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Qué es el Proyecto 141: el plan de China para instalar bases militares por el mundo
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Qué es el Proyecto 141: el plan de China para instalar bases militares por el mundo

China tiene un plan a nivel global para espiar a determinados gobiernos. En varios puntos de África, el Sudeste Asiático y Oriente Medio, han aparecido vestigios de centros de espionaje

Foto: Fotografía de una zona con edificios donde se ve el domo del Capitolio Nacional (c), de La Habana. (EFE/Ernesto Mastrascusa)
Fotografía de una zona con edificios donde se ve el domo del Capitolio Nacional (c), de La Habana. (EFE/Ernesto Mastrascusa)
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La cascada de revelaciones ha sido vertiginosa: el pasado 8 de junio, el diario The Wall Street Journal afirmaba que China y Cuba habían llegado a un acuerdo para establecer una estación de espionaje electrónico en la isla caribeña a cambio de varios miles de millones de dólares. Inicialmente, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, dijo que la información era "inexacta", sin especificar en qué sentido. Pero rápidamente, y ante la evidencia de que sus adversarios del Partido Republicano empezaban a promover el mensaje de que la Administración Biden era "blanda con China" y que estaba permitiendo la penetración del Partido Comunista chino a pocos kilómetros de EEUU, la Casa Blanca lanzó su propia bomba dos días después: la base china de espionaje en Cuba no era una novedad, sino que llevaba en marcha al menos desde 2019, es decir, durante la presidencia de Donald Trump. Además, no era una sola instalación, sino cuatro, operadas conjuntamente por oficiales chinos y cubanos.

En días sucesivos, el Journal siguió insistiendo: según otra exclusiva publicada el día 20 de este mes, Pekín estaría negociando con La Habana el establecimiento de un centro de entrenamiento militar conjunto en Cuba, que Washington ve con preocupación porque "podría darle a China una plataforma potencial para alojar tropas de forma permanente en la isla y ampliar su recolección de inteligencia, incluido el uso de escuchas electrónicas, contra EEUU". Las negociaciones estarían en fase avanzada, pero no cerradas, y la Administración Biden habría establecido contacto con el Gobierno cubano para tratar de impedir dicho acuerdo. Al día siguiente, el mismo diario aseguraba que los servicios de inteligencia estadounidenses habían rastreado los movimientos de trabajadores de las firmas chinas Huawei y ZTE hasta las presuntas instalaciones de espionaje electrónico.

Foto: Embajada de Estados Unidos en La Habana. (Reuters/Alexandre Meneghini)
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Pero enterrado en esta maraña de informaciones había un dato clave que ha pasado casi desapercibido: de acuerdo con funcionarios estadounidenses citados por varios medios, los planes de China en Cuba son parte del llamado Proyecto 141, una iniciativa del Ejército chino para expandir su presencia global y sus redes de apoyo logístico. Este proyecto busca establecer al menos cinco bases militares en el extranjero y 10 centros de apoyo logístico para 2030, no solo en la isla caribeña, sino también en varios puntos de África, el Sudeste Asiático y Oriente Medio.

"Hay una serie de lugares en los que los chinos quieren colocar puestos de escucha para espionaje avanzado. Buscan lugares para bases de asistencia terrestre para apoyar operaciones en el espacio. Buscan puertos de alivio, que son lugares a los que pueden llegar y reabastecerse. Y también están buscando el derecho a tener bases militares tradicionales más establecidas", declaró un alto funcionario de la Administración Biden al diario Washington Post, añadiendo que lo que los chinos están haciendo en Cuba "están tratando de hacerlo" en docenas de otros lugares en todo el mundo.

El Proyecto 141 fue revelado al público de forma accidental este año en las filtraciones del soldado Jack Teixeira en Discord. Uno de los documentos, publicado por el Washington Post en abril, mostraba la estimación de la inteligencia militar estadounidense acerca de los progresos realizados por China en el establecimiento de bases en el extranjero. El gráfico no solo mostraba qué instalaciones están ya en activo o en construcción, sino también aquellos países con los que el Gobierno chino mantenía negociaciones avanzadas o por los que había mostrado interés. El documento, no obstante, estaba incompleto: cubría África, Asia y el Pacífico, pero no mostraba el continente americano.

Instalaciones en construcción

En 2017, mediante una ampulosa ceremonia, China inauguró la que a día de hoy es su única base militar reconocida en el extranjero. Está situada en el diminuto Estado africano de Yibuti, que también acoge una base francesa y otra estadounidense. Además de eso, la inteligencia de EEUU ha descubierto trabajos avanzados de construcción en otros dos lugares: Camboya y Emiratos Árabes Unidos. En el primero, China firmó en 2019 un acuerdo secreto con el Gobierno camboyano para poder utilizar la Base Naval de Ream, en el golfo de Tailandia, con propósitos militares. A mediados de 2022, se hizo público que este acuerdo había evolucionado hacia una expansión de la base orquestada por el Ejército chino, al que ahora se le garantiza el uso exclusivo de la sección norte de las instalaciones.

