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La guía de los Perte

El plan para que la industria española compita con Alemania (y los PERTE tienen mucho que decir)

Por EC Brands

Con un peso en el PIB del 15,31%, la aportación del sector se aleja del objetivo de situarlo en el 20%. La sostenibilidad y la digitalización que propugnan los proyectos financiados con los fondos Next Generation EU tienen la llave para impulsar la actividad

El sector industrial es la piedra angular del crecimiento de un país por su capacidad para impulsar la competitividad e internacionalización de una economía. Su efecto arrastre sobre otros sectores, la calidad del empleo que genera y su capacidad de innovar y de extender la tecnología a la sociedad hacen de la actividad manufacturera un motor de la productividad.

Y, sin embargo, en nuestro país, año tras año, la industria va perdiendo peso en el Producto Interior Bruto (PIB) y se aleja del objetivo Horizonte 2020 de la Comisión Europea de situarlo en el 20% en aquel entonces. Los últimos datos disponibles de hace dos años muestran que el sector representaba el 15,31%, cuando en 2000 era del 18,7%, según el VI Barómetro Industrial del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España (COGITI), en colaboración con el Consejo General de Economistas de España (CGE).

A nivel de valor añadido bruto (VAB), la posición no es del todo mala; es la cuarta por detrás de Italia, Francia y Alemania, país que casi quintuplica el dato, con 704.602 millones. Si bien, “en relación a nuestro tamaño y de nuestra economía, y en comparación con los países que la aventajan, aún queda mucha capacidad de mejora”, señalan las conclusiones del documento de los ingenieros.

¿Cómo alcanzar a la locomotora alemana?

Para que la industria española mejore su competitividad, Valentín Pich, presidente del CGE, insta a “priorizar las políticas de I+D+i, favorecer que las empresas españolas ganen en tamaño, transformar la oferta industrial, fomentar la cooperación público-privada e incentivar la formación profesional”.

De hecho, el bajo peso de la innovación es uno de los factores que explican el “poco dinamismo de la productividad”, añade Carmen Urraca, directora de Fondos Europeos de Banco Sabadell.

Así, en el promedio del período 2000-2021, la ratio de gasto en I+D+i sobre el PIB fue del 1,2%, mientras que en el conjunto de zona euro fue del 2,0%. A juicio de Urraca, para aumentar su aportación habría que “fomentar el crecimiento empresarial, flexibilizar los mecanismos de reasignación de los factores productivos entre empresas y sectores, dedicar una mayor cantidad de fondos a la innovación, impulsar la colaboración entre empresas y universidades y promover la adopción de nuevas tecnologías en los procesos de producción”. Asimismo, la directiva también menciona el refuerzo de la calidad formativa, mejorar los incentivos fiscales y los subsidios y revisar los umbrales administrativos que “desincentivan el crecimiento de los negocios”.

La palanca de los PERTE

Lo anterior, en parte, se puede materializar gracias a los fondos Next Generation EU, que se ha traducido en 12 PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) dirigidos a impulsar la transformación del modelo productivo para hacerlo más sostenible y digital y, por ende, más competitivo. Para ello, el tejido empresarial, con independencia de su tamaño, debe sumarse a los macroproyectos de colaboración público-privada puestos en marcha para participar en alguno de esos programas.

De una u otra forma, el sector industrial tiene protagonismo en la mayoría de los proyectos: salud, aeroespacial, microchips, agroalimentario, naval, economía de la lengua, hidrógeno, energías renovables, descarbonización o vehículo eléctrico. Estos tres últimos son los que requieren mayores volúmenes de inversión privada.

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En el caso del PERTE del Vehículo Eléctrico y Conectado, en el tercer trimestre el Gobierno abrirá la segunda convocatoria por valor de casi 2.200 millones

En el caso del PERTE del Vehículo Eléctrico y Conectado (VEC) en el tercer trimestre el Gobierno abrirá la segunda convocatoria por valor de casi 2.200 millones de euros, que será menos restrictiva que la primera. No se obligará, como hasta ahora, a formar parte de un consorcio de empresas, sino que se podrán presentar iniciativas individuales con impacto en toda la cadena de fabricación. También hay una diferencia con la primera edición y es que los proyectos serán aprobados por concurrencia simple. En román paladino, por orden de llegada. En total, este macroproyecto movilizará 24.000 millones (82% de las empresas).

Por su parte, el proyecto más nuevo es el de la Descarbonización Industrial, que supone un volumen de inversiones de 11.800 millones (73,7% del sector privado), aunque desde el Gobierno afirma que el importe total privado podría rondar los 30.000 millones dada la envergadura del proyecto. Aprobado a finales del año pasado, se espera que la convocatoria se anuncie a final de año. El objetivo es que la industria deje de utilizar fuentes energéticas contaminantes.

Para participar en la mayoría de los macroproyectos, las pymes tienen dos vías. Bien integrándose en alguna de las iniciativas grupales o formando un consorcio con varias empresas, siendo una de ellas una gran empresa tractora. Aquí la unión hace la fuerza e ir en solitario no es una opción, salvo en casos puntuales como en la segunda convocatoria del VEC.

Sumarse a la transformación del modelo productivo se está convirtiendo en un ‘must’ para el tejido empresarial si no quiere quedarse fuera del mercado. El punto de partida son las asociaciones sectoriales y organizaciones empresariales; el punto de llegada, convertir a España en la locomotora productiva europea.