Es noticia
¿Por qué odiamos a Irene Montero?
  1. Cultura
MALA FAMA

¿Por qué odiamos a Irene Montero?

La marcha de la ministra de Igualdad es una alegría para la derecha, y la única posibilidad para la izquierda

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero, durante el debate la reforma de la ley 'sólo sí es sí'. (EFE/Kiko Huesca)
La ministra de Igualdad, Irene Montero, durante el debate la reforma de la ley 'sólo sí es sí'. (EFE/Kiko Huesca)

Somos malos y el pasado viernes conocimos la felicidad. Había que tener el corazón de piedra para no alegrarse por la eventual marcha de Irene Montero. Ni siquiera era necesario ser de izquierdas para estar contento. La izquierda estaba contenta y la derecha estaba contenta. Es difícil calibrar con precisión si se alegraba más la primera, porque sin Irene sus opciones electorales subían, o la segunda, porque sin Irene lo que subía era su satisfacción moral. Irene Montero ha sido la peor política española del siglo XXI con cargo en un gobierno. Irene Montero no ha hecho nada bueno por nadie, sólo ha hecho el mal, desde el primer día como ministra y hasta el viernes pasado, cuando fue condenada por llamar maltratador alegremente a un padre anónimo.

El motivo de su tambaleante situación es obvio: nadie quiere votar a Irene Montero. Su figura es terrorífica, tóxica, antipática. Yo puedo votar el 23 de julio a Yolanda Díaz. Yo puedo votar el 23 de julio a Yolanda Díaz incluso si me rellena su lista con todo el colorín woke, desde múltiples razas a múltiples trans. Pero, si veo el nombre de Irene Montero en la papeleta de Sumar, no la voto nunca. Voto antes a Vox.

Foto:  La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE/Pedro Puente Hoyos) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
El 'cursifacha' mató a la reina morada
Javier Caraballo

Esto que digo lo comparte una amplia mayoría de votantes y, por supuesto, lo saben en Sumar, que seguramente ha despilfarrado el dinero haciendo estudios que les confirmen lo evidente: si Irene viene con nosotros, nos hunde.

Rufián dijo de Montero que era la política "con más talento y verdad" que había conocido nunca. Lógicamente, su marcha la ha explicado el de ERC desde el puro delirio: "Se la ataca por ser mujer, por ser de izquierdas y por ser de clase trabajadora". No, amigos, a Irene Montero se la ataca, se la odia y se la excluye por ser mala persona.

Ministerio del Interior

Primero hay que entender el Ministerio de Igualdad. Así a bote pronto, era una cartera decorativa, juvenil. No hacía falta complicarse la vida, podías llevarlo como una agencia de publicidad que promociona cosas bonitas.

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero, asisterecientemente en Madrid junto a uno de sus hijos al Consejo Ciudadano de su partido. (EFE) Opinión

Sin embargo, el carácter de Irene se filtró enseguida en Igualdad, cuyo sentido natural era evangélico, incluso arcangélico: hacernos mejores, señalar el bien, promocionar la concordia. No. Irene Montero convirtió Igualdad en un Ministerio del Interior, había guerra a diario, atentados que condenar, dolorosos actos públicos, sensación de fin del mundo.

Dense cuenta de que ningún ministro del Interior que luchara contra ETA dijo jamás: "Todos los vascos son asesinos", por mucho que un puñado de vascos integrara esa organización armada. El ministerio de Irene dijo desde el primer momento: "Todos los hombres sois asesinos y violadores". Bastaba con que una minoría microscópica de hombres matara a sus mujeres, y otra pequeña minoría de hombres violara, para sostener esto oficialmente.

Ningún ministro del Interior que luchara contra ETA dijo jamás: "Todos los vascos son asesinos"

Si creen que los hombres nos sentíamos ofendidos, queda aún por cuantificar lo ofendidas que se sentían las mujeres cuando desde el gobierno del país se llamaba asesinos y violadores a sus hijos, a sus padres, a sus amigos y a sus maridos.

