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La tentación neozelandesa: geopolítica entre la espada de China y la pared de Estados Unidos
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El gigante asiático mira al sur

La tentación neozelandesa: geopolítica entre la espada de China y la pared de Estados Unidos

Nueva Zelanda y China están acercando posturas tras un periodo turbulento, pero queda mucha tela que cortar

Foto: Un aldeano observa a los pies del estruendoso volcán Mayon, en la localidad de Guinobatan. (EFE/Francis R. Malasig)
Un aldeano observa a los pies del estruendoso volcán Mayon, en la localidad de Guinobatan. (EFE/Francis R. Malasig)

Al mirar un mapa, una de las regiones donde casi nunca se posan los ojos es Oceanía. El archipiélago de pequeñas islas —cuyos nombres a veces se olvidan o nunca se aprendieron— pasa desapercibido. Pero en los últimos meses, se está tejiendo entre las playas una nueva Guerra Fría. Quedarse inmóvil no es una opción y todos los países tienen que mover ficha. Nueva Zelanda ha sido el último en recoger el guante, pero no es el único. Esos minúsculos estados insulares se han convertido en un activo muy relevante para la geopolítica en el Pacífico.

El presidente chino, Xi Jinping, ha calificado recientemente a Nueva Zelanda como su "amigo y socio". Y a la par que Pekín seduce a la isla, Estados Unidos trata de acercar posturas con su Ejecutivo. En este balancín geopolítico en el que al posarse en cada extremo; el otro cae, se encuentra: la tentación neozelandesa.

Foto: Chris Hipkins sustituirá a Jacinda Ardern. (EFE)

El aislamiento geográfico de Wellington limita mucho las opciones comerciales del país y China ha sabido aprovechar muy bien esto. Wellington exportó el año pasado 2 billones de dólares en madera y manufacturas como el carbón o la leña. Y a su vez, Pekín envió a las islas cerca de un billón de dólares en vehículos y piezas, convirtiendo al gigante asiático en el mayor socio comercial del país por estas y muchas más transacciones, según el Ministerio de Comercio de China (MOFCOM). "Después de asumir el cargo de primer ministro, he declarado varias veces que valoro las relaciones entre China y Nueva Zelanda y continuaré fortaleciendo nuestra cooperación", dijo el presidente neozelandés, Chris Hipkins. "También nos involucramos en áreas donde nuestras culturas y sistemas políticos difieren, y reiteré que siempre abogaremos por enfoques y resultados que reflejen la política exterior independiente o los intereses y valores de Nueva Zelanda, de una manera respetuosa, pero consistente", continúa. Una postura que Xi expresó como de "gran importancia".

Wellington no quiere jugarse todo a una carta. Como se ha visto en el caso de Rusia y Europa, tener aliados es importante, pero no puedes estar solo cuando todo se va al traste. Es por eso que Nueva Zelanda tampoco ha cerrado la puerta a naciones amigas como Australia, Reino Unido o Estados Unidos. Este último le tiende la mano para unirse al Aukus (una alianza estratégica militar entre los países mencionados). Pero una de las principales bazas del pacto es el compromiso de los estados para ayudar al resto a adquirir submarinos nucleares, una línea roja para la política no-nuclear de Wellington. Aunque la franja se volvió difusa cuando el ministro de Defensa neozelandés, Andrew Little, dijo que el gobierno está "dispuesto a explorar" la participación en el "pilar dos" del acuerdo. El intercambio de tecnologías militares avanzadas, incluida la computación cuántica y la inteligencia artificial.

¿Qué hacer en esta situación entre la espada de China y la pared de EEUU? Por el momento, Nueva Zelanda no se casa con nadie y aunque el Ejecutivo explore ambas vías. Nunca hay un sí, quiero rotundo.

En una entrevista con El Confidencial, Geoffrey Miller, analista de Democracy Project, una iniciativa de la Universidad Victoria de Wellington, sintetiza en dos datos la relación de China y Nueva Zelanda. "Wellington cumplió 50 años de lazos diplomáticos con China en 2022, y esta relación es extremadamente importante para Wellington. China es, con diferencia, el mayor socio comercial de Nueva Zelanda. Alrededor del 30% de las exportaciones neozelandesas se dirigen a China cada año", comenta el primer dato.

"Sin embargo, al igual que en otros países, el sentimiento público hacia China es cada vez más negativo. Las cifras de la última encuesta publicada en junio de 2023 por la Fundación Asia Nueva Zelanda muestran que el 37% de los neozelandeses ven a China como una amenaza, situando al país solo por detrás de Rusia y Corea del Norte en la clasificación", continúa con el segundo antecedente.

China es crucial para la economía neozelandesa, pero un porcentaje de la población la percibe como una amenaza. ¿Cómo fiarse de un aliado al que se le percibe como un riesgo? "Los dos países son amigos. Hay áreas de desacuerdo, pero la relación en general es positiva. Lo ideal sería que Nueva Zelanda fuera interpartidista y no cambiase de rumbo ante ninguna agrupación política en función de sus intereses", explica a este periódico el profesor de la Universidad de Auckland, Alexander Gillespie.