Pero es Emiratos Árabes Unidos el país que más preocupa a Washington, dados los estrechos lazos que tradicionalmente ha mantenido con EEUU, que mantiene más de 5.000 efectivos militares en la base aérea de Al Dhafra y cuyos barcos de guerra tienen permiso para atracar en el puerto de aguas profundas de Yebel Ali. Cuando los trabajos de construcción chinos fueron detectados por primera vez en 2021, la diplomacia estadounidense se movilizó para exigir a los líderes emiratíes que cesaran dicha cooperación con China. Pero pese a las garantías dadas por estos, este año los servicios de inteligencia norteamericanos descubrieron que las obras habían vuelto a ponerse en marcha, de acuerdo con uno de los documentos filtrados en Discord.

Tras publicarse esta información el pasado abril, el portavoz de la embajada china en Washington, Liu Pengy, rechazó las preocupaciones estadounidenses sobre la presunta expansión militar de su país. "Como principio, China lleva a cabo una cooperación normal en tareas policiales y de seguridad con otros países sobre la base de la igualdad y el beneficio mutuo", aseguró, al tiempo que pasaba al contraataque: "EEUU gestiona más de 800 bases militares en el extranjero, que han causado preocupación en muchos países alrededor del mundo. No está en posición de criticar a otros países".

Pero a las autoridades estadounidenses les inquietan las crecientes capacidades de China de operar en otros teatros en el hipotético caso de una futura guerra entre los dos colosos globales. "La República Popular China busca expandir su infraestructura logística y de bases en el extranjero para permitir al ELP proyectar y sostener poder militar a gran distancia", lo cual "podría causar disrupción en las operaciones militares de EEUU a medida que los objetivos globales de la RPC evolucionan", se lee en el último informe del Departamento de Estado para el Congreso de EEUU sobre los avances militares y de seguridad de China.

Foto: Ilustración de los misteriosos cazabombarderos 'invisibles' chinos JH-XX sobre Nueva York. (China Defense Blog/Fletcher6/CC)

El documento afirma: "Más allá de la base de apoyo del Ejército Popular de Liberación en Yibuti, la RPC está muy probablemente considerando y planificando instalaciones adicionales de logística militar para apoyar la proyección de fuerzas navales, aéreas y terrestres". Y añade: "La RPC ha considerado con probabilidad Myanmar, Tailandia, Singapur, Indonesia, Pakistán, Sri Lanka, Emiratos Árabes Unidos, Kenia, Guinea Ecuatorial, Seychelles, Tanzania, Angola y Tayikistán, entre otros lugares, como localizaciones para instalaciones logísticas militares del EPL". En Tayikistán, tropas chinas operan una base en la región de Gorno-Badakhshan, fronteriza con Afganistán. En 2021, el régimen de Emomali Rahmon ofreció a Pekín la propiedad de la instalación a cambio de que China incremente la ayuda económica en materia militar y financiase la red de puestos fronterizos tayikos, según documentos revelados por el servicio en tayiko del medio Radio Free Europe/Radio Liberty, financiado por el Gobierno estadounidense. No hay, sin embargo, constancia de la respuesta de Pekín.

Una segunda base en África

Una de las menciones más llamativas es la de Guinea Ecuatorial, donde hasta ahora los planes para una instalación del Ejército chino eran poco más que rumores. Pero según el documento del Pentágono filtrado en Discord, las conversaciones con el Gobierno del clan Obiang se encuentran en fase muy avanzada y "probablemente hay un acuerdo aprobado para una instalación". "Efectivamente, desde hace más de tres años, las autoridades ecuatoguineanas negocian con China la construcción de una base militar en una zona todavía no identificada", confirma por su parte el periodista ecuatoguineano Mocache Massoko, exiliado en España y director de la publicación Diario Rombe.

Foto: Abderrahmane Sissako. (Cedida/David Arquimbau)

"El régimen ecuatoguineano se encuentra en una posición de desconocimiento sobre qué hacer. Por un lado, es consciente de que aceptar esa propuesta por parte de China pondría en una situación delicada al régimen frente a las exigencias de Occidente, pero, por otro lado, tiene numerosos compromisos económicos —es decir, deudas— con China, que debe pagar", explica Massoko a El Confidencial. "Y ese último punto es un elemento de presión por parte de China para conseguir sus objetivos. En los últimos años, China invirtió millones de dólares en préstamos para la supuesta construcción de obras sociales con unas condiciones de devolución que el público desconoce", comenta.

Massoko no exagera: en 2021, la deuda de Guinea Ecuatorial con China alcanzó la asombrosa cifra del 49,7% del PIB del país. Además, está en el quinto puesto del ranking de países más corruptos del mundo de Transparencia Internacional, posición que comparte con Haití, Libia, Corea del Norte y Burundi. China, por su parte, es el principal socio al desarrollo de esta nación, y también arma y entrena a la policía ecuatoguineana.