El Ministerio de Igualdad, como Ministerio del Interior de nuestra vida interior, solo tenía un objetivo: sobrevivir. El Ministerio de Igualdad no luchaba contra el machismo, luchaba por la visibilización extrema del machismo, que necesitaba en plena forma e imparable. Su sentido profundo no era mejorar la situación de las mujeres, sino agigantar hasta la paranoia aquellas lacras y problemas que justificaran su existencia. Era muy precisamente un ministerio orwelliano: su trabajo no generaba polémica, era generar polémica el único fin de su trabajo.

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero, y Gabriel Rufián. (EFE/Chema Moya)

Cuando criticabas a Irene Montero por una ley, una propaganda o una declaración, justificabas su sueldo. ¿Veis cuánto machismo?, ¿veis lo necesario que es nuestro ministerio?

Las mujeres

La realidad de Irene Montero es, con todo, paradójica. No creo que nadie odie más a la ministra de Igualdad que las mujeres.

Primero, porque su ascenso político tuvo que ver con su vida sentimental. Fue al emparejarse con Pablo Iglesias que supimos por primera vez de ella. Por supuesto, era machista decir que Irene Montero escalaba en la política porque su novio era el líder de Podemos. También era verdad. Todo el mundo lo sabía y, sobre todo, las mujeres lo sabían.

Foto: Irene Montero comparece ante la comisión de Igualdad del Congreso. (EFE) Opinión

Imaginemos a una mujer que trata de abrirse camino en su profesión y asiste al nombramiento de Irene como portavoz de Podemos y, finalmente, como ministra. Esa mujer piensa: "Eso es trampa". Y también: "Así cualquiera".

Si tu marido es director de cine, y tú actriz, así cualquiera protagoniza películas; si tu marido es dueño de una televisión, y tu presentadora, así cualquiera presenta en prime time. Eso es trampa, es fácil. Es, sobre todo, desalentador para cualquier mujer.

Irene Montero empezó mal para las mujeres y sólo hizo que empeorar. Una escolta (o sea, una mujer) la acusó de trato degradante, y la iba a llevar a juicio justo por los días en los que Irene acudiría a Moncloa a por su cartera. El juicio se evitó con un acuerdo económico, al más puro estilo de los peores hombres imaginables.

Foto: Nannyfy conecta a lospadres con las niñeras y funciona igual que cualquier 'app' basada en valoraciones de los usuarios. Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Las camareras no llevan sus bebés al trabajo
Alberto Olmos

Irene decía representar a las mujeres, pero no hacía otra cosa que mandar sobre ellas (sobre criadas, "salus", secretarias de Estado…), y además con mano de hierro. Se le ocurrió llevar a sus hijos al trabajo. Nadie puede llevar a un bebé al trabajo, cualquiera que haya cuidado de un bebé lo sabe: los bebés requieren tu atención completa. Irene (como luego Ione Belarra) daba a entender que era muy revolucionario llevar al despacho a sus hijos pequeños, y que ese gesto ayudaba a las demás mujeres. En realidad, lo que todas las mujeres veían era a una privilegiada que, o trabajaba tan poco que podía seguir disfrutando de sus niños en la oficina, o tenía en la oficina a alguien que se los cuidaba (la famosa "niñera" pagada por todos los españoles).

Lo primero que hizo la ministra en su ministerio (en febrero de 2020) fue celebrar su cumpleaños allí mismo, grabarlo y difundirlo en redes sociales. O sea, la gente cree que eres ministra por ser la mujer del líder, y no se te ocurre otra cosa que recochinearte: ¡80.000 euros al año y aquí estoy, de fiestuqui, españolas!

Foto: Captura del vídeo de Podemos. Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Ministerio de Igualdad, productora audiovisual
Juan Soto Ivars

Luego, señaló con nombre y apellidos a la dueña de una casa que no hacía con su casa lo que Irene Montero creía que debía hacer. La propietaria sufrió acoso durante semanas.