Esta misma tesis "interpartidista" es secundada por Miller, quien explica que "es difícil evitar la impresión general de que la política exterior de Nueva Zelanda se está volviendo cada vez más dura y proestadounidense". Pero a la par, el analista suscita que "en cuanto a la idea más provocativa, que Nueva Zelanda debería unirse al nuevo pacto agresivo Aukus, sigue siendo muy incierta".

Foto: Una vaca en una granja. (Reuters/Nacho Doce)

En ese mismo balancín geopolítico, en el que ir a un lado significa desechar el otro, Nueva Zelanda se juega (casi) todo. Si Wellington vira hacia EEUU, China respondería "con una fuerte condena, como hicieron con Australia, pero la relación continuaría", suscribe Alexander Gillespie. El caso de Camberra es un espejo fiel al que Nueva Zelanda se puede mirar. Cuando el miembro del Aukus acentuó sus relaciones con el bloque occidental, Pekín desestimó su comercio y lo degradó a un escalafón menor. Con el caramelo de la economía, China tienta a los estados oceánicos. Pero de la misma manera, con la golosina de la seguridad, EEUU seduce al archipiélago. Sin embargo, "el embajador chino en Nueva Zelanda mostró su descontento esta semana con la asistencia de Chris Hipkins a la cumbre de la OTAN en Lituania, advirtiendo a Nueva Zelanda contra asociarse con un bloque militar belicista y sugiriendo que permitir que la OTAN se expanda hacia el Pacífico era similar a abriendo la puerta al diablo", explica Miller.

"No tenemos un tratado de libre comercio con Washington, pero aún se destina un pequeño porcentaje a este. Ayudaría que Nueva Zelanda consiguiera una relación prioritaria con occidente, como lo hace Australia. China tiene el monopolio de nuestro comercio, pero Wellington está tratando de diversificar su economía hacia Europa y Gran Bretaña", analiza el profesor neozelandés.

"Desde su pelea con los Estados Unidos en la década de 1980 y la ruptura efectiva de la alianza ANZUS (alianza militar congelada) por la introducción de Nueva Zelanda de una política libre de armas nucleares y la denegación de entrada a un buque de guerra estadounidense, el USS Buchanan, Nueva Zelanda se enorgullece de tomando una política exterior independiente. Sin embargo, a medida que la competencia geopolítica ha comenzado a calentarse en el Indo-Pacífico y, en particular, desde que Rusia invadió Ucrania en 2022, Nueva Zelanda se ha visto cada vez más presionada por sus socios occidentales, como Australia y los Estados Unidos, para adoptar una línea más fuerte contra Las ambiciones de China", expresa Miller.

En este baile de alianzas militares y pactos económicos se encuentra Nueva Zelanda. Sin un rumbo fijo y entre dos aguas. Las pretensiones tanto de EEUU como de China sobre la región son claras, solo falta saber si finalmente Wellington se decide por uno u otro bloque.

Foto: EC Diseño

La invasión a gran escala de Ucrania ha puesto de manifiesto lo importante que son las alianzas militares. Pero la tentación comercial que ofrece China y los diferentes países de la región es incuestionable. "Hasta el momento, solo las islas Salomón —y todavía hay que ver como se traduce ese poder— tienen una influencia directa de China", resume Alexander Gillespie. Pero otros estados del archipiélago también han sido llamados a consultas por el presidente Xi. Tampoco la administración estadounidense del presidente Biden se queda corta y repite la fórmula que su homólogo.

En Resumen: "Nueva Zelanda está jugando un juego bastante arriesgado y peligroso en este momento. Todavía está tratando de mantener contentos a ambos lados: China y Occidente. Por ahora, esta estrategia está funcionando, pero la presión aumenta sobre Nueva Zelanda para elegir un bando. Si esto sucede, podría haber enormes ramificaciones políticas y económicas para Nueva Zelanda, que depende de China para sustentar su sustento económico. Por ahora, Nueva Zelanda se centra en sus elecciones del 14 de octubre, pero es probable que el nuevo gobierno deba tomar algunas decisiones importantes", concluye Miller.

Al mirar un mapa, una de las regiones donde casi nunca se posan los ojos es Oceanía. El archipiélago de pequeñas islas —cuyos nombres a veces se olvidan o nunca se aprendieron— pasa desapercibido. Pero en los últimos meses, se está tejiendo entre las playas una nueva Guerra Fría. Quedarse inmóvil no es una opción y todos los países tienen que mover ficha. Nueva Zelanda ha sido el último en recoger el guante, pero no es el único. Esos minúsculos estados insulares se han convertido en un activo muy relevante para la geopolítica en el Pacífico.

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