Foto: La Nairobi Expressway a su paso por la capital. (Reuters/Thomas Mukoya)

El documento de Discord también menciona el vecino Gabón, donde los expertos creen que podría crearse un centro de entrenamiento militar conjunto o algún tipo de instalación logística que diese apoyo a la futura base naval en la costa de Guinea Ecuatorial. Del mismo modo, la construcción del puerto de Bagamoyo en Tanzania —iniciada en 2015 y cancelada al año siguiente, pero reanudada este año— también aparece identificada como parte del Proyecto 141, sin especificar de qué modo. Por último, otro de los países mentados de forma recurrente en los últimos años, y que aparece también en el diagrama filtrado, es Mauritania.

La disposición de los gobiernos locales a plegarse a los deseos de Pekín alarmó lo suficiente a la Administración Biden como para despachar a lo largo de 2021 a varios diplomáticos de alto perfil a reunirse con las autoridades mauritanas, ecuatoguineanas y de otros países y advertirles contra ello. Pero, por lo general, estas exigencias estadounidenses son recibidas con indiferencia u hostilidad por los ejecutivos africanos. Mientras tanto, para China, tener presencia militar en África comienza a ser una parte vital de su estrategia de seguridad global: tan solo en este continente residen alrededor de un millón de ciudadanos chinos, que operan o dirigen la friolera de 10.000 empresas y negocios chinos en territorio africano.

Del Pacífico al Cono Sur

Otra de las zonas de interés de China es el Pacífico Sur. Pekín ha llegado a "acuerdos de seguridad" con las autoridades de las Islas Salomón, que la oposición local teme que sean la antesala de una presencia militar permanente china en el país. También ha reparado un antiguo aeródromo de la Segunda Guerra Mundial en Kiribati, de forma que podría acoger un despliegue de carácter militar moderno, y ha tratado de llegar a acuerdos con los gobiernos de Fiji y Vanuatu, con éxito moderado.

Foto: por-que-no-existe-otan-del-pacifico-china-taiwan

Además, a EEUU le preocupa también lo que sucede en la otra punta del continente americano, en concreto, en Argentina. En 2012, China llegó a un acuerdo con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para crear lo que se llama la Estación de Espacio Lejano en Las Lajas, en la provincia de Neuquén. Esta instalación habría sido esencial para permitir los diversos lanzamientos de sondas no tripuladas chinas hacia la cara oculta de la Luna, y a priori el acuerdo no se diferencia demasiado del que Buenos Aires tiene con la Agencia Espacial Europea, que también opera una estación similar a no mucha distancia. No obstante, algunos expertos señalan que mientras la AEE es un organismo civil, la agencia espacial china es parte del Ejército Popular de Liberación.

En esta estación de la Patagonia trabaja exclusivamente personal chino —principalmente militares— y el Gobierno argentino no tiene forma de supervisar lo que sucede en su interior. Las visitas solo son permitidas mediante una autorización previa y a zonas muy limitadas dentro del recinto. Este secretismo ha llevado al Pentágono a sospechar que la instalación podría tener otros propósitos, como por ejemplo recabar información sobre los satélites estadounidenses y monitorizar sus transmisiones.

Foto: Protesta en Manila contra la presencia de tropas estadounidenses en Filipinas, la semana pasada. (Getty/Ezra Acayan)

Pero Las Lajas podría ser solo el principio: según la publicación francesa Intelligence Online, China está presionando al Gobierno argentino para que autorice la construcción de una base naval en Ushuaia, en la región más austral del país, lo que permitiría a la Armada china controlar el paso entre los continentes americano y antártico, y entre los océanos Pacífico y Atlántico. Estas alegaciones, en cualquier caso, no han sido corroboradas todavía de forma independiente.

El anhelo de China de expandir su presencia militar en el mundo es quizá lógico: a medida que los intereses chinos se expanden globalmente, también lo hace la necesidad de proteger las empresas y a ciudadanos chinos en todo el mundo, lo que requiere disponer de la capacidad de reaccionar rápidamente ante posibles crisis. Las fuerzas armadas chinas, de hecho, ya han intervenido para evacuar a sus ciudadanos ante el estallido de los conflictos armados de Libia, Yemen, Etiopía y, más recientemente, Sudán. Los temores de EEUU sobre que la agresividad que el régimen chino ya proyecta en su vecindario acabe trasladándose a otros rincones del planeta pueden estar justificados o no, pero de lo que no cabe duda es de que China, como poder global, reclama su derecho a poder enseñar los dientes.

La cascada de revelaciones ha sido vertiginosa: el pasado 8 de junio, el diario The Wall Street Journal afirmaba que China y Cuba habían llegado a un acuerdo para establecer una estación de espionaje electrónico en la isla caribeña a cambio de varios miles de millones de dólares. Inicialmente, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, dijo que la información era "inexacta", sin especificar en qué sentido. Pero rápidamente, y ante la evidencia de que sus adversarios del Partido Republicano empezaban a promover el mensaje de que la Administración Biden era "blanda con China" y que estaba permitiendo la penetración del Partido Comunista chino a pocos kilómetros de EEUU, la Casa Blanca lanzó su propia bomba dos días después: la base china de espionaje en Cuba no era una novedad, sino que llevaba en marcha al menos desde 2019, es decir, durante la presidencia de Donald Trump. Además, no era una sola instalación, sino cuatro, operadas conjuntamente por oficiales chinos y cubanos.

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