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"Que Vox presida las Cortes de Aragón, como pactar con Bildu, pasa factura"
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Entrevista a Juan Alberto Belloch

"Que Vox presida las Cortes de Aragón, como pactar con Bildu, pasa factura"

El que fuera biministro de Justicia y de Interior y alcalde de Zaragoza, artífice de la reforma del Código Penal y de la Expo del Ebro, publica 'Una vida a larga distancia. Memorias de un juez y político independiente'

Foto: Juan Alberto Belloch posa para El Confidencial. (Jaime Oriz)
Juan Alberto Belloch posa para El Confidencial. (Jaime Oriz)

Esta semana, Juan Alberto Belloch presentaba sus memorias, Una vida a larga distancia. Memorias de un juez y político independiente (Plaza y Janés). Entre otras cosas, permiten conocer que fue el catedrático de Derecho Penal, Manuel Cobo del Rosal, quien recibió de su mano 300 millones de pesetas para traer a España al fugado Luis Roldán, y que muy posiblemente se los quedó el intermediario, Francisco Paesa, agente en paradero desconocido, pero de la confianza del Estado por haber facilitado con sus informaciones la detención de la cúpula de ETA en Bidart.

Pero, sobre todo, las memorias de Belloch permiten seguir de cerca el devenir de una carrera judicial, política y humana muy intensa, disfrutada aún con sus dificultades en cada tramo de su vida, con el Derecho como eje como artífice que fue de la modernización de la justicia española. Sus cuatrocientas páginas son un testimonio de lujo de la historia contemporánea de España, de un aragonés de ida y vuelta que deja pistas como que solo desde el consenso se consiguen frutos duraderos o que, ante el ruido, hay que tener paciencia: el tiempo pone las cosas en su sitio. También, de la importancia de dos mujeres en su vida, su madre, Marita Julbe, y su mujer, Maricruz Soriano.

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PREGUNTA. Juez, magistrado, presidente de Audiencia de Bilbao, vocal del Consejo General del Poder Judicial, ministro de Justicia, ministro de Justicia e Interior, diputado, senador, líder de la oposición en el Ayuntamiento de Zaragoza y alcalde tres mandatos, para volver a la magistratura, hasta la jubilación. Semejante recorrido, con algún momento crítico de la historia de España dentro, exigía unas memorias. ¿Le ha costado mucho escribirlas?

RESPUESTA. Siempre dije que no lo haría. Y cuando me puse, vi que no me salían unas memorias políticas sino una historia de un chico nacido en Mora de Rubielos, Teruel, en 1950, con una familia marcada por el Derecho, con una sólida escala de valores; en concreto, con la escala de valores de mi madre, que es eje central del libro. Y ya, un capítulo me llevaba al siguiente.

P. En una vida tan intensa le han cabido varios puestos relevantes, ¿en cuál se encontró más útil y más satisfecho?

R. La lista me abruma hasta a mí… Sin duda, en la alcaldía de Zaragoza. La plata sería para mi equipo en el ministerio de Justicia, que hizo posible el Código Penal de la democracia y la Ley del Jurado.

P. ¿Se habría ahorrado alguno?

R. El de ministro del Interior, lo regalo.

"Suene como suene, siempre di por supuesto que sería ministro"

P. Por ir a sus primeros empeños, puso especial énfasis en llevar la Constitución a la Justicia, de suyo conservadora. ¿Cómo ha evolucionado?

R. No conservadora, pero sí corporativa. Cuando volví en 2015, tras veinte años fuera, creí que me iba a encontrar incómodo, pero lo que vi es que los grandes temas jurídicos se plantean igual que hace dos décadas; inmovilismo sí que hay.

P. Su trayectoria pública está marcada por la fundación de Jueces para la democracia, desde Bilbao, cuando en los primeros ochenta se traslada al País Vasco y opta por quedarse para que la justicia se pueda aplicar.

R. Quedarme diez años en Bilbao es una de las decisiones más importantes de mi vida. Con las amenazas de ETA, los jueces solo estaban los dos meses reglamentarios antes de pedir traslado. Un grupo de jueces, como Cándido Conde-Pumpido, Joaquín Jiménez y yo mismo, decidimos quedarnos y reestablecer el Estado en Euskadi en la parte que nos correspondía. En mi caso, incluso me llamaron creyendo que me había equivocado pidiendo Bilbao; de hecho, luego me convertí en el presidente de Audiencia más joven de España porque nadie la pedía. Conectamos muy bien con la sociedad vasca que se defendía del terrorismo, siendo fiel a mis principios de defensa de la Justicia pese a las adversidades. Nos daba fortaleza ser varios con las mismas convicciones, de donde saldría Jueces para la Democracia. Dictamos sentencias pioneras como la absolución de las mujeres de Basauri, procesadas por abortos, aplicando el estado de necesidad, y con las leyes que había. Aquello fue muy emocionante, con miles de mujeres en la calle. Fueron diez años magníficos. Cuando uno tiene un proyecto, la vida es de otra manera. He tenido la fortuna de tener siempre un proyecto, que he compartido con pequeños grupos de personas muy preparadas, con los que he podido sacarlos adelante y superar las dificultades, que tampoco han faltado.

placeholder Juan Alberto Belloch. (J. O.)
Juan Alberto Belloch. (J. O.)

P. Con estos precedentes, accede al Consejo General del Poder Judicial, en el que incorporó el sistema de Formación permanente de los jueces.

R. Formación era la peor consejería, pero no desde mi punto de vista. Fue el tema que me permitió hablar con Felipe González y explicarle que solo con una formación permanente y una jurisprudencia homogénea se garantizaba la seguridad jurídica imprescindible en un país civilizado. Se multiplicó por diez el presupuesto de formación y eso facilitó pasar a interpretar las leyes conforme a la Constitución. Hoy, la formación es medular.

P. Y de ahí a que Felipe González le llamara y le dijera aquello de, "no dices que 'la justicia tiene solución', pues hazlo", y empezar la auténtica montaña rusa de su vida. ¿Pensó que iba a ser ministro?

R. Ese lema, en realidad, era de Manuela Carmena. Y, suene como suene, siempre di por supuesto que sería ministro. La justicia era el marco de mi familia, así que estaba en mis aspiraciones. Y había objetivos pendientes que yo defendía, como la reforma del Código Penal, la Ley del Jurado o modificar la asistencia jurídica gratuita. El Código Penal arrastraba la estructura de 1848 y con la reforma de 1995 trajimos el espíritu constitucional a la norma penal. Hubo que hacer una gran limpieza, aunque las costumbres no se cambian por el BOE.

P. Ahora, cuando vemos los efectos de una mala legislación, como la Ley de sí es sí, ¿no se pueden evitar errores así?

R. Que un error técnico se haya convertido en un gravísimo problema político es sorprendente. Bastaba con hacer una disposición derogatoria, pero se atuvieron a criterios políticos, de hacer la ley supuestamente más feminista posible, a costa de lo que sea. A Irene Montero, yo le habría ofrecido la dimisión y, de no hacerlo, la habría cesado. Causado un daño objetivo, solo cabía dimisión o cese.

"Jamás de los jamases he justificado el GAL, va contra lo más profundo de mis convicciones"

P. Otro hito de aquella etapa fue la Ley del jurado, con la que nadie se atrevía.

R. Afectaba a los intereses corporativos de todos los estamentos judiciales. Da más trabajo, es verdad, así que se acepta resignadamente. Pero, igual que el proceso electoral, que también es por sorteo, es un mecanismo de participación que mejora el funcionamiento de la democracia. No solo se participa a través de la representación política.

P. Su vida se le complicó al ser nombrado además ministro de Interior tras la huida de Roldán. Evoca la operación como un éxito.

R. Con Interior se sumó no dormir… Si la lucha contra el terrorismo ya era para asustar, afrontar la fuga de Roldán fue un horror, con el temor de que apareciera cadáver. Si eso hubiera ocurrido, Felipe y yo habríamos pasado a la historia como los asesinos de Roldán. Era una posibilidad ante la que solo respiré cuando llegó a una prisión española, que era el sitio más seguro para él.

placeholder Juan Alberto Belloch. (J. O.)
Juan Alberto Belloch. (J. O.)

P. Cuenta la entrega de 300 millones de pesetas de los fondos reservados al catedrático de Derecho Penal Manuel Cobo del Rosal, que se supone dio a Francisco Paesa para que llegarán a Roldán.

R. Paesa es el personaje folclórico, que posiblemente se quedó con el dinero, porque Roldán no parece que muriera rico, pues no se puede pasar veinte años disimulando. Sobre la detención, necesariamente tenía que acabar cayendo y poniendo fin a una huida muy complicada. Yo hice todo lo posible para que volviera a España seguro. Usamos a Cobo del Rosal a sugerencia de la dirección de la Policía, ya que había ayudado a los servicios de inteligencia. Él tenía que dar el dinero a Paesa, un agente con bula por haber facilitado la caída de la cúpula de ETA en Bidart, un servicio esencial desde el punto de vista policial. Con Roldán, se encargó de engañarle para que volviera y de ofrecerle un dinero para rehacer su vida. A la vista de cómo vivió Roldán cuando salió de la cárcel, no lo recibió. Luego se lo quedaría Paesa.

P. De fondo seguía el terrorismo de ETA y las secuelas de los GAL. Usted ha dicho estos días que el terrorismo de los GAL apenas se cuestionaba, que el coste fue mínimo en fondos reservados y que sobraban voluntarios para financiarlos, lo que ha provocado declaraciones de rechazo de la que fue su gran colaboradora y hoy ministra, Margarita Robles, o de Carlos Iturgaiz.

R. Jamás de los jamases he justificado los GAL, va contra lo más profundo de mis convicciones. Yo me construí como juez defendiendo los derechos humanos y rechazando todo tipo de tortura. Más aún contra los asesinatos terroristas y contra cualquier elemento que se quisiera tomar la justicia por su mano. Para mí, solo lo ético es práctico: las acciones contraterroristas no eran admisibles moralmente y, además, dificultaban el fin del terrorismo etarra. Cuando accedí al ministerio, los GAL ya se habían disuelto, pero tuvimos que lidiar con sus secuelas con determinación: atajar todo tipo de torturas e impulsar la dispersión de los presos etarras. Eso no es contradictorio con recordar aquel tiempo. Sobraban voluntarios para financiarlos y quienes luego llevaron la bandera en contra habían sido quienes pedían que el Estado se defendiera de alguna manera ante los asesinatos constantes de la banda terrorista. Si se releyesen algunos editoriales, se sorprenderían. Había que estar cerca de las víctimas y oír los insultos tan atroces que proferían. Para mí, la pregunta clave es si los GAL fueron obra del Estado o de personas concretas. Yo creo que lo fueron de personas concretas, por lo chapuceras. Si hubiera habido una operación contraterrorista del Estado, lo habrían hecho profesionales valiosos y comprometidos, con la contribución, por ejemplo, de servicios secretos extranjeros, nunca como se hizo.

P. Todo eso ocurrió en apenas tres años, que concluyeron con las elecciones de 1996 y su salida del Gobierno, que Rubalcaba y usted vivieron con alivio…

R. Tanto que nos fumamos un puro bien grande. Afortunadamente, dejábamos de ser ministros de Justicia e Interior y de Presidencia, tras llevar los graves conflictos del Gobierno, junto con el Defensa, con una presión fortísima. Al menos, en medio de todo, los objetivos de Justicia habían salido adelante y Roldán estaba en la cárcel.

P. De esa época, no salen bien parados Garzón ni Cascos.

R. Cascos, desde luego que no: usó los datos confidenciales del Estado con deslealtad. Eso no se puede hacer. Lo de Garzón es distinto. Tiene cosas positivas, como sus acciones en derecho penal internacional, pero no era el modelo de juez en el que creíamos en Jueces para la Democracia y el pensamiento liberal democrático de la justicia. Hubiera hecho muy bien el papel de fiscal, pero no el de juez, cuya misión es que en los procesos se cumplan las garantías constitucionales. Por eso le ofrecí crear la DEA española, pero lo rechazó. Quería que yo convenciera a Felipe de que fuera él el ministro de Justicia, que ocupaba yo… en fin.

"Los dirigentes del PSOE que han sucedido a Felipe González no llegan a su altura ni con bendición apostólica"

P. Sí salen bien parados el rey Juan Carlos y, por supuesto, Felipe González.

R. Aunque ahora no se lleve, yo cuento lo que sé. Y el Rey siempre ayudó en cualquier operación institucional: lo hizo ante cuestiones de terrorismo que le afectaban, en un país con una larga historia de magnicidios. Y lo hizo cuando le pedí que recabara apoyos para conseguir la sede de la Expo para Zaragoza. Respecto a Felipe, qué voy a decir. Es el único líder político absoluto que he tenido como jefe y el líder más importante que ha tenido España en el siglo XX. Y junto a Helmut Kohl, también de Europa, como artífices de los grandes proyectos de la Europa más avanzada. Me honra enormemente decir que he sido ministro de Felipe González. Ya sé que a los siguientes dirigentes del PSOE les sabe muy mal, pero es evidente que no pueden llegar a su altura ni con bendición apostólica.

P. Esa exaltación lleva implícita la crítica a Pedro Sánchez, que en pocos días nos ha llevado a elecciones. ¿Qué opinión tiene de su Gobierno?

R. Pocas cosas buenas. Compararlo con Felipe no tiene sentido. Sí con otros normales, como Rajoy, con sus aciertos y simpatía, o con Aznar y sus formas agresivas. El problema es la sensación que ha dejado de que ha priorizado adquirir el poder a cómo utilizarlo y a quienes debe servir. Hay riesgo de perder la esencia del PSOE, que es la socialdemocracia, y girar peligrosamente hacia la izquierda pura y dura. El peligro fundamental no son las cesiones sino la pérdida de la esencia del partido. Ante las elecciones, distingo entre el partido y su secretario general, del que como digo discrepo profundamente. La vez anterior estuve tentado de votar en blanco, pero, viendo la papeleta del PSOE, la cogí y es lo que seguro haré el 23 de julio.

P. Lo que sí lamenta de González es que no dejara organizada la sucesión, un descuido de demasiados gobernantes.

R. Yo le protesté tanto porque se fuera como porque no quedara preparado el relevo. Al él le parecía que podía ser cualquiera, y así nos ha ido… Tendría que haber sido Javier Solana, en vez de irse a la OTAN. Luego ha habido mala suerte: por lo que ocurrió con Borrell, invalidado por un asunto menor, y luego, por la temprana muerte de Carmen Chacón, yo creo que debido a la intensidad de su dedicación política. Porque la política tiene sus mártires, como Rita Barberá. A partir de esos candidatos, hemos tenido sucesiones poco afortunadas. Yo no contaba: para optar a presidente había que ser del PSOE de viejo.

P. Su sucesión fue apostar por Zaragoza.

R. La decisión no fue mía sino de Felipe. Entre ir de tres o cuatro al Congreso por Madrid, o uno por Zaragoza, le dije que donde le fuera mejor a él. El PSOE aragonés estaba en conflicto permanente y optó porque fuera a Zaragoza. Quedarme después en la vida municipal ya fue cosa mía. Me encontré con un grupo de amigos que tenían un proyecto y yo, donde hay un proyecto, voy como un perro de caza detrás de la pieza. Vi que se podía hacer algo importante en Zaragoza, una alternativa mucho más acorde con mi carácter que ser un ex ministro más deambulando por las calles de Madrid. Aunque trasladarme y reinventarme no fue fácil, para nada. La vida del PSOE aragonés fue convulsa casi siempre y establecer los consensos necesarios para sacar adelante un proyecto como el que acometimos exigió mucho.

placeholder Juan Alberto Belloch. (J. O.)
Juan Alberto Belloch. (J. O.)

P. Consigue ser alcalde tres mandatos y traer la Exposición internacional y transformar la ciudad ¿Cuáles fueron las claves para que las cosas salieran bien?

R. Ahora, Málaga ha perdido por cuatro votos frente a Belgrado. Le ha faltado el alineamiento institucional completo: no ha tenido el respaldo entregado del Estado que tuvimos aquí, y que es crucial. Hay que tener también a favor liderazgos locales como empresarios y medios de comunicación. Y el apoyo de la sociedad, en Zaragoza materializado en el entusiasmo de los voluntarios. También supimos integrar a cualquier fuerza contraria. Sin estos ingredientes, el esfuerzo es vano. Todo lo duradero, como la reforma del Código Penal, solo sale desde el consenso.

P. ¿Ha notado el agradecimiento de los zaragozanos?

R. A medida que pasa el tiempo, cada vez más. Siento un reconocimiento constante, cuando el agradecido soy yo. Mi experiencia me dice que el tiempo es justo con lo objetivo, solo hay que tener paciencia y dejar que las piezas vayan encajando. Me gusta decirlo por lo que pueda servir. Hay que hacer lo que se debe, y resistir. En mi caso, no me puedo quejar de nada: siento que he recibido más de lo que he dado.

P. En el libro ofrece otras reflexiones, y reitera mucho que solo lo ético es práctico.

R. Solo haciendo las cosas decentemente pueden salir bien. Sin ese factor no se crea nada eficazmente. Creo que he tenido buen ojo para elegir a mis colaboradores, gracias a los cuales hemos sacado adelante y hemos gestionado bien proyectos complejos. La Expo de Zaragoza tuvo presupuestos milmillonarios y es la única sin procesos penales. Hoy, acoge numerosas empresas y el Pabellón Puente de Zaha Hadid, que gestiona la Fundación Ibercaja, es la sede de Mobility City, donde se proyecta la economía de la nueva movilidad. Es también el ecosistema de la Plataforma Logística, el nuevo fenómeno de Aragón, impulsado a la vez que la Expo desde la DGA de Marcelino Iglesias.

P. Otra reflexión que repite es que hay que tener sentido de Estado.

R. Del sentido de Estado depende el bienestar de la gente. No es una abstracción jurídica ni política. Solo desde la comprensión de ese fenómeno pueden los ciudadanos esperar que se resuelvan sus problemas. Romper las reglas que implica el sentido de Estado es el principio del fin de la seguridad jurídica. Ciertamente, en los últimos tiempos, no se están respetando esas reglas.

"Enamorarse a los cincuenta años es como que te atropelle el expreso de Madrid-La Coruña"

P. En el libro son fundamentales las referencias a su familia, tanto en sus orígenes como en la actualidad. En sus orígenes, por la vinculación con el Derecho, que orientó su vida, y el papel de su madre.

R. Si, en mi familia materna son jueces o notarios desde generaciones, y nacimos con el Derecho puesto. El enlace es mi madre y esa carta en la que nos dice que no dejemos nunca que unas siglas de partido modifiquen nuestros valores. Los tres hermanos le hemos hecho caso; yo he sido un verso suelto, incluso una novela suelta. Mi padre, por su parte, nos enseñó a ser felices en cualquier circunstancia, porque tuvieron épocas duras, aunque queriéndose con locura.

P. Precisamente, otra mujer, Maricruz Soriano, ha sido clave en su vida, de la que cuenta su proceso de enamoramiento con gran expresividad.

R. Enamorarse a los cincuenta años es como que te atropelle el expreso de Madrid-La Coruña. Te trastorna la vida, pero me ha permitido tener algo más importante que la política. Puedo disfrutar de una segunda e inesperada vida, con una familia aragonesa por vocación, incluida una nieta recién nacida, y el acompañamiento de un gran grupo de amigos.

P. En el libro emociona su confesión de cómo le duele la renuncia de su hijo mayor a pertenecer a ella.

R. Lo he hecho con la esperanza de recuperarlo. Es evidente que mi familia, con mi primera esposa y mi hijo, sufrió las consecuencias de mi vida; en su momento, convinimos que era mejor que estudiara fuera de España y en mi divorcio, se puso del lado de su madre. Ya sé que ocurre mucho, pero a mí me gustaría que nos reencontráramos.

Foto: El líder del PP en Aragón, Jorge Azcón. (EFE/Javier Cebollada)

P. Y daba usted por hecho el tercer mandato de Javier Lambán en la presidencia de Aragón. ¿Qué salió mal?

R. Nos hemos equivocado. Como en general el partido socialista: no se acaba de enterar de cuál es la situación, con una falta de realismo en la valoración. Ahora hay que esperar a ver qué pasa en las generales.