Luego (octubre de 2020) aprovechó la baja por maternidad de Teresa Rodríguez para echarla de Podemos. Y dijo Irene: "La política no para". Por Dios, eres la ministra de Igualdad, Teresa está en su casa cuidando de un recién nacido, ¿qué clase de persona despide a una mujer que acaba de ser madre?

placeholder La ministra española de Igualdad, Irene Montero, habla con los periodistas desde Nueva York. (EFE/Javier Otazu)
La ministra española de Igualdad, Irene Montero, habla con los periodistas desde Nueva York. (EFE/Javier Otazu)

Más: nos vamos a Nueva York con cualquier excusa y nos hacemos fotos de lo bien que nos los pasamos con tu dinero. Las colgamos en Instagram.

Más: Irene Montero está trabajando en traer la libertad sexual a las mujeres. Lo repite sin cesar: "libertad sexual". En aquellos meses, yo miraba a mis amigas y pensaba: ¡como os den más libertad sexual! Todas las mujeres de mi edad o más jóvenes que he conocido en mi vida han sido totalmente libres para acostarse, no acostarse, acostarse con varios, practicar poliamores, visitar clubes de swingers, acostarse con mujeres, practicar BDSM y hacer cualquier otra cosa que ruborizaría al propio marqués de Sade. Pero Irene Montero, que se definió a sí misma como "tradicional" en estas cosas, les iba a traer a ellas la "libertad sexual".

Más: si hablara Tania Sánchez...

Tanta sinrazón y desvergüenza no podía acabar bien. Legislando de oídas (alguien le debía de traducir muy resumidas las teorías que circularon por San Francisco hace veinte años), Irene se empeñó en su ley de "sólo sí es sí". Resultado: más de mil violadores beneficiados, y parece que otros mil aún podrían ver reducidas sus condenas. Irene: "No habrá reducción de condenas". Irene, luego: "Los jueces son machistas". Irene, nunca: "Os pido perdón".

placeholder Irene Monteroen la manifestación del último 8M. (EFE/Kiko Huesca)
Irene Monteroen la manifestación del último 8M. (EFE/Kiko Huesca)

¿Qué mujer va a votar a Irene Montero, sinceramente?

Dicen algunos que no fue culpa exclusiva de la ministra de Igualdad. Sí lo fue, porque si la ley hubiera sido un éxito, ella sería la única que recibiría aplausos. Así funciona.

Que no se nos olvide: mantuvo la mani del 8M con el Covid-19 en plena propagación. Invitar a miles de mujeres a contagiarse y a contagiar a sus amigos y familiares: casi nada.

Foto: La ministra de igualdad, Irene Montero. (EFE/Mariscal) Opinión

Por todo esto, Irene Montero era la ministra peor valorada del gobierno. Por todo esto, odiamos a Irene Montero y nadie la quiere votar.

Si la izquierda ha prescindido de ella, se debe a que nadie la quiere votar. No tiene más misterio.

En Madrid hacen falta 100.000 votos para salir diputada. Ojalá se presente con otro partido, como número 1. No hay en la capital de España cien mil personas que piensen que tienen que darle las gracias por nada.

Somos malos y el pasado viernes conocimos la felicidad. Había que tener el corazón de piedra para no alegrarse por la eventual marcha de Irene Montero. Ni siquiera era necesario ser de izquierdas para estar contento. La izquierda estaba contenta y la derecha estaba contenta. Es difícil calibrar con precisión si se alegraba más la primera, porque sin Irene sus opciones electorales subían, o la segunda, porque sin Irene lo que subía era su satisfacción moral. Irene Montero ha sido la peor política española del siglo XXI con cargo en un gobierno. Irene Montero no ha hecho nada bueno por nadie, sólo ha hecho el mal, desde el primer día como ministra y hasta el viernes pasado, cuando fue condenada por llamar maltratador alegremente a un padre anónimo.

Irene Montero
El redactor recomienda