio y antiguo funcionario del Banco Mundial en el Instituto Peterson de Economía Internacional, un think tank de Washington D. C. El Gobierno de Indonesia participa en el Marco Económico Indo-Pacífico para la Prosperidad, liderado por EEUU, un pacto económico que espera mejore el acceso de sus minerales al mercado.

Foto: El primer ministro británico Rishi Sunak escucha al profesor Stephen Powis (Reuters / Frank Augstein)

El año pasado, el ministro de Inversiones, Bahlil Lahadalia, declaró que Indonesia intentaría formar un cártel similar al de la OPEP para el níquel, un mineral para baterías cuya producción domina Indonesia, como respuesta al proteccionismo de los países que fabrican vehículos eléctricos. Una organización similar a la OPEP coordinaría los niveles de producción de níquel con otros grandes exportadores para garantizar precios elevados.

Los analistas dudan del plan, en parte porque otros productores de níquel no quieren enemistarse con poderosos socios comerciales como Estados Unidos y China. Líderes de izquierdas latinoamericanos han propuesto ideas similares para crear una organización de productores de litio similar a la OPEP, pero no se han llevado a la práctica.

Foto: Producción de baterías de litio en Yichang, China. (Reuters/Stringer)

Indonesia y Zimbabue han establecido restricciones a la exportación de minerales como el níquel, la bauxita y el litio, junto con la exigencia de que las empresas extranjeras construyan instalaciones de procesamiento en el país como condición para exportar.

"No soy partidario de estas políticas, pero está claro que son muy populares", afirma Simon Evenett, profesor de Comercio Internacional y Desarrollo Económico en la Universidad de St. Gallen, en Suiza. "Está claro que hará subir los precios y aumentará la incertidumbre y el riesgo".

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Las mayores economías del mundo ofrecen enormes subvenciones en una carrera despiadada por hacerse con las industrias del futuro. Los perdedores: todos los países que no pueden pagar.

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