P. Llegó a Aragón en una crisis del partido, después de los estragos que dejó la moción de censura de José Marco. ¿Perder el Gobierno puede llevar a una nueva crisis?

R. Si Sánchez tiene un pésimo resultado, Lambán se salvará. Si Sánchez tiene un resultado tolerable, afectará a la tutela de la sucesión de Lambán en el PSOE aragonés, que está en una situación complicada por falta de candidatos. Yo solo veo a Pilar Alegría. Eso sí, Alegría se lo tendrá que ganar con el único método posible: uno a uno. Y no es una metáfora: es lo que yo hice.

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P. En la presentación de su libro no estaba presente Lambán, ni ninguno de sus consejeros. Sí Jorge Azcón, próximo presidente de Aragón por el PP.

R. Con Jorge Azcón hemos compartido muchos afanes en el Ayuntamiento. Ahora, debe tener cuidado con el partido: que no lo líen con las cosas de Madrid. Que tenga su propio discurso y no acepte las consignas de la organización nacional, que obedecen a otras necesidades; legítimas, pero otras.

P. En Aragón acabamos de estrenar una presidenta de las Cortes en las antípodas del sentir medio de los aragoneses. Si hubiera estado en su mano, ¿hubiera llegado a un acuerdo con el PP para evitarlo?

R. Lo fácil es decir que sí. Lo que es evidente es que se están vulnerando las reglas del sentido común en política. Este tipo de nombramientos es como pactar con Bildu: un error que pasa factura. No entiendo por qué lo han hecho, si ni siquiera garantiza el apoyo al Gobierno. Veo una cesión gratis a favor de una persona que no parece ser la más indicada para ese puesto.

P. Tras una vida a larga distancia, díganos tres fundamentos para estar en política.

R. Mentir ya no vale, y la mentira se hace pagar; es el problema que tiene Pedro Sánchez, que los ciudadanos creen que les ha mentido. La política ya no pasa por las antiguas reglas, ya no hay un vademécum que te diga cómo actuar para obtener determinados resultados. Y la falta de coherencia acaba con quienes la practican.

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P. Usted vivió intensamente la etapa del gran poder de los medios de comunicación y la fuerza del llamado sindicato del crimen, ¿cómo ve la relación hoy de medios y política?

R. Hoy, la oposición y el Gobierno parecen ejercerse a través de los medios de comunicación, más que desde las instituciones, y desde un gran posicionamiento. El control de los medios sobre la oposición es hoy muy elevado.

P. En el Ayuntamiento hay una nueva alcaldesa, ¿cuál es el reto de este tiempo en Zaragoza?

R. Recuperar el espíritu de las grandes cosas, volver a pensar en grande. No basta con arreglar las calles. Zaragoza exige política mayor y ambicionar la ciudad del millón de habitantes. La idea está suspendida y la demografía no ayuda, pero hay que marcarse retos en esa dirección para ser una de las grandes ciudades de España.

P. ¿Cuánto ha dejado de contar en estas memorias? Y, a la vista de la expectación generada, ¿preparará segunda edición ampliada?

R. He dejado en el tintero lo justo para no causar daños a las instituciones, aunque veo que está interesando más la parte vital y familiar que lo político, especialmente el papel de mi madre, Marita; aún me emociona recordar su carta sobre la independencia y su despedida de la vida. Y habrá que ver la dimensión de la acogida del libro para decidir si tiene sentido esa segunda entrega. Con lo que ya estoy impresionado es con la asistencia al acto de presentación de un modesto libro biográfico: fue muy satisfactorio ver que estaban todas las personas que han colaborado conmigo.

Esta semana, Juan Alberto Belloch presentaba sus memorias, Una vida a larga distancia. Memorias de un juez y político independiente (Plaza y Janés). Entre otras cosas, permiten conocer que fue el catedrático de Derecho Penal, Manuel Cobo del Rosal, quien recibió de su mano 300 millones de pesetas para traer a España al fugado Luis Roldán, y que muy posiblemente se los quedó el intermediario, Francisco Paesa, agente en paradero desconocido, pero de la confianza del Estado por haber facilitado con sus informaciones la detención de la cúpula de ETA en Bidart.